Alumbrar
basado en materiales de Majón Meir
Rav Jagai
Londin
Este Shabat comenzamos a leer el
libro “Vaikra” (Levítico) que habla en su gran
mayoría de las leyes de
los Korbanot (sacrificios). Para la mayoría de nosotros
todo el concepto
de “sacrificio” nos parece ajeno e incluso un poco detestable: Tomar un
animal,
degollarlo, ver la sangre que se vuelca… ¿de esa forma se acerca
a D’s? ¿Dónde está
la delicadeza? ¿La espiritualidad? ¿Qué es esa
costumbre pagana?
La contemplación religiosa de nuestros
días, que rehúye de situaciones de ese tipo, es por
supuesto una concepción
delicada y más refinada que la concepción
idólatra, pero también ella es falta.
Es una posición cuya actitud frente al culto a D’s es
estéril, falta de vida.
Es una contemplación académica, fría. No se siente
la necesidad del vínculo
vivo, rico y efervescente con la realidad espiritual.
En la situación ideal, cuando la profecía
moraba en Am Israel (el Pueblo de Israel), este no se
contentó solo con
la vivencia religiosa abstracta – sino que existía una exigencia
de sentir la
cercanía a D’s en todos los campos de la vida, también
los más cercanos a los
sentidos, “mi alma tiene sed de Ti, mi carne Te anhela” (Tehilim 63:2).
En su
aspecto negativo, esa aspiración se manifestó en la
idolatría. El culto a otros
dioses es un tipo de experiencia de éxtasis. Los cultos a otros
dioses
generaron una oferta amplia de pasiones y sensaciones corruptas, que
fueron
exprimidas hasta lo último en el marco de las ceremonias de la
idolatría. Todas
las necesidades del hombre y sus impulsos – sexo, comida, enojo, deseo
de
destrucción e incluso hacer las necesidades – fueron traducidos
a ceremonias
organizadas: Orgías, culto a Peor, cortado con lanzas y
pasado de los
hijos por el Molej.
En contraste, en su forma pura se expresó
esa aspiración en la profecía – que se manifestó
también trastornando los
sistemas del cuerpo, “y cayó sobre su rostro” (Bamidvar 16:4), y
en el culto de
los sacrificios en el Beit HaMikdash (El Templo). En el
ofrecido de los
sacrificios surge “la aspiración del que rinde culto a D’s…
justamente dentro
del marco sencillo y natural, que también el alma infantil puede
absorberlo”
(el Rav Kuk, Talalei Orot). Es decir, el marco de los sacrificios le
permite a
los aspectos del “alma infantil” encontrar puntos de contacto con el
culto a
D’s. En el culto en el Beit HaMikdash
llega a su cumbre la capacidad de tomar ideas abstractas elevadas y
vestirlas
en un sistema de vida de sentidos efervescente, donde también
los aspectos más
burdos del alma humana pueden identificarse con ella; degüello de
un animal,
volcado de su sangre y similares. La persona, cuando llega al Beit
HaMikdash
ve el proceso del sacrificio con sus ojos, toca, y huele, y siente de
esa
forma, una vinculación única, también si es
inconsciente en un principio, con
las elevadas ideas que el Beit HaMikdash expresa, y de
allí continúa y
se eleva más y más. El culto en el Beit HaMikdash
debe presentarle a la
humanidad un modelo ideal de culto a D’s, y esa realidad incluye la
unificación
de los mundos; lo material y lo espiritual, las dimensiones
espirituales y las
dimensiones físicas.
Pronto, en nuestros días, Amén.
Rav
Shlomó Aviner
Una
gran bondad hizo con el género humano el periodista que
escribió un artículo a
favor del servicio militar mixto de soldados y soldadas en las unidades
combatientes, bajo el título: “Todos somos animales”. Es cierto
que no es una
noticia, y por lo general los periodistas buscan novedades, y a pesar
de ello
es una muy importante afirmación - y hay que agradecerle.
Pero
antes que expliquemos por qué hay que agradecerle citaremos
otros párrafos de
su artículo: “Animalidad es un regalo que nos ha concedido la
naturaleza, que
no hay ninguna fuerza que pueda quitárnoslo”, “todos somos
animales, con
instintos animales”, “un instinto natural que se creó en un
proceso evolutivo”,
“animal es hermoso”, “ninguna halajá de recato
podrá debilitar el
instinto animal que late en la persona”.
Sus
palabras son claras, son ciertas, cuando el problema no es lo que fue
dicho,
sino que lo que no fue mencionado. Porque le es conveniente al
periodista actualizarse de vez en cuando, y de momento que enarbola el
estandarte de la teoría de la evolución debe saber que
del animal surgió una
nueva especie, y es el hombre, que todavía tiene aspectos
animales, pero tiene
también un aspecto humano elevado, intelectual. Si ustedes
quieren, se puede
formular las cosas como al principio del libro “Tania”: Un
ánima Divina
y un ánima animal. Y si ustedes quieren se lo puede llamar: El
animal que se
esconde en el hombre. En efecto, no es fácil para la persona
adiestrar el
animal que hay en él, por un lado no reprimirlo, ya que es
necesario comer y
proporcionar otras funciones básicas, y por otro lado no dejarse
esclavizar por
él, sino que recordar la valentía humana intelectual
elevada de la persona
(véase Ein Aya, Brajot 9 246).
En
efecto, una dura labor es esa, pero lo que complica mucho esa lucha es
la
mentira y el engaño cuando se presenta esa animalidad como un
ideal humano, y se
la envuelve con palabras resplandecientes. En efecto, escribe el Rav
Kuk que
muchas veces la mentira se viste de verdad y de oro y caza almas, hasta
que
finalmente se revela su vergüenza y su inmundicia, incluso si
está envuelta de
modales y tramposas imaginaciones (Olat Reaya Bet 177).
Ahora,
gracias a ese periodista, todo está claro: Se trata de una
animalidad. Él no
intenta embellecer, no intenta engañar, sino que declama sin
mentir nada: En
efecto, es animalidad, es inmundicia.
Como
es sabido, los antiguos hombres rendían culto a animales, leones
y leopardos,
vacas y víboras y más. Nos preguntamos: ¿Hasta tal
punto eran tontos que pensaban
que una víbora es un dios? ¿Que la vaca es una diosa? Por
supuesto que no.
Ellos rindieron culto a la animalidad de esas criaturas, que
identificaron como
un destello de lo alto que se debe andar tras él. Es decir,
idolatraron la
animalidad del hombre.
A
veces las personas preguntan: ¿Es cierto que la teoría de
la evolución es
correcta y el hombre llega del animal? Yo contesto que no sabemos. Es
cierto
que esa teoría no contradice a
En
efecto, el Rav Kuk le recuerda a la persona su origen animal, para que
“sienta
que cuando corrompe sus caminos puede caer en esa oscura decadencia”
(Orot
HaKodesh Bet 543).
El cometido de esta sección es
familiarizar a los lectores con las pautas básicas del Shabat.
Cada uno
debe aconsejarse con la autoridad rabínica en su comunidad en
cuanto a los
detalles de las numerosas y a veces complejas halajot del Shabat,
y no limitarse a lo escrito en esta sección.
Encendido de las velas
Cuando varias familias o varias
mujeres se hospedan en un mismo lugar y comen en un comedor conjunto,
como en
un hotel o similar, y una de las mujeres ya encendió velas en el
comedor, los poskim
(sabios que determinan la halajá) difieren en cuanto
si las demás
mujeres pueden encender velas en ese mismo lugar y recitar la
bendición
correspondiente.
Hay quienes opinan que también el
resto de las mujeres pueden encender velas recitando la
bendición, porque con
cada vela que se enciende se añade luz, y todo lo que se
añade luz es mejor
para la paz del hogar y agrega alegría. Y hay quienes dudan de
ello, ya que
también sin las velas añadidas hay suficiente luz con las
velas que encendió la
primera mujer.
La opinión del Shuljan Aruj
es que el resto de las mujeres no deben recitar la bendición[1].
Pero en opinión del Ram”a
la costumbre es como los poskim que determinaron que se puede
bendecir
por la luz agregada, y también el resto de las mujeres pueden
encender velas y
bendecir en ese mismo comedor[2].
[1](Shuljan Aruj 263 inciso 8, Mishná Brurá
inciso 35 36). El Shuljan Aruj
citó ambas opiniones y concluyó: “Y es correcto cuidarse
cuando se trata de
bendiciones, y no bendecirá sólo una de ellas”. Es decir,
de momento que hay
diferencia de opinión al respecto, no se debe bendecir porque
quizás se trata
de una bendición en vano. Y según su posición
también el resto de las mujeres
pueden encender las velas en el comedor, pero no pueden bendecir.
(Véase Kaf
HaJaim allí, inciso 54 56).
[2](Allí, Ram”a. Mishná Brurá inciso 37).
Pero también según esa posición no deben encender
y
bendecir dos mujeres en un mismo candelabro, a pesar que tiene varios
brazos, y
hay quienes permiten también eso. Y se debe confiar en esas
opiniones cuando se
trata de mujeres pobres que tienen sólo un candelabro
(allí, Mishná Brurá).
Una mujer ciega que se hospeda y cena junto con otros, y
otra mujer ya encendió allí velas de Shabat, de momento
que las velas que la
ciega enciende agregan a las velas ya encendidas, no debe bendecir,
porque
incluso según la opinión que se puede bendecir cuando se
añade luz eso es
cuando hay alegría por el añadido de luz, pero
tratándose de una mujer ciega no
tiene ninguna alegría de ello (allí, Mishná
Brurá inciso 14. Kaf HaJaim inciso
28). Y véase Pri Megadim (Eshel Avraham allí, inciso 9)
que si la ciega es el
ama de casa, ella debe encender primera y bendecir, y luego las
demás mujeres
encenderán bendiciendo también.
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