Alumbrar
basado en materiales de Majón Meir
La
alegría de La”g BaOmer
Rav
Oren Travelsi
En La”g
BaOmer (el día 33 de la Cuenta del Omer)
cesaron de morir los discípulos de Rabí Akiva, y por ello
terminan las
costumbres de duelo. Pero más allá del cese del duelo ese
día es también un día
de alegría, el festejo de Rabí Shimón Bar Iojai.
¿Cuál es la alegría singular
de ese día? ¿Y qué sentido tienen las fogatas que
acostumbraron a encender en
ese día?
El sentido
sencillo de la Cuenta del Omer es la
preparación para la Entrega de la Torá. El Sefer
HaJinuj escribe
(Mitzva 306): “Fuimos ordenados contar los días a partir del Iom
Tov (día
festivo) de Pesaj hasta el día de la Entrega de la Torá,
para
demostrar el gran deseo de llegar a ese gran día”. Según
eso tal parece que
también La”g BaOmer que cae en esos días
está relacionado con la Torá.
En los
días de la Cuenta del Omer está prohibido
cortarse el pelo. El sentido sencillo es que por el duelo por los
alumnos de
Rabí Akiva no nos cortamos el pelo, pero el santo Ar”i
agrega más: La Torá
de Rabí Akiva se asemeja a los cabellos. La Gmará
dice que Rabí Akiva de
cada punta de las letras aprendía montañas de halajot,
lo que está insinuado
en el versículo “sus cabellos ondulados, negros como el cuervo”
(Shir HaShirim 5:11).
La intención de la Gmará es que en la Torá
hay una gran cantidad
de halajot que son aprendidas de todas las partes de ella,
también de
las puntas de las letras, y los cabellos de la cabeza simbolizan gran
cantidad.
El pelo crece y continúa creciendo hasta que la persona se corta
el pelo. Así
también la Torá crece, se multiplica y se difunde
en halajot y
detalles, casi sin límite. Según eso podemos comprender
el sentido de la
costumbre de no cortarse el pelo en esos días: Los
discípulos de Rabí Akiva pertenecían
a su Beit Midrash (centro de estudio de la Torá),
que se ocupaba
en aprender las halajot y los detalles de la Torá,
y con su
muerte surgió cierta carencia en la capacidad de
multiplicación de los detalles
de la Torá. Por ello, escribe el Ar”i (Shaar
Sfirat HaOmer 7) que
está prohibido cortarse el pelo en los días en que
fallecieron esos discípulos,
porque debemos recalcar la carencia que surgió en la Torá
por su muerte:
“Rabí Akiva aprendía el secreto de esas puntas,
según la insinuación de las coronas
de las letras, y por ello cuando sus discípulos murieron,
está prohibido
cortarse el pelo en esos días. Y aprendía montañas
de halajot de cada
punta, semejante a las puntas de los rulos, que son insinuadas en los
cabellos”.
Aparte de
la multiplicación de los detalles hay en la Torá
otro aspecto, el alma de la Torá. Hay en la Torá
una idea general
que surca por todos los detalles de las mitzvot y halajot.
Podíamos
pensar que cada aspecto de la Torá es independiente, y
no está vinculado
a los otros aspectos. Por ejemplo, podíamos pensar que no hay
relación entre
las halajot de Shabat, el rezo y Pesaj. Pero no
es así, todos
los detalles de la Torá tienen una misma raíz de
la que emanan. Esa es
la idea general de la Torá, el alma de la Torá.
El Rav Kuk (Orot
HaTorá 13:5) escribe que esa es la Torá de Eretz
Israel (la
Tierra de Israel): “La corriente Divina general que surca en todas las
partes
de la Torá y les da vida, es un concepto que puede ser
bien concebido
sólo aquí, en la Tierra del Kodesh. Y en los
detalles de las halajot
anhela la sabiduría de Eretz Israel revelarse en todo su
esplendor y
potencia”.
Cuando nos
ocupamos de los muchos detalles que surgen
y se multiplican todo el tiempo como los cabellos, se siente que
marchamos en
la oscuridad. Como la insinuación del versículo, que los
rulos son negros como
el cuervo – es decir, oscuros. Cada detalle es importante, pero parece
ser
independiente y no vislumbramos la luz que le da vida y surca en
él. Eso es afín
con la Torá de la galut (el exilio), como
atestigua la Gmará
misma: “En la oscuridad me asentó - ese es el Talmud de
Babilonia”
(Sanhedrin 24A). Pero cuando nos ocupamos de la Torá de Eretz
Israel
cada detalle alumbra en base al resplandor genérico de ella. La
cima de esa Torá
es la Torá de Rabí Shimon Bar Iojai, la Torá
del Zohar que
como su nombre lo indica así es ella, resplandeciente y alumbra
a todo [en
hebreo, zohar es resplandor. N. del T.].
En el libro
Shem MiShmuel (Emor) escribe que de
la misma forma que en el último tercio de la noche comienza el
resplandor del día,
así también en el último tercio de la Cuenta del
Omer comienza el resplandor de
la Torá de Shavuot a alumbrar. Y ese tercio
comienza en La”g
BaOmer. Según ello podemos entender la costumbre de encender
fogatas en La”g
BaOmer. La nación sabe en forma espontanea expresar lo que
ocurre en el
interior. Las fogatas expresan ese aspecto especial de la Torá
que se
revela en ese día. La Torá de Rabí Shimon
Bar Iojai es como una fogata
espiritual, que alumbra la oscuridad de los detalles, y revela la
relación
general que ilumina en ellos. Por ello, en la noche de La”g BaOmer
encendemos una fogata material que alumbra la oscuridad de la noche.
Los
primeros 32 días de la Cuenta del Omer son
paralelos a la multiplicación de los detalles de la Torá
que fueron
comparados con los cabellos, y por ello en esos días no nos
cortamos el pelo. Y
a partir del día 33 comienza a alumbrar el otro aspecto de la Torá,
el
alma de la Torá, y por ello encendemos fogatas. No es
por azar que Rabí
Shimon Bar Iojai falleció justamente en ese día. Y de
momento que el día del
fallecimiento de un tzadik (justo) es un momento que es
apropiado para
que su Torá sea difundida y se asiente en los
corazones, nos alegramos
el día de su fallecimiento.
En nuestra
época fuimos merecedores de descubrir que
el mes de Iyar es un mes apropiado para la gueulá
(Redención). Iom
HaAtzmaut cae en su principio y señala el aspecto nacional
que nació en
Israel, y Iom Ierushalaim cae en su final, y señala el
aspecto del Kodesh
que debe expresarse en el cuerpo nacional. En base a ese vinculo
podemos
comprender mejor el tema de La”g BaOmer. También
él es una fiesta de gueulá,
la fiesta de la Torá de la gueulá. Por
ello cae en el mes de
Iyar, entre esas dos festividades. La Torá sale de la
oscuridad y del
ocupado sólo de los detalles, “desde que el Beit HaMikdash
(El Templo)
fue destruido, D’s tiene en su mundo sólo cuatro codos de halajá”.
Y el
alma general de la Torá se renueva, la Torá
de Eretz Israel
que es llamada “bien” – según lo que dijeron nuestros sabios
respecto al versículo
“y el oro de esa tierra es bueno”, esa es la Torá de Eretz
Israel
(Bereshit Rabah) – se renueva 15 días antes de la fiesta de la
Entrega de la Torá
[el valor numérico de “tov” es 15, y quiere decir “bien”.
N. del T.]. Y
fue insinuado en la palabra 33 de la Torá – que es la
palabra “tov”
– en el versículo “vio el Señor que la luz es buena”.
El
que roba una ciudad y la vende
Rav
Shlomó Aviner
Hay quien
roba una persona y la vende. Hay
quien roba su cuerpo, y hay quien roba su alma. Y hay quien roba un
pueblo, su
cuerpo o su alma. Y hay quien roba una tierra, su cuerpo o su alma. Y
hay quien
roba un pueblo en su tierra, es decir, su país, su cuerpo o su
alma.
Un
país necesita armas y comercio,
necesita lengua y tierra - pero por sobre todo necesita un
corazón, un espíritu,
un alma. Ierushalaim es el alma de nuestra nación.
Ierushalaim
es
Torá y profecía, sacerdocio y reinado. Por ello,
se debe pensar mucho en
Ierushalaim, y estudiar sobre Ierushalaim, y sentir a Ierushalaim.
Cuando nos encontramos con Ierushalaim nos encontramos con el
contenido
más profundo de la nación.
En el
correr de las generaciones los
gentiles nos robaron a Ierushalaim, y todavía desean
robárnosla, una
mitad, un tercio o un cuarto. Pueblos ladrones, religiones ladronas.
Los
romanos le cambiaron el nombre a Elia
Capitolina, los musulmanes la llamaron El Kutz, y qué
más, como si con ello
lograsen olvidarnos y a todo el mundo que Ierushalaim es
nuestra, toda
ella es nuestra, fue nuestra, es nuestra y para siempre será
nuestra. No es una
ciudad que le pertenece a tres religiones, según la
formulación cobarde, aduladora,
falsa y traicionera.
Pobre de
nosotros de semejante estilo, del
que se asieron y todavía se aferran los débiles de entre
nuestra nación, como
en nuestros días el Centro Davidson al lado del Kotel
(el Muro de los
Lamentos), que daña la kdushá (santidad) de Ierushalaim,
la
unidad de Ierushalaim. Ellos no saldrán limpios de la
Corte de lo Alto y
de la Corte de la Historia.
No
necesitamos demostrar que esta ciudad
es nuestra, solamente nuestra. Será una ofensa a la
inteligencia. ¿Acaso el rey
David conquistó la ciudad y asentó en ella judíos,
cristianos y musulmanes? ¿Acaso
el rey Shlomó edificó en ella un Beit Mikdash (El
Templo) judeo-cristiano-musulmán?
En el
correr de las generaciones llegaron
ladrones, y le robaron unos a otros. Y esta es la lista “Jad Gadia”
de
los ladrones de los ladrones:
Babilonios,
Persas, Griegos, Romanos, Bizantinos,
Árabes, Cruzados, Mamelucos, Otomanos, Británicos.
Y ahora,
ella nos fue devuelta, y se
quedará para siempre nuestra, toda ella. Ella es nuestra, solo
nuestra.
Pobre de
esa vergüenza, de ese oprobio del
Centro Davidson. Pero gracias a D’s, el pueblo que habita en Tzion no
es tonto,
no es miedoso, no es adulador, no es mentiroso. Él lleva esta
ciudad en su
corazón, y desprecia todo el que la roba y la vende.
El pueblo
es Kadosh (santo), ya sea
que es consciente de ello o no, y esta ciudad es kdoshá.
Fue santificada
con la kdushá jerosolimitana, judía, Divina, para
siempre.
Meorot
HaShabat
El cometido
de esta sección es familiarizar a los lectores con las pautas
básicas
del Shabat. Cada uno debe aconsejarse con la autoridad rabínica
en su comunidad
en cuanto a los detalles de las numerosas y a veces complejas halajot
del Shabat,
y no limitarse a lo escrito en esta sección.
Orden a un
gentil en Shabat
Para que el
gentil coma
Cuando es
necesario encender en Shabat la luz
para alguna de las comidas del Shabat o similar, hay quienes
acostumbran
a llamar un gentil y preguntarle “¿tú quieres comer o
beber algo?”. Y cuando
contesta que sí, le dicen que “pero ¿qué podemos
hacer?, este lugar está oscuro
y no podemos encontrar la comida o la bebida”. Y cuando el gentil
escucha eso,
enciende la luz de por sí mismo, y utiliza la luz para comer y
beber, y luego
se marcha dejando el lugar con la luz encendida[1].
De esa
forma el gentil encendió la luz para sí mismo –
para poder comer y beber. Y entonces el judío tiene permitido
tener provecho de
esa luz[2],
como fue aclarado. Y a pesar de que el judío utiliza una
artimaña, no está
prohibido, ya que a fin de cuentas el gentil realmente hace la Melaja
para su provecho[3].
Cuidado de
la prohibición
Pero
escribieron los poskim (sabios que
determinan la halajá) que eso es justamente cuando el
gentil hace la
acción para sí mismo – para comer y beber, pero si no
desea comer y beber en
absoluto, y lo hace como una artimaña para encender la luz para
el judío [o
también si el gentil se siente incómodo si se
negará, y toda su intención es
cumplir con el deseo del judío], está prohibido llamar al
gentil y decirle eso.
Y si lo hicieron, el judío tiene prohibido tener provecho de esa
luz, ya que el
gentil hace la Melaja para el judío, y está
prohibido entonces tener
provecho de ella[4].
[1](Aruj HaShuljan 276 inciso 9).
[2]Y no se teme en ese caso que el
gentil añada para el judío, ya que una vela para uno es
como una vela para
cien, como fue aclarado anteriormente.
[3](Allí).
[4](Allí). Y concluyó diciendo: “Y lo
principal es que si según lo que él entiende no se trata
de una artimaña para
hacerle un favor al judío, sino que para sí mismo,
incluso si habita en esa
casa, está permitido. Y si no, incluso no habita en esa casa
está prohibido. Y
por lo general el que habita en la casa es como si se valiese de una
artimaña,
y se debe prestar atención a ello”.
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