Alumbrar

basado en materiales de Majón Meir

Parashat Masaei     28 de Tamuz 5771     No 828

Si son merecedores
Rav Ioram Eliahu

Los días de Bein HaMetzarim (desde el ayuno del 17 de Tamuz al ayuno del 9 de Av) – cuya cumbre llega con la destrucción del Beit HaMikdash (El Templo), la ausencia de la Shjina  (manifestación de la Presencia Divina) y la larga galut (el exilio) – nos abren una amplia ventana para observar y analizar los fenómenos de destrucción productos de una actitud incorrecta en cuanto a la “línea de alta tensión” que surca de un lado al otro en lo profundo del pacto Divino con Am Israel (el Pueblo de Israel).
La alta tensión que es conducida por el “hilo incandescente” del pacto, irradia todo el tiempo: “Volved a Mí, y Yo volveré a vosotros” (Malaji 3:7). El corazón de las personas y de la nación reciben el mensaje, “mi amado envió su mano por el agujero de la puerta, y mis entrañas se estremecieron” (Shir HaShirim 5:4).
¿Cuál es la reacción? A veces, la amada contesta “¡aquí me encuentro!”, a Tu disposición. Y a veces, contesta “no me encuentro”, “ya me he quitado la túnica, ¿Cómo volveré a vestirla? Ya me he lavado los pies, ¿Cómo volveré a ensuciarlos?” (Shir HaShirim 5:3). La amada está ocupada en su descanso, en sus prendas, en sus deleites y goces. Y hasta que finalmente se levanta y abre la puerta, “mi amado se fue” (Shir HaShirim 5:6) - la oportunidad fue desperdiciada. El vacío que quedó es llenado por la oscuridad, la destrucción y la desolación – los fieles enviados de la Medida de la Justicia, que expulsan a la amada a una galut difícil, cuya meta es quitar de dentro nuestro el ego personal y nacional, refinar nuestros deseos, suavizarlos y purificarlos y santificarlos para el próximo nuevo encuentro, más correcto y respetuoso con el amado, porque “no puede” separarse de nosotros, y nosotros “no podemos” - ni queremos - separarnos de Él. El vínculo debe ser aclarado, y finalmente el amado y la amada vivirán juntos con paz y amor, compañerismo y hermandad – “y será en aquel día, dice el Eterno, que tú Me llamarás mi marido, y no Me llamarás más mi dueño” (Oshea 2:18).
En forma semejante a esa tensión – que se encuentra en la base de la creación y le entrega su derecho de existencia, su sentido y posibilidad de superación, justamente a través de las destrucciones y edificaciones que surgen de ella – hay otras muchas y variadas tensiones. Una de ellas es la tensión que existe entre la esencia femenina y la esencia masculina de la existencia, y su singular forma de expresión que surge en las relaciones entre hombre y mujer. Hay dos situaciones básicas posibles dentro y en base a esa enorme tensión: Fertilidad o desgracia. Dijeron nuestros sabios: “Se hicieron merecedores, la Shjina se encuentra entre ellos, no se hicieron merecedores, el fuego los devora”.
Se hicieron merecedores: Cada uno de los cónyuges se purificó y refinó su egoísmo, y eliminó lo superfluo de su deseo personal, y entonces – sólo entonces – le es posible mirar a su prójimo con positivismo, respetar su existencia, reconocer su singularidad e incluso absorber de él lo que le es necesario para suplir sus carencias. Y entonces incluso los contrastes entre ellos se transforman en cantos agradables: La Shjina se manifiesta entre ellos. ¿Qué es Shjina?: La raíz de la elevada unión que surge e influye su abundancia de bien dentro de los utensilios y las situaciones adecuadas para recibirlo.
Pero, si D’s no lo permita, no se hicieron merecedores, cada uno se atrincheró en sus deseos personales y no está dispuesto a entregar a su prójimo, sólo una gastada moneda de clemencia, paciencia y condescendencia, en esa situación se elevan las llamas del fuego del contraste natural que siempre existe, y ese fuego los “devora” – hace nacer “cardos y espinas”, malas virtudes y bajas cualidades, y ellos terminan exhaustos y frustrados, devorados por el fuego del odio y las dulces venganzas. El matrimonio se desarma, su casa conjunta se destruye, la Shjina se aleja de ellos y los cónyuges salen a un exilio de soledad, en el que podrán – si así elegirán – realizar su retrospección y quizás volverán a una relación más adecuada, y transformar la pelea en desafío. 

Midreshet Majón Orá

Centro de estudios de Torá para chicas en
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Tengo nombre
Rav Shlomó Aviner

Tengo nombre. O para ser más exactos, tenía nombre. Cuando era una niña, tenía un nombre: Lea. También cuando fui una muchacha, ese era mi nombre – Lea. Me casé. Mi marido me llamó con amor Lea. Después, me odió, pero aún me siguió llamando Lea. Después de una larga contienda, con el apoyo de todos los Rabanim (Rabinos) logré divorciarme. Salí en libertad a duras penas, pero todavía mi nombre era Lea.
Me divorcié a los 23 años, pero de tanto cansancio me sentía como si tuviese 30. Cuando finalmente recibí el Guet mi rostro se iluminó de felicidad frente a los jueces, y me sentí como si tuviese 25 años de edad. Me dije a mí misma: Lea, has pasado un largo y duro camino, pero todavía eres joven. Tu mundo se encuentra frente a ti, con la ayuda de D’s encontrarás un novio encantador, edificarás una nueva casa en Israel, y “la gloria de esta postrera casa será más grande que la de la primera” (Jagai 2:9). ¡Mazal Tov, Lea!
Pero fue una amarga equivocación. Caí en un oscuro precipicio, más terrible que la época de mi duro matrimonio. ¿Por qué? Porque en ese entonces sufría, pero tenía esperanzas, y esperaba un mañana esplendoroso. Pero ahora, mi horizonte se ve bloqueado.
Seguramente preguntarán
¿por qué? La respuesta es muy sencilla: Porque no tengo nombre. Cuando era una niña leí un cuento respecto a una pobre persona que perdió su sombra. Y yo, perdí mi nombre. Yo ya no soy Lea, no soy una terapeuta, yo ya no soy la hija de mis padres, yo ya no soy la egresada de la Ulpena  y la Midrashá, toda mi personalidad fue tragada por un agujero negro espantoso, que lo traga todo: Yo soy una mujer divorciada.
Todo muchacho bueno y correcto que me proponen conocer escucha con simpatía todas mis virtudes, pero cuando escucha la palabra “divorciada” – su rostro se endurece, y termina la conversación con frialdad. Esa guillotina no tiene compasión.
Me dijeron los Rabanim: Muy sencillo, no le cuentes. No lo cuentes enseguida, sólo después que haya comenzado el vínculo. Así lo hago, pero entonces tengo que enfrentar otra situación. Todo está bien, hay química, hay comprensión, hay un vínculo. Y entonces, después de tres o cuatro encuentros me fortalezco y me atrevo a contar, con la voz temblante: Yo soy divorciada. Los cielos se cubren de nubes, y agrego: Pregúntale a los Rabanim, ellos te lo contarán todo. No tengo cuernos, no fue por mi culpa, fui una pareja modelo, algo no estaba bien en mi antiguo marido, invertí todo lo que pude e incluso más que ello para salvar nuestro matrimonio, renuncié a todo, ¡a todo! – pero el fin era inevitable, porque mi vida era un infierno. El refrán dice: Es mejor un fin terrible, que terrible sin fin. Puedes preguntarles a todos los Rabanim del mundo. El muchacho me escucha sin interés, con un claro aburrimiento, y me dice con falsa cortesía: Voy a preguntar.
Y en efecto, él averigua, y en cuestión de algunos días yo recibo un lacónico mensaje en el celular: No estoy interesado, gracias.
Yo retengo mis lágrimas, y mi corazón desfallece en mi interior. Lea, Lea, me digo a mí misma – porque por lo menos a mis ojos yo todavía soy Lea – eres una tonta, eres una ingenua, te has olvidado que eres una divorciada. Mételo bien adentro en tu cabeza: ¡Eres una divorciada! Te pensaste que ese muchacho maravilloso, que estudia Torá, que ama a Am Israel (el Pueblo de Israel) y ama a Eretz Israel (la Tierra de Israel), colmado de Temor a D’s y buenas virtudes te querrá. Sé sensata. Es cierto que él ama a todo Am Israel, pero hay un límite. Comprende, Lea, tú tienes Rabanim, pero también él tiene Rabanim, y ellos le han dicho: ¿Para qué meterte en problemas? ¡Yo no soy un problema! Yo soy una mujer sana, como el sol al mediodía. Es cierto, pero en nuestro mundo de la mentira, mi querida Lea, tú eres “de segunda clase”. ¿Lo escuchas? ¡De segunda clase!
Así es, ¡soy una divorciada! ¡Soy de segunda clase! Entonces, llegan “personas buenas” con una sonrisa de misericordia y me proponen: Un muchacho con un pie un poco corto, un brazo un poco largo, y cosas por el estilo. Dicho sea de paso, no tengo ningún problema en casarme con un muchacho que tiene ese tipo de carencias, puede que sea un muchacho de oro. Pero me ofendo porque me lo proponen sólo porque soy divorciada. Y por lo visto él también se ofende porque le proponen una divorciada, de momento que tiene un pie más corto que el otro, o un brazo más largo que el otro. Pero eso no me consuela.
Pero no se piensen que he perdido las esperanzas, que me quebranté, que caí en la depresión, que renuncié. ¡De ninguna forma! ¡No he renunciado a mi nombre! Yo seré Lea para siempre. Con mi carácter, con mis cualidades positivas, que me permitirán ser una buena pareja y una buena madre. La misma Lea, con sus buenas virtudes.
No he perdido mi valor porque soy una divorciada. Por el contrario, he agregado. Las crisis me han elevado, me han purificado, me han fortalecido. A través del dolor he crecido. Estoy más contenta que nunca, voy a clases de canto y clases de baile, a clases de Torá y hago obras de caridad.
Yo espero a un muchacho de mi valor, lo espero y lo busco. Nada ha cambiado. Sólo es más difícil. Yo se que muchos muchachos se echan atrás cuando escuchan la palabra “divorciada” – no los necesito. Y en general, no podré casarme con muchos muchachos – necesito sólo uno. Uno que sepa valorar a la persona por lo que es realmente, y no según estereotipos imaginarios, uno abierto y auténtico, uno inteligente y alegre. Yo lo encontraré.

Mazal Tov, Lea. 

Departamento ibero-americano

Majón Meir abrió sus puertas para alumnos ibero-americanos de habla hispana y portugués, y te invita a tener esta experiencia única de estudiar Torá en su ambiente tan especial en la ciudad de Ierushalaim.
El programa - dirigido por el Rav Rafael Spangenthal - está destinado para jóvenes de diecisiete años en adelante que desean reforzar su identidad judía por medio del estudio de la Torá en un marco agradable, que enfatiza el valor de nuestros lazos con el pueblo, la Torá y la Tierra de Israel.
Para aquellos que lo deseen, existe también en el Majón un ulpán de hebreo bajo la órbita del Ministerio de Educación.
Para más información los invitamos a llamarnos o escribirnos:
Director del Departamento ibero-americano
Rav Rafael Spangenthal
Tel.: 972-8-9285216
Cel: 972-52-4501467
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