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Parashat Ajarei Mot - Kdoshim     10 de Iyar 5770     No 764

“Santos serán”
Rav Iaacov Ariel

“Santos serán” (Vaikra 19:2) – en opinión del Ramba"n, en esas dos palabras la Torá nos exige que no nos conformemos con un cumplimiento formal de las mitzvot, sino que debemos esforzarnos por santificar toda la vida según la Torá. Un cumplimiento formal superficial solamente, sin una profunda identificación interior, sin asimilación del contenido, sin una aspiración continua a la santificación llevará a la persona a una situación en la que hará lo contrario a la Torá, cuando en apariencia cumple con todas sus obligaciones. Puede, por ejemplo, observar todas las halajot de kashrut y solamente comer carne Jalak, que fue degollada y revisada por personas temerosas de D’s, y cumplir con todos los requisitos hasta el último detalle - pero invierte todos sus esfuerzos y energías en el comido de la carne, mucha carne… Ese es el contenido principal de su vida. Una persona materialista de ese tipo no es “kadosh” (santo). Es cierto que no come nada prohibido, pero cambió la vaca por un burro (según la aguda parábola de Rabí Menajem Mendel de Vitebsk).
Según esa línea comenta también el Ramba”n el versículo “en el séptimo mes, en el primer día del mes habrá un día de cese para ustedes” (Vaikra 23:24). Si la persona fuese formalista, podría llegar a un absurdo en la observación del Shabat: Si bien se cuidaría de no hacer ninguna Melaja (trabajo que era necesario para la construcción del Tabernáculo) prohibida por la Torá – ni arar, ni sembrar, ni separar las espigas de las semillas, ni moler o hornear – se permitiría a sí mismo abrir su almacén en Shabat, vender mercancías, pesar y medir, recibir el pago y devolver vuelto, negociar y ganar grandes sumas de dinero. Ya que todas esas cosas no están prohibidas por la Torá escrita - pero haciéndolas el Shabat pierde toda su alma especial. La Torá fue la que nos exigió cuidar la kdushá del Shabat más allá de las Melajot formales prohibidas, evitando todas esas actividades a través de las cuales la persona trasgrede el Shabat. Se está hablando de todas esas actividades que transforman al Shabat en otra cosa y la vacían de su contenido, matan su espíritu y mancillan su kdushá
El cumplimiento de las
mitzvot según la halajá exige que seamos kdoshim según la Torá, y no nos conformemos con el cumplimiento del marco externo de las mitzvot. En esa exigencia, “santos serán”, se encuentra la esencia misma de toda la Torá.
Una
kdushá auténtica es la identificación plena con la voluntad de D’s. El que realmente quiere ser kadosh, busca toda forma de santificarse más y más, estar más cerca de D’s y más vinculado con Él. Él no podrá limitarse a cumplir su obligación solamente: Él aspirará a ser piadoso, a cumplir también lo que no es obligación estricta. A través de la aspiración a esa plenitud, no se conforma con las 613 mitzvot de la Torá, sino que está interesado en vivir según la dirección general de la Torá, una vida de kdushá plena, sin dejar ningún “hueco” vacío de ella en su vida.
Así también debe ser la actitud frente a
Eretz Israel (la Tierra de Israel). No debemos conformarnos con asentarnos en ella en forma pasiva, para cumplir nuestra obligación. También en ese tema debemos ser piadosos, asentarla y edificarla en forma activa, redimirla de su soledad, en todo su largo y ancho. Los miembros de Am Israel (el Pueblo de Israel) no pueden cumplir su obligación  asentándose en los lugares seguros y cómodos solamente. La aspiración debe ser cumplir nuestra mitzva del asentamiento de Eretz Israel en toda su plenitud, todo lo que podamos.
La orden “santos serán” nos exige aspirar a la plenitud individual y social, sin selección. No se puede argüir que el que se ocupa del asentamiento de
Eretz Israel en forma plena, o ayudando a su prójimo en forma plena, cumplió su obligación. La sensación misma de saciado por haber cumplido con la obligación – como si así fuera – es contraria a toda la esencia misma de la mitzva. Nuestra actitud selectiva misma menoscaba la plenitud, le corta las alas, prefiere lo parcial, lo falto en vez de lo pleno. Pero toda esa mitzva es la aspiración a la plenitud sin límite. Ser kadosh, quiere decir hacer lo mejor en todo. De la misma forma que D’s no tiene límite, así también la aspiración humana debe ser ilimitada. La aspiración a la plenitud debe expresarse con todas las fuerzas del alma, en todas las facetas de la personalidad: Plenitud en la Torá, plenitud en el culto a D’s, plenitud en la entrega a los demás, plenitud personal, plenitud nacional, plenitud de la tierra, plenitud de todo.
16 veces figura la expresión “Yo soy el Eterno” en el primer capítulo de la Parashá “Kdoshim”, para enseñarnos que la
kdushá  de la persona emana de su obligación de asemejarse a D’s, “santos serán, porque santo soy Yo, el Eterno, vuestro D's”. 

Midreshet Majón Orá

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El espíritu del luchador
Rav Shlomó Aviner

1. La primera característica del luchador, es el no temer. Como dice el Ramba”m al final del capítulo 7 de sus “Hiljot Melajim”, en base al versículo “no desfallezca su corazón, no tengan miedo, no entren en pánico ni se aterroricen” (Dvarim 20:3).
Y debemos preguntar: ¿Acaso la persona puede controlar su miedo? ¡El miedo entra sin golpear la puerta! Esa pregunta se refiere a todas las mitzvot que deben cumplirse con el corazón y los sentimientos: No odiar, amar a tu prójimo como a ti mismo, no envidiar, no codiciar lo que le pertenece a otra persona. La persona dice: Yo soy así, y no puedo controlarlo. Y la respuesta: Es cierto que no se pueden controlar los sentimientos, pero se pueden controlar los pensamientos – salvo personas enfermas, D’s nos salve. Toda persona tiene pensamientos malos, pero aquí interviene el libre albedrío humano: ¿Seguir pensando en ello, o ahuyentar ese mal pensamiento lo más lejos que pueda?
El cumplir las mitzvot del corazón y los sentimientos quiere decir pensar en cosas que fortalecen esos buenos sentimientos, y no pensar en lo que refuerza los sentimientos negativos.
Por ello, en la guerra – explica el Ramba”m – la persona no debe comenzar a asustarse a sí misma, pensando ¿qué puede llegar a pasarme? ¿Qué hará la familia si eso ocurre? Y si tiene algún pensamiento de ese tipo, enseguida debe alejarlo. Y así también respecto a pensamientos que tenemos prohibido pensar. Hubo grandes talmidei jajamim (eruditos del estudio de la Torá) que cuando tenían algún mal pensamiento, gritaban: ¡Vete! No en alta voz en público, por supuesto… El Rama”k (Rabí Moshé Cordobero) estudiaba Torá toda la noche, y cuando tenía algún mal pensamiento lo quemaba enseguida utilizando el Nombre de D’s. Por supuesto, ese no es nuestro nivel. Otro gran talmid jajam se pasaba la mano sobre la frente, para ayudarse a alejar el mal pensamiento.
Sobre todo no se debe exagerar en cuanto a los peligros en el ejército. Contó un oficial de una unidad especial de combate: “En mi vida, vi la muerte con mis ojos tres veces… en accidentes de tráfico”. En efecto, ellos causan mucho más bajas que todos los atentados de terror y todas las guerras de Israel. Y a pesar de ello, nadie deja de andar en auto por ello, o incluso andar a pie por la calle – ya que un tercio de los muertos en accidentes de tráfico son transeúntes. Esa es la proporción de las cosas.
Dijo el Mayor General Itzjak Sade (fundador de la organización Palma”j): “Una persona valiente  no es la que no teme. Hay muchas personas valientes que sienten temor, pero lo superan sabiendo que se dirigen por el camino correcto”.
Y también muchos de los que no sienten miedo no son valientes. Por ejemplo, el que conduce a velocidad excesiva no tiene miedo, pero eso no lo convierte en un valiente. Hay valientes luchadores que sienten miedo en el combate, pero ellos echan ese sentimiento afuera.
Lo principal, dice el Ramba”m, es no atemorizarse a sí mismo, pensando en lo que le hace tener miedo. Y también dice Rabí Najman de Breslav: “No atemorizarse en absoluto”. No dice: “No tener miedo”, sino que la persona no debe atemorizarse a sí misma.
El cuidarse de los pensamientos dañinos es cierto en todo campo. Por ejemplo: Por supuesto que la persona debe arrepentirse de sus malas acciones, pero no debe criticarse todo el tiempo, hasta tal punto que se convenza que no tiene ningún valor.
La persona puede controlar sus pensamientos. Hubo una vez una persona que fue a visitar a su Rav. Golpeó la puerta, pero su Rav no le abrió, sólo lo miró desde la ventana. El alumno durmió toda la noche en la calle, y por la mañana el Rav lo dejó entrar. Le dijo: “Tengo malos pensamientos que me persiguen todo el tiempo, y no logro liberarme de ellos”. Le contestó el Rav: “Ya te di la respuesta. El dueño de la casa decide quién entrará, y quién no”.

2. La segunda característica del luchador es la hermandad. Sin hermandad entre los luchadores, se pueden clausurar todos los ejércitos del mundo. “Todos para uno, y uno para todos”. Ese es el lema de Suiza. Hubo allí inundaciones y mucho sufrimiento, y recaudaron dinero con la ayuda de ese lema solidario – cuyo origen es el escritor Alexander Duma, en su libro “Los Tres Mosqueteros”, que siempre sabían que pueden confiar el uno en el otro en toda situación.
Por supuesto, también fuera del ejército se necesita hermandad, en el trabajo y en la vida. Y sobre todo entre marido y mujer – allí, lamentablemente muchas parejas no son buenos amigos.
Gracias a D’s, en el ejército hay hermandad. “Y salió Moshé a sus hermanos, y vio sus cargas. Y vio a un hombre egipcio que golpeaba a un hombre hebreo, de sus hermanos. Miró a un lado y al otro, vio que no había ningún hombre, y mató al egipcio y lo ocultó en la arena” (Shmot 2:11-12). Sabía que todos los policías de Egipto lo perseguirán, pero la hermandad es el principio básico que se encuentra por encima de todo.
La base de toda nación es la hermandad. El lema oficial de Francia es “libertad, igualdad y hermandad”. Allí no lo cumplen, pero nosotros sí lo cumplimos. Dicho sea de paso, ese es uno de los argumentos para oponerse al reclutamiento de muchachas en el ejército, ya que la presencia de ellas en las unidades combatientes genera sentimientos de competencia que complican y desbaratan esa hermandad.
¿Cómo se llega a la hermandad? No se debe pensar lo que desbarata la hermandad, sino que pensamientos que la refuerzan: Él es un judío como yo, es una buena persona. La persona es juzgada según su mayoría.

3. Responsabilidad. ¡Una misión, debe ser cumplida! ¡Confían en ti! También cuando estás solo, respeta las reglas. Incluso si estas solo en la guardia, continúa actuando según las reglas: No te duermas, no escuches radio, no debes rezar ni comer, no te sientes. Tú eres responsable. Hubo una vez un guardia que se durmió, y entró un enemigo. En el juicio arguyó: Miles de veces cuidé como es debido, sólo una vez me pasó que me dormí. Le contestaron: Todas esa miles de veces, fueron para esa última.
Hubo una vez una discusión entre Rabanim (Rabinos) si un guardia está exento de rezar. Dijo un Rav: Está exento, porque el que se encuentra ocupado con el cumplimiento de una mitzva está exento de toda otra mitzva que no puede cumplir. Le dijo el otro Rav: Tiene prohibido rezar…
La persona aprende en el ejército a ser responsable, de modo que es posible confiar en él también cuando cumple un papel secundario. No hay ningún papel sin importancia. Todo es importante. “Todo por un pequeño clavo”. Cayó un clavo de la herradura del caballo, el caballo se cayó, el jinete se cayó, el regimiento cayó en la batalla, toda la ciudad cayó en manos del enemigo…
Hay que ser serio. Es parte de la educación para toda la vida – como la valentía y la hermandad.

4. Otra característica, es la fuerza de voluntad. Hay personas que no tienen fuerza de voluntad, nada les interesa lo suficiente. Como si su resorte se hubiese roto, por las andanzas de la vida. No los culpamos, pero debe saber que se puede cambiar el resorte y reconstruir su fuerza de voluntad. ¿Cómo? En forma gradual. Para una misión corta, se necesita poca fuerza de voluntad. Y así se debe aumentar paulatinamente. Una esfuerzo escalado. Así se va fortaleciendo la fuerza de voluntad. La fuerza de voluntad no se recibe como un regalo del cielo, sino que se construye a través de misiones bien definidas.
Por ello, el que recibe en el ejército una misión pesada y aburrida no debe quejarse y lamentarse, sino que por el contrario, debe considerarlo un desafío, se alegrará y cantará. No debe verlo como una molestia, sino que como una prueba y un desafío.
Dicho sea de paso, alguien me dijo que en el idioma chino no hay una palabra “crisis”. El chino trabaja como un burro, y gana un shekel por día. Y si es un especialista, gana un dólar por día. Y ahora, desgraciadamente su esposa falleció. Aparte del trabajo agotador, debe ocuparse de su pequeña hija. ¿Acaso está en crisis? Por supuesto que no. Estar en crisis es un lujo de ricos. Si le preguntarán cómo se siente, les contestará: Nada cambió, sólo se hizo más difícil.
En el ejército se van recibiendo desafíos más y más difíciles, y así va creciendo la fuerza de voluntad. Es cierto que a veces el soldado siente que le es difícil en el ejército. ¡Por el contrario! ¡Cada dificultad es un desafío! Y así termina con una gran fuerza de voluntad.
Véase “Mesilat Iesharim” (Cáp. 19): Es como un oficial de combate, que cuanto más difícil es la misión que le dan, es más feliz.
Es lo que dijimos: Valentía, hermandad, responsabilidad, fuerza de voluntad.
Si no hubiese necesidad de un ejército, deberíamos inventarlo sólo para eso. Así organizó las cosas el Señor del Mundo, con su sabiduría y amor.
Fortalezcámonos y nos reforzaremos.

Departamento ibero-americano

Majón Meir abrió sus puertas para alumnos ibero-americanos de habla hispana y portugués, y te invita a tener esta experiencia única de estudiar Torá en su ambiente tan especial en la ciudad de Ierushalaim.
El programa - dirigido por el Rav Rafael Spangenthal - está destinado para jóvenes de diecisiete años en adelante que desean reforzar su identidad judía por medio del estudio de la Torá en un marco agradable, que enfatiza el valor de nuestros lazos con el pueblo, la Torá y la Tierra de Israel.
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