Beahavá   Ubeemuná

Majón Meir
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Parashat Nitzavim - Vaielej     25 de Elul 5773     No 933

“En tu boca y en tu corazón, para hacerlo”
Rav Azriel Ariel
(reimpresión)

Nuestro D’s nos ordena cumplir una mitzva desconocida. Él no especifica en qué consiste, sino que la llama en forma vaga: “Esta mitzva que Yo te ordeno hoy” (Dvarim 30:11). El nombre de “esta mitzva no figura, sólo son nombradas sus características - auténticas o imaginarias: “No es demasiado difícil para ti, ni te es lejana. No está en el cielo... ni esta más allá del mar...” (Dvarim 30:11-12). ¿Qué mitzva nos parecería ser “demasiado difícil”, “lejana”, “en el cielo” o “más allá del mar”? ¿Qué mitzva nos es tan fácil, que “está muy cerca de ti, en tu boca y en tu corazón, para hacerlo” (Dvarim 30:13)? ¿Y si es una mitzva tan fácil, por qué pensaríamos que nos es tan lejana?
El Ramba"n, como es sabido, dice que “esta mitzva” - es la mitzva de la Tshuva (arrepentimiento sincero). A la persona le parece que la posibilidad de corregir sus acciones es muy lejana. “Demasiado difícil”, desde el punto de vista espiritual y psicológico, y “lejana” desde el punto de vista práctico. Le parece que le es exigido hacer un esfuerzo sobrehumano. Por ello, le contesta D’s una respuesta corta y simple: “Está muy cerca de ti”. Es cierto que te será difícil, pero está cerca, se encuentra en lo profundo de tus posibilidades. Como dice el Rav Kuk zt”l: “Todas las decadencias surgen porque la persona no cree que la Tshuva es tan fácil de alcanzar”.
Pero nuevamente cuestionamos: ¡La Tshuva es muy difícil! Es cierto. El arrepentimiento sincero es difícil, y corregir las acciones a veces exige ir más allá del mar y elevarse hasta los cielos. “El que le roba a su prójimo el valor de una pruta (valor mínimo monetario, muy bajo)... debe ir para devolvérselo incluso hasta Madai” - un país muy lejano (Baba Metzia 55A). Pero el que descarta sus pensamientos de arrepentimiento diciendo eso, no sabe qué es Tshuva. La cuestión que debe resolver el que quiere arrepentirse sinceramente, no es:
¿eres capaz? ¡Lo que no puedes alcanzar, lo que se encuentra más allá de tu capacidad, está fuera de tu responsabilidad! La cuestión es otra: ¿lo deseas? Cómo hacerlo, en la práctica, ya es secundario: Depende más de la forma de ser de la persona, si tiene una gran fuerza de voluntad o no, pero eso es menos crítico en cuanto a la esencia de la Tshuva.
¿
Por qué “está muy cerca de ti”? Porque se encuentra “en tu boca y en tu corazón, para hacerlo”. Así nos dice D’s en Su Torá. ¡Y a primera vista, falta lo principal! ¡La corrección principal que le es exigida al que se arrepiente, no es sólo “en tu boca y en tu corazón”, sino que también - y sobre todo - en tu mano! ¿Y qué sentido tiene decir: “En tu boca y en tu corazón, para hacerlo”? ¡Se hace con las manos, y no con la boca, y por supuesto que no con el corazón! ¿Y por qué en el versículo es mencionada en primer lugar la boca - cuando la palabra es superficial - y sólo después el corazón - donde se encuentra la “palabra” interna?
D’s conoce la psicología de la persona. Él sabe que si comenzará a corregir sus acciones - no tendrá fuerzas para culminar su Tshuva. Se valdrá de argumentos - ciertos o imaginarios - para explicar por qué no es capaz. Por eso, le dice D’s: Debes comenzar por lo más fácil, por la boca. Debes decir “yo quiero”, también si aún tu corazón no lo dice. Es sabido que en la halajá hay situaciones en que “se lo obliga hasta que diga; quiero hacerlo” (Ramba"m, Hiljot Guirushin 2:20). No está escrito “hasta que lo desee en su corazón”: Eso se encuentra más allá de nuestro control. Pero sí “hasta que diga; quiero hacerlo”. Todavía el corazón no coincide, pero la boca ya está diciendo. Y lo que dice, influye en su conciencia. Primero, “en tu boca”, después “en tu corazón”, y finalmente “para hacerlo”. La acción, es consecuencia del cambio en su voluntad. Sólo es exigido algo pequeño: Una pequeña acción que exprese esa voluntad. Un antiguo refrán Chino dice: “Todo camino de 1000 kilómetros comienza con un pequeño primer paso”. Da un pequeño paso. No te comprometas a nada más. Pero si tú lo deseas, y si ya has comenzado, seguramente llegarás hasta el final del camino.
Las Slijot (oraciones de perdón) - que los ashkenazim (procedentes de comunidades de Europa) comienzan a recitar a la salida de este shabat - son el principio del camino, es como decir “yo quiero”, lo que acarreará consigo el cambio en el corazón y la pequeña acción, y luego los grandes cambios.
Y del plano de la Tshuva del individuo particular, ascendemos a la Tshuva del Clal (la totalidad genérica del Pueblo de Israel). Nos encontramos en vísperas de un año decisivo para nuestro pueblo, nuestra tierra y nuestra Torá. Hay quienes han claudicado: “
¿Qué somos, y qué es nuestra vida... qué fuerza tenemos, qué valentía?” - frente a las potentes resoluciones políticas. Parece que la posibilidad de volver a encauzar las resoluciones de la nación “en volver a su tierra, su esencia, su espíritu y su cualidad” se encuentra en algún lugar lejano, “en el cielo” o “más allá del mar”. Nos dice D’s en su Torá: “Está muy cerca de ti”. No podrás eximirte de tu responsabilidad arguyendo que “no soy capaz”. Esa no es la cuestión. Sino que “en tu boca y en tu corazón, para hacerlo”. Primero, debes decir: “Yo quiero”. Paséate de casa en casa, y hablando con cada persona de Am Israel (el Pueblo de Israel) hazlo decir sólo algo pequeño: “Yo quiero”. La palabra hará despertar la voluntad. El susurro se transformará en una potente voz. La voluntad que se esconde en el corazón, encontrará alguna primera pequeña expresión. Y el primer paso, en la práctica, nos hará llegar hasta el final del gran camino.

Midreshet Majón Orá

Centro de estudios de Torá para chicas en
español y portugués.
¡¡Están todas invitadas!!
Para más detalles llamar al 052-4621830
o escribir a anachman2@walla.com, editorial@alumbrar.org
Para las interesadas, hay dormitorios en el lugar.

Mi amiga Temima
Rav Shlomó Aviner

Mi amiga Temima es la que más influyó en mi vida. Y cuando digo eso me quedo corta, porque en realidad ella hizo mi vida.
Y todo eso, sin siquiera saberlo. Ella no era conciente de su influencia, sólo vivió su vida en silencio y con tranquilidad. Pero a pesar que teníamos la misma edad yo la hice mi maestra, desde los 14 años y después toda mi vida, hasta que ella falleció a los 27 años de edad de una enfermedad.
Ya como niña ella no era sana y era débil, pero nunca escuchamos de ella alguna protesta, alguna queja o expresión de envidia, sólo aceptó su sufrimiento con amor y dijo: Así es lo que le llega a cada uno, y el sufrimiento también purga y purifica. Así decía Temima. Ese era su nombre. Por lo visto, cuando sus padres eligieron su nombre se reveló en ellos un chispazo de inspiración Divina (Temima en hebreo es íntegra. N. del T.).
Al principio no le presté atención, porque ella no era una alumna brillante. Incluso estaba por debajo de la norma, le resultaba muy difícil entender, y también recordar, y yo era de las buenas alumnas – entonces, ¿qué podía buscar en ella? Pero un día, me senté al lado de ella en un paseo. Conversamos un poco, y cuando volvimos del paseo llegué con una convicción interna nueva: Esta niña no tiene muchos conocimientos, pero vale más que yo. A su lado, soy una pobre criatura.
Y lo que digo que conversamos un poco, me refiero a que ella no era charlatana, sólo hablaba con sencillez y buen tino. Y yo era charlatana, hablaba lo que debía y también lo que no.
De todas formas, ese día decidí que ella será mi maestra, e intentaré aprender de ella. Por supuesto, nunca se lo dije, porque seguramente habría dicho con su tímida sonrisa: ¡Tonterías! Así reaccionaba cuando las personas le agradecían. ¿Y por qué le agradecían? Porque ella le brindaba a los demás día y noche, sin límite, a los pobres, los indigentes y los deprimidos, con una paciencia infinita, y todo por la buena causa, siempre con sencillez y naturalidad. Ayudaba y ayudaba, a todos, hasta que no tenía más fuerzas, a pesar de su frágil salud.
Comencé a imitar su conducta, y desde ese entonces mi vida se colmó de luz, un resplandor dulce, suave, delicado, puro. Me deleitaba brindando sin cálculos.
¡Qué amor por los demás, natural y sencillo, desbordaba ella! Ella nunca se quejó ni criticó a alguien. Pero era muy puntillosa consigo misma.
Me resulta difícil definir su personalidad. No era como una tzadika kdoshá, sino que una niña sencilla, que se cuidaba mucho de todo defecto. Sobre todo se ocupaba de dos puntos: No molestar en lo más mínimo a los demás, y siempre arrepentirse sinceramente de toda migaja de orgullo. Era evidente en ella su continuo esfuerzo por quedarse siempre íntegra, a veces al borde de la inocencia, esfuerzo por quedarse humilde.
Siempre fue recatada y no se hacía notar. No buscaba el honor, no buscaba una encumbrada posición, no buscaba ser “algo” o “alguien”. Por el contrario, se deleitaba siendo nada.
Por supuesto que no buscaba impresionar con su apariencia externa. Ella nunca buscó acentuar su belleza, vestía ropas sencillas y recatadas, limpias y ordenadas por supuesto, capas y más capas, desde la planta del pie hasta la cabeza, incluso buscó un pañuelo de niñas para cubrir su cabeza. Ella nunca estudió halajot de recato, pero el recato era parte de su esencia.
A pesar que D’s no le entregó salud y talento, no tenía ni un poco de envidia, por el contrario, era muy feliz. ¿De qué? Del bien que hacía sin descanso y sin límites.
Y otra cosa más le daba placer: El rezo. Cuando rezaba sus largas plegarias – shajarit, minja y arvit – cuando no estaba ocupada en alguna obra de bien, se notaba en sus ojos que ella siente un elevado placer, que se encuentra en el paraíso, que está en el cielo. En esos momentos parecía un ángel. Un pequeño ángel humano, pero un ángel. Un delicado ángel. De ella aprendí que una persona sencilla puede ser un ángel. Porque sólo un deseo tenía en su vida: Culto a D’s, y eso colmaba toda su vida, en todos los sentidos.
Gracias, mi amiga, que estuviste conmigo.
 

Departamento ibero-americano

Majón Meir abrió sus puertas para alumnos ibero-americanos de habla hispana y portugués, y te invita a tener esta experiencia única de estudiar Torá en su ambiente tan especial en la ciudad de Ierushalaim.
El programa - dirigido por el Rav Rafael Spangenthal - está destinado para jóvenes de diecisiete años en adelante que desean reforzar su identidad judía por medio del estudio de la Torá en un marco agradable, que enfatiza el valor de nuestros lazos con el pueblo, la Torá y la Tierra de Israel.
Para aquellos que lo deseen, existe también en el Majón un ulpán de hebreo bajo la órbita del Ministerio de Educación.
Para más información los invitamos a llamarnos o escribirnos:
Director del Departamento ibero-americano
Rav Rafael Spangenthal
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