Alumbrar

basado en materiales de Majón Meir

Parashat Bejukotai     27 de Iyar 5778     1168

El corazón de la nación
Rav Ioram Eliahu

Los jóvenes tienen aspiraciones de kodesh (santidad), desean el vínculo con D’s, también alguno que nos parece no tan vinculado, podremos verlo de vez en cuando en momentos especiales, de elevación, y ya hemos escrito varias veces que hay que alegrarse con esos momentos de ellos, fortalecer, abrazar, expresar nuestra valoración, también si no se trata de la forma en que nosotros estamos acostumbrados a rendirle culto a D’s.
Eso es notorio especialmente en relación a los lugares kdoshim (santos) y las tumbas de los tzadikim (justos). Muchos muchachos no están dispuestos a perderse una entrada a la tumba de Iosef, muchos de ellos fueron merecedores de estar en Meron en el festejo de Rabí Shimon Bar Iojai, y se adhirieron a las masas que rezaban y bailaban. Y hay quienes llegan más lejos, y viajan a Umán en Ucrania para sentir una vinculación a su Padre en el Cielo.
Pero tal parece que la actitud frente al lugar del kodesh y del Beit HaMikdash (El Templo), y los restos de él, el Kotel (Muro de los Lamentos) – que esta semana festejaremos 51 años de su liberación – no está clara, y a veces es incluso un poco despectiva.
Nuestro Rav, el Rav Tzvi Iehudá Kuk zt”l nos enseñó que ese lugar es como el corazón entre los miembros del cuerpo en cuanto a todos los otros lugares de nuestra tierra. Y así escribió, muchos años antes de la liberación del Kotel (y también muchos años antes de la conocida canción): “Hay corazones, y hay corazones. Hay corazones de hombres, y hay corazones de piedra. Hay piedras y piedras. Hay piedras sin vida, y hay piedras corazones”. Y continuó escribiendo “de la misma forma que Am Israel (el Pueblo de Israel) es el corazón de las naciones, el corazón del hombre, así también es la relación entre la tierra y el lugar del Beit HaMikdash en ella – el corazón del mundo, el corazón de Israel”. Y eso es, explica el Rav Tzvi Iehudá Kuk, porque la Shjina (manifestación de la Presencia Divina) nunca abandona el Kotel, y por ello el espíritu Divino siempre mora allí, “siempre sobrevuela sobre ellos y les da vida”.
Aprendemos de ello que la mejor y más selecta forma de ser merecedor de un vínculo cercano con D’s se encuentra muy cerca, el rezo en el Kotel, lectura de Tehilim (Salmos), todo lo que sea kadosh allí, en ese lugar, hace despertar olas y corrientes de kodesh del Kotel al que reza, y del que reza al Kotel. Así nos enseñó el Rav Tzvi Iehudá Kuk en una de sus charlas especiales que fueron dichas en la noche de Iom Ierushalaim (Día de la Liberación de Ierushalaim) en el Kotel. “Con cada encuentro con el Kotel, seguramente algo es innovado… nuestro vínculo con el Kotel, y del Kotel a nosotros… se eleva en el kodesh”. Y continuó diciendo que “corazón es centro, el centro de la vida, de allí sale y se disemina una corriente de vida a todos los miembros del cuerpo. Y así exactamente es con estas piedras… son el centro, el centro de nuestra vida, nuestra Casa de Vida…”.
Nuestra tarea es asimilar y vivir ese nivel, llegar a encuentros de recargado de la fuente, del corazón, los restos de nuestro Beit HaMikdash. Y enseñarles a nuestros hijos que la fuente de la kdushá de todos los otros lugares santos es aquí, en Ierushalaim reconstruida, en el Kotel. Y en base a ese vínculo de corazón, serán merecedores de recibir también kdushá auténtica de todos los otros lugares, a todo lo largo y ancho de nuestra tierra.

¿Cómo superar la crisis?
Rav Shlomó Aviner

Pregunta: Yo siento que soy un perdedor crónico, no soy la persona que quisiera ser. Soy un desgraciado. No me llevo bien con mi esposa, no disfruto de mi trabajo y ahora me despidieron, mi auto dejó de funcionar, y estoy enojado por la situación del país. Mi vida no tiene valor. ¿Hay en la Torá una solución para ello?
Respuesta: Para eso no se necesita Torá, alcanza con el entendimiento natural y la moral natural, lo que es llamado derej Eretz que antecedió a la Torá. Hay en el mundo una filosofía que ya hace dos mil años nos dirigió al respecto: La estoica, para proporcionarle felicidad a la persona, salvarse de la depresión y el temor, tomar resoluciones mejores y reaccionar en forma menos extremista frente a los problemas de la vida.
La estoica tiene cuatro principios:
1. El primer principio es que la meta de la vida debe ser querer ser una persona mejor, con mejores virtudes, buenas virtudes entre la persona y su prójimo y entre la persona y sí mismo, buenas virtudes de valor y valentía, de justicia para con el prójimo, de contención frente a los placeres de la vida, no tomar demasiado rápido ni demasiado poco, sino que en forma equilibrada. Y por supuesto, no es algo a lo que se puede llegar de un salto, sino que en forma gradual y con una labor diaria de elevación continua.
2. El segundo principio es la dicotomía de gobierno. Es decir, dividir las resoluciones de la vida en dos. Todo acontecimiento en la vida pertenece a una de estas dos categorías: Un acontecimiento que está bajo mi control, y un acontecimiento que está fuera de mi control. Lo que está bajo mi control, lo cambiaré para bien. Y lo que no está bajo mi control, lo aceptaré tal cual es, con paz interior. Por ejemplo, una resolución del gobierno no está bajo mi control, entonces la aceptaré tal cual es, con tranquilidad. O por ejemplo si el tiempo está terrible, no me quejaré ni temeré, porque no lo cambiará para nada. En resumen, todo problema de la vida tiene sólo dos soluciones: Si está bajo mi influencia, debo cambiar la situación. Y si no, no tengo de qué preocuparme ni lo que hacer al respecto. Antes por supuesto hay que saber distinguir entre esos dos tipos de problemas. Al principio no será fácil, pero en forma gradual se puede llegar a ello. Todos conocen el rezo de la tranquilidad: “Mi D’s, dame la tranquilidad para aceptar lo que no tengo fuerzas para cambiar, la valentía de cambiar lo que tengo fuerzas, y la sabiduría para distinguir entre ellos”. Lo formuló un cura de EE.UU. llamado
Reinhold Niebuhr, pero es muy afín con la estoica. Y ya escribió Rabí Shlomó Even Gvirol: “El principio del raciocinio, la diferenciación entre lo que puede ser y lo que no puede ser, y el consuelo por lo que no es parte de mi capacidad” (Mibjar Pninim 17).
3. El tercer principio, es que la forma en que percibimos los problemas es diferente de los problemas en sí. Una misma situación puede generar dos reacciones personales distintas en distintas personas, todo depende de qué actitud se toma frente a lo que ocurrió. Por ejemplo, el fracaso puede generar desmoralización o impulsar a mejorar. Si te despidieron del trabajo, tú puedes sentir que es el fin del mundo, quejarte a todos los que te rodean, culpar a tu jefe y al gobierno, y quedarte desocupado. O pensar que una persona sea despedida de su trabajo es algo que ocurre en el mundo, y no puedes cambiarlo, y por lo tanto enseguida ponerte a buscar otro trabajo, que seguramente encontrarás, porque el esfuerzo siempre tiene recompensa. Tú no puedes elegir siempre lo que te ocurrirá en la vida, pero siempre puedes elegir cuál será tu reacción.
4. El cuarto principio, es que la felicidad de la persona no depende de razones externas. Ese principio emana del anterior. De momento que yo elijo cómo reaccionar, siempre puedo ser feliz, no importa lo que pase. El filósofo estoico Epictetus dijo: “Enfermo, y a pesar de ello feliz. En peligro, y a pesar de ello feliz. Agonizando, y a pesar de ello feliz. En el exilio, y a pesar de ello feliz. Rechazado, y a pesar de ello feliz”. Y él estaba en una posición adecuada para hablar de la felicidad en condiciones extremas, porque era un esclavo de un amo cruel, que también le rompió la pierna y por ello rengueó toda su vida.

Tu felicidad depende sólo de ti, y para ello debes realizar una labor. Muchas veces la persona hace depender su felicidad de razones externas: Su esposa, su trabajo, su auto. Por ello, cuando hay dificultades, él cae presa de la depresión. No debe ser así, tu felicidad sólo depende de ti. Si decidirás ser feliz, lo serás.
Si quieres, lee “Meditaciones” de Marcus Aurelius, o “Discursos morales” de Epictetus o “Epístolas morales a Lucilium” de Seneca. Pero no es necesario, en nuestras fuentes hay cosas mucho mejores, como Mesilat Iesharim u Orjot Tzadikim.
Hay filósofos que escribieron en forma complicada y es difícil de entender qué dicen exactamente, y a veces hay dudas si realmente dijeron algo. Pero los estoicos hablaron en forma sencilla, comprensible, y práctica para la vida diaria.
Esa es la regla: Cesa de intentar todo el tiempo de cambiar el mundo externo, concéntrate en cambiar lo que tú puedes cambiar, que es tú mismo. Si una inundación amenaza tu casa – o la reforzarás, o pasa a vivir a otro lado. Pero la inundación no podrás detener.
No lloriquees todo el tiempo: Mi esposa no me comprende, mis padres se desentendieron de mí, el sustento no me alcanza, las personas no me toman en cuenta, el gobierno es un desastre nacional… Piensa qué puedes hacer tú para cambiar la situación. Siempre es más fácil apuntar con el dedo culpando a los demás, y exigir que ellos cambien. Aclara cuidadosamente qué depende de ti y qué no. Y lo que no depende de ti, no le des importancia, como si no existiese.
¿Las relaciones con tu esposa son duras? ¿Piensas divorciarte? Aprende a aceptarla tal cual es, y haz tú una labor para mejorar las relaciones con ella. ¡Cesa de pretender que ella cambie!
¿No ganas suficiente? ¡Consigue otro trabajo! O agrega otro trabajo al que tienes, o reduce tus gastos. ¿No te gusta tu trabajo? ¡Cambia de trabajo! O quédate donde estás y aprende a valorarlo sin quejarte.
Dicho sea de paso, no es lo mismo que el pensamiento positivo, que sostiene que todo está bien: Las relaciones con tu esposa son maravillosas, y no hay lo qué cambiar. El estoico dirá: Tengo problemas con mi esposa, ella es nerviosa y difícil, pero de momento que no tengo control sobre ello, veré qué puedo hacer yo para cambiar y mejorar nuestras relaciones. Él no se desentiende del problema, sino que lo enfrenta con valor y responsabilidad. Lo que depende de mí, lo haré. Y lo que no, lo aceptaré tal cual es.
Dicho sea de paso, hubo estoicos herejes, pero hubo también estoicos que creyeron en D’s, y pensaron que Él es el alma del mundo, y por lo tanto todo lo que ocurre depende de Él, y por ello seguramente que hay que ser feliz. Esa ya es una idea elevada, pero por supuesto de eso hay mucho más en nuestras fuentes, como Jovat HaLevavot, Shaar HaBitajon.                                                                    

Meorot HaShabat

El cometido de esta sección es familiarizar a los lectores con las pautas básicas del Shabat. Cada uno debe aconsejarse con la autoridad rabínica en su comunidad en cuanto a los detalles de las numerosas y a veces complejas halajot del Shabat, y no limitarse a lo escrito en esta sección.
La salida del Shabat
Es una mitzva instituida por nuestros sabios de recitar la bendición de la Habdala sobre la copa de vino[1]. Nuestros sabios enaltecieron esa mitzva y dijeron que el que recita la Habdala sobre la copa de vino, o escucha al que así hace para cumplir con su obligación, D’s lo llama “kadosh” (santo) y lo hace un tesoro, como dice el versículo “y me seréis un tesoro de entre todos los pueblos”, y “os diferenciaré de entre los pueblos”[2].
El vino antecede a las demás bebidas para ese efecto. Pero si no tiene vino, puede hacer Habdala
sobre alguna otra bebida que sea considerada Jamar Medina (bebida importante, que se toma para gozar de su gusto, y no sólo para saciar la sed)[3].
Una bebida es definida como Jamar Medina cuando la mayoría de las personas en ese lugar acostumbran a beberla, y es considerada una bebida importante[4]. Eso depende del lugar, y se debe preguntar un talmid jajam (erudito del estudio de la Torá) respecto a cada bebida.
No se debe hacer Habdala con agua. E incluso en los lugares donde beben por mayoría agua, de todas formas no es considerada una bebida importante, y no es Jamar Medina. Por ello, si no tiene ninguna bebida aparte del agua, no debe hacer Habdala
sobre ella[5].


[1](Ramba”m, Hiljot Shabat 29:6).
[2](Tur, Orej Jaim 296. Mishná Brurá inciso 8, Kaf HaJaim inciso 2).
[3](Allí, inciso 2).
[4](Véase 272, Mishná Brurá inciso 24 25. Biur Halajá allí, comienza shemekadshin. Kaf HaJaim inciso 46 49. 296, Mishná Brurá inciso 9 10, Kaf HaJaim inciso 23A).
[5](296 inciso 2, Mishná Brurá inciso 10). E incluso si mezclaron en el agua limón o jugo de frutas concentrado para darle gusto, esa bebida no es considerada importante, y no se puede hacer Habdala con ella (Aruj HaShuljan inciso 13).
Y véase en Aruj HaShuljan allí y Minjat Shabat 96 inciso 9 lo que escribieron en cuanto al café o el té.

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