Alumbrar

basado en materiales de Majón Meir

Parashat Beaalotja     9 de Sivan 5771     N^o 821

Humildad
Rav Ioram Eliahu

En nuestra Parashá está escrito “y el varón Moshé era muy humilde, más que toda persona que hay sobre la faz de la tierra” (Bamidvar 12:3). En la Gmará (Nedarim 38A) aprende de ello Rabí Iojanan que “D’s manifiesta Su presencia sólo en el que es valiente, rico, sabio y humilde. Y todas esas cualidades las aprendemos de Moshé… Humilde – como dice el versículo ‘y el varón Moshé era muy humilde’”. Al autor del libro “Torá Temima” le resulta difícil entender ¿qué tan importantes son las cualidades de valiente, rico y sabio para que sean condiciones necesarias de la manifestación de la presencia Divina? “La humildad seguramente es una gran virtud, y es muy apreciada por D’s… y así también encontramos que la Torá se vincula con el que es humilde”, pero ¿qué grandeza hay en esas otras cualidades que fueron mencionadas?
Y por ello le parece que “no es la misma humildad la del débil, desgraciado e ignorante que la humildad del valiente, rico y sabio y de buen porte. Mientras que para el primero la humildad es algo natural – por su mala situación y su bajo espíritu – para el segundo sus cualidades y talento estimulan la soberbia y el desprecio por los que no están a su nivel. Y si una persona como esa es realmente humilde, esa virtud es la más elevada, sin duda. Y eso es lo que nos quisieron enseñar; que a pesar de ser valiente, rico, sabio y de buen porte, incluso así, Moshé era el ser humano más humilde. Y esa es la intención de nuestros sabios, que D’s manifiesta Su presencia solamente en el que es valiente, rico y sabio – y a pesar de ello es humilde. Una persona como esa seguramente se merece que se manifieste en él la presencia Divina” (Tora Temima, Bamidvar 12:3).
Es conocido el cuento de nuestros sabios sobre dos personas que apostaron quién de ellos logrará enojar a Hilel, respecto al cual fue dicho que “siempre se debe ser humilde como Hilel y no estricto como Shamai”. Una de esas personas llegó en vísperas de Shabat a preguntarle a Hilel todo tipo de cuestiones extrañas, pero Hilel le respondió con paciencia y no se enojó en absoluto. Cada vez, preguntaba a gritos “¿dónde está Hilel?”, Hilel salía a su encuentro y le decía “hijo mío, ¿qué deseas?”. De ello aprende el Rav Kuk que “una de las condiciones de la humildad es que esté unida con el respeto al prójimo. Pero el respeto no es la meta final, sólo cuando se vincula con el amor. Y el amor cuando se junta con el respeto se expresará en las acciones prácticas, cuando la persona está lista a hacerle el bien a su amigo. Y cuando esa preparación a hacer el bien se une con los sentimientos de respeto y amor entonces ese bien será bien recibido por el prójimo, y no se avergonzará ni le resultará pesado”. Por ello, Hilel le manifestó amor a esa persona llamándola “hijo mío”, “para mostrarle que siente por él un amor natural como el del padre por su hijo. Y después de demostrarle su afecto, le preguntó ‘¿qué deseas?’ – es decir, él está dispuesto a obrar de acuerdo a ese amor colmando sus deseos en lo que pueda” (Ein Aya, Shabat Alef, Pág. 136).
De nuestro Rav, el Rav Tzvi Iehudá Kuk aprendimos que “la humildad para con D’s es el reconocimiento que D’s es el origen de todo, la raíz del todo, todo lo que poseemos no es nuestro, sino que nos es entregado por D’s y no tenemos de qué enorgullecernos”.
En forma similar, la Torá nos hace saber que tenemos una Sgulá (esencia espiritual) israelí especial: ¿Tenemos de qué enorgullecernos por ello? No nos hicimos a nosotros mismos, así fuimos creados. Rabí Iehudá HaLevi define eso en ocho palabras: "Todo es de Él, y no de nosotros". Todo proviene de Él, bendito sea, y no de nosotros (Sijot HaRav Tzvi Iehudá Kuk, Bereshit, Pág. 34).
Fortaleceremos esa virtud, y seremos merecedores de adquirir en forma auténtica la Torá, como nos enseñaron nuestros sabios “las palabras de la Torá persisten sólo en el que es humilde” (Taanit 7A). 

¿Un novio talmid jajam?
Rav Shlomó Aviner

Pregunta: Hay muchas muchachas que buscan una persona tzadika (justa) y temerosa de D’s y con buenas virtudes para casarse. Pero hay muchachas que se empecinan en fijar citas sólo con muchachos que pretenden trabajar toda su vida en el campo de la Torá. Los años pasan, y ellas no encuentran pareja. ¿Es eso lo correcto?
Respuesta: La aspiración de las muchachas de casarse con un talmid jajam (erudito del estudio de la Torá) es correcta, ya que el Ramba”m escribe que “por naturaleza, la persona tiende a dejarse influir en sus pensamientos y acciones por sus amigos y compañeros, y se comporta como se comporta la gente en su país. Por ello, la persona debe vincularse con tzadikim y vivir con sabios para aprender de sus acciones, como dice el versículo ‘a Él te vincularás’ (Dvarim 10:20). Se casará con la hija de un talmid jajam, y casará su hija con un talmid jajam” (Ramba”m, Hiljot Deot 6:1-2).
Por supuesto, no sabemos el futuro, y si una muchacha se casa con un estudiante de ieshiva (centro de estudio de la Torá) cuyos planes son estudiar Torá toda la vida y ser un Rav, no es obligatorio que así sea. Y también al revés, hay varias personas que tenían distintas profesiones y en algún momento decidieron dedicarse al estudio de la Torá, y se transformaron en talmidei jajamim. Pero si un estudiante de ieshiva ha decidido seriamente ser un Rav de Am Israel (el Pueblo de Israel) tiene mayor posibilidad de serlo del que tiene otros intereses en la vida.
Pero la cuestión central es la definición del concepto “talmid jajam”. Nuestro Rav, el Rav Tzvi Iehudá Kuk se oponía al concepto de “Kolel” (centro de estudio de la Torá para personas casadas que reciben una beca), y lo consideraba una posibilidad sólo para el que ya comenzó a estudiar antes de casarse y quiere continuar sus estudios también después del matrimonio. Y eso era porque se oponía a fijar una dirección determinada de estudio en el “Kolel” – como preparación de jueces, de Rabanim (Rabinos) o enseñanza – y veía a ese marco como una continuación de la ieshiva, cuya meta es preparar talmidei jajamim auténticos. Nuestro Rav explicó que hay talmidei jajamim “profesionales”, cuya profesión es la Torá. Y hay talmidei jajamim que no son “profesionales”, es decir, tienen alguna otra profesión – pero por supuesto que está colmado de Torá, de su estudio, su cumplimiento y sus virtudes.
Eso no quiere decir que no influye en la dirección de la nación, porque como es sabido la influencia no debe ser formal. El Rav Kuk explica en su libro “Eder HaIakar” que la principal influencia del talmid jajam es con su personalidad misma, y sólo en segundo lugar influyen también sus palabras, dichas o escritas. Ese es también el sentido del refrán “es más elevada su práctica que su estudio” – es decir, la influencia personal es mayor que la influencia de sus enseñanzas (Ein Aya Brajot 7).
Eso es cierto en cuanto a toda persona, y por supuesto en cuanto a la esposa del talmid jajam, que a fin de cuentas no es influida tanto por los artículos que escribe o las clases que imparte, sino que por la personalidad misma de su esposo. Y así también en cuanto a los hijos.
Por ello, no se debe exigir casarse justamente con un talmid jajam que le haga adquirir un título de “esposa del Rav”, sino que una persona cuya vida es vida de Torá. 

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