Alumbrar

basado en materiales de Majón Meir

Parashat Jaiei Sara     22 de Jeshvan 5775     No 993

La fórmula
Rav Eran Tamir

¿Cuál es la “fórmula” para alcanzar las metas? ¿Cuáles son las cualidades y habilidades que debe tener la persona para plasmar sus objetivos? ¿Cuáles son los criterios necesarios para superar todos los inconvenientes y obstáculos del camino, ya sea en lo relativo a él mismo o lo relativo a la sociedad que lo rodea?
Muchas veces pensamos en ello, y nos hacemos esas preguntas. Y la respuesta básica podemos encontrarla en nuestra Parashá, en la misión de Eliezer, el sirviente de Avraham, cuando es enviado a encontrar esposa para Itzjak – la mujer de la que depende el futuro de la nación de Israel y todo el mundo.
Cuando la Torá describe el llamado de Avraham a Eliezer y el encomendado de esa importante misión, habla respecto a Eliezer utilizando tres apelativos (Bereshit 24:2): “Y le dijo Avraham a su siervo, el anciano de su casa, el gobernante de todo lo que él tiene…”.
Se está hablando de tres cualidades y habilidades que tenía Eliezer: Sirviente, anciano y gobernante.
¿Qué es cada una de esas cualidades, y por qué Eliezer en ese entonces – y cada uno de nosotros para todas las generaciones – necesitaba de ellas?
1. Sirviente: Es la cualidad de la sumisión, de la humildad, la sensibilidad, la capacidad de sacrificio, la capacidad de relacionarse en forma suave y agradable con el entorno, la simpatía social, la tranquilidad interna y la afabilidad. Es la cualidad básica de la persona también para consigo mismo y también para con la sociedad que lo rodea.
2. Anciano: El anciano está colmado de sabiduría, pero no sólo de raciocinio y lógica, sino que también  - y quizás sobre todo – sabiduría de la vida, basada en la experiencia. Él sabe identificar complejidad, simplificarla sin asustarse de ella, hacerle frente e incluso crecer con ella.
3. Gobernante: Sabe definir una meta en forma clara y comprensible, y definir medios para llegar a ella. Él no se da por vencido, no cede, a veces incluso se empecina con firmeza sin ningún lugar a dudas, para alcanzar sus metas.
Eliezer comprendía dentro de él esas tres cualidades, sin contradicciones mutuas, y sabía utilizar las tres como lo describe la Torá a continuación, en su encuentro con Rivka, Lavan y su familia, cada una en su momento adecuado y según la medida correcta.
Y como dice el Netzi”v (Rav Naftali Tzvi Iehudá Berlín): “Tres cualidades habían en Eliezer, y por ello era adecuado para esa misión, porque todo asunto que necesita algún esfuerzo es plasmado por alguna de esas tres formas: A veces hablando suavemente e implorando, a veces a través de la inteligencia y ampliado, y a veces a través del entendimiento basto y siendo firme, todo según la ocasión y la persona con la que se debe hablar. Y como es sabido, las personas no son iguales, hay personas que son capaces de tener éxito justamente de una forma, y las hay de otra, y en esta ocasión Avraham no sabía cómo será necesario llevar a cabo la misión, por ello eligió a ese siervo, que tenía todas las cualidades: Era su siervo y le era sumiso, hablando con suavidad. Y era el anciano de su casa, y hablaba con sabiduría. Y era el gobernante de todo lo que él tenía, decidía y ordenaba con amplio entendimiento, y por ello era fiel a ojos de Avraham”.
Como Eliezer, también nosotros como en aquel entonces. Por un lado la humildad, la suavidad y la simpatía, por otro lado la sabiduría y la astucia, y por tercer lado sin renunciar a nuestros principios y nuestras metas hasta que sean plasmadas - esos son los tres elementos necesarios para tener éxito en toda misión, particular o general, espiritual o material. Y sólo la conjugación y la utilización de cada una de esas cualidades - en el lugar y el momento adecuado, según la forma adecuada - nos llevaran, con la ayuda de D’s, a alcanzar nuestras metas y su plasmación. ¡Que tengan éxito!

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La ieshivá “Har HaMor”
Rav Shlomó Aviner

¿Cuál es la mejor ieshivá (centro de estudio de la Torá) del mundo? La mejor para mí. Como nos enseñaron nuestros sabios: “La persona estudia Torá sólo donde quiere su corazón”.
Preguntó un respetado profesor: ¿Por qué hay tantas ieshivot? ¿Por qué no hay unas pocas ieshivot con decenas de miles de estudiantes, como en las universidades?
Y la respuesta: El objetivo de la universidad es añadir conocimientos, mientras que el objetivo de la ieshivá es también añadir buenas virtudes y temor a D’s. Y eso es algo muy personal.
Por ello, agradable lector, ve a la ieshivá donde añadirás más buenas virtudes, temor a D’s y Torá. Y no denigres a las otras ieshivot.
Dijeron los sabios del musar (cultivo de las virtudes): Si quieres ser el más alto, no caves un pozo para los demás, sino que edifícate un monte.
Si quieres, ve a estudiar a Har HaMor, y si no quieres, no vayas. Pero no denigres. Por supuesto, tampoco se debe denigrar a las otras ieshivot. Entonces, ¿por qué justamente hablo de Har HaMor? Porque dijo un investigador: La cantidad de injurias contra Har HaMor es igual a la cantidad de injurias contra todas las otras ieshivot sionistas juntas. Entonces, queridos hermanos, dejemos de denigrar a todas.
¿Y cómo injurian a Har HaMor? Antes que nada debemos comprender que las injurias están dirigidas sobre todo contra el Rav Tzvi Tau. Pero no es agradable hablar en contra de alguna persona específica, y por eso utilizan una vieja técnica: Denigran una institución impersonal, convierten al rival ideológico en una definición, en un animal político – y entonces es fácil atacarlo. ¿Cómo atacarlo? No se puede decir respecto al Rav Tzvi Tau que no sea un gran talmid jajam
(erudito del estudio de la Torá), no se puede decir respecto a él que no influye poderosamente en la nación, no se puede decir respecto a él que no sea tzadik (justo) o jasid (piadoso), no se puede decir respecto a él que no sea un fiel discípulo del Rav Tzvi Iehudá Kuk, no se puede decir que el Rav Tzvi Iehudá no dirigía alumnos a preguntarle a él muchas cosas, no se puede decir que nuestro Rav, el Rav Tzvi Iehudá, no le encargó impartir clases generales a toda la ieshivá pero él se negó, no se puede decir que en la ieshivá Har HaMor no se estudia con diligencia, que no se estudia con gran profundidad, que no se estudia emuná (fe), que no hay muchos estudiantes. ¿Entonces, qué queda para denigrar?
Hay un viejo truco, que fue utilizado por el Gaón (genio del estudio de la Torá), el Rav Iosef Jaim Zonenfeld contra el Rav Kuk. Él no podía decir que no era un talmid jajam gigante, que no era kadosh (santo). Por ello, dijo que no es realista, que no tiene los pies en tierra, flota en la estratósfera. Por supuesto, el que lea el libro “Orot HaKodesh” o “Shmona Kvatzim” puede pensar así. Pero el que lea las cartas del Rav Kuk, no podrá pensar así ni un solo momento.
Así arguyen contra Har HaMor: Ellos no son realistas, están desconectados de la realidad, desconectados del pueblo. Pero el que hable cinco minutos con los Rabanim (Rabinos) de esa ieshivá, no podrá decir algo así.
¿Qué es estar vinculado con el pueblo? ¿Muchos Rabanim en todo el país? Los hay. ¿Muchos educadores y maestros en todas las puntas del país? Los hay. ¿Muchos oficiales en el ejército? Los hay más que todos.
Entonces, ¿qué es estar desconectado? ¿Acaso estar en contra de la coerción de procesos políticos contrarios a la voluntad de la mayoría del pueblo es estar desconectado? ¿Ser fiel al país es estar desconectado? ¿No renunciar frente a la cultura occidental es estar desconectado? ¿Por qué, entonces, denigrar?
Pero la gente de Har HaMor calla, en forma sistemática, frente a los oprobios. D’s no ama al que denigra talmidei jajamim, y por ello, en mi humildad, yo contesto en lugar de los talmidei jajamim.
La regla es: Cada uno marchará por su camino, ascenderá en el cultivo de las virtudes, en el temor a D’s, en la Torá – y dejará de denigrar a los demás.
Con amor, hermandad, paz y compañerismo. “Quién como Tu pueblo, un pueblo en la tierra”.

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