Alumbrar

basado en materiales de Majón Meir

Parashat Dvarim     6 de Av 5771     Shabat Jazon     No 829

“Que se reconstruya”
Rav Ioram Eliahu

La oración del rezo que nos es tan conocido – “que se reconstruya pronto el Beit HaMikdash (El Templo), en nuestros días” – nos hace preguntar: ¿Acaso se puede pedir la construcción del Beit HaMikdash pronto? Hay muchas fases en el camino de la construcción, y la gueulá (Redención) llega paulatinamente: Primero la reunión de los exilios y la reconstrucción de la tierra e Ierushalaim, luego la aparición del Meshiaj (Mesías) y sus guerras, y sólo después la construcción del Beit HaMikdash. Entonces, ¿por qué pedimos la construcción pronta, en nuestros días?
Primeramente, debemos entender qué nos falta cuando no existe el
Beit HaMikdash. La Gmará (Brajot 3A) cuenta que Rabí Iosi entró a rezar en una ruina, y se encontró con el profeta Eliahu que le enseñó varias halajot. Le preguntó: “¿Acaso has escuchado alguna voz en esta ruina?”, y le contestó que “escuché un eco que se lamenta como una paloma, y dice; pobre de Mis hijos, que por sus pecados destruí Mi casa, quemé Mi santuario y los exilié entre las naciones”. Le dijo Eliahu que “no sólo en este momento así dice, sino que tres veces por día. Y cuando Am Israel (el Pueblo de Israel) se reúne en los Batei Knesiot (Sinagogas) y Batei Midrashot (centros de estudio de la Torá) y contesta ‘sea Su grandioso nombre bendito’, D’s asiente con su cabeza y dice; bendito es el rey que así lo glorifican en Su casa, pobre del padre que exilió sus hijos, y pobre de los hijos que fueron expulsados de la mesa de su padre”.
De esa maravillosa visión aprendemos que D’s desea entregar una abundancia de bien para con Sus hijos, y así lo hizo siempre. Pero por nuestros pecados el
Beit HaMikdash fue destruido, y ahora no puede entregarnos esa abundancia, y Él mismo no se expresa con plenitud en la tierra. Así explica el Marsh”a “cuando el Beit HaMikdash existía llamaban a D’s ‘Rey’, pero cuando fueron exiliados no es llamado más 'Rey', sino que ‘Padre’ – como si fuese un rey sin trono”.
El Rav Kuk, en su comentario a la Gmará (Ein Aya) explica que nuestros sabios no tenían por intención expresar solamente el dolor de la Shjina (la presencia de la manifestación Divina) cuando
Am Israel se encuentra en pena. La carencia del Beit HaMikdash - que expresa nuestra bajeza - es notoria en varias formas. La primera, “en el aspecto de la majestuosidad de las elevadas personas de Am Israel… cuando Am Israel se encuentra en un elevado nivel, ellos pueden hacer mucho para el bien y la plenitud del mundo, y cuando esas elevadas y santas personas se encuentran en la bajeza, y la voz de su plenitud no es escuchada en el mundo, es muy malo para todas las criaturas”.
Y la segunda, es desde el punto de vista del culto a D’s a través de los sacrificios, del que surge una gran plenitud y abundancia para el mundo. Su voluntad, bendito sea, es hacer el bien para con Sus criaturas, y mientras esa carencia no es completada D’s no dirige Su mundo con plenitud.
En tercer lugar, el Rav Kuk innova que también en cuanto al culto a D’s y su conocimiento – que son acciones fuera del
Beit HaMikdash, y a primera vista no dependen de él – D’s determinó una ley en Su creación que “a través de la santidad del Beit HaMikdash todos los cultos actúan su plenitud de la mejor forma, sin par, y por ello el Beit HaMikdash es llamado ‘Casa de Oración’, para enseñarnos que incluso el rezo – que se lo puede hacer en cualquier lugar – es más aceptado en el lugar del Beit HaMikdash y gracias a su santidad”.
Esas carencias que enumeramos son las que generan el dolor, la opresión, la oscuridad y los problemas que nos rodean. Y la pregunta es ¿cómo debemos elevarnos y levantarnos de esa difícil situación?
Nos enseña el Rav Kuk zt”l “el
Beit HaMikdash como el centro espiritual de la nación y fuente de vida espiritual de todo individuo de ella… debe ser edificado en espíritu todos los días dentro de cada individuo de Am Israel, para devolverle la vida con todo su vigor, dentro de la nación en su plenitud”.
Según lo que dice el Rav, esa visión debe ser vista como algo vivo frente a nuestros ojos, y debemos reconstruir el
Beit HaMikdash en espíritu cada día. Y eso, no enseña el Rav, hará que “sean devueltas las fuerzas de su espíritu en su frescura para los individuos particulares, porque justamente la aspiración y el ocuparse y hablar de esa situación plena elevada de la nación nos hace recordar nuestro lugar, nuestro honor y papel en el mundo, y eso mismo nos da fuerzas y vigor para continuar el camino hasta que lleguemos  a la deseada meta".
La forma de hacerlo, dice el Rav, es a través de “los sacrificios que son leídos antes del rezo… todos ellos siembran la grandeza Divina de la Gran y Santa Casa en lo profundo del alma”. Cuando nos ocupamos de lo que se hacía en el
Beit HaMikdash – los sacrificios y el culto – eso mismo siembra dentro nuestro el contenido y la grandeza que se manifestaban allí. “Y las semillas del anhelo de la plenitud de la nación van creciendo y dando fruto en los surcos del corazón”, y de todo eso, de toda esa elevación de cada individuo particular “Kneset Israel (el alma genérica de todo el Pueblo de Israel) es reconstruida en espíritu con fortaleza y vigor para con D’s… el amor por D’s, con entereza y majestuosidad, despierta y se presenta vivo, con gran vigor, en el alma de la nación, a través del recuerdo de los lejanos días, cuando la vela Divina se encontraba siempre con ella” (Shmoná Kvatzim, Pág. 55). Todas las aspiraciones, y todos los deseos de la persona se elevan de esa forma y llegan a lo auténtico y necesario realmente para la gueulá de Israel.
Entonces, a través de la profundización y estudio de la situación plena en la que estuvimos en la época del
Beit HaMikdash, y la comprensión de cuáles niveles llegaremos con la ayuda de D’s con su reconstrucción, gracias a ello recibimos fuerzas maravillosas que nos elevaran para continuar "trabajando con D’s", y eso mismo acerca la construcción del deseado Beit HaMikdash. Y por ello también pedimos que pronto, en nuestros días, “la aspiración a que sea edificado pronto le posibilita un vuelo de santidad como relámpago en nuestra anciana alma, que esa prontitud sea en nuestros días vincula toda la esencia de nuestras vidas al origen de la plena santidad elevada que alumbrará a toda la tierra, y siempre alumbra con su majestuosidad”.
Sabremos y reforzaremos esa labor de culto, de aspiración auténtica de la construcción del
Beit HaMikdash, y de esa forma haremos surcar buenas y frescas fuerzas para nosotros y todo Am Israel, para hacerlos llegar a la reconstrucción de la Gran y Santa Casa, pronto, en nuestros días. 

Midreshet Majón Orá

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Este no es un Estado Palestino
Rav Shlomó Aviner

Pregunta: De momento que hay quienes hablan de edificar un Estado Palestino en parte de las zonas de Iehudá y Shomron (Judea y Samaria), ¿qué se puede decir respecto a la posibilidad que queden allí asentamientos judíos en esa zona?
Respuesta: Es una vieja idea. En su momento fue una buena idea, pero hoy en día es una idea engañosa. En su momento fue una buena idea cuando creamos asentamientos bajo el mandato turco o británico – y fue una gran bendición. Ahora, esa etapa ya está a nuestras espaldas, vivimos en el Estado de Israel y no en otro país.
Como es sabido, la mitzva del asentamiento de Eretz Israel (la Tierra de Israel) está compuesta por tres aspectos:
1. Es una mitzva vivir en Eretz Israel y no en otro lugar, lo que es llamado "asentamiento en la tierra".
2. Existe la mitzva de asentar la tierra y edificarla, lo que es llamado "asentamiento de la tierra".
3. Hay otra mitzva, y es que Eretz Israel se encuentre bajo nuestra soberanía, lo que es llamado "posesión de la tierra" (Ramba"n, acotaciones al Sefer HaMitzvot del Ramba"m, precepto positivo 4).
El Ramba"n explica que el principal aspecto es el tercero. También la mitzva del asentamiento en la tierra y el asentamiento de la tierra pueden ser cumplidas con plenitud sólo bajo soberanía nuestra. El Rav Ioshua de Kutna fue mucho más lejos, y determinó que si nos encontramos bajo gobierno ajeno no cumplimos la mitzva del asentamiento en la tierra y el asentamiento de la tierra, a pesar que ese asentamiento tiene mucho valor como preparación para el cumplimiento pleno futuro de la mitzva (Shu"t Ieshuot Malko, Iore Dea 66). Es cierto que los poskim (sabios que determinan la halajá) no coincidieron con su opinión, y determinaron que también bajo gobierno ajeno se cumple la mitzva del asentamiento de la tierra, pero también ellos reconocen que de esa forma falta la mitzva de la posesión de la tierra, y también el asentamiento de la tierra no es pleno.
Gracias a la bondad Divina ya hace mucho tiempo que hemos pasado esa etapa. Hemos renacido, y tenemos un estado independiente. Ahora, debemos tener bien claro - y también los árabes, y también todo el mundo - que esta es nuestra tierra. La esperamos 2000 años, y ahora hemos vuelto a ella y no nos moveremos nunca de aquí, nos quedaremos para siempre y toda la eternidad, "como los días del cielo y la tierra".
Los árabes que viven dentro nuestro tienen dos posibilidades:
1. Si ellos quieren vivir en su propio estado soberano, tienen alrededor nuestro 22 países – cuyas áreas son 500 veces más grande que la del Estado de Israel.
2. Si se sienten bien dentro nuestro, estamos dispuestos a hospedarlos bajo nuestro gobierno y dentro de nuestro país. Por supuesto, ellos deben acatar nuestras leyes, como toda minoría que vive en todo país del mundo. Probablemente la mayoría de ellos elegirá vivir en alguno de sus 22 países, pero como hemos dicho es su elección. De todas formas, como hemos dicho, ellos ya tienen 22 países con una superficie 500 veces más grande que la de nuestro país, y no hay ninguna justificación moral o histórica para que tengan otro país más a expensas de nuestro pequeño país.
También desde el punto de vista práctico no se puede concebir que queden asentamientos judíos en zonas árabes. Los conocemos, muchos de ellos son asesinos y no tenemos ninguna garantía que los que no son asesinos logren cuidar de nuestras vidas. Ellos nos ahorcarán cortándonos el abastecimiento de agua y corriente eléctrica y con atentados, y rápidamente no quedará – D's no lo permita – ni una sola casa. Sobre todo si estallará una guerra, cuando esos asentamientos se convertirán en rehenes y la situación será espantosa.
Pero no necesitamos para nada de todo ese análisis, porque ya dijimos que por principio, en forma moral, nacional e histórica esta tierra es nuestra.
Debemos agregar que sólo el preguntar algo así es testigo de una debilidad espantosa y una confusión terrible. Y ya escribió nuestro Rav, el Rav Tzvi Iehudá Kuk, cuando se preguntó eso incluso antes de la Declaración de la Independencia, que la pregunta en sí es producto de la pérdida de seguridad en nosotros mismos por el Holocausto: Perdimos parte de nuestra convicción que esta es nuestra tierra (LeNetivot Israel Alef, 92).
No hay ningún pueblo en el mundo – a lo largo de toda la historia – que estuvo dispuesto a renunciar a parte de su tierra. Por el contrario, salió a luchar para liberar todo su territorio con gran sacrificio, y por supuesto que para protegerlo cuando se encontraba en su poder. ¡No hay nada parecido en toda la historia, que un pueblo escape de su tierra y la entregue en manos de un pueblo ajeno!
¡Esta es nuestra tierra! También los gentiles lo reconocieron en las decisiones de la Conferencia de San Remo hace 90 años, en el 5680. Los representantes de las grandes potencias mundiales que vencieron en la Primer Guerra Mundial se reunieron en Italia para repartir el Medio Oriente, porque el Imperio Otomano se desplomó. Esas decisiones incluyeron también la Declaración Balfour del año 5677 que hablaba de edificarnos una Casa Nacional, decisión que fue aprobada en aquel entonces por la Liga de las Naciones, y fue firmada por los representantes de 51 países. Los árabes recibieron un territorio enorme en contraste con el nuestro. Y ya en aquel entonces les dijo Balfour:
¿De qué se quejan? ¡Ustedes recibieron un territorio enorme, y en contraste, los judíos recibieron un cuchitril! Esa es una decisión internacional, que según la ley internacional no hay ninguna autoridad que pueda cambiarla y volver a repartir esa zona, y según ella todos los asentamientos son legales. Y no sólo que los judíos tienen derecho a asentarse allí, sino que el mundo tiene la obligación de ayudarlos a construir los asentamientos. Léase el libro "The Legal Foundation and Borders of Israel Under International Law", de Howard Grief (un resumen se encuentra en https://www.acpr.org.il/ENGLISH-NATIV/02-issue/grief-2.htm).
Bienaventurado sea el género humano, que en un sublime momento reconoció que esta es nuestra tierra, para siempre y toda la eternidad.
Por ello, la solución en cuanto a Iehudá y Shomron es muy sencilla, y se la puede resumir en una sola palabra que nuestro Rav Moshé le dijo en su momento a los espías: ¡Fortalézcanse! (Bamidvar 13:20). ¡Debemos ser fuertes! Y entonces, ya encontraremos las soluciones para todos los problemas - como lo hicimos hasta ahora.
Renacemos nuevamente. Hemos salido de la pesadilla de la galut (exilio). Fortalezcámonos y continuemos andando.
Fortalezcámonos y seamos valientes.
 

Departamento ibero-americano

Majón Meir abrió sus puertas para alumnos ibero-americanos de habla hispana y portugués, y te invita a tener esta experiencia única de estudiar Torá en su ambiente tan especial en la ciudad de Ierushalaim.
El programa - dirigido por el Rav Rafael Spangenthal - está destinado para jóvenes de diecisiete años en adelante que desean reforzar su identidad judía por medio del estudio de la Torá en un marco agradable, que enfatiza el valor de nuestros lazos con el pueblo, la Torá y la Tierra de Israel.
Para aquellos que lo deseen, existe también en el Majón un ulpán de hebreo bajo la órbita del Ministerio de Educación.
Para más información los invitamos a llamarnos o escribirnos:
Director del Departamento ibero-americano
Rav Rafael Spangenthal
Tel.: 972-8-9285216
Cel: 972-52-4501467
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