Alumbrar

basado en materiales de Majón Meir

Parashat Vaielej     6 de Tishrei 5773     Shabat Shuva     No 886

Perdón y absolución en la pareja
Hadasa Gahali

En mi trabajo a menudo me encuentro con parejas que están en una profunda crisis. Comienza algún día, cuando el marido o la mujer piensan: ¿Qué es lo que ocurre aquí? ¿Acaso es lógico que todo el tiempo sólo yo busque hacer las paces? Al principio todo estaba bien, nos sentimos tan seguros de nosotros mismos, de nuestro vínculo, tan conformes estábamos de nuestra elección, nos amábamos, y parecía que todo marcha de maravilla. Y en un momento inesperado toda la ilusión se deshizo en pedazos, de pronto descubrimos defectos, costumbres molestas, y no comprendemos cómo es que no nos dimos cuenta antes. Nos colmamos de enojo, de frustración, que se continúa con discusiones que nos llevan a una crisis…
Entonces, me preguntan: ¿Por qué soy siempre yo el que busca hacer las paces?
Hay personas que les es fácil decir “perdón”, incluso por las cosas más insignificantes, y hay personas que les resulta difícil decir esa palabra, o la palabra “me equivoqué”. Tienen como una barrera emocional, su ego no les permite pedir perdón.
¿Por qué es tan difícil pedir perdón?
En la práctica, la mayoría de las personas están dispuestas a perdonar casi todo, incluso si los ofendieron hasta lo profundo del alma, si la otra parte estará dispuesta a arrepentirse sinceramente.
Los estudios revelan que parejas que acostumbran a pedir perdón y decir “gracias” en forma continua, sus relaciones son muy exitosas.
En talleres con parejas yo pregunto: ¿Cuáles son las palabras más importantes que fortalecen el vínculo conyugal? La respuesta más común es “yo te amo”. Muchos se asombran cuando escuchan que las palabras que apoyan, las cálidas palabras más amadas son “lo siento, me equivoqué”.
Sin pedir perdón, se van acumulando cargas emocionales, enojos que se elevan como una muralla que separa los cónyuges.
El enojo está prohibido "congelarlo": Hay que "descongelarlo", hablar, aclarar. No siempre el enojo es por algo que uno le dijo al otro, el enojo es profundo, de raíz, es una expresión de mis relaciones conmigo mismo, de partes que aún no fueron elaboradas dentro mío, partes de mi personalidad que no fueron aclaradas lo suficiente, que se transformaron en una herida – un lugar que aún no ha sido solucionado conmigo mismo. Por ello, toda palabra que hiere hace despertar ese enojo, roza esa herida y duele, llega a los puntos débiles dentro de mí.
El enojo muchas veces brota porque lo que fue dicho o hecho no es afín a mi voluntad o mi realidad. Es cierto, con los sentimientos no se puede discutir.
El perdón no es una ceremonia: “Dime perdón”, de la boca para afuera. No es un convenio social superficial, para “terminar cuentas pendientes”. El perdón es un asunto mucho más profundo, que exige invertir y sacrificar por parte del herido y también del que hirió, una labor interna profunda.
Por parte del que fue herido: Le es exigido aceptar al que lo hirió, salir de sí mismo, de su dolor personal, y relacionarse con el que lo hirió.
Si yo soy el que fui herido, yo soy el que sufre el distanciamiento que fue creado, y necesito que el que me hirió reconozca que me hizo doler, que su acción me hizo daño, para que pueda vincularme con la cura de mí mismo en forma más profunda. Y por ello no alcanza con decir “perdón”, “no fue mi intención”, “entiéndeme” – porque de esa forma no se vincula con el dolor del herido.
Por parte del que hirió: También el que hirió le duele su acción, y desea deshacerse del dolor, del sentimiento de culpa y aflicción. Por eso, necesita sentir que el herido lo aceptará, que apreciará el aspecto humano de él, que le permitirá renovar el vínculo entre ellos.
El perdón es un proceso más profundo que las palabras que son dichas, y por ello como el que hirió debo comprender al herido, entender su dolor. No me apresuraré a pedir perdón, sino que principalmente abriré mi corazón para “escuchar” al herido, incluso si él dice cosas que no son afines con mi forma de ser y mi forma de analizar la realidad – y eso es muy difícil, porque el aspecto que “tiene razón” dentro mío tanto quiere que lo escuchen y lo vean, que es capaz de abalanzarse y desentenderse de escuchar al herido.
Desde el punto de vista del herido, la herida es una pérdida de su respeto, y por ello el escuchado debe ser en base al respeto al prójimo, para devolverle su honor perdido.
Un punto importante es que cuando se pide perdón se debe aceptar la total responsabilidad de lo que sucedió: No intentes buscar algún elemento externo para culparlo, eso sólo empeorará la situación. Responsabilidad quiere decir que sólo en mis manos se encuentra la posibilidad de corregir la situación, tomar responsabilidad es aceptar las consecuencias de mis acciones. Si a consecuencia de mis acciones hay desconfianza en el vínculo, debo tomar responsabilidad: Eso devolverá la sensación de control que perdió el herido.
El perdón debe ser sincero, en base al arrepentimiento sincero, sintiendo dolor en el corazón. No alcanza con decir “lo siento”, se debe sentirlo: Sólo cuando el perdón llega a través del sentimiento de dolor y arrepentimiento hay posibilidad que el incidente no vuelva a repetirse.
Un perdón en base al arrepentimiento puede limpiar las cargas negativas sentimentales, que no deseo que me acompañen. Sobre todo antes de Rosh HaShaná - no estoy interesado en pasarlas al nuevo año.
Y lo más importante: El perdón debe ser acompañado de acciones, de un cambio en el comportamiento, del consentimiento de edificar relaciones positivas. El mensaje es que se trata de algo que ocurrió y no volverá a ocurrir, el perdón debe repercutir en toda la vida. Cuando realmente se quiere cambiar y avanzar, es importante saber en qué dirección debemos avanzar, cuál es la meta. Se debe comprometer a no volverlo a hacer.
El pedir perdón nos fortalece, nos llena de fuerzas. Vacía y borra los enojos y las heridas, se comienza un nuevo año limpio. No debemos esperar hasta Iom Kipur para pedir perdón, ni para perdonar. Debemos ser fuertes y valientes con nosotros mismos todo el año, y pedir perdón y absolución de todo el que hemos herido. Gmar Jatima Tova.

Midreshet Majón Orá

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"Hasta que se reconcilien"
Rav Elishá Aviner
(reimpresión)

En el marco de las halajot de Iom Kipur (Día del Perdón) en el Shuljan Aruj (el libro de halajá por excelencia), se encuentran dos incisos que hablan en relación a la Tshuva (arrepentimiento sincero): El inciso 606 cuyo título es "se debe reconciliar con el prójimo en vísperas de Iom Kipur", y el inciso 607 cuyo título es "cómo se deben confesar los pecados en el rezo, en vísperas de Iom Kipur". ¿Por qué fueron elegidos sólo esos dos incisos, de entre las numerosas halajot relativas a la Tshuva? La mitzva de la Tshuva debe ser cumplida todo el año: Todo el que pecó, debe arrepentirse sinceramente de inmediato. Pero en el Shuljan Aruj fueron enumeradas sólo las halajot pertinentes a vísperas de Iom Kipur.
La primer
halajá dice que la persona debe reconciliarse con su prójimo en vísperas de Iom Kipur. Por ello los sabios de Am Israel (el Pueblo de Israel) acostumbraban facilitarle a las personas que debían pedirles perdón y reconciliarse con ellos, provocando encuentros "fortuitos" (Ioma 87A). ¿Pero qué relación hay entre la reconciliación y Iom Kipur? La respuesta figura en la Mishná: "Los pecados que cometió la persona para con su prójimo, Iom Kipur no expía, hasta que se reconcilie". Así interpretó Rabí Elazar Ben Azaria el versículo "de todos vuestros pecados, frente al Eterno os purificarás" (Vaikra 16:30): En Iom Kipur nos purificamos sólo de los pecados que fueron cometidos "frente al Eterno" - los pecados para con D's - pero no nos purificamos de los pecados que fueron cometidos para con el prójimo.
Pero entonces, todavía se debe preguntar: ¡¿Acaso la obligación de reconciliarse con el prójimo es sólo en vísperas de Iom Kipur?! Si alguien ofendió a su prójimo, debe reconciliarse con él en todo momento, como dice la Mishná (Baba Kama 92A): ¡El que dañó a su prójimo de alguna forma, no alcanza con indemnizarlo para que le sea perdonado su pecado, sino que también debe pedirle perdón!
Explicó el Rav Solovietchik que en toda ocasión que una persona desea arrepentirse sinceramente debe pedirle perdón a su prójimo, hasta que él lo perdone. Pero en vísperas de Iom Kipur hay otra exigencia: Deben reconciliarse. La relación entre ellos debe volver a ser una relación de amor y hermandad, como antes. En forma similar comentó el Sfat Emet (Iom HaKipurim 5651): "Hasta que se reconcilie con su prójimo - es decir, hasta que vuelva a amar a su prójimo". No sólo un perdón formal, sino que sus almas deben volverse a unir.
¿Y por qué en vísperas de Iom Kipur no alcanza con un perdón común, y se exige una reconciliación de amor? Explicó el Rav Solovietchik que la expiación de Iom Kipur es una expiación genérica: Ella se obtiene a través del cabrío que es enviado al desierto, que es considerado como una oblación de Clal Israel (la totalidad genérica de Am Israel). El individuo particular expía sus pecados sólo a través del Clal. Para ligar y unificar a todo al Clal, hay que borrar todos los obstáculos y diferencias que separan entre los individuos particulares que componen el público. Esa es la reconciliación de vísperas de Iom Kipur, cuya meta es fortalecer la unión entre todas las partes que componen la nación.
En forma semejante escribe el
Sfat Emet (allí) que en Iom Kipur "todo Am Israel se transforma en una unidad... y se unen todas las almas". Y continúa explicando que en realidad todas las almas de Am Israel están muy cercanas, y sólo por los pecados se distancian. Según eso, se puede entender el versículo (Ishaya 59:2): "Vuestras iniquidades separan entre vosotros y vuestro D's", que los pecados separan entre ustedes - es decir, entre uno y otro - y también entre ustedes y D's. Él agrega que se deben corregir ambos distanciamientos, y por ello en vísperas de Iom Kipur se debe reconciliar con su prójimo.
El Meshej Jojma (Vaikra 8:7) dice que es por ello que se acostumbra a obsequiar más limosna durante los "Diez Días de Arrepentimiento" (desde Rosh HaShaná hasta Iom Kipur), como escribe el Ramba”m. La limosna es una preparación para la purificación de Iom Kipur - una purificación genérica - y por ello depende del vínculo de la persona particular al Clal. Y así dice él: "(el objetivo de la limosna) es para que nos vinculemos con toda la generalidad de nuestros hermanos, la Casa de Israel... el que se encuentra unido a Clal Israel se purifica de su impureza dentro de la generalidad de todo  Am Israel su pueblo, que siempre se encuentra vinculado con D's".
Esa idea es expresada en forma esquemática en el proverbio del Rav Kuk para el mes de Tishrei: "El alma del individuo particular se purifica en el origen, en Am Israel. Y el alma de toda la nación - en D's, que es el que purifica a todo Israel, Creador de todos los mundos". La pureza del individuo particular se alcanza a través de la pureza de toda la nación. Por ello, es muy lógico que el individuo particular se esfuerce por fortalecer su vínculo con toda la nación en vísperas de Iom Kipur. Hay quienes dicen que esa es la razón por la que se acostumbra también a invalidar los juramentos y promesas en esa ocasión y por ello convirtieron a Kol Nidrei (rezo en el que se invalidan las promesas y juramentos) en la oración que comienza el oficio de ese día. Un juramento es una acción particular que una persona se comprometió a hacer. El culto a D's particular es recomendable durante todo el año, pero cuando nos acercamos a Iom Kipur la persona debe eliminar todos los obstáculos que lo separan de la generalidad de la nación, anular sus ataduras particulares. Esa es la anulación de las promesas y juramentos.
Le desearemos a todos un año de reconciliación, un año de amor y unión, un año de vinculación con la nación, y un año de expiación para todo
Clal Israel. ¡Amén! 

Departamento ibero-americano

Majón Meir abrió sus puertas para alumnos ibero-americanos de habla hispana y portugués, y te invita a tener esta experiencia única de estudiar Torá en su ambiente tan especial en la ciudad de Ierushalaim.
El programa - dirigido por el Rav Rafael Spangenthal - está destinado para jóvenes de diecisiete años en adelante que desean reforzar su identidad judía por medio del estudio de la Torá en un marco agradable, que enfatiza el valor de nuestros lazos con el pueblo, la Torá y la Tierra de Israel.
Para aquellos que lo deseen, existe también en el Majón un ulpán de hebreo bajo la órbita del Ministerio de Educación.
Para más información los invitamos a llamarnos o escribirnos:
Director del Departamento ibero-americano
Rav Rafael Spangenthal
Tel.: 972-8-9285216
Cel: 972-52-4501467
E-mail:
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