Alumbrar

basado en materiales de Majón Meir

Parashat HaAzinu     8 de Tishrei 5781     Shabat Shuva     1277 

Volver a sí mismo
Rav Ziv Rave
(reimpresión)

“Porque este mandamiento que Yo te encomiendo hoy no está encubierto de ti ni es lejano. No está en el cielo para que pudieras decir: ¿Quién ascenderá por nosotros al cielo y lo tomará para nosotros, para que lo escuchemos y lo hagamos? Ni está allende el mar para que pudieras decir: ¿Quién atravesará por nosotros al otro lado del mar y lo tomará para nosotros, para que lo escuchemos y lo hagamos? Sino que está muy cercano a ti, en tu boca y en tu corazón, para llevarlo a cabo” (Dvarim 30:11-144).
El Ramba”n explicó que esa sección habla de la mitzva de la Tshuvá (arrepentimiento sincero). Y nos extrañamos: ¿Acaso hacer Tshuvá es algo “muy cercano”? Muchas personas se encuentran presas de su mal instinto, y les será muy difícil liberarse de ello. Y también entre los que marchan por los senderos de D’s, que también para ellos existe la mitzva de la Tshuvá, ¿acaso les es fácil cambiar sus virtudes y sus acciones, llegar a una Torá de vida que se aparta de toda nimiedad? ¡Si consideramos la complejidad de la personalidad, realmente se puede decir que a veces la Tshuvá parce estar en el cielo, más allá del mar, muy lejana!
Pero también en los escritos del Rav Kuk figura ese principio básico, que “las principales caídas llegan porque la persona no cree cuán fácil es la Tshuvá” (Orot HaTshuvá 14:4). Y “cuando se llega al arrepentimiento, hay que saber que no hay nada que lo evite” (Orot HaTshuvá 14:3). ¿Cuál es entonces la razón por la cual la Tshuvá se ve como si fuese tan difícil?
La razón más básica es que la persona se olvida que su alma es Divina. Puede que lo diga con su boca, pero en su corazón no tiene fe en sí mismo, en su kdushá (santidad) interna, en su Divinidad. “La pequeñez de la fe y el alejamiento de la persona de la elevada kdushá llegan porque la persona no es capaz de elevar su autoestima, hasta que se asiente firmemente en su corazón la elevada convicción que la grandeza Divina le es afín”. Un judío que no es consciente de la grandeza de su nivel, su vida no es capaz de expresar esa grandeza, y su alma queda como una “princesa” ofendida, esclavizada por los dictados del cuerpo, su esposo. Si solo tendrá fe en su naturaleza Divina, se aunarán sus muchas aptitudes para revelar su esencia espiritual, y podrá elevarse a sí mismo.
Ese entendimiento es la clave para la facilidad de la Tshuvá por amor. Aquí se encuentra enterrado el secreto del enderezamiento de la personalidad según la pureza del alma, en base a la identificación interna que emana del reconocimiento de la anatomía Divina del “Yo”. De esa forma se hace “muy cercano a ti, en tu boca y en tu corazón, para llevarlo a cabo”. En la Tshuvá no se anda distancias lejanas, “no está encubierto de ti ni es lejano. No está en el cielo…”, sino que un corto paso de dejado de lo superficial y fidelidad en dirección a la naturaleza interna, colmada de una riqueza infinita. Esa es la raíz del vigor de la voluntad, del añadido y difusión del bien, de la vida plena de significado, de la elevación continua, de la renovación y del florecimiento espiritual, y también es la raíz de la victoria en la lucha contra el mal instinto. “Si te atacó ese bastardo, arrástralo al Beit HaMidrash (centro del estudio de la Torá)” (Kohelet Rabah 6), a la Torá de vida, que dirige a la persona cómo descubrir lo Divino que se encuentra dentro de ella.
La vida superficial genera un borroneado de la conciencia, y además “el mal instinto de la persona se renueva cada día” (Kidushin 30B), pero todo eso no puede decidir la batalla sino que cuando la persona se olvida de sí mismo. “Cuando se olvida la esencia del alma, cuando se distrae de mirar en lo interno de la vida interna de sí mismo, todo se hace confuso y dudoso. Y la principal Tshuvá, que alumbra enseguida las sombras, es que la persona vuelva a sí misma, a la raíz de su alma, y enseguida volverá a D’s, al alma de todas las almas, y marchará y andará más y más alto, con kdushá y pureza” (Orot HaTshuvá 15:10).
En efecto, a veces la persona cae en pensamientos como si ya no pudiese arrepentirse de sus acciones, liberarse de las malas virtudes con las que se tropieza y que “su pecado es demasiado grande” – pero la verdad es justamente lo contrario. Toda la creación espera y anhela que vuelva, desde el lugar donde se encuentra, donde esté. No encontrará obstáculos en su camino sino que una gran ayuda y una puerta abierta. “El que viene a purificarse, lo ayudan”. La Tshuvá está preparada y cercana, saltea todos los obstáculos e impedimentos y llega hasta el Trono del Honor. Incluso un pensamiento de Tshuvá tiene su acción, y toda la existencia está lista a recibir también un pequeño paso de la persona en dirección de su esencia. El pecado se ve amenazante mientras no se ha hecho la aclaración que él pertenece sólo al aspecto superficial del ser. La persona se lavará sus manos sucias, se arrepentirá, confesará su pecado, decidirá cambiar, pedirá perdón de su compañero si es necesario, y con eso alcanza para limpiarse. “Y la persona que se arrepiente no debe pensar que ella se encuentra alejada del nivel de los tzadikim (justos) por sus pecados e iniquidades que hizo, no es así, sino que es amado y agradable frente al Creador, como si nunca hubiese pecado” (Ramba”m, Hiljot Tshuvá 7:4).

La Tshuvá no es patrimonio sólo del individuo particular, sino que un movimiento de toda la existencia. Todos los sistemas de la existencia retornan a su raíz Divina, luego de haberse alejado. Como la persona particular, la Tshuvá nacional también ella depende del reconocimiento de la identidad Divina de la nación. “Que nos eligió de entre todos los pueblos, y nos entregó Su Torá”. “El acercado a D’s en el plano nacional necesita de una gran fe del orgullo nacional en un nivel tan alto, hasta que se asiente en su corazón la elevada idea que la revelación Divina le es afín” (Orot Israel 6:8).
“Sólo en la gran verdad del regreso a sí mismo, se arrepentirán la persona y el pueblo, el mundo y todos los mundos, toda la existencia, y volverán a Su creador, al resplandor de la vida. Y ese es el secreto del resplandor del Meshiaj (Redentor), la revelación del alma del mundo, que cuando alumbrará volverá el mundo a la raíz de la existencia, y el resplandor Divino se revelará sobre ella” (Orot HaTshuvá 15:10). 

Los cuatro perjuicios capitales
Rav Shlomó Aviner

Por supuesto que nos alegramos del modernismo en el sentido del avance científico y tecnológico, que trae mucha bendición al género humano. Por supuesto, a condición de que la ciencia sea guiada por lo que se encuentra por encima de la ciencia, es decir, la moral. Por el contrario, el hombre bárbaro que posee medios tecnológicos desarrollados puede llegar a producir más daño que si viviese una vida sencilla, lo que es llamado el peligro de la civilización tecno – bárbara.
Lamentablemente no podemos decir lo mismo respecto a las corrientes filosóficas morales que el modernismo trajo con él. Escuché de un talmid jajam (erudito del estudio de la Torá) que hay allí cuatro tipos de llagas, pero están cubiertas con un lenguaje hermoso y sofisticado, lo que esconde su villanía, lo que es llamado “newspeak”. Y ellos se continúan de cuatro culturas mundiales que intentaron devorar a Am Israel (el Pueblo de Israel) y su resplandor moral: Babilonia, Persia, Grecia y Roma. Y ellos son: Homosexualidad, arruinado del globo terráqueo, borroneado de las identidades y abortos artificiales.
1. Homosexualidad: Por supuesto, no juzgamos ninguna persona en particular, puede que sea una persona muy valiosa, y todos tenemos derrotas. El problema es la ideología. El problema es que se transformó en un estandarte. Es la cultura de Babilonia, que colocó a la persona en lugar del dios. Él se encuentra por encima de la naturaleza, por encima del dios, él mismo es un dios, y por ello él se define a sí mismo. Y de momento que es inteligente, logra confundir con la ayuda de palabras, y el que intenta hablar en contra, le tapan la boca y le adhieren apodos despectivos. Esa ideología dice: Lo principal en la vida es el placer. La esencia de la persona es el placer. Y él organiza la verdad según sus deseos y bajos instintos. No hay esencia, no hay verdad, no hay responsabilidad, no hay amor que es entregar vida a niños, no hay respeto a la diferenciación entre hombre y mujer. El hombre autónomo.
2. Economía que arruina al mundo: La carrera económica es el corazón de toda concepción política. Todo en la vida debe ser rentable. Y para aumentar las ganancias se arruina al mundo, se contamina la naturaleza, el suelo, el mar y el aire. Ya hay en el océano una isla gigante de plástico. El apetito económico es apuntalado por la propaganda que enaltece el consumo. El Internet ahoga a la persona en dirección a una vida de trabajo y divertimento, como gritó la muchedumbre en la antigua Roma: Panem et circenses – pan y divertimento. Esa es la cultura materialista de Persia, donde el rey hizo un banquete de 180 días.
3. Borroneo de identidades: Grecia nos enseñó que todo es universal. Dos mas dos es cuatro, para todos en igualdad. No hay un pueblo u otro, eso es limitante. No hay matices. Hay achatado. El pan -americanismo del Internet convierte a todo en un pueblo global. El que intenta hablar de singularidad nacional, enseguida le tapan la boca culpándolo de racismo. No se valora cada persona de cada pueblo. No hay respeto por la esencia del hombre. No hay esencia. No hay esencialismo porque esencialismo dice que hay un Creador del mundo, y eso implica responsabilidad.
4. Abortos artificiales: Que es asesinato en palabras lavadas. Es la cultura de Roma, es el occidente, que vertió ríos de sangre, más que cualquier otro en el género humano. Es Esav, “vivirás a filo de espada”. Y nuevamente, no estamos hablando de alguna persona en particular, que puede ser que en condiciones determinadas el aborto sea justificado o incluso recomendado – como peligro para el feto, o para la madre, físico o anímico, o un embarazo a consecuencia de violación o similar. El problema es la idea, la legalización del asesinato con un disfraz falso de derecho de la mujer a su cuerpo. Por supuesto que tiene ese derecho, pero en estos momentos ella hospeda dentro suyo otra pequeña persona, que tiene boca y ojos, manos y pies, pensamiento y sentimientos. Ahora el asesinato sistemático de un ser humano vivo se hizo banal, sin preguntarnos a nosotros mismos si acaso el prójimo existe, si acaso tiene derecho a existir. O quizás es sólo un objeto, que limita a la mujer, y es sacrificado sobre el altar de la comodidad y las necesidades corrientes. Pobre de nosotros de esa terrible violencia para con una pequeña persona que no puede protegerse.
Y nosotros, desde que nos constituimos en pueblo, enseñamos y cumplimos nosotros mismos con el respeto por la persona, por la mujer, por el pueblo, por el mundo. Y finalmente la verdad triunfará.

Meorot HaShabat
 
El cometido de esta sección es familiarizar a los lectores con las pautas básicas del Shabat. Cada uno debe aconsejarse con la autoridad rabínica en su comunidad en cuanto a los detalles de las numerosas y a veces complejas halajot del Shabat, y no limitarse a lo escrito en esta sección.

Melaben
Sacudido de una prenda de la lluvia

Una prenda nueva que se mojó con la lluvia, o se cayó en el agua, está prohibido sacudirla en Shabat para quitarle el agua sobre ella. Y respecto a ello no hay diferencia si se trata de una prenda negra o de otro color, porque de momento que se humedeció mucho, el agua daña la prenda y la hace acortarse, y tratándose de una prenda nueva las personas acostumbran a fijarse y quitarle enseguida la humedad de ella [también cuando es de otros colores], y está prohibido sacudir la prenda por la prohibición de escurrido[1].
Una prenda que no es nueva y se mojó con la lluvia, a pesar de que no se acostumbra a sacudirla de la lluvia, de todas formas cuando la sacude hay que tener cuidado que no la sacuda con fuerza de forma que el sacudido escurra el agua absorbido por ella[2].

Sacudido de plumas o nieve
Suciedad que no fue absorbida por la prenda sino que sólo se encuentra sobre ella, la acción de su quitado no es semejante al lavado en absoluto[3].
Por lo tanto, una prenda sobre la que cayeron plumas o trozos pequeños de papel está permitido quitarlos, incluso si se trata de una prenda nueva y negra, que se fija de no vestirla sin antes quitar la suciedad de ella. Porque de momento que las plumas o los trozos de papel no están metidos dentro de la prenda y sólo sobre ella, no hay ninguna prohibición[4].
Así también el que anda bajo la nieve y cayeron sobre él copos de nieve, está permitido quitarlos de la prenda sacudiéndolos, enseguida después que cayeron sobre ella [antes que comiencen a disolverse]. Pero debe cuidarse de sacudirlos con poca fuerza, para que también si la nieve comenzó a disolverse un poco y fue absorbida por la prenda sin que se percate de ello, cuando la sacuda quite sólo la nieve sobre ella[5].
No debe utilizar un cepillo para quitar las plumas o los copos de nieve, sino que los quitará con su mano[6].


[1](Shuljan Aruj, Orej Jaim 302. Mishná Brurá inciso 3. Ben Ish Jai, segundo año, Vaieji inciso 7. Kaf HaJaim inciso 5). Porque de momento que se fija que la prenda esté limpia, es inevitable, y seguramente sacudiéndola la exprimirá (Shuljan Aruj HaRav, allí, inciso 2).
[2](Allí, Mishná Brurá inciso 4. Kaf HaJaim inciso 6). Pero cuando no la sacude con fuerza, está permitido. Y a pesar de que cuando la sacude se exprimirá, no es su intención y está permitido. Y hay quien lo prohíbe, incluso tratándose de una prenda que no es nueva, y es bueno tomar en cuenta esa opinión (Shuljan Aruj HaRav, allí).
[3](Allí, inciso 1. Ram”a y Mishná Brurá inciso 7).
[4](Allí, Ram”a citando Or Zarua. Mishná Brurá allí).
Y véase Shaar HaTziun (inciso 9) que incluso Maguen Avraham citó al Sefer HaZijronot que temió que está prohibido, de todas formas determinó como Mishná Brurá que está permitido, porque en Biur HaGr”a coincide con el Ram”a y lo permite. Y trajo una demostración del Ierushalmi, que también la opinión de Rashi es así. Y en Ben Ish Jai (segundo año, Vaieji, inciso 8) escribió que es bueno cuidarse de no quitar ninguna pluma de una prenda negra ni nada que se cuelgue de esa prenda – fue citado por Kaf HaJaim (allí, inciso 11).

[5](Allí, Biur Halajá comienza min hatal shealea).
[6](Allí, Biur Halajá, comienza aien lekaman seif 337).

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