Alumbrar

basado en materiales de Majón Meir

Parashat Emor     19 de Iyar 5781     1306 

A la luz de la fogata
Rav Azriel Ariel
(reimpresión) 

En la noche de Lag VaOmer (el día 33 de la Cuenta del Omer) cuando nos sentaremos frente a la fogata, intentaremos entrar junto con Rabí Shimón Bar Iojai a la cueva. Y con la ayuda del gran pastor - el Rav Kuk - y su libro “Ein Aya”, intentaremos comprender la singular concepción de Rabí Shimón - que le hizo esconderse en la cueva y luego salir de ella.
En la Gmará (Shabat 33B) relatan una discusión que hubo entre dos de los más grandes sabios de todas las épocas: “Comenzó Rabí Iehudá y dijo; ¡cuán bellas son las acciones de esa nación! [refiriéndose al Imperio Romano. N. del T.]. Construyeron mercados, puentes, y casas de baño. Rabí Iosi calló. Rabí Shimón Bar Iojai replicó; todo lo que hicieron, lo hicieron para su provecho. Construyeron mercados – para poner en ellos prostitutas. Construyeron casas de baño – para satisfacer sus bajas necesidades. Construyeron puentes – para cobrar impuestos”.
Ellos se encontraban en una época muy difícil, cuando Am Israel (el Pueblo de Israel) todavía lame las terribles heridas producidas por el fracaso de la revolución de Bar Kojva. Y la pregunta, es: ¿Qué hacemos ahora? ¿Qué actitud debemos tomar frente al malvado gobierno de Roma? Rabí Iehudá hace notar lo positivo de ese gobierno: Otra revolución ya no es relevante, y para subsistir debemos utilizar todos los recursos a nuestro alcance. La exacerbación de los sentimientos de ira no tendrá ningún provecho. Por el contrario, lo correcto en este momento es aprender cómo mejorar nuestro nivel de vida bajo el gobierno Romano - con su potencia económica y tecnológica – hasta que pase el mal momento.
Pero Rabí Shimón Bar Iojai discrepa. Si bien es cierto que a corto plazo esa posición es más conveniente, a largo plazo es nociva. Debemos tener claro que “de los malvados sale la maldad” (Shmuel Alef 24:13). También las acciones del imperio malvado que aparentan ser buenas – provienen del egoísmo y de la maldad, y están colmadas por dentro de inmundicia e impureza. La actitud correcta frente a las obras de Roma es la deslegitimación total, “ni de tu miel ni de tu aguijón” (Tanjuma, Balak 6). Esa es la única forma de hacerle frente a la potencia y la influencia cultural y espiritual de ellas.
La Providencia Divina hizo que los romanos nombren a Rabí Iehudá como el Primer Orador en todo lugar. Desde el punto de vista práctico, “ese es el camino correcto, llegar a una conciliación con la vida práctica y la realidad, y tomar de ellas sólo lo mejor y lo bueno”. Pero frente a Rabí Iehudá – que hace el cálculo práctico y justo del presente – se encuentra Rabí Shimón, que mira las cosas desde un punto de vista de eternidad, un punto de vista que exige la negación total de Roma y todo lo que ella representa.
El sendero de Rabí Shimón no es adecuado para el público general - sólo lo es para unos pocos elegidos, que se encuentran dentro del Beit HaMidrash (centro de estudio de la Torá). Por ello, la Providencia Divina hizo que él tenga que esconderse por un tiempo en el Beit HaMidrash. Allí podrá enseñar su punto de vista a sus camaradas, y a través de ellos esas ideas llegarán también al público general.
Pero la brecha entre el mundo real y la concepción ideal es demasiado grande. Eso es expresado por el peligro que llegue el Servicio de Inteligencia de los romanos al Beit HaMidrash a matar a Rabí Shimón. No hay más remedio, él debe esconderse en una cueva - alejado y desconectado totalmente de la vida natural y social, con todas sus obligaciones. El aislamiento, la desconexión de toda la civilización y el sustento que le era procurado en forma milagrosa – todo eso es acorde a la situación en la que se encuentra Rabí Shimón en ese momento, cuando él vive el anhelo ideal con todo su vigor.
Y finalmente, llega el momento de salir de la cueva. La brecha entre los grandes anhelos de Rabí Shimón y la realidad es tan grande, hasta que “todo lugar que miraba era quemado inmediatamente”. Y una voz se escuchó del cielo, que los amonestó diciendo: “¡¿Han salido de la cueva para destruir Mi mundo?!”. El mundo – con toda su complejidad, con todo el mal y el bien que se encuentran mezclados en él insoportablemente – no es el Mundo del Diablo, sino que “Mi mundo”, el mundo de D’s. La deslegitimación absoluta de todo lo que no es consonante con las aspiraciones más elevadas - si bien es necesaria para que no nos contentemos con el mal y no seamos "aplastados" por él – no es una actitud acorde con la emuná (fe) en el Creador y Director del mundo, responsable de todo lo que ocurre en él. La forma de corregir no es construir un mundo correcto sobre las ruinas del mundo existente, sino que “descender hasta las profundidades de las bajezas de la vida, como ellas son, y purificarlas lentamente, hasta que suban al lugar donde deben encontrarse, según la sabiduría del Creador de todo”. Para ello, Rabí Shimón vuelve a la cueva por otro año más, en el que adquirirá un punto de vista más elevado aún, desde el que podrá ver cómo se puede hacer crecer el bien partiendo del mal, la felicidad partiendo del sufrimiento, la dulzura partiendo de la amargura – la luz, partiendo de la oscuridad.
Cuando sale de la cueva por segunda vez, es justo vísperas de Shabat, entre la puesta de sol y la salida de las estrellas. En ese momento, Rabí Shimón encuentra un anciano que corre velozmente con dos ramas de mirto aromático. Ese es el momento y ese es el lugar en el que se encuentran el kodesh (lo santo) y lo secular, lo eterno y lo fugaz, lo espiritual y lo material. Es en ese momento cuando es notorio cómo la kdushá (santidad) del Shabat influye sobre el día secular - que es la preparación del kodesh - y cómo influye lo eterno sobre lo fugaz. El Shabat le otorga al anciano las fuerzas para correr a su encuentro, y lleva dos ramas de mirto en su mano: Una que insinúa “cuidarás el día de Shabat” (Dvarim 5:11) – cuida a lo santo de todo contacto contaminador con lo laico y la maldad. Y la otra rama, insinuando “recordarás el día de Shabat” (Shmot 20:7) – actúa dentro de la realidad actual, con toda su maldad e impureza, para hacernos llegar a “un día que todo él es Shabat y descanso, para toda la eternidad” (Birkat HaMazon de Shabat). Ambos aspectos son necesarios: El anhelo ideal - que no se doblega ante nada - y la capacidad de avanzar poco a poco, para plasmar ese anhelo en la compleja realidad, utilizando para ello todos los medios y oportunidades que se nos presentan, a través de la identificación de todos los destellos de luz que se encuentran diseminados en las profundidades de las tinieblas.
Eso es un poco del resplandor de Rabí Shimón Bar Iojai, que nos llega a través de los destellos de las llamas de la fogata de Lag VaOmer.

El pequeño vendrá a ser mil
Rav Shlomó Aviner

Hace muchos años le preguntaron los discípulos del Gaón (genio del estudio de la Torá) de Vilna a su Rav: ¿Cómo se puede traer la Gueulá (Redención) de Am Israel (el Pueblo de Israel)? Por supuesto, D’s puede traer la Gueulá de cualquier forma que desee, incluso a través de milagros, y no necesita de nuestros consejos. ¿Pero de qué forma podemos esforzarnos en hacer lo que podemos, lo que está a nuestro alcance? El Gaón pensó mucho, y dijo: Hay que traer a Eretz Israel (la Tierra de Israel) 600.000 judíos. Ese número decidirá (Kot HaTor 1:15, 6:1. Doresh LeTzion, edición nueva 217).
Ese número nos es sabido. Salimos de Egipto siendo 600.000, llegamos a la tierra 600.000, y nuestros sabios dicen que también en el futuro serán 600.000. El que ve 600.000 personas de Am Israel bendice una bendición especial: “Bendito sea… el sabio de los secretos”. Dijeron nuestros sabios que no hay una población sin ser 600.000: Pueblo, son 600.000. El Rav Kuk en su comentario a esa bendición escribe que cuando haya 600.000 judíos en la tierra, será la señal (Olat Reaya Alef 388). En efecto, en la Guerra de la Independencia había unos 600.000 judíos.
Pero en aquel entonces, en la época del Gaón de Vilna, parecía totalmente descabellado, imposible. Era posible hacer llegar 600, pero no 600.000. Y también eso era un sacrificio enorme, fue el sacrificio de la caravana de los discípulos del Gaón que llegaron a la tierra.
El Gaón dijo que la respuesta es “el secreto de 999”. Nosotros nos esforzaremos por entregar uno, y D’s completará a mil. “El pequeño vendrá a ser mil” (Ishaya 60:22). Es una mutua colaboración. No somos nosotros lo que hacemos todo. D’s hace, pero debemos comenzar, entregar nuestra pequeña parte. Es como una tarjeta de lotería, que cuesta un shekel y se recibe mil shkalim. Pero si nadie compra, no se puede ganar. Gracias a D’s ganamos el premio de la lotería. Fuimos merecedores del regreso a Tzion y la edificación de la tierra, la edificación del estado y del ejército, y el regreso de la Torá a Eretz Israel.
Todo eso no fue gratis, sino que invertimos mucho sacrificio, muchos judíos, religiosos y seculares, jaredim (ultraortodoxos) y sionistas, olim (nuevos inmigrantes) y colonos, luchadores y constructores. No fue gratis, pero recibimos mucho más de lo que invertimos. Un milagro. El milagro de los milagros. La pequeña vasija ardió mucho tiempo, por supuesto, la mano de D’s no es corta y podría haber ardido también sin vasija de aceite. Pero así fue Su voluntad, que el milagro se revele sobre nuestras obras. Como dice el Ta”z que la bendición Divina necesita de algún asidero (Shuljan Aruj, Orej Jaim 670). Su fuente es el “Zohar” en cuanto a la mujer que le lloró al profeta Elisha que no tiene lo qué comer en su casa. Le preguntó: ¿Quizás tienes algo? Y ella dijo: Una vasija de aceite. Su hijo le traía recipientes, y ella los llenaba de aceite, hasta que hubo mucho aceite.
Como hemos dicho, D’s puede también crearlo todo de la nada, pero es Su voluntad que también los milagros estén vinculados a algo natural, el pequeño vendrá a ser mil.
Así es en los últimos cien años. Nosotros nos sacrificamos, y D’s nos hace milagros. Hay un vínculo, una correlación entre el milagro y el sacrificio. Como dicen nuestros sabios que D’s trae la lluvia según el sacrificio – o en ese caso, el dinero (Brajot 20A). Así también cuando fue partido el Iam Suf en base al sacrificio de la entrada al mar. La persona supera su naturaleza y se sacrifica, y D’s cambia las reglas de la naturaleza.
Así es la yunta maravillosa desde el comienzo del regreso a Tzion. Por nuestra parte, acciones según nuestras posibilidades - y D’s nos trae grandes salvaciones, por encima de toda expectación.
Si el Gaón viviese hoy en día, y le preguntásemos: Enséñenos, ¿cuál es la solución de todos nuestros problemas, de nuestra aislación política, de los árabes por fuera y por dentro, y más y más…? Nos contestaría: No tengo un programa detallado a largo plazo, con expectativas de cada año. Sólo una cosa les puedo decir: Comiencen a marchar, y las cosas se acomodarán. Pero si no comenzaremos a marchar, por supuesto que nada se acomodará.
Esa marcha la aprendimos de nuestro patriarca Avraham. Esa fue su primera prueba, “márchate… a la tierra que te mostraré” (Bereshit 12:1) – sin saber exactamente a dónde debe ir, una prueba dentro de la prueba (Doresh LeTzion, pág. 258).
Tú inviertes un poco, D’s invierte mucho. Es una promesa general y no un contrato comercial. De lo contrario es como un negocio y no es un sacrificio. No siempre hay milagro, no siempre se tiene éxito en toda iniciativa. El secreto de 999 no es un negocio, sino que un asunto general. A veces se tiene éxito, a veces hay una derrota, como se acostumbra en este mundo – pero a fin de cuentas avanzamos.
El que observa el gran proceso histórico de estos días, día a día, hora a hora, puede confundirse y enloquecerse: Un momento de luz, y luego un momento de obscuridad. En las noticias de las 16:00 alegre, en las noticias de las 17:00 triste. Se necesita proporciones, se necesita perspectiva, hay que ver los acontecimientos en toda su magnitud: Un año, diez años, cien años. Cuando miramos todo junto vemos el secreto de 999, el pequeño vino a ser mil. Si nuestras bocas estuviesen plenas de alabanzas como el mar, no alcanzamos a agradecer. Lamentablemente hay personas que confunden entre fe y superficialísimo. Ellos piensan que en el 5 de Iyar 5708 todos los problemas fueron resueltos, y por ello toda dificultad los defrauda, y van cayendo de defraudación en defraudación. Pero nadie prometió que en el camino de la Gueulá no habrá complicaciones y que las rosas no tendrán espinas. Así es en el mundo, todo tiene un precio. Si compraste algo caro, no llores por el dinero que debes pagar. ¿Cuándo debes llorar? Si te han robado. En el Holocausto fueron asesinados en forma espantosa 6 millones de nuestros hermanos, eso realmente es una razón para llorar.
De momento que comenzó la Gueulá sabemos que hay un precio, pero a cambio de ese precio recibimos mil veces tanto. Milagros. Es increíble. Nuestra tierra. Nuestro estado. Nuestro ejército. Nuestra libertad. La Torá regresa a nuestra tierra y la Gueulá plena en camino.
Vigoricémonos y nos fortaleceremos.

Meorot HaShabat

El cometido de esta sección es familiarizar a los lectores con las pautas básicas del Shabat. Cada uno debe aconsejarse con la autoridad rabínica en su comunidad en cuanto a los detalles de las numerosas y a veces complejas halajot del Shabat, y no limitarse a lo escrito en esta sección.
Quitado del alma
Animales que se reproducen

La prohibición de matar animales en Shabat es aprendida del degollado de los carneros teñidos de rojo para el Mishkan (Tabernáculo), como fue aclarado. De ello entendemos que todo animal que se reproduce – es decir, su especie se perpetua a través del apareado y nacimiento de retoños - está prohibido según la Torá matarlos en Shabat[1].
La pulga es un tipo de animal que no se multiplica de esa forma, sino que a nuestros ojos parece como si naciese del polvo. Y de todas formas está prohibido matarla en Shabat según la Torá, porque todo lo que nace del polvo es considerado igual a los animales que se reproducen, porque en un principio los animales fueron creados del polvo, como dice el versículo “que la tierra haga salir seres vivientes según su especie”[2].
También criaturas que parecen nacer de los desperdicios o los frutos rancios[3], y también gusanos que parecen nacer en la carne putrefacta, está prohibido matarlos en Shabat. Y a pesar de que según la Torá escrita no está prohibido, porque no se reproducen, de todas formas está prohibido matarlos por nuestros sabios[4].

Piojos
En la Gmará aclaran que está permitido matar piojos en Shabat. La razón es que no se reproducen, sino que parecen nacer del sudor, y por lo tanto no es considerada una criatura viviente como las demás, y su matado está totalmente permitido[5] [véase acotación[6]]. E incluso según nuestros sabios no está prohibido matarlos, porque hacen sufrir a la persona y le dan asco[7].


[1](Shuljan Aruj, Orej Jaim 317. Mishná Brurá inciso 38). Y véase Biur Halajá (comienza leorga) que todo animal que se multiplica depositando huevos es definido como que se reproduce.
[2](Allí, Mishná Brurá).
[3]Pero gusanos que parecen nacer en las frutas cuando todavía están en el árbol, son considerados animales rastreros a todos los efectos, y está prohibido según la Torá escrita matarlos (allí, Mishná Brurá inciso 41. Kaf HaJaim inciso 74).
[4](Allí, Mishná Brurá inciso 41. Kaf HaJaim inciso 78 citando a Lejem Mishné, véase allí).
Y véase Biur Halajá (al final, comienza leorga) que el eximido de la Torá tratándose de gusanos que parecen nacer en las frutas que no están en el árbol es sólo de gusanos que aparecieron luego que el fruto se descompuso, pero los gusanos que aparecen antes, está prohibido matarlos según la Torá escrita.

[5](Allí, inciso 9. Mishná Brurá inciso 38).
[6]Véase Pajad Itzjak (de Rabi Itzjak Lamproneti, cazado prohibido) que habla en cuanto a los piojos de nuestros días, que es seguro que depositan huevos. Y en el libro Torat HaShabat (Rabí Iaacov apodado Iakev Vilel, 317 inciso 17) que escribió que está prohibido matar los piojos de la cabeza, porque según los investigadores también se reproducen.
Y en el libro Mijtav MeEliahu (cuarta parte, pág. 355 acotación 4) escribió que se debe permitir matar los piojos de nuestros días, porque a pesar que la razón no es de acuerdo a lo que sabemos hoy en día según los estudios de los investigadores de la naturaleza de las últimas generaciones, de todas formas en ese tema y en todo lo similar la halajá no cambia, a pesar que a primera vista no comprendemos la razón, pero debemos continuar determinando como lo hicieron las generaciones anteriores, ya sea para ser menos estrictos como para ser más estrictos, porque nos fue entregada por tradición de todas las generaciones. Y así también determinó el Jazon Ish.

[7](Allí, Biur Halajá al final, comienza mutar). Por ello, a pesar de que nuestros sabios prohibieron matar gusanos que parecen nacer en los desperdicios o frutos descompuestos, tratándose de piojos no lo prohibieron.

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