Beahavá Ubeemuná
Majón
Meir |
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Parashat Dvarim 6
de Av 5770 Shabat Jazon No 776
Rav
Gabriel Kadosh
Esa analogía me hizo pensar – como judío, y
sobre todo como poblador de Gush Katif – en la aguda pregunta:
¿Qué
quiere decir “casa”? ¿Qué encierra en ella?
¿Qué expresa? ¿Por qué nos es tan
importante?
La foto de nuestra casa - que fue
construida con tanto esfuerzo - en la pared de nuestro salón en
la vivienda
provisoria, y el recuerdo del tractor que la destruyó nos hace
entender algo
muy sencillo: Una casa no es un montón de ladrillos, cemento y
hierros. Tampoco
es la cocina, ni los muebles, ni siquiera la biblioteca Torani
que se
encuentra en el centro de ella. Todos entendemos que la
destrucción de "
Realmente, nuestra “casa” no fue destruida
– D’s no lo permita: La vida plena de la familia, el asentamiento, toda
la
zona, sólo cambió de forma.
Yo utilizo un ejemplo: El gobernante de la
ciudad ordenó demoler la choza de dos ancianos en su distrito.
Cuando llegó el
momento, uno de los ancianos salió al encuentro del gobernante
llorando e
implorando – pero en vano. En contraste, el segundo anciano cuando vio
su choza
destruida salió al encuentro del gobernante bailando y cantando.
Le preguntó el
gobernante: “¿Por qué tú te
comportas en forma distinta del primer anciano, que salió
llorando pero tú
sales cantando y alabando?”. Le contestó el anciano: “En vez de
mi choza, será
construido un edificio de muchos pisos, cuando gran parte de esas
viviendas
serán mías y de mis descendientes. Pero en lugar de la
choza del otro anciano,
será construido un estacionamiento…”.
Si D’s hubiese puesto sobre las ruinas de Gush
Katif un gran cartel, diciendo: “Aquí continúa
revelándose la gueulá
(Redención) de Am Israel”, “de este lugar Am Israel
continúa
edificándose”, “los habitantes de Gush Katif hacen
avanzar la gueulá
plena”, “mayor será la gloria postrera de esta casa que la de la
primera” (Jagai
2:9), etc., por supuesto que aceptaríamos la voluntad Divina de
otra forma.
Ahora, de momento que no hay ningún cartel
pero hay una gran fe en que D’s no nos abandona ni nos
abandonará, “porque no desechará
el Eterno a Su pueblo, ni desamparará a Su herencia” (Tehilim
94:14), cuando
los habitantes de Gush Katif comienzan el proceso de la
edificación de
sus casas particulares, debemos asimilar en esa “casa” las importantes
adquisiciones que la “casa” de Gush Katif
nos entregó: El calor y el amor, la
comunidad y la entrega, la fe y el rezo, la esperanza y el ideal, y por
supuesto, la apreciación general de la edificación de Am Israel en nuestra época. Nos
sacudiremos del polvo, y continuaremos la acción
Divina en la edificación de Eretz
Israel (
Todos
tenemos la esperanza que la construcción de las nuevas casas en
las comunidades
que se renuevan sea otro eslabón del renacimiento de nuestro
pueblo en nuestra
tierra, anhelando el regreso de los hijos a su herencia.
“Señor,
y Señor de nuestros patriarcas, Rey misericordioso ten piedad de
nosotros…
reconstruye Tu casa como en el principio, y coloca al Beit HaMikdash en su lugar, y muéstranos su
reconstrucción, alégranos con su reparación, y
devuelve Tu Shjina (manifestación de la presencia
Divina) dentro de él… y devuelve a Israel a su hábitat, y
la tierra se colmará
del conocimiento de D’s, temiendo y amando Tu Nombre, grandioso,
vigoroso y
terrible, Amén, que así sea Su voluntad”.
Midreshet
Majón Orá
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Y así también en Gush Katif,
cuando un gran público se contuvo y de esa forma fue evitada una
guerra interna
espantosa. Y ese gran mérito se suma a todos los otros
méritos, que tienen en
él su origen: Sacrificio por la edificación de la tierra
como emisarios de toda
la nación, en condiciones difíciles de seguridad,
económicas y agrícolas – y
gracias a D’s, la tierra les respondió dando sus frutos en
abundancia. Una vida
de Torá y labor, una vida de caridad interna y
también externa, una gran
unión de personas de distintos tipos, una gran fe.
En efecto, la fe se pone a prueba en
las crisis – como se explica en el libro “Mesilat Iesharim”
(Cáp. 19) en
relación al amor por D’s.
Esa es la gran prueba de los tzadikim
(justos) de Gush Katif, que no se ocupan de enlodar a los que
no se
adhirieron en su lucha, no repiten día y noche: “No
perdonaremos”. Sus ojos no
se encuentran en el pasado sino que miran al futuro, como dice el
Ramba”m en su
carta: La persona debe tener sus ojos al frente mirando adelante, no
atrás.
Lo más importante no es lo que fue
sino lo que será: ¿Cómo volveremos a Gush Katif?
¿Cómo evitaremos una
destrucción semejante en Iehudá y Shomron?
Desde ese entonces se desató una
polémica entre los amantes de Eretz Israel (
La realidad demuestra que el segundo
método es el correcto. El que analice la historia del
asentamiento en nuestra
tierra – desde el despertar del deseo de regreso a Tzion hace 150
años –
encuentra que nada fue hecho gracias a la utilización de la
fuerza bruta, o
amenazas, sino que por la voluntad de las personas. La maravillosa
edificación
de la tierra – porque así quisieron hacer. El regreso a Tzion –
porque así lo
quisieron las personas que llegaron.
Es lo que dijimos, las grandes cosas
dependen de la voluntad, porque
exigen sacrificio. Rabí
Shimon Bar Iojai dijo que D’s le entregó tres grandes obsequios
a
Su pueblo, y son adquiridos a través del sacrificio: Torá,
Olam HaBa
(Mundo Venidero) y Eretz Israel (Brajot 5A). Es necesario
sacrificarse
por ellos, y no se puede obligar a sacrificarse.
Y esa fue la forma en que los tzadikim
de Gush Katif actuaron: No se puede obligar.
También el casamiento es algo que no
se puede obligar. No se puede ordenar amar. Y el vínculo con Eretz
Israel
es asemejado a un casamiento (Ishaya 62:4-5).
Según el autor del libro “Sfat
Emet” en su comentario al principio de
Y también Rabí Iosef Caro en su libro
“Maguid Meisharim” explica que ese era el objetivo del
envío de los
espías de Moshé, que eran talmidei jajamim
(eruditos del estudio de
Es cierto que hay una teoría que
argumenta que lo que determina la historia son los hechos en la
práctica – en
el campo político o económico – llamada “materialismo
histórico”, como arguye Karl
Marx o Federico Engels. Pero la teoría principal es el
“idealismo histórico”,
que argumenta que lo que determina la historia son la fe, las ideas y
los
pensamientos, como sostiene Georg Friedrich Hegel y salvando las
diferencias el
Rav Kuk en el plano del kodesh (lo santo), en su famoso
artículo “LeMaalaj
HaIdeot BeIsrael” (Orot).
Por ello, hay que añadir en la nación
personas que desean toda nuestra tierra, en toda su extensión.
Cuantos más habrá,
será mejor para la nación. Como dijimos, en Gush Katif
había muchos tzadikim,
de todo tipo - pero no todo Am Israel estuvo en Gush Katif,
ni
tampoco lo apoyó.
El remedio es la idea y la convicción
que esta es nuestra tierra, como escribió el Rav Tzvi
Iehudá Kuk en su proclama
“LeMaan Daat”: “Toda esta tierra es nuestra… por ello, de una
vez por
todas debemos aclarar las cosas en forma precisa y tajante, no hay
aquí ningún
territorio árabe o posesiones árabes, sólo tierras
de Israel, la herencia
eterna de nuestros patriarcas” (LeHiljot Tzibur).
Y entonces, regresaremos también a Gush
Katif. Ya hace mucho tiempo que Gush Katif fue destruido y
desapareció, pero esa fe de Gush Katif se pasea por el
mundo, imbuye a las
personas, produce sufrimiento y tristeza, alegría y esperanzas.
Ella penetra en
las cabezas, en los corazones, sin que las personas se den cuenta de
ello.
Personas sencillas, también profundos sabios, hombre y mujeres,
niñas y niños.
Esa fe hace latir los corazones, sin que ellos mismos sepan de
dónde llega ese
vigor, esa dulzura. Y esa fe es la que salvará a todo Iesh”a
y nos
devolverá a casa - a Gush Katif.
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Majón Meir
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Director del
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Rav Rafael
Spangenthal
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