Alumbrar

basado en materiales de Majón Meir

Parashat Dvarim     6 de Av 5774     Shabat Jazon     No 979

Junto a los ríos de Babilonia
Rav Azriel Ariel
(reimpresión)

A la orilla del río en Babilonia, están sentados los exiliados del Reinado de Iehudá. Dejaron tras ellos todo lo que tenían. Todas sus riquezas se desvanecieron, con el fuego y el humo. El Beit HaMikdash (El Templo) fue devorado por las llamas. Ierushalaim se convirtió en una ciudad en ruinas. En las mochilas que cuelgan de sus hombros llevan lo poco que lograron salvar. Entre ellos, se encuentran  los Leviim (Leviitas) - los cantores del Beit HaMikdash. En vez de tomar alguna ropa, o algún utensilio, algún recuerdo del pasado – ellos tomaron sus arpas. Esas eran las arpas con las cuales se encontraron alguna vez en el atrio, en el Beit HaMikdash. Esas son las arpas que a su música los Cohanim (Sacerdotes) prestaron el Servicio Divino, y los israelitas se presentaron frente a sus ofrendas. Los Leviim tomaron con ellos sus arpas para preservar la tradición de la música judía, hasta que sean merecedores de volver a Ierushalaim. Ellos se llevaron "de lo mejor del país en sus alforjas" (Bereshit 43:11). A la orilla del río en Babilonia se encuentran todos sentados, descansando del duro trayecto. Un trayecto muy largo, que comenzó en Ierushalaim – que arde en llamas – y terminará en la galut (exilio) de Babilonia.
Uno de los legionarios vio las arpas en las mochilas de los Leviim. "Allí nos demandaban canciones los que nos habían cautivado, y los que nos despojaron demandaban alegría diciendo: '¡Cantadnos una de las canciones de Tzion!'" (Tehilim 137:3). El legionario les ordena: "¡Cántenos de las canciones de la Tierra de Israel!". Los Leviitas saben que no conocen canciones patrióticas, como los demás pueblos y naciones. Las "Canciones de Tzion" son en realidad las "Canciones de D's", que fueron cantadas en el Beit HaMikdash. "¡¿Cómo cantaremos la Canción del Eterno en tierra extraña?!" (Tehilim 137:4). ¿Acaso es correcto cantar los cantos del Beit HaMikdash en una tierra impura? ¿Acaso es correcto tomar el arpa y la flauta y mancillar los cantos santos? ¿Acaso es correcto cantar, cuando la intención no es prestar servicio al Eterno y cumplir la mitzva?
No había tiempo para discutir y aclarar en profundidad. Los Leviitas se miraron unos a otros, y sin decir nada, tomaron sus arpas y las colgaron sobre los sauces a la orilla del río (Tehilim 137:2). Y se mordieron los pulgares, hasta romperse los huesos – para no poder tocar más los instrumentos. "No cantaremos el Canto de D's en este lugar". La música y el canto judío – desaparecieron. Se quedaron sin "Cantos de Tzion", ni "Cantos de D's". La creatividad musical no podía continuar fuera de su hábitat natural: La Tierra de Tzion, en Ierushalaim. Y desde ese entonces, hacemos como nos decretaron nuestros sabios: No hay más cantos en las fiestas, ni alegría. "No te alegres, oh Israel, como los demás pueblos" (Hoshea 9:1). "Cesó ya la alegría de los panderos, acabose la algazara de los que hacen fiesta, cesó la alegría del arpa. No se beberá el vino con las canciones, amargo será el licor embriagante a los bebedores de él" (Ishaya 24:8-9).
En ese momento, todos se juraron: ¡No nos conciliaremos con la destrucción! ¡No nos conciliaremos con la galut! ¡No nos conciliaremos con la pérdida del arte judío! ¡No aceptaremos el fin de la cultura judía! ¡Volveremos a Ierushalaim! La fuerza para seguir existiendo en forma provisoria en tierra ajena, la obtendremos del anhelo a Tzion, de la añoranza de la Tierra de la Gacela y del ansia de la reconstrucción del Beit HaMikdash. Sólo partiendo de esa fe y convicción encontraremos la fortaleza espiritual necesaria para seguir viviendo, e incluso alegrarnos en la vida. "¡Si te olvidare, oh Ierushalaim, que me olvide de mi diestra, que se pegue mi lengua a mi paladar si no te recordare, si no pusiere a Ierushalaim por encima de mi mayor alegría!" (Tehilim 137:6).
Con la reconstrucción de Ierushalaim, volverá también el canto de la tierra y la música judía que hemos perdido – junto con todas las riquezas de la cultura judía. Con la resurrección de la Ciudad de David, despertará también el Arpa de David. Y gracias al duelo por la destrucción de Ierushalaim, seremos merecedores también de ver su alegría: "Devuelve a los Cohanim a su servicio, y a los Leviim a su canto y su música" (Musaf de Iom Tov). 

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La familia
Rav Shlomó Aviner

Lo principal - ¡es la familia! La base - ¡es la familia! Una familia sana, pura, limpia, normal, kdoshá (santa) – sobre esa base se puede edificarlo todo.
Podemos imaginarnos una persona pobre, que tiene dinero sólo para encender las velas de Shabat o las velas de Januca - ¿qué debe encender según la halajá? ¿Qué es preferible, la vida familiar agradable del Shabat o la nacionalidad militar valerosa? Según la halajá, el encendido de las velas de Shabat es más importante. No es una contradicción: La potencia bélica nacional también ella está edificada sobre la célula familiar. Y no es por casualidad que los griegos determinaron malos decretos con la intención de arruinar la pureza de la familia.
Todo niño de jardinera sabe cuánto describe la Torá en extensión la familia de Avraham, Itzjak e Iaacov, Sara, Rivka, Rajel y Lea – que son la base de la nación.
¿De qué estamos hablando? Hay tres leyes nuevas espantosas, terribles, que fueron determinadas en nuestro país.
1. Ley de la pareja: Se podrá casar sin jupa ni kidushin, sin “tú me eres consagrada con este anillo según la religión de Moshé e Israel”. ¿Cómo se casan? Como se casaron antes de la entrega de la Torá. O dicho de otra forma: Como los gentiles. O según la cortante formulación del Ramba”m (Mishné Torá, al principio de Hiljot Ishut) - una definición estremecedora, que el papel se avergüenza de que lo escriban en él: Prostitución. Es interesante que en la Torá el término utilizado es: “Cuando un hombre tome por esposa a una mujer” (Dvarim 22:13). Pero es sobre entendido que casamiento es algo kadosh. Por ello, nuestros sabios recalcaron: El hombre santifica a su esposa, “tú me eres consagrada”. ¡Qué formulación maravillosa!
El “pacto matrimonial” del que se habla ahora no es algo moderno, es retroceder varios miles de años atrás, antes de la Entrega de la Torá. O si quieren, más aún, es retroceder al punto anterior al Primer Hombre. El Rav Kuk escribe (Shmoná Kvatzim, 1:594) que el argumento científico según el cual hubo criaturas homínidas anteriores al Primer Hombre no es contradictorio con la Torá. Pero el Primer Hombre fue el primero que posee imagen y semejanza Divina, y por ello se merece ser llamado “hombre”. Y eso tiene su expresión en el hecho que su casamiento fue fijo y kadosh: “Hueso de mis huesos y carne de mi carne…” (Bereshit 2:23).
2. Otra ley se rebaja más aún: Pueden casarse un hombre con un hombre, una mujer con una mujer. Si no fuese triste, sería cómico. Pero por supuesto que es algo corrupto, o como dice la Torá: Abominación. Sabemos que hay personas que así viven – que D’s se apiade de ellos. No odiamos ningún judío, por el contrario, deseamos que viva una vida buena y normal. Pero de momento que se transforma en ley del estado, eso ya es algo mucho peor. Es como la severidad del pecado público en contraste con el pecado privado. Si una persona no entrega limosna, es un despreciable y cruel amarrete. Pero si una ciudad instituye una ley según la cual está prohibido entregar limosna, eso ya es como el pecado de Sdom y Amorá, y por ello fueron destruidas. Y así también todo otro pecado, como escribe Rabí Itzjak Arama en su comentario a la Torá, “Akedat Itzjak” (Shaar 20). Y según el Ramba”m (More Nebujim) entra en la categoría de “Ir HaNidajat” (ciudad entera que es condenada), es decir, no sólo cuando se rinde culto en ella a otros dioses, sino que todo pecado que fue instituido en forma pública (More Nebujim 3:41, véase Maamarei HaReaya 514-515). Porque D’s quiere que se casen un hombre con una mujer, una mujer con un hombre, y por ello los creó distintos: “Y creó el Señor al hombre a Su imagen y semejanza, con la imagen del Señor lo creó, hombre y mujer los creó” (Bereshit 1:27). “Hombre y mujer – si se hicieron merecedores, la Shjina (manifestación de la Presencia Divina) se encuentra entre ellos” (Sota 17A).
3. Otra tercera ley, peor aún: La ley de “matriz de alquiler”, la ley de “consentimiento de criado de feto”. En efecto, cuando se desbarranca ya no se sabe cómo frenar. Según esa ley un hombre que se case con otro hombre podrán “comprar” un feto o un bebé de otra mujer que lo dará a luz para ellos. Pero un bebé necesita padre y madre – también un niño, también un joven. Un investigador les contó a niños de jardinera que hay niños que tienen dos padres o dos madres – ¡y los niños se rieron a carcajadas! Pero ese bebé no se reirá, él llorará. ¡¿Un bebé es una mercadería?! ¡¿Acaso es un producto comercial, para proporcionar el placer de ser padre o madre?! ¡¿No tiene personalidad?! ¡¿No es una persona?! Como dicen, en chiste: ¿Y yo que soy, un cordero?
Todas esas tres corrupciones, que cada una es peor que la otra, vienen envueltas con hermosas palabras: Corrección de injusticias, libertad, realización personal y similar. En todas las generaciones hubo personas pecadoras y corruptas – que D’s se apiade de ellas. Pero ahora, dicen: De momento que eso existe, hay que proporcionarle un sello oficial.
Nos reforzaremos con familias sensibles, puras y santas. “Porque el Eterno, tu D’s, se pasea dentro de tu campamento a fin de salvarte y entregar a tus enemigos ante ti, y será tu campamento kadosh” (Dvarim 23:15).

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