Alumbrar
basado en materiales de Majón Meir
“Toda
la congregación, todos ellos son santos”
Rav
Iair Frank (reimpresión)
El argumento de Koraj
– “toda la
congregación, todos ellos son santos” (Bamidvar 16:3) – tiene
algo de cierto, y
esconde una idea muy profunda. Justamente por ello debemos aclarar ese
punto a
fondo, para poder discernir entre lo puro que hay en esa idea y lo
impuro que
la acompaña.
Esa tarea es importante sobre todo en esta
generación, cuando la singularidad y la importancia de cada
individuo son muy
recalcadas. La sensación interna de la persona es que debe
desarrollar y
expresar su propia “letra” de
Si releemos las Parshiot de
Respecto a la congregación de Koraj – esas
250 personas con sus incensarios –
En el caso de Koraj, él era motivado por un
gran orgullo y el deseo de gobernar y ser honorado. El argumento de la
igualdad
era sólo una artimaña, para hacerse valer y desafiar a
Moshé y Aharon. Un
orgullo en cuyo origen se encuentra la anulación del
prójimo y la arrogancia, “todo
el que descalifica, ve su propio defecto”. Pero los que ofrecieron el
incienso,
en el origen de sus acciones se encontraba el deseo de vincularse con
D’s
auténticamente. Y en efecto, el Ramba”n y el Rav Even Ezra
escriben que esas personas
eran primogénitos, que anteriormente eran los que
deberían rendir culto en el Mishkan
(Tabernáculo), y fueron reemplazados por los Leviitas
después del Pecado del
Becerro de Oro. Su argumento era muy sencillo: Toda persona, toda
familia, se
merece rendirle culto a D’s, y no solamente una tribu o una familia
elegida. ¿Cuál
fue el origen de su equivocación?
En efecto, cada uno tiene una
vinculación singular única con la kdushá,
y desde ese punto de vista
deberían ser todos iguales – ya que cada uno es importante y
único. Pero
desde el principio de la creación – y sobre todo
después del Pecado del
Primer Hombre y el Pecado del Becerro de Oro – hay en el mundo
niveles
distintos. Hay quien es como la “cabeza”, hay quien es como el
“corazón”, y
hay quien es “mano” o “pie”. Cada uno es importante, como parte de la
plenitud
humana. Pero cada uno tiene que saber cuál es su lugar, y debe
reconocer la necesidad
de recibir de los demás y ser partícipe de los
demás miembros de ese “cuerpo” –
ya que también ellos tienen un papel. Y sobre todo, debe ser
capaz de recibir y
anularse frente a las grandes almas genéricas, que entregan la
vida a toda la
plenitud humana.
Es más, la persona debe discernir entre su
potencial y su nivel en la práctica. A veces la persona siente
que se esconde
en él algo especial, pero debe saber que eso todavía se
encuentra oculto y en
pequeño, está cubierto por muchas cáscaras y
deberá esforzarse y desarrollarse
antes que pueda salir a flote. En su camino a esa meta, deberá
ayudarse y
recibir de otras almas. Muchas veces el orgullo es producto del
potencial de
algún talento bueno y adecuado, pero la persona todavía
no supo sacarlo a flote
y por ello él llena el vacío con la impureza del orgullo.
Quiere encontrar su
lugar anulando a los demás. En contraste, la persona que
logró plasmar en la
práctica su talento ya no necesita del orgullo en absoluto, y se
puede encontrar
en él la sencillez de la humildad.
Esa diferenciación está ligada a un punto
más profundo aún: ¿Acaso la persona busca
realmente la vinculación con D’s y el
corregimiento del mundo, y por ello desea descubrir su alma? ¿O
en realidad lo
importante para él es descubrirse a sí mismo? En el
segundo caso, si bien no se
trata precisamente de orgullo, no se trata tampoco de una pureza de
corazón
auténtica. El que realmente busca la vinculación con D’s,
y realmente le
interesa la corrección del mundo, se alegra con la
elevación de todas las
criaturas y está dispuesto a escuchar y recibir de todo el que
busca a D’s. Y
sobre todo de los talmidei jajamim (eruditos del estudio de
Esos talmidei jajamim auténticos no
buscan en absoluto el señoreo ni el honor, sólo entregar
fuerzas y vida a cada
uno para que logre revelar lo que se esconde en su corazón, y de
esa forma
edificar a toda
“... Este será el pacto que haré con
El
Plan del Siglo – un crimen nacional
Rav
Shlomó Aviner
Pregunta:
¿Acaso el nuevo plan del
que se
habla, según el cual seccionarán nuestra tierra, es bueno?
Respuesta:
¡Hay de la pregunta! Ella
demuestra
que el pueblo está confundido. También la galut (el
exilio) atontó
totalmente nuestra salud nacional. Hay de la pregunta, y más aun
de la
respuesta positiva de parte de nuestros hermanos.
Y hay
cuatro razones, como la conocida división de todo lo que tiene
que ser analizado
en cuatro aspectos, que todas ellas son ciertas: Divina, moral,
religiosa y
nacional.
Comenzaremos
esta vez con el aspecto nacional. Un pueblo que está dispuesto a
entregar de su
tierra a un pueblo ajeno es un crimen nacional. Un pueblo y su tierra
son una misma
esencia única. El que divide parte de la tierra, es como si
cortase parte del
pueblo.
Quizás
ustedes digan: Si es así, ¿cómo subsistimos en la galut
sin una tierra? Subsistimos
en base al recuerdo del pasado. Es como una persona que no puede vivir
sin oxígeno.
Y cuando se zambulle en agua profunda, a pesar de ello logra subsistir,
gracias
al oxigeno que aspiró antes – hasta que se le termine. El
oxígeno de Am
Israel (el Pueblo de Israel) en la galut se terminó,
y sufrimos un Holocausto
espantoso, y después sufrimos otro holocausto espiritual
espantoso de
casamientos mixtos. El consentimiento de edificar un estado
árabe en el 70% de Iehudá
y Shomrón (Judea y Samaria) no tiene par en toda la
historia mundial.
Una
excepción fue lo que ocurrió en la Segunda Guerra
Mundial, cuando los franceses
se rindieron frente a los alemanes porque no tuvieron más
remedio, y firmaron
un acuerdo que el norte este bajo el poder del conquistador, y el sur
sea
considerado cierta autonomía francesa. Lamentablemente,
también del sur fueron
enviados judíos a los campamentos de exterminio. Después
de la guerra, todos
los que fueron partícipes de ese acuerdo traicionero fueron
juzgados. El mariscal Philippe
Pétain no fue condenado con la muerte por ser un héroe de
la Primera Guerra
Mundial, pero su ayudante Pierre Laval fue ejecutado por
traición. ¿Cuál era la
alternativa? Continuar luchando con todos los medios, como por ejemplo
lo hizo
el General Charles de Gaulle.
Por
supuesto, nuestra situación no es similar en absoluto, nadie
viene a conquistar
nuestra tierra. Lo intentaron tres veces y fracasaron, y ahora ni
siquiera
piensan en ello. Salvo Irán, que es el enemigo de turno que
intenta basar
fuerzas militares en Siria, y no lo logra, porque de vez en cuando los
bombardeamos
con nuestra fuerza aérea. Pero si hubiese una situación
en la que el enemigo
conquistase nuestra tierra, D’s no lo permita, la solución no
sería renuncias
sino que sacrificio en la lucha.
Otra excepción
fue Checoslovaquia, cuando Hitler exigió con vigor que las zonas
fronterizas de
los Sudetes sean anexadas a Alemania, porque vivían en ellas
cientos de miles
de alemanes. Y si no consentirán, amenazó con la guerra.
Y si consentirán,
prometió paz eterna en Europa. Inglaterra y Francia temieron de
una guerra
similar a la Primera Guerra Mundial, que fue la más terrible
hasta ese momento
en el mundo, y por ello presionaron mucho a Checoslovaquia, que
terminó
rindiéndose. Pero después de algunos meses Hitler
conquistó todo el país, y
continuó conquistando, y todos sabemos cuál fue el
terrible precio de esa
política pacifista equivocada. Pero por supuesto, no es similar
en absoluto a la
situación en nuestra tierra.
Como
hemos dicho, un pueblo que sacrifica parte de su tierra es como si se
sacrificase a sí mismo, y su destino es perecer. Hace 150
años el historiador y
pensador francés secular Ernest Renan, escribió en su
libro “¿Qué es una
nación?” que no es la lengua, la religión o la raza los
que aúnan un pueblo,
sino que dos cosas: El recuerdo del pasado, que todos forjaron con
fuerzas
conjuntas. Y el deseo de continuar ese pasado y fortalecerlo. No
alcanza con un
museo nostálgico del pasado, sino que se lo debe continuar en el
futuro. Eso es
lo que apuntala la nación, y por mérito de ello
edificamos el Estado de Israel
y luchamos nuestra guerra de independencia.
Quizás
ustedes digan: ¿Acaso no es necesario recibir el reconocimiento
de los
americanos en cuanto al Valle del Jordán y otros lugares? No. No
necesitamos su
reconocimiento. Eretz Israel (la Tierra de Israel) es nuestra,
sin
necesidad de reconocimientos. ¡¿Acaso los americanos no
leyeron el Tana”j
(La Biblia), e incluso los musulmanes no leyeron el Corán?!
De todas
formas, alcanza con que nosotros mismos lo reconozcamos, y entonces
también los
demás pueblos del mundo consentirán. Ocurrió una
vez que presionaron a la
Primer Ministro Golda Meir para que renuncie – ya que las presiones
para que
renunciemos se repiten todos los años, la misma señora
con otro vestido. De
momento que se negó, los americanos amenazaron que si así
es, no nos
abastecerán más de armas. Contestó:
¡Viviremos y veremos! En una clase que
impartí a mujeres, mencioné eso y dije: “¡Eso es un
hombre!”. Las mujeres me
corrigieron: “¡Eso es una mujer!”. Por supuesto, ellas tienen
razón.
Y hay
otras almas débiles que proponen una jugarreta política:
Nos haremos los que
aceptamos, y después que declaremos la soberanía, de
momento que los árabes
seguramente no cumplirán su obligación de desarmar el
movimiento Hamas, cesar
de pagarles a las familias de los terroristas y reconocer el Estado de
Israel,
no tendremos que edificar un estado palestino. Es más, se
necesita una
inversión de 50 millares de dólares, que no son los
americanos los que deben aportarlos,
sino que donaciones de los países árabes, y tampoco eso
se ve en el horizonte.
Esa
proposición no toma en cuenta que los árabes están
muy acostumbrados a mentir.
Todos los acuerdos que firmamos con los palestinos ellos no los
cumplieron. Por
supuesto, ellos se basan en el antecedente de Muhammad en la batalla de
la
ciudad Medina, que está permitido y es una obligación
religiosa para apoderarse
de toda nuestra tierra.
Pero no
es ese el problema central, sino que firmar un acuerdo en el que
entregamos
parte de nuestra tierra para que se edifique en ella un país
ajeno. Eso en sí
es una desgracia nacional, como mencionamos citando a Renan. Nuestra
tierra no
es una mercadería, sino que parte de nuestra vida, y para ello
se necesita
vigor nacional, y no complejo de felpudo. Y sobre todo cuando nosotros
nos
fortalecemos en el plano económico, militar, político e
internacional, de año
en año. Y como es sabido, todos los países árabes
menosprecian a los
palestinos, salvo Irán.
Si hubiésemos
sido tan felpudos en el pasado, el estado no hubiese nacido, y no
habríamos luchado
la Guerra de la Independencia, que en su momento fue una guerra de
subsistencia
muy peligrosa.
En
resumen, aparte de que se trata de un negocio que no es rentable, es
también un
negocio de crimen, porque no se comercia con la tierra.
¡Qué extraño
es que personas buenas y rectas no lo entienden! En efecto, una gran
confusión
producto de la larga galut.
Nos
fortaleceremos y vigorizaremos.
Meorot
HaShabat
El cometido de esta sección es
familiarizar
a los lectores con las pautas básicas del Shabat. Cada
uno debe aconsejarse
con la autoridad rabínica en su comunidad en cuanto a los
detalles de las numerosas
y a veces complejas halajot del Shabat, y no limitarse
a lo escrito
en esta sección.
Melaben
Utensilios de madera
Tratándose de utensilios o muebles
de madera, no es relevante la prohibición de lavado, y
está permitido
limpiarlos en Shabat[1].
Por ejemplo, está permitido
volcar sobre ellos agua o remojarlos en agua para quitar alguna
suciedad. Una
mesa o un banco [sin acolchado] de madera o similar, está
permitido volcar
sobre ellos agua para quitarles alguna suciedad. Así
también si se les adhirió algún
resto de comida, está permitido volcar sobre ellos agua y
frotarlos con la mano
o con algún utensilio en el lugar de la suciedad para quitarla.
Lavado de utensilios
Así también cubiertos o
utensilios
de comida que están sucios, como boles, platos y similares,
está permitido remojarlos
en agua y lavarlos, e incluso está permitido frotarlos para
quitar la suciedad de
ellos[2].
También tratándose de esas cosas
respecto a las cuales no es relevante hablar de prohibición de
lavado, lo que
fue permitido en Shabat es sólo limpiarlas porque le son
necesarias en
ese Shabat. De lo contrario, no está permitido.
Esponja
Cuando se lava utensilios en Shabat
está prohibido utilizar una esponja, por la prohibición
de escurrido, ya que no
es posible evitar escurrir la esponja entre sus dedos cuando la sostiene[3].
Así también está prohibido
limpiar la mesa o un banco con un trapo húmedo, por la
prohibición de escurrido[4].
Secado de la mesa
Una mesa, banco o similar sobre los
que se volcó agua, si se quiere poner alguna prenda en donde
está mojado para
que absorba el agua, se debe utilizar sólo un trapo o prenda que
por lo general
no se lo seca después, y no le importa que quede mojado. Pero
una prenda que le
importa y se cuida que no quede empapada con agua, no se debe depositar
en el
lugar húmedo para absorber el agua, porque se teme que llegue a
escurrirla[5],
como será aclarado más adelante.
[1](Shuljan Aruj, Orej Jaim 302, Mishná
Brurá inciso
41).
[2](Shuljan Aruj, Orej Jaim 323 inciso 6 y 9.
Mishná
Brurá inciso 28).
[3](Véase Shuljan Aruj, Orej Jaim 320 inciso
17. Mishná
Brurá inciso 48. Kaf HaJaim inciso 91 y 93). Y véase Biur
Halajá (allí, comienza
sfog) en cuanto a una esponja seca que Elia Rabah y Tosefet Shabat se
inclinan
a ser más estrictos, porque nuestros sabios no diferenciaron. Y
el Biur Halajá no
determinó.
[4](Según lo anteriormente mencionado).
[5](Shuljan Aruj, Orej Jaim 302, Mishná
Brurá inciso
51 y 60).
Un mantel de tela que
está tendido sobre la mesa y se volcó sobre él
agua, no se debe utilizar un
cuchillo o similar para arrastrar el agua fuera de la mesa, porque se
teme que
de esa forma se escurra el mantel, incluso si no lo hace con fuerza.
También de
esa forma humedece partes secas del mantel, y se teme que está
lavando, según
la regla que su remojado es su lavado. Y si es muy necesario, si
arrastra el agua
con el cuchillo sin hacer fuerza, está permitido (320 inciso 18.
Biur Halajá
comienza tov).
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