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Parashat Ki Tavo     18 de Elul 5770     No 782

Termina bien – todo está bien
R. Lando

En las halajot de la lectura de la Torá (Masejet Sofrim 12:1-2) se dice: “Se hacen interrupciones en las bendiciones, pero no en las maldiciones” [cuando se leen las bendiciones y las maldiciones que están escritas en la Torá se pueden hacer interrupciones en las bendiciones, pero no en las maldiciones. N. del T.]. Rabí Iosi Bar Abin explica que la razón es que el que lee la Torá “debe comenzar con algo bueno, y terminar con algo bueno”.
Por ello, preguntó el Radba”z (Responsas al Tana”j, Pág. 158) respecto a nuestra
Parashá: “¿Por qué no fue escrito ningún consuelo en las maldiciones de Ki Tavo?”
Ya encontramos al final del libro
Vaikra (Levítico) maldiciones – en la Parashá Bejukotai - y ellas culminan con algo bueno: “Recordaré para ellos el pacto de sus antecesores... para ser para ellos D's, Yo soy el Eterno” (Vaikra 26:45). Pero en nuestra Parashá se termina con algo espantoso: “Te hará volver el Eterno a Egipto en barcos, por el camino que te había dicho no volverás más a verlo, y serán vendidos allí a tus enemigos por esclavos y por esclavas, pero no habrá comparador” (Dvarim 28:68).
El Radba”z (Rabí David Ben Zimra, contemporáneo de Rabí Iosef Karo) contesta que “según la interpretación sencilla, el que analice con atención los versículos verá que el episodio del pacto de la Parashá Ki Tavo – donde está escrito ‘para que entres en el pacto del Eterno, tu D's, y en su juramento’ (Dvarim 29:11) - continúa hasta la Parashá Nitzavim, y allí está escrito: ‘Y será cuando hubieren recaído sobre ti todas estas cosas, la bendición y la maldición... hará retornar el Eterno, tu D's, tu cautiverio’ (Dvarim 30:1-3) hasta el final – toda ello consuelo. Es así que encuentras los consuelos escritos al final de las maldiciones - al final del pacto”.
El Radba”z escribe también en su libro de las letras “
Maguen David” al respecto, y agrega: “Y escribí todo eso… para hacerte saber que de él [del pacto. N. del T.] depende nuestro consuelo, y todo el cálculo de nuestra gueulá (Redención), y la garantía de la gueulá y su conocimiento, y en él está insinuado su bien, y gracias a él somos recordados, y es el pilar de nuestro apoyo, y él nos levantará. Verán nuestros ojos, y se alegrará nuestro corazón y las maravillas de Su Torá nos mostrará”.
La historia de las últimas generaciones nos mostró cómo después que nos alcanzaron todas las maldiciones que son dichas en la Parashá, después del terrible Holocausto que pasamos, D’s nos hace retornar, y con la ayuda de D’s seremos merecedores que pronto volverá D’s a alegrarnos para bien, y también nosotros volveremos a el D’s, nuestro Señor, con todo nuestro corazón y con todo nuestro ser.
El Rav Tzvi Iehudá Kuk zt”l recalcó ese principio – terminar con algo bueno – en sus clases a la salida del
Shabat, cuando nos enseñó las Parashiot Ki Tavo y Nitzavim, cuya conclusión es “y retornarán los hijos a sus límites” (Irmya 31:16). “Todo el amor y la salubridad es cuando ‘vosotros os encontráis hoy frente a el Eterno, vuestro Señor’ (Dvarim 29:9), Tshuvá (arrepentimiento sincero) y gueulá, gueulá y Tshuvá”.
En base a ello, hay que releer las maldiciones.
El Radba”z cita del
Zohar (el libro de Kabalá por excelencia) que “un día, preguntaron los sabios en el Beit HaMidrash (centro de estudio de la Torá): ¿Acaso las maldiciones del Mishné Torá (el libro de Dvarim), no tienen ninguna promesa ni consuelo?”. Y contestaron “aquí, en el libro Dvarim, se encuentran las promesas del padre para con su hijo, con mucha misericordia”. Nuestro Padre, un Padre misericordioso, quitará de los hijos – nosotros – toda enfermedad (Dvarim 28:61). Según ese Midrash, la interpretación sencilla de los versículos es que se trata de maldiciones, pero tienen insinuado también el consuelo.
El Radba”z agrega que el consuelo de las maldiciones se encuentra junto a ellas “porque no hay ningún versículo que no sea mencionado el nombre
Avaia (uno de los nombres de D’s) – que está relacionado con la Medida de la misericordia, para hacernos saber que todo emana de esa medida", como dice el versículo ‘Él hiere, y Sus manos curan’ (Iyov 5:18). Los tormentos son dolorosos, pero a través de ellos es purgado el delito y este desaparece, siendo un remedio para los pecadores, “y no hay un consuelo mayor que ese”.
Así también explicó nuestro Rav el principio del libro Ishaya: La visión del primer capítulo es como un prólogo a todo el libro. Es cierto que en esa visión hay cosas muy duras, “nación pecadora, pueblo cubierto de iniquidades, descendientes de malvados, hijos que se dan a la corrupción” (Ishaya 1:4), pero el hecho que somos llamados “hijos” es lo decisivo. “De todas formas, son llamados Tus hijos”, como decimos en las
Slijot en vísperas de Rosh HaShaná (comienzo del nuevo año), y ese hecho es lo principal.
El Rav Tzvi Iehudá recalcó que esa visión termina con la certeza que “restauraré tus jueces como al principio, y tus consejeros como al comienzo. Después será llamada Ciudad de Rectitud, ciudad fiel. Tzion será redimida con justicia, y los que retornen con rectitud” (Ishaya 1:26-27). Es decir, la culminación del capítulo es con la promesa de la
gueulá de Israel. Es cierto que después de esa promesa son escritos 4 versículos que hablan del tratamiento de los problemas, “la destrucción de los transgresores y la de los malvados", etc. (Ishaya 1:28-31), pero esos asuntos particulares son sólo como un agregado a lo principal, como una acotación al margen.
Se pueden citar muchos ejemplos de esta regla, pero nos conformaremos comentando lo que se acostumbra a decir, “que termine el año y sus maldiciones”: También si hay maldiciones, dificultades y desgracias – son de nuestro Padre, que desea hacernos el bien. Cuando no hay más remedio, nos conduce también a través de las desgracias. Pero la medida del bien es mayor que ella, mucho más, y la meta es que lleguemos a una realidad en la que “comience el año y sus bendiciones”.
Amén. 

Midreshet Majón Orá

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Tshuvá y salud
Rav A. Ioshua Tzukerman

El impulso de la superación continua es algo inseparable de nuestra personalidad. ¿Cuál es el mecanismo de ese impulso? Dice el Rav Kuk (Orot HaTshuva 5:1): “La Tshuvá (arrepentimiento sincero) es el sentimiento más sano del espíritu. Un alma sana en un cuerpo sano forzosamente debe llegar a la gran felicidad de la Tshuvá, y siente en ella el placer natural más elevado. El rechazo de las materias dañinas tiene su buena y saludable acción en el cuerpo cuando este es pleno, y la evacuación espiritual de toda acción mala y todas las malas y dañinas impresiones que llegan de ella, de todo mal pensamiento y todo distanciamiento del noble contenido Divino en general - que es la base de todo lo malo, de toda grosería y repugnancia - forzosamente debe llegar, cuando el organismo es sano en el aspecto espiritual y físico al mismo tiempo”.
Las palabras “salud” y “Tshuvá” son repetidas y asociadas en este párrafo, y son la clave de él. El Rav asemeja la cualidad de la Tshuvá – la sensibilidad del alma a las cosas que la dañan – a la sensibilidad del cuerpo a las materias que le son dañinas. “
La Tshuvá es el sentimiento más sano del espíritu”. Se está hablando de la salubridad del espíritu, su sensibilidad, su rechazo de lo que lo daña, lo que no es moral. La continua actividad que se esfuerza por revelar el espíritu mismo, su pureza y su kdushá (santidad) – ese es el fruto de la Tshuvá.Un alma sana en un cuerpo sano forzosamente debe llegar a la gran felicidad de la Tshuvá, y siente en ella el placer natural más elevado”. D’s hizo nacer dentro nuestro una cualidad tal de Tshuvá - del manantial de Sus metas y pensamientos, bendito sea, para bien.
En la creación del hombre, D’s acuñó en él una cualidad física de sensibilidad a los materiales que lo dañan, a través de la cual el cuerpo los rechaza de inmediato: “
El rechazo de las materias dañinas tiene su buena y saludable acción en el cuerpo cuando este es pleno”. Cuando el cuerpo funciona en forma correcta, esa cualidad actúa fielmente. Esa cualidad es expresión de la Tshuvá que fue acuñada en el cuerpo del ser humano. La sensibilidad a las materias dañinas es una señal que la acción Divina se manifiesta en el cuerpo. Cuanto más sano es el cuerpo, así también la acción Divina se revela más.
En forma similar, D’s acuñó también en el espíritu humano la cualidad de la sensibilidad a las conductas que lo dañan, hasta tal punto que son rechazadas: “
Y la evacuación espiritual de toda acción mala y todas las malas y dañinas impresiones que llegan de ella, de todo mal pensamiento y todo distanciamiento del noble contenido Divino en general - que es la base de todo lo malo, de toda grosería y repugnancia - forzosamente debe llegar, cuando el organismo es sano en el aspecto espiritual y físico al mismo tiempo”. El espíritu del hombre aspira todo el tiempo al bien Divino, y rechaza lo malo. Esa es la cualidad de la Tshuvá – la sensibilidad a lo Divino que se encuentra en el espíritu humano.
La persona puede verificar cuál es su situación espiritual. ¿Cómo? Si él realiza acciones que lo dañan y las quiere, o no entiende qué tiene de malo lo que es definido por la profecía como adverso, eso es señal que su vida es contraria a la cualidad de la evacuación interna de su espíritu. Él se encuentra lejano de la raíz Divina que le da vida. Debe volver al principio básico Divino de su vida, es decir, desarrollar en su espíritu la aversión al mal, y no ser indiferente a él, y entonces volverá y le permitirá al principio básico Divino manifestarse a través de él. Debemos añadir todo el tiempo esa sensibilidad dentro nuestro, desarrollarla y perfeccionarla, para que no se desgaste.
El Rav menciona ese principio también en el inciso siguiente (Orot HaTshuva 5:2): “
Por cada trozo de repugnancia que es quitado del alma de la persona a través del consentimiento interno del resplandor de la Tshuvá, son descubiertos mundos enteros plenos en su claridad”. Cuando la persona, con su libre albedrío, quita toda repugnancia y pecado de su cuerpo o de su alma, entonces el mundo Divino elevado, que le da existencia y vida todo el tiempo, se expresa con claridad, como la resplandeciente llegada de los rayos del sol después que las nubes se marchan.
Son descubiertos mundos plenos en su elevado resplandor dentro de su alma. Toda evacuación de pecado es semejante al quitado de algo que tapa el ojo, y todo un horizonte es descubierto, un fulgor de espacios de cielo y tierra, y todo lo que contienen”. En la lengua del profeta Ishaya, así fueron dichas estas cosas: “Vuestras iniquidades separan entre vosotros y vuestro D’s, y vuestros pecados han ocultado de vosotros Su rostro, de modo que Él no os oiga” (Ishaya 59:2).
La terminología del Rav - en su genialidad - es muy exacta, y está basada en nuestras fuentes. Por lo tanto es apropiado que esas palabras clave que son repetidas en el párrafo sean consideradas también el resumen de su contenido.

Departamento ibero-americano

Majón Meir abrió sus puertas para alumnos ibero-americanos de habla hispana y portugués, y te invita a tener esta experiencia única de estudiar Torá en su ambiente tan especial en la ciudad de Ierushalaim.
El programa - dirigido por el Rav Rafael Spangenthal - está destinado para jóvenes de diecisiete años en adelante que desean reforzar su identidad judía por medio del estudio de la Torá en un marco agradable, que enfatiza el valor de nuestros lazos con el pueblo, la Torá y la Tierra de Israel.
Para aquellos que lo deseen, existe también en el Majón un ulpán de hebreo bajo la órbita del Ministerio de Educación.
Para más información los invitamos a llamarnos o escribirnos:
Director del Departamento ibero-americano
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