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Parashat Miketz     27 de Kislev 5771     Shabat Januca     No 795

“Por los milagros”
Rav Ioram Eliahu

Rabí Itzjak de Berditchev pregunta en su libro “Kdushat HaLevi” ¿por qué no rezamos “por los milagros” también en Pesaj - cuando sucedieron muchos milagros – como lo hacemos en Januca y Purim? Rav Tzadok de Lublin en su libro “Pri Tzadik” (Miketz 10) comenta al respecto que hay una diferencia fundamental entre esos milagros. En Pesaj nos encontrábamos en una situación no muy buena, y por ello los milagros fueron tales que trastornaron toda la creación; todas las 10 plagas y el rasgado del Iam Suf fueron cambios evidentes de los órdenes naturales. No fue así “en Januca y Purim, cuando fueron milagros vestidos como naturales, sin un cambio evidente de la creación”. Y él describe en detalle todo el episodio de Purim, donde todos los acontecimientos parecen ser naturales - cuando en realidad desde el principio hasta el final todo fue milagros y maravillas de D’s, pero no hubo ningún trastorno evidente de los ordenes naturales. “Y así también en Januca, no parecía que hubiese algún cambio del orden natural, porque el milagro fue a través de las luchas”: Eso es algo comprensible, que los débiles venzan incluso a los fuertes cuando se sacrifican más en la batalla. Y se puede decir que “de momento que Am Israel (el Pueblo de Israel) se sacrificaron y estaban dispuestos a morir para santificar el Nombre de D’s, y los griegos no se sacrificaban tanto – por ello, vencieron los Jashmonaim. A pesar que por supuesto hubo milagros y maravillas del cielo, en Januca no hubo cambios de los órdenes naturales en forma evidente. Y cuando rezamos 'por los milagros que hizo a nuestros antepasados, en aquellos días y en este tiempo' pedimos que nos haga milagros de ese tipo, como les hizo a nuestros antepasados en aquel entonces, y no se deben pedir milagros que trastornan el orden natural de la creación”. Por ello, en Pesaj no rezamos “por los milagros”, mientras que en Januca y Purim si lo hacemos, pidiendo que surjan milagros de ese tipo - no como un trastorno de la naturaleza de la creación. "Y milagros de ese tipo, está permitido pedir siempre".
Ese principio básico podemos encontrarlo también en las palabras del Rav Kuk en su carta (Iguerot Guimel, 797). El Rav habla de la respuesta del Ta”z (Shuljan Aruj, Orej Jaim 670, inciso 1) a la famosa pregunta del Beit Iosef: ¿Por qué se festeja Januca ocho días, y no siete? Para el primer día, había suficiente aceite en la vasija que encontraron, y el milagro de las velas fue sólo siete días. El Ta”z responde que también el primer día hubo un milagro, porque después de haber alumbrado las velas toda la noche, quedó todavía un poco de aceite. Y ese aceite se multiplicó para todo el día, y de momento que también hubo un milagro el primer día, son festejados ocho días. El Rav Kuk coincide en principio con esa respuesta, pero no por la razón que el Ta”z cita: Según su respuesta, era necesario que quede un poco de aceite para que el milagro pueda manifestarse en la realidad. El Rav Kuk dice que así es tratándose de milagros que algún profeta realiza – como el milagro de Elishá con el aceite (Melajim Bet, Cáp. 4). Pero tratándose de un milagro del Cielo, cuando D’s mismo es el que lo hace, puede surgir de la nada. Pero si se hubiese terminado todo el aceite y hubiese aparecido nuevamente, sería un aceite de puro milagro, y no un aceite natural. Y en el Beit HaMikdash (El Templo) en principio se debe encender las velas con aceite de oliva, que fue hecho de aceitunas. Por ello, D’s hizo un milagro tal que en el primer día quede algo del aceite, y se multiplique para todos los días: Encendieron las velas con aceite de oliva, y no con un aceite milagroso.
Y el principio que aprendemos de ello es que la máxima voluntad de D’s, la más elevada santificación del Nombre de D’s es cuando la palabra de D’s y sus milagros se manifiestan en forma natural, “justamente de momento que la base natural del aceite no se extinguió, pudo surgir la manifestación milagrosa elevada, y multiplicar la cantidad y la calidad del aceite de oliva natural. Porque la gran manifestación del milagro no es para anular el aspecto natural de la realidad, sino que incluso cuando todo lo que ocurre es milagroso, no debe faltar la base natural como punto de partida, sobre el cual se edificará todo” (Rav Oded Volanski, El Mul Pnei HaMenora, Pág. 147).
Ese es el principio que aprendemos también de las palabras del Rav Tzadok de Lublin: Un milagro de ese tipo, que se basa en algo natural, podemos pedir y rezar.
Y como en aquel entonces, y en este tiempo, así es la Gueulá (Redención) de nuestros días: Nos vamos elevando en base a la naturaleza del asentamiento de la tierra y la edificación del país, y de esa forma llegará el gran florecimiento espiritual que anhelamos, como decimos respecto a los milagros de Januca. “Anhelamos recibir el gran espíritu de los Jashmonaim que se renueve dentro nuestro, el resplandor de esa kdushá (santidad) plena, de Eretz Israel (la Tierra de Israel) que se expresa en la naturaleza misma” (Rav Oded Volanski, El Mul Pnei HaMenora, Pág. 147).
Con el convencimiento y el conocimiento que así surge la Gueulá, seremos merecedores de actuar según la voluntad Divina para la plena manifestación de ella, pronto, en nuestros días.

Midreshet Majón Orá

Centro de estudios de Torá para chicas en
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El culto a D’s con el corazón
Rav Shlomó Aviner

“Y servirle con todo su corazón” (Dvarim 11:13) – “¿Qué culto se rinde con el corazón?; ese es el rezo” (Taanit 2A). El culto a D’s con el sentimiento.
Le rendimos culto a D's de muchas formas: El culto a D’s con el intelecto, a través del estudio de la Torá – cuando utilizamos el razonamiento para rendirle culto, y al mismo tiempo cultivamos nuestro raciocinio según la voluntad Divina. El culto a D’s con nuestras acciones – es decir, el cumplimiento de las mitzvot. El culto a D’s con nuestro dinero – es decir, la limosna y la rectitud en nuestros negocios.
Y también hay un culto a D’s con el corazón, con el sentimiento. Porque la persona no es sólo intelecto, también tiene sentimientos. Y ambos tienen que ser equilibrados, de lo contrario la persona renguea. Por supuesto que el intelecto es más elevado que el sentimiento, pero el sentimiento es más cercano a la persona, a la vida.
Por ello, necesitamos de ambos. Un culto exterior, y un culto interior (véase Orot HaKodesh Guimel, 88). Las acciones son un culto exterior, mientras que el temor a D’s es un culto interno. Sabiduría es un culto exterior, mientras que la voluntad es culto interno. Intelecto es un culto exterior, mientras que el sentimiento es un culto interno…
El estudio de la Torá es un culto exterior, mientras que el rezo es un culto interno. Porque también el estudio de la Torá puede llegar a ser externo a la personalidad, como dicen nuestros sabios respecto al primer Beit HaMikdash (El Templo) que fue destruido porque no bendecían antes del estudio de la Torá. Y como explica el Mahara”l de Praga que si bien estudiaban la Torá, se habían “olvidado” de D’s, que es el que entrega la Torá. Se puede pensar que el estudio de la Torá es un desafío intelectual, y no se encuentra frente a D’s. Por ello, se necesita el culto externo y también el culto interno - y entonces todo llega a su plenitud.
En el rezo, nos encontramos frente a D’s. Puede que hayan dos carencias en el Beit Kneset (Sinagoga): La actitud frente al rezo y al canto es como si fuese una experiencia musical, y no un culto a D’s. O también charlen todo el tiempo sin descanso, sin ningún control de la lengua durante el rezo. Pero nuestros sabios no dijeron eso: El que habla entre Ishtabaj y Iotzer, cometió un pecado, y es de los que vuelven del frente de batalla (Hagaot Maimoniot, Hiljot Tfila 7:12, citando al Talmud Ierushalmi). Se debe rezar con intención, es decir, pensar en el sentido de cada palabra. Por supuesto, no nos encontramos en el nivel de ese Jazan que rezó Akdamot Milin en Shavuot con tanta intención que su alma se desprendió de su cuerpo, o de Rabí Najum de Rimnov que se esforzaba tanto en la intención del rezo que después de haber rezado Shmona Ezre se desmayaba… Pero debemos esforzarnos por pronunciar cada palabra con intención. Y no llegar a la situación que describe Tosafot citando al Talmud Ierushalmi, que debemos agradecerle a la cabeza que reverencia de por sí sola cuando se llega a Modim.
Pero nos esforzamos. De la misma forma que no nos enorgullecemos y decimos que sabemos toda la Torá, sino que nos esforzamos por estudiarla. Y salvando las grandes diferencias, dijo Sócrates: “No soy sofo (sabio), sino que filosofo (amante de la sabiduría)”. Así también un Rav de Am Israel (el Pueblo de Israel) no es llamado “jajam” (sabio), sino que “talmid jajam” (estudiante de sabio), que continúa estudiado toda su vida. Así también nos esforzamos por rezar.
Para ello, debemos prepararnos antes del rezo. Los primeros piadosos se preparaban durante una hora (Brajot 30B), y hay quienes vestían las prendas más hermosas (Shabat 10A). Así debemos prepararnos, “cuida tus pasos cuando entra a la Casa de D's” (Kohelet 4:17).
Bienaventurados somos que tenemos un pequeño Beit HaMikdash (Meguila 29A) [las casas de rezo. N. del T.]. Que sea Su voluntad que seamos merecedores de la reconstrucción del Beit HaMikdash pronto en nuestros días, y mientras tanto continuaremos presentándonos frente a D’s – con nuestro sentimiento y nuestro corazón – en nuestros pequeños Beit HaMikdash.
 

Departamento ibero-americano

Majón Meir abrió sus puertas para alumnos ibero-americanos de habla hispana y portugués, y te invita a tener esta experiencia única de estudiar Torá en su ambiente tan especial en la ciudad de Ierushalaim.
El programa - dirigido por el Rav Rafael Spangenthal - está destinado para jóvenes de diecisiete años en adelante que desean reforzar su identidad judía por medio del estudio de la Torá en un marco agradable, que enfatiza el valor de nuestros lazos con el pueblo, la Torá y la Tierra de Israel.
Para aquellos que lo deseen, existe también en el Majón un ulpán de hebreo bajo la órbita del Ministerio de Educación.
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