Alumbrar
basado en materiales de Majón Meir
Parashat Vaiakhel
22 de Adar Alef 5774 No
957
Rav Eran
Tamir
La gran donación de Am Israel (el
Pueblo de Israel) para la
construcción del Mishkan (Tabernáculo) por buen
corazón y altruismo
hasta tal punto que “el pueblo está trayendo más que lo
suficiente” (Shmot 36:5)
nos debe llamar la atención y debemos aprender de ello para
todas las
generaciones. Pero no menos que ello o incluso más aún
hay que estudiar lo que
pasó por la abundancia de caridad, como es dicho en nuestra Parashá
(Shmot
36:6): “Y salió Moshé e hizo pregonar por el campamento,
diciendo que tanto
varón como mujer no haga más labor para la
contribución al kodesh”, y la
reacción inmediata de los Hijos de Israel fue – “y el pueblo se
abstuvo de
traer” (Shmot 36:6) como comenta Rashi: Evitaron, cesaron, dejó
el pueblo de
traer más donaciones.
Y hay que entender, ¿cuál es el significado del hecho que
ellos
inmediatamente cesaron de donar? Esa abstención terminante
respecto a las
donaciones, “y el pueblo se abstuvo de traer” - ¿de qué
se está hablando?
El autor del libro “Sfat Emet” (Vaiakhel 5635) dice que “porque
vieron los tzadikim (justos) y sabios que se difundió la
caridad
demasiado, y temieron que el deseo de entregar no sea por la buena
causa, como
dijeron citando al Baal Shem Tov que en toda tarea – relativa
al culto a
D’s y también en general – se debe tener temor y vergüenza,
porque cuando
termine todas sus acciones se enorgullecerá. Pero cuando en la
mitad se
detiene, por el pensamiento de frente a quién se encuentra, eso
mismo es la
corrección de la acción como es debido… y nuestro Rav
Moshé y los sabios
cuidaron la acción de los Hijos de Israel, que no se mezcle en
sus acciones
ningún interés ajeno”.
Explicación: Muchas veces, gracias a D’s, la persona se colma de
buenas
intenciones y buenos pensamientos, para hacer y actuar buenas obras,
está
colmado de ganas, motivación y entusiasmo auténticos para
hacer acciones
positivas por la buena causa. Pero a veces justamente su éxito
lo hace
confundirse en la intención “por la buena causa”, comienza a
sentirse demasiado
satisfecho de sí mismo, hasta tal punto que puede llegar a
enorgullecerse de
sus logros, y el interés particular de su éxito personal
es tomado en cuenta, y
no el ser un emisario para la elevada meta, y eso comienza a
ensombrecer sus
acciones. En esa situación el punto de partida y la meta
cambian, y pasan a ser
de “por la buena causa auténtica” por el interés y el
encumbramiento personal,
y el momento de prueba es ¿qué sucederá cuando le
ordenen cesar, dejar de
hacer, no continuar haciendo sus acciones positivas? Si
consentirá en cesar, si
dominará su instinto y anulará su deseo particular,
entonces será aclarado que
sus intenciones son buenas, auténticas, por la buena causa,
porque el que
determina no es él, sino que la voluntad Divina. Esa voluntad
que dijo donar,
es la misma voluntad que ordena cesar, es la voluntad frente a la cual
él se
sume, y es gracias a esa voluntad que todo el tiempo él
actuó. Pero si lo
dominarán sus intereses personales, y deseará continuar
con sus acciones, es
porque de esa forma expresa sus deseos personales.
Entonces, justamente el detenerse, abstenerse de continuar donando para
el Mishkan según la orden Divina, es lo que
reveló y permitió que la
donación sea realmente por la buena causa, y no una
donación compuesta de la
voluntad Divina ideal, y la voluntad del hombre que dona, no por la
buena causa
pura.
Y por ello, justamente cuando “en la mitad se detiene, por el
pensamiento de frente a quién se encuentra, eso mismo es la
corrección de la
acción como es debido”.
Por ello, nos esforzaremos siempre por que la intención en
nuestras
acciones sea por la buena causa, haremos y actuaremos, crearemos y
desarrollaremos, pero cuando llegue la orden de detención, nos
detendremos, y
de esa forma será aclarado que nuestras intenciones son
realmente por la buena
causa, y no – D’s no lo permita – para nosotros.
Rav Lior
Engelmann (reimpresión)
Junto con el
regreso de Am Israel (el Pueblo de Israel) a su tierra,
surgió la
creatividad artística israelí. Al principio ella fue
patrimonio de los apodados
“jofshiim” (libres: Judíos laicos) - y el arte fue
atrapado por los
hechizos de la secularidad. Los artistas se sintieron totalmente libres
para
hacer todo lo que se les ocurrió y expresar todo lo que
sintieron - sin
necesidad de discriminar entre impuro y puro, entre bueno y malo. La
libertad
de expresión se convirtió en la liberación del
mundo de su Creador, la emancipación
del israelí de su emuná (fe). El artista no
vaciló en atacar – a través
de su obra – todo lo santo para nuestro pueblo.
Los artistas
son los que transforman los pensamientos de los intelectuales en
patrimonio de
todo el público. En la sociedad secular se destaca su papel como
el travesaño
central, que aúna los pensadores con el público general –
y justamente entre
las personas creyentes, tal parecería que hubiese un abismo
entre los que
estudian en el Beit HaMidrash (centro de estudio de
En los
últimos tiempos, somos testigos del comienzo de una
revolución: El público
creyente siente la necesidad de creaciones artísticas distintas,
un anhelo que
no es saciado por las obras de arte seculares. Y al mismo tiempo surge
un
espíritu de creatividad artística que se revela en
muchos. Cuando surge un
espíritu de ese tipo en las almas de los artistas, es una
señal que
Por lo
visto, para ser acreedor del título “Artista Creyente” no
alcanza con una kipa
coronando la cabeza y cuatro flecos al viento: Es necesario una
gran y
profunda reflexión antes de comenzar a crear. El arte es
nombrado en nuestra Torá
kdoshá (santa) en entornos antagónicos: Por un
lado, el arte aparece en
los Diez Mandamientos en forma negativa, como dice el versículo
“no harás para
ti escultura, ni forma alguna de lo que está arriba en el cielo,
ni de lo que
está abajo en la tierra...” (Dvarim 5:8). Por otro lado,
encontramos en nuestra
Parashá al artista Betzalel como una figura central en la
edificación
del Mishkan (Tabernáculo): “Ved que el Eterno ha
llamado por nombre a
Betzalel, hijo de Uri, hijo de Jur, de la tribu de Iehudá, y le
ha llenado del
espíritu de D’s, en lo relativo a sabiduría, inteligencia
y ciencia, y toda
suerte de artesanía” (Shmot 35:30). Hay un arte que es como un
dios ajeno, y
hay un arte que es como la manifestación de la
inspiración Divina, un arte de emuná.
Es difícil desentenderse de la similitud de ambos
términos - umanut (arte)
y emuná - y debemos identificar el vínculo entre
ellos.
El arte, en
principio, es capaz de elevarse por encima del presente. El creyente
tiene la
facultad de mirar una situación determinada desde un punto de
vista de
eternidad y continuidad. Estamos acostumbrados a que los artistas son
pasajeros
en forma extrema: El artista promedio logra crear su obra sólo
en una
circunstancia determinada y en un lugar determinado, depende de la
“inspiración” que siente en un momento dado. Los pintores
acostumbran a firmar
con su nombre y con la fecha, como diciendo “en este momento”. El
artista de emuná
no se “hunde” en un momento determinado: Es cierto que puede – e
incluso debe –
expresar las dificultades de una realidad determinada, pero
también es capaz de
esbozar con su pincel líneas de esperanza y optimismo, que
emanan de la
convicción de la bondad del Creador y Director del mundo. El
artista de emuná
se adhiere a la eternidad, a lo estable, y no le permite a los cambios
estacionales y cambios de humor convertirse en el todo. La
creación artística
del artista de emuná es una imagen de sí mismo, y
de momento que él mira
al mundo con ojos buenos, también su creación
artística irradia emuná y
bondad a todos los que la contemplan.
En el
prólogo a su libro (Agam – Emuná VeIahadut) escribe el
escultor Iaacov Agam que
la prohibición “no harás para ti escultura, ni forma
alguna” se refiere
principalmente al dibujo de D’s mismo como una escultura, como una
realidad
estática - y por lo tanto todo el mundo como un maniquí
sin movimiento, carente
de la posibilidad de desarrollarse y avanzar. El artista que tiene emuná,
que cree con certeza que el mundo va progresando, que es capaz de
avanzar en el
plano de los valores y la moral – no hace un maniquí.
En cuanto al
Becerro de Oro, dice
En primer
lugar, el artista crea de sí mismo, descubre a través de
su obra – canto,
escritura, baile y escultura – distintas capas de su personalidad, que
la
palabra medida no es capaz de expresar. De la misma forma que las
palabras de
una persona pueden revelar una gran y rica verdad, pero pueden
convertirse en
un arma dañina, también la obra de arte es un arma de
doble filo. De momento
que no se puede convertir en un artista de emuná “de la
boca para
afuera” – porque un arte de ese tipo es hipócrita y falto – el
que quiere crear
obras de arte con emuná, debe colmar su ser con una gran
emuná en
nuestra auténtica Torá que arde en su interior, y
es la fiel garantía
que su obra será kdoshá (santa).
Que D’s nos
haga merecedores de elevados artistas, cuya obra se encuentre “a la
sombra de
D’s”, artistas de emuná.
Este
artículo es dedicado en memoria de Adi Jaia Diamant z”l – una
artista colmada
de emuná.
Un pacto
con el Satán
Rav
Shlomó Aviner
El Smartphone es un aparato muy potente:
También teléfono, también
computadora, también Internet, también cámara,
también grabador, también
juegos, también televisión, etc. Por ello, no es de
extrañarse que haya
conquistado más del 50% de los habitantes de nuestro
país. Pero respecto a él y
similares fue dicho: “Los senderos del Eterno son rectos, los justos
andan por
ellos, pero los malvados tropiezan en ellos” (Hoshea 14:10).
Tiene tres llagas, que dañan las bases de la vida: Recato,
libertad y
familia.
1. Recato: Filmaciones abominables y conversaciones abominables. Es
una prohibición explícita en el Shuljan Aruj (Shuljan
Aruj, Orej Jaim
307:16). Toda alma limpia entiende – también sin la ayuda de la halajá
–
que es una abominación. Y ya fue escrito en el libro “Mesilat
Iesharim”
que también eso es considerado relaciones prohibidas (Cap. 11).
Eso sin hablar
de las pobres muchachas que son aprovechadas de una forma vergonzosa y
son
obligadas a ocuparse de esas atrocidades – D’s se ampare de ellas. El Ietzer
HaRra es muy fuerte de por sí, pobre de nosotros que le
ayudemos y concertemos
un pacto con el Satán con ese pequeño aparato.
2. Libertad: Más de un 50% de los que lo usan están
pegados a la
pequeña pantalla sin posibilidad de liberarse de ello,
conectados como por
infusión, no son capaces de cesar, y si el aparato se les ha
perdido para ellos
es como morir, se enloquecen. Hay incluso personas que al mismo tiempo
que
hablan con su interlocutor enfrente de ellos, continúan
ocupándose con el
aparato por debajo de la mesa. Han vendido su alma al Satán.
3. Familia: Ese aparato es un programa de desconexión continuo y
ambulante de la familia. La familia post-moderna del Smartphone se
caracteriza
por una enajenación mutua muy dura de todos los integrantes. Una
de las
luchadoras contra la esclavización a ese aparato escribió
un libro llamado
“Alone Together”, es decir, “juntos solos”. El niño se siente
solo, siente que
el Iphone es más querido que él. Le trasmiten que
él molesta y es irritante. Él
no se hace merecedor de la atención, desarrolla el
síndrome del abandono, siente
frustración y mortificación. También el padre se
siente mortificado por el
sentimiento de culpa. Eso también es un pacto con el Satán.
Familias que se liberaron de él dicen que sienten intimidad,
escucha,
charla, presencia, acercamiento.
Es cierto que renunciar a ese aparato no es sencillo, pero la regla en
este mundo es: No se puede todo junto. Cada cosa es a cuestas de otra.
Sólo se
puede elegir a qué renunciar y a qué no. Por ello, por
supuesto que tienen
razón los grandes Rabanim (Rabinos) que negaron
rotundamente el uso del Smartphone. Y todo judío recto –
religioso o no – si no
es de los más valientes que nunca caen, tiene estas opciones:
1. Comprar un celular con el Internet bloqueado.
2. Instalar un programa de filtro, semejante al del Internet.
Recuerda: Utilizar un celular que no es “inteligente”, es algo muy
inteligente.
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