Alumbrar
basado en materiales de Majón Meir
Amando
las
preparaciones de Pesaj
Rav
Lior Engelmann
Una vez me
preguntó el padre de un adolescente en cuanto a la
educación a los rezos: “Yo
estoy frustrado”, me dijo. “Desde que era un niño pequeño
no pasé por alto ni un
solo rezo. Siempre llegué a tiempo a los rezos, no era de los
que enrollan sus
filactelias antes del término del rezo y se apuran a irse,
incluso cuando
estuve enfermo no renuncié al rezo. Y mi hijo… mi hijo siempre
llega tarde,
siempre sale antes del término del rezo, aquí o
allí se pierde algún rezo, y en
los rezos largos entra y sale varias veces. ¿Qué debo
hacer?”.
“Antes de
que pensemos qué hacer, tengo una pregunta para ti”, le dije.
“No debes
contestarme, pero vale la pena que te contestes a tú mismo – con
sinceridad, ¿tú
amas rezar?”.
Él se
ofendió, “te he dicho, yo no paso por alto ni una sola palabra
del rezo, desde
que era un niño, tres rezos al día…”.
“Yo
entiendo”, le dije, “bienaventurado eres. Pero esa no fue mi pregunta,
yo no te
pregunto si tú rezas, yo te pregunto si tú amas rezar”.
Pensó un
momento, y nuevamente pensó, y finalmente dijo: “No siempre. Es
decir, no tanto”.
“Quizás
ese es el punto”, le dije, “tu hijo aprendió de ti todos los
años a levantarse
a tiempo, salir a tiempo al rezo. Pero a tu hijo no le alcanza con
rezar, él
quiere amar el rezo”.
Más tarde
pensé que no es sólo su hijo, y no es sólo en
cuanto al rezo. Toda la educación
de los hijos en el culto a D’s, aparte de la ayuda Divina, depende de
dos
bases: La primera base es que en esta generación los
niños tienen grandes
almas, ellos ya no se conforman con un culto a D’s por temor del
castigo. Ellos
no pueden sentirse plenos con la costumbre sola. Ellos exigen llenarse
del culto
a D’s, ellos exigen rendirle culto por amor. Y la segunda base es que
no
lograremos educar a nuestros hijos a lo que nosotros mismos no logramos
ser, lo
que no vive dentro nuestro.
En estos
días, antes de Pesaj, yo vuelvo a pensar en ello. Todos
deseamos ver a
nuestros hijos siendo partícipes de la limpieza general anterior
a Pesaj,
pero en la práctica los preparativos para Pesaj muchas
veces vienen
acompañados de tensiones, de pedidos y más pedidos de
ayuda de los niños que no
siempre son respondidos con buena voluntad, y ya es más
fácil limpiar nosotros
mismos en vez de pedir y exigir ayuda, una y otra vez.
Yo
propongo hacerlo exactamente como en la educación al rezo,
preguntarnos a
nosotros mismos si amamos los preparativos de Pesaj o se trata
de tareas
que realizamos porque no hay más remedio, y nos resultan una
molestia. ¿Acaso
esa limpieza es vista por nosotros como una oportunidad de renovarnos y
salir a
la libertad? ¿O sólo como una tarea de limpieza
técnica, a la que estaríamos
dispuestos a renunciar con alegría? Si nosotros no amamos esos
días, la
cuestión no comienza en los niños, sino que en nosotros
mismos. Si amamos los
preparativos, conviene expresarlo. Demasiadas veces escuchamos a los
niños
hablar de los preparativos de Pesaj como algo estresante y
suspirando.
Les es difícil amar algo que es acompañado de una
música estridente. Ellos
desean tomar parte del éxito y la alegría, no de la
amarga esclavitud. Un
idioma distinto en la casa y emoción con la llegada de la
renovación pueden
irradiar en los niños alegría con la llegada de Pesaj,
en vez de tensión
y miedo.
Nuestros
hijos no quieren rezar, ellos quieren amar el rezo. Ellos no quieren
estudiar Torá,
ellos quieren amar el estudio de ella. Ellos no desean limpiar y
extinguir el jametz,
ellos quieren amar la labor. Cuando nosotros amamos, eso se hace
posible – amor
genera amor.
¿Y qué
pasa cuando nos es difícil a nosotros mismos amar la tarea? Es
conveniente
plantear las cosas con claridad, y decirles a los niños: Yo amo
la fiesta de Pesaj,
me gusta la noche del Seder, y me resulta difícil la
limpieza. Pero también
lo que me es menos agradable intento hacerlo con seriedad.
También eso es
importante que escuchen.
Un
genio de la Torá y un genio de las
buenas virtudes
Rav
Shlomó Aviner
Se elevó
al Cielo un Gaón (genio del estudio de la Torá)
auténtico, el Gaón,
el Rav Jaim Kanievsky zt”l. En el libro Sdei Jemed (segunda
parte,
Maaraja 8, Klal 140) escribe que el título “Gaón”
es más y más común,
cuando su significado es menos y menos auténtico. Pero el Gaón,
el Rav Jaim
Kanievsky era un Gaón auténtico.
Seguramente
habrá muchos que hablarán de su maravilloso conocimiento
de toda la Torá.
Cada año, estudiaba toda la Torá: El Talmud
Babli, Ierushalmi,
todos los Midrashim, todo el Ramba”m, el Tur, Shuljan
Aruj y más, y hacía una fiesta del término en
vísperas de Pesaj.
Cuando se trataba de un año bisiesto, que tiene otro mes,
escribía en ese mes
otro libro. Fijó horarios de estudio para cada tema, y los
llamaba “mis deberes”.
Era muy puntilloso con sus deberes, y si no podía completarlos,
entonces dormía
menos para cumplirlos. Él se iba temprano de los casamientos a
los que era
invitado, incluso de su familia, para estudiar y cumplir con sus
deberes (hay
un libro entero sobre ello, que se llama HaJovot). Él
sabía las fuentes
de todo.
¿Cómo
llegó a ese elevado nivel? En primer lugar, él era el
ayudante de su padre, el Gaón,
el Rav Iaacov Israel Kanievsky apodado Staipler, autor del libro Kehilot
Iaacov, y de su tío, el Jazon Ish. Ambos estudiaban
con aplicación
en forma extraordinaria, y él también estudió con
aplicación.
El Gaón,
el Rav Tzvi Shijter, uno de los directores de la ieshiva
Rabeinu Itzjak
Eljanan en New York contó que después de haberse casado,
él y su esposa no
tenían hijos, y decidieron visitar a Eretz Israel (la
Tierra de Israel,
que está escrito en la Gmará Ktuvot 64A que su
mérito puede ayudar a la
fertilidad). Y le dijeron que conviene recibir una bendición del
Staipler, el
padre del Gaón, el Rav Jaim Kanievsky, y para ello deben
comprar un
libro de él, y en ese momento pedir que los bendiga. El Staipler
casi no podía
escuchar, y se debía comunicar con él escribiendo en una
libreta. El Staipler
les gritó en idish: ¿En qué puedo ayudarles? El Gaón,
el Rav Tzvi Shijter le escribió que desea comprar uno de los
tomos de Kehilot
Iaacov que habla del tratado Kidushin, porque ese era el
tratado que
era estudiado en ese momento en la ieshiva. Compró el
libro, recibió el
cambio, y dijo que quiere entregar el cambio como donación. El
Staipler dijo
que no necesita donaciones, y negocios son negocios. Luego, el Gaón,
el
Rav Tzvi Shijter pidió que lo bendiga que tenga hijos. Los
bendijo. Preguntó el
Staipler: ¿Qué más puedo hacer por usted? El Gaón,
el Rav Tzvi Shijter
le dijo que él estudia en el kolel, ¿acaso lo
puede bendecir que tenga
éxito en los estudios? Le dijo el Staipler: Todas las
bendiciones del mundo no
ayudarán, sólo sentarse a estudiar, y entonces
tendrá éxito.
Y en el libro Orjot Iosher
(pág. 90) escribe el Gaón, el Rav Jaim Kanievsky:
“Y es sabido en las ieshivot
que no es el prodigioso el que tiene éxito por lo general, sino
el que estudia
con perseverancia… e incluso quien no tiene gran aptitud, si
perseverará ya le
prometieron nuestros sabios que tendrá éxito, si tiene
temor a D’s”. Según esa directiva
creció el Gaón, el Rav Jaim Kanievsky, y
así fue elevándose hasta ser un
gran sabio de la Torá.
Pero hay un nivel más alto que
debemos mencionar, y es que no sólo era un Gaón
en el conocimiento de la
Torá, sino que también era un Gaón
en buenas virtudes. Y escribió
en el libro Orjot Iosher: “Toda persona temerosa de D’s cuyas
virtudes
son buenas y se comporta correctamente, santificó el Nombre de
D’s con ello”.
Hay muchos cuentos al respecto, mencionaremos sólo unos pocos.
Antes que nada, el Gaón fue
toda su vida sólo un estudioso de la Torá, sin
ningún título formal. Él
recibía decenas de cartas por día con preguntas, y les
dedicaba dos horas por
día para contestarlas. Dijo: De momento que estudia Torá
todo el día,
así hará una bondad para con Am Israel (el Pueblo
de Israel). Y fuimos
merecedores de recibir varias centenas de respuestas de él, que
fueron impresas
en el libro Piskei Shlomó, Shu”t HaShoel y Eretz
Jaim.
Una vez llegó a él en vísperas
de Pesaj una persona, y le dijo que es primogénito, pero
se olvidó de
participar en un festejo de término de algún tratado,
¿acaso debe ayunar? El Gaón
dijo que debe entrar en su cuarto a pensar en la pregunta y la
respuesta, y
salió después de unos quince o veinte minutos. Le dijo:
¡Hay un festejo! Él
estudió todo el tratado Horaiot en esos minutos. Y por
supuesto, eso fue
después de haber terminado todo su estudio anual de la Torá.
Y una vez, un judío que había
comenzado a fortalecerse en el cumplimiento del judaísmo y
vivía fuera de Bney
Brak, llegó a la ciudad a rezar con el Gaón
en Rosh HaShaná y
el Shabat contiguo. Alquiló un cuarto en un hotel.
Luego del rezo de arvit
en la noche del Shabat, se dirigió al Gaón
y le preguntó: Me
quedó sólo un pan, ¿qué debo hacer en
cuanto a lejem mishne [en las tres
comidas del Shabat se acostumbra a bendecir sobre dos panes
enteros. N.
del T.]? ¿Acaso debo traer pan de algún lado? No quiero
traerlo de un lugar a
otro en Shabat. ¿O quizás hay otra
solución? El Gaón le dijo: ¡Tú
serás mi invitado en todas las comidas del Shabat! Y en
efecto, esa
persona comió todas las tres comidas del Shabat con
él.
Un judío mayor de edad
acostumbraba a traerle al Gaón cada mañana el
tratado que estudiaba en
sus deberes, y por equivocación le entregó otro tratado,
porque pensó que ese
era el que estaba estudiando. Y de momento que el Gaón
no quería molestarlo,
comenzó a estudiar ese tratado, y después completó
el tratado anterior.
Cuando el Gaón estudiaba
en el kolel Jazon Ish, tenía un fondo de ayuda
para los
necesitados del público. Cuando veía que las deudas no
serán pagadas, devolvía al
fondo de su dinero propio, diciendo: Ese dinero es limosna, no tengo
autorización
para renunciar a ello.
Su esposa contó que en un Shabat
el gas se apagó temprano en la noche del Shabat, y por
la mañana el tshulent
del almuerzo estaba casi frío del todo. El Gaón,
al revés de lo que se
pensaba, comió mucho más de lo que acostumbraba todas las
semanas. Ella dijo: Yo
se que él lo hizo para que yo no me apene que el gas se
apagó y la comida no
fue tan exitosa.
¿Y de dónde adoptó el Gaón,
el Rav Jaim Kanievsky sus buenas virtudes?
Ocurrió una vez que un Rav vino
a visitar a su padre, el Staipler, y le dijo que está buscando
un esposo para
su nieta. El visitante preguntó, ¿qué virtudes se
debe buscar en el muchacho?
Le contestó el Staipler: Que estudie la Torá con
aplicación,
razonamiento recto y buenas virtudes. El visitante se
sorprendió: Si estudia
con aplicación la Torá, y es un gran estudiante
de ella, seguramente
tendrá buenas virtudes. Le contestó: No precisamente. Un
aplicado estudiante de
la Torá, estudia muchos años en la ieshiva
frente a su stender.
El stender es muy cómodo, nunca pedirá ayuda en
nada, como tirar la
basura, comprar en el almacén. Nunca tendrá mala cara.
Nunca ocurrió que el stender
tenga mal humor, que pretende que le hablen al corazón, lo
reconforten y lo
alienten. Nunca se enfermó, y fue necesario ayudarle. Y de
pronto, ese
estudiante debe comenzar a vivir con otra persona, con su
cónyuge, y todo eso
puede ocurrir. Por ello, es necesario que tenga buenas virtudes.
Volvió a preguntar el
visitante: ¿Acaso la Torá no hace a la persona
más delicada?. Por supuesto,
le contestó, hay quienes si no hubiesen estudiado Torá
serían bestias
salvajes, y gracias al estudio con aplicación se salvaron de la
maldad. Pero no
alcanza con ello para que tengan buenas virtudes, sólo quien
hace una gran
labor, que estudia esos temas, que se fija su situación siempre,
que quiebra
sus malas virtudes y sus pasiones, y entonces tiene buenas virtudes
(Mebakshei
Torá, cap. 5, Kovetz 23). De su estudio de los libros de Musar
(cultivo
de las virtudes) el Gaón auténtico, el Rav Jaim
Kanievsky se hizo merecedor
de ser un Gaón de las buenas virtudes.
Que su alma se encuentre unida
con la fuente de la vida, junto con todos los Geonim de la Torá
y
las buenas virtudes.
Meorot
HaShabat
El cometido de esta sección es
familiarizar
a los lectores con las pautas básicas del Shabat. Cada
uno debe aconsejarse
con la autoridad rabínica en su comunidad en cuanto a los
detalles de las numerosas
y a veces complejas halajot del Shabat, y no limitarse
a lo escrito
en esta sección.
Muktze
Para
utilizarlo
Un Kli SheMelajto LeIsur
está permitido moverlo para utilizarlo
de alguna forma permitida en Shabat[1].
Por ejemplo: Un martillo que por lo general lo utilizan para edificar o
hacer reparaciones, a pesar que es un Kli SheMelajto LeIsur
estará
permitido moverlo en Shabat para cascar nueces o similar.
Aguja para quitar una espina
Así también, una aguja o
alfiler que son destinadas a coser, a pesar que
son Kli SheMelajto LeIsur estará permitido moverlas en Shabat
para quitar una espina clavada en el cuerpo de una persona. Esa
acción está permitida
en Shabat, y por ello está permitido incluso mover un Kli
SheMelajto
LeIsur para hacerlo[2].
Cuando quita la espina con una aguja o alfiler, debe cuidarse de no
sacar sangre[3].
Tiene otro utensilio permitido
Escribió Mishná
Brurá que está permitido mover un Kli SheMelajto
LeIsur para utilizarlo de alguna forma permitida, sólo
cuando no tiene un
utensilio que no es Muktze para utilizar en su lugar. Pero si
tiene otro
utensilio que no es Muktze, y puede realizar la misma
acción con él, no
se debe utilizar el Kli SheMelajto LeIsur para ello. Por lo
tanto, no se
debe utilizar un martillo para cascar nueces cuando puede hacerlo con
un
utensilio permitido [y por supuesto que si puede hacerlo utilizando un
cascanueces, no debe utilizar el martillo para ello][4].
[1](Shuljan Aruj, Orej Jaim 308 inciso 3).
[2](Allí, inciso 11).
Así también, una aguja
o alfiler que puede que causen daño, está permitido
moverlas para ponerlas en
otro lugar. E incluso si la punta de la aguja se rompió, y ya no
es considerada
un utensilio, si puede que cause algún daño está
permitido moverla (allí,
Mishná Brurá inciso 47. Kaf HaJaim inciso 94).
[3](308, Mishná Brurá inciso 88. Kaf
HaJaim inciso
164. Y véase también 308 allí, Biur Halajá
comienza hakotz. Kaf HaJaim inciso
96).
[4](308, Mishná Brurá inciso 12 Kaf
HaJaim inciso
22. Y véase Ktzot HaShuljan 108 inciso 14).
Está permitido en
Shabat cascar nueces o almendras cuando se dispone a comerlas, e
incluso está
permitido utilizar un cascanueces a esos efectos.
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