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Majón Meir
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Parashat Koraj     30 de Sivan 5770     Rosh Jodesh     No 771

“Toda la congregación, todos ellos son santos”
Rav Iair Frank

El argumento de Koraj – “toda la congregación, todos ellos son santos” (Bamidvar 16:3) – tiene algo de cierto, y esconde una idea muy profunda. Justamente por ello, debemos aclarar ese punto a fondo, para poder discernir entre lo puro que hay en esa idea y lo impuro que la acompaña.
Esa tarea es importante sobre todo en esta generación, cuando la singularidad y la importancia de cada individuo son muy recalcadas. La sensación interna de la persona es que debe desarrollar y expresar su propia “letra” de la Torá, y todo conocimiento o sentimiento que reciba del exterior son sólo una ayuda para descubrir la raíz de su alma. ¿Qué es en este caso lo que está enraizado con la kdushá (santidad), y hay que adoptarlo, y qué es lo que está enraizado con la impureza y la obscenidad, que dificulta la búsqueda de la verdad y la vida de kdushá?
Si releemos las Parshiot de la Torá, encontraremos que no sólo Koraj es el que utiliza ese argumento. Y en cada ocasión, debemos analizar – de acuerdo a su entorno y sus consecuencias - ¿de qué aspecto de la persona llega ese argumento? ¿Qué es lo que se esconde detrás de esas palabras?
Respecto a la congregación de Koraj – esas 250 personas con sus incensarios – la Torá dice que eran “príncipes de la congregación” (Bamidvar 16:2). Ellos murieron por haber pecado. Pero mientras que Koraj, Datan y Aviram descendieron vivos a las profundidades, esas 250 personas murieron frente a D’s, y finalmente de sus incensarios Elazar HaCohen hizo “cubierta del altar, porque los han presentado delante del Eterno, por tanto son santificados” (Bamidvar 17:3). Es evidente que se trata de un pecado - pero no como el de Koraj.
En el caso de Koraj, él era motivado por un gran orgullo y el deseo de gobernar y ser honorado. El argumento de la igualdad era sólo una artimaña, para hacerse valer y desafiar a Moshé y Aharon. Un orgullo en cuyo origen se encuentra la anulación del prójimo y la arrogancia, “todo el que descalifica, ve su propio defecto”. Pero los que ofrecieron el incienso, en el origen de sus acciones se encontraba el deseo de vincularse con D’s auténticamente. Y en efecto, el Ramba”n y el Rav Even Ezra escriben que esas personas eran primogénitos, que anteriormente eran los que deberían rendir culto en el Mishkan (Tabernáculo), y fueron reemplazados por los Leviitas después del Pecado del Becerro de Oro. Su argumento era muy sencillo: Toda persona, toda familia, se merece rendirle culto a D’s, y no solamente una tribu o una familia elegida. ¿Cuál fue el origen de su equivocación?
En efecto, cada uno tiene una vinculación singular única con la kdushá, y desde ese punto de vista deberían ser todos iguales – ya que cada uno es importante y único. Pero desde el principio de la creación – y sobre todo después del Pecado del Primer Hombre y el Pecado del Becerro de Oro – hay en el mundo niveles distintos. Hay quien es como la “cabeza”, hay quien es como el “corazón”, y hay quien es “mano” o “pie”. Cada uno es importante, como parte de la plenitud humana. Pero cada uno tiene que saber cuál es su lugar, y debe reconocer la necesidad de recibir de los demás y ser partícipe de los demás miembros de ese “cuerpo” – ya que también ellos tienen un papel. Y sobre todo, debe ser capaz de recibir y anularse frente a las grandes almas genéricas, que entregan la vida a toda la plenitud humana.
Es más, la persona debe discernir entre su potencial y su nivel en la práctica. A veces la persona siente que se esconde en él algo especial, pero debe saber que eso todavía se encuentra oculto y en pequeño, está cubierto por muchas cáscaras y deberá esforzarse y desarrollarse antes que pueda salir a flote. En su camino a esa meta, deberá ayudarse y recibir de otras almas. Muchas veces el orgullo es producto del potencial de algún talento bueno y adecuado, pero la persona todavía no supo sacarlo a flote y por ello él llena el vacío con la impureza del orgullo. Quiere encontrar su lugar anulando a los demás. En contraste, la persona que logró plasmar en la práctica su talento, ya no necesita del orgullo en absoluto, y se puede encontrar en él la sencillez de la humildad.
Esa diferenciación está ligada a un punto más profundo aún: ¿Acaso la persona busca realmente la vinculación con D’s y el corregimiento del mundo, y por ello desea descubrir su alma? ¿O en realidad lo importante para él es descubrirse a sí mismo? En el segundo caso, si bien no se trata precisamente de orgullo, no se trata tampoco de una pureza de corazón auténtica. El que realmente busca la vinculación con D’s, y realmente le interesa la corrección del mundo, se alegra con la elevación de todas las criaturas y está dispuesto a escuchar y recibir de todo el que busca a D’s. Y sobre todo de los talmidei jajamim (eruditos del estudio de la Torá) de su generación, respecto a los cuales fue dicho que “‘al Eterno, tu D’s, temerás’ (Dvarim 6:13) – incluye también a los talmidei jajamim” (Kidushin 57A). Él entiende cuánto puede aprender de su sabiduría y sus actos.
Esos talmidei jajamim auténticos no buscan en absoluto el señoreo ni el honor, sólo entregar fuerzas y vida a cada uno para que logre revelar lo que se esconde en su corazón, y de esa forma edificar a toda la Casa de Israel. Y en efecto, un argumento similar al de Koraj y su gente lo encontramos en boca de Moshé mismo. Ioshua Bin Nun celó al gobierno de Moshé y los setenta sabios cuando Eldad y Meidad profetizaron dentro del campamento y empañaron las diferencias de niveles. Pero Moshé le contesta de corazón, “ojala que todo el pueblo del Eterno fuesen profetas, y que pusiera el Eterno Su espíritu sobre ellos” (Bamidvar 11:29). En efecto, “el varón Moshé era muy modesto, más que todos los hombres que habían sobre la faz de la tierra” (Bamidvar 12:3) y todo su deseo es hacer el bien para todos y elevar todas las almas de Israel.
“... Este será el pacto que haré con la Casa de Israel después de aquellos días, dice el Eterno, pondré Mi Torá en sus entrañas, y en su corazón la escribiré, y Yo seré su D's, y ellos serán Mi pueblo. Y no enseñarán más cada cual a su compañero y cada cual a su hermano, diciendo; conoced al Eterno. Porque todos ellos, dice el Eterno, Me conocerán, desde el menor de ellos hasta el mayor de ellos, dice el Eterno, porque Yo perdonaré su iniquidad, y no Me acordaré más de sus pecados” (Irmya 31:32-33).

Midreshet Majón Orá

Centro de estudios de Torá para chicas en
español y portugués
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No existe “nosotros” y “ellos”
Rav Shlomó Aviner
(reimpresión)

Pregunta: Escucho a gente que deslegitima a los jilonim (judíos seculares), los izquierdistas y al gobierno en general. Ellos los acusan de asimilados e incluso a veces los llaman “helenizados”. ¿Cómo debo reaccionar?
Respuesta: ¡Qué triste es que tras dos mil años de exilio y de educación por amor a Israel, hay aún personas que hablan así! ¡Esas palabras son el reflejo de la falsedad y de la arrogancia!
Hay que poner mucho cuidado y evitar las generalizaciones. Vivimos en este mundo, donde nada es perfecto. Debemos distinguir entre quienes tienen pensamientos sólo negativos durante todo el día, acerca de cómo destruir al pueblo y a la tierra de Israel, y quienes tienen buenas intenciones y sólo desean salvar al país, a pesar de que se equivocan gravemente en el camino elegido. Existe una enorme diferencia, como entre el día y la noche, entre una persona malvada y "helenizada" y una persona buena que se equivocó en el cálculo, tal como lo explicó nuestro maestro el Rav Kuk: “Si le explicamos a esa persona que dos más dos son cuatro y no cinco, estará muy agradecido”. Cuando alguien hace un error de cálculo, el único camino para corregir su error es a través de la persuasión y no empleando injurias e insultos.
El pueblo judío no está dividido de modo que un grupo es perfecto y lleno de virtudes, mientras que el otro sólo tiene defectos. En otros tiempos, así era la realidad: Los idólatras extorsionaban a los pobres y denigraban a D’s. En cambio, en nuestra época, los méritos están distribuidos en toda la nación. Podemos incluso brindarle a esos mismos grupos el beneficio de la duda, diciendo que son idealistas que hablan sinceramente a partir de un corazón que sufre, acerca del insulto de la Torá y de la tierra. Pero, con todo el respeto, ellos también se equivocan en el cálculo cuando cortan con un cuchillo filoso el cuerpo de la nación y se expresan en términos de “nosotros” y “ellos”.
¿Por qué esos idealistas llegan a un error tan grave? La respuesta se encuentra en dos palabras en arameo: “Kima kima” - en forma gradual. Es decir, no son conscientes que la gueulá (Redención) deberá tener lugar en forma “gradual” (Talmud Ierushalmi, Brajot 4B). El Rav Tzvi Iehudá Kuk escribió un artículo básico y profundo (LeNetivot Israel, 192)  llamado: “El estado como el cumplimiento de la visión de los profetas”. En el artículo, explicó de qué modo en el exilio, fuera de la tierra de Israel, la nación sufre un proceso de desintegración; mientras que al retornar a su tierra, todo vuelve a renacer. ¡¿Cómo pudo decir eso mientras que nosotros vemos con nuestros ojos que no todo avanza de ese modo?! La respuesta aquí también se encuentra en la expresión “kima kima”, en el hecho que la gueulá es un proceso gradual. Efectivamente, la mayor parte del artículo explica ese concepto, y la necesidad de ser pacientes frente al proceso histórico.
Es fácil demostrar que Israel es el estado sobre el cual vaticinaron nuestros profetas: ¿Acaso no vemos el retorno a Tzion, la reconstrucción de la tierra, el establecimiento del estado y el renacimiento espiritual? ¿Cuál es entonces el problema? ¿Acaso se debe a que las cosas no avanzan lo suficientemente rápido? Vemos una “pronta redención”, tal como mencionamos diariamente en la plegaria de Shmoná Esré, pero debemos también estar agradecidos por aquellos aspectos de la redención que tienen lugar también lentamente. Debemos alegrarnos ante cada migaja de redención. Una nación no puede nacer en un día. Tampoco todo el pueblo de Israel puede retornar en un día a su tierra, ni tampoco todos comenzarán a preservar el Shabat y a comer alimentos Kasher en un solo día…
La realidad no tiene alas. Debemos ser pacientes. El Señor del Universo tiene mucha paciencia: D’s esperó diez generaciones desde Adam hasta Noaj, y otras diez desde Noaj hasta Avraham (Avot, 5:2). ¡D’s esperó casi dos mil años para la aparición de Avraham! Debemos, por lo tanto tener paciencia.
Sin embargo, paciencia no significa apatía, sino que significa acciones que tienen en cuenta el ritmo propio de la realidad. ¿Acaso no hemos hecho nada? ¿Acaso todo lo que hay en el estado de Israel no es nada? Debemos hacer todo lo posible, pero sin perder nuestra felicidad, nuestro optimismo. Debemos estar “felices con nuestra parcela” (Avot 4:1), con todo lo que tenemos. “Puesto que nuestras bocas estaban llenas de canción como el mar…. Aún no seremos suficientemente capaces de agradecer a D’s” por lo que tenemos en todos los campos, incluso en el campo de la Torá. Hoy en día, hay cuarenta y cinco mil estudiantes universitarios y treinta mil alumnos en las ieshivot, y mismo entre los estudiantes universitarios muchos dejan tiempo para el estudio de la Torá. Por lo tanto, en nuestro estado, ¿se estudia o no Torá?
Es cierto que hay muchas complicaciones, aún no hemos alcanzado la redención completa; pero quien ve sólo la oscuridad y no ve la luz es ingrato hacia D’s. La persona que está feliz con lo que posee no es haragán sino que se esfuerza. Por el contrario, su felicidad con lo que tiene es la que lo impulsa a aspirar a alcanzar más logros. Está escrito: “La senda de los justos es como la luz de la aurora, que se va aumentando en resplandor hasta que el día es perfecto” (Misheli 4:18).
¡Aumentemos el amor de Israel! Aumentemos la comprensión que somos una nación, que lo que es común a nosotros supera enormemente lo que no separa, que todos nos encontramos en el mismo barco, somos todos una misma alma. 
Diferencias de opinión - sí - corazones divididos - no.
Si bien no es fácil, este debe ser nuestro desafío.
 

Departamento ibero-americano

Majón Meir abrió sus puertas para alumnos ibero-americanos de habla hispana y portugués, y te invita a tener esta experiencia única de estudiar Torá en su ambiente tan especial en la ciudad de Ierushalaim.
El programa - dirigido por el Rav Rafael Spangenthal - está destinado para jóvenes de diecisiete años en adelante que desean reforzar su identidad judía por medio del estudio de la Torá en un marco agradable, que enfatiza el valor de nuestros lazos con el pueblo, la Torá y la Tierra de Israel.
Para aquellos que lo deseen, existe también en el Majón un ulpán de hebreo bajo la órbita del Ministerio de Educación.
Para más información los invitamos a llamarnos o escribirnos:
Director del Departamento ibero-americano
Rav Rafael Spangenthal
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