Alumbrar

basado en materiales de Majón Meir

Parashat Emor     6 de Iyar 5776     No 1068

Iom Tov y Shabat
Rav Eran Tamir

En nuestra Parashá figura por primera vez en la Torá la sección de las festividades, que abarca y detalla el orden de la kdushá (santidad) de los tiempos que se revela a través de Am Israel (el Pueblo de Israel), según las festividades del año. Como dice el versículo (Vaikra 23:1-2): “El Eterno habló a Moshé para decir, habla a los Hijos de Israel y diles, las festividades del Eterno que ustedes designarán como convocaciones santas, éstas son Mis festividades designadas”.
Y para nuestra sorpresa, la primera “festividad” que menciona la Torá, es el Shabat – que no es parte de las fiestas. Y como pregunta Rashi (Vaikra 23:3): “¿Qué tiene que ver el Shabat con las festividades?”.
La respuesta de Rashi es más sorprendente aún: “Para enseñarte que todo el que trasgrede las festividades, D’s se lo considera como si trasgrediese el Shabat. Y todo el que respeta las festividades, se lo considera como si cumpliese el Shabat”.
¿Qué quiere decir eso? ¿Qué viene a enseñarnos?
Hay dos tipos de kdushá en nuestro mundo: Una de ellas, es una kdushá que desciende a nosotros, “de lo alto a lo bajo”, a través de D’s mismo, sin participación o intervención nuestra. Esa es la kdushá del Shabat, una kdushá fija y existente de antaño, que se revela desde la creación del mundo cada séptimo día de la semana, según la voluntad Divina – “lo que Él dijo se cumplió, lo que Él ordenó se hizo” (Tehilim 33:9).
En contraste, hay una segunda kdushá – una kdushá que “se eleva”, “de lo bajo a lo alto”, a través de Am Israel, que santifica los tiempos. Una kdushá que surge a través nuestro, cuando hacemos “descender” la kdushá Divina elevada a nuestro mundo, a través de nuestras acciones, santificando los meses y fijando los años bisiestos, una kdushá que se revela sólo a través de Am Israel y sólo cuando se encuentra en Eretz Israel (la Tierra de Israel).
El peligro potencial en cuanto a esos dos tipos de kdushá es que valoricemos la kdushá del Shabat cuyo origen es Divino, pero despreciemos la kdushá de los días festivos, cuya fecha y por lo tanto también su kdushá dependen de las personas, nosotros – Am Israel – y de un lugar físico – Eretz Israel.
Pero en realidad ese es el secreto de la kdushá de las festividades que se revela en Am Israel y en Eretz Israel, y esa es la razón por la cual el Shabat fue adherido a la sección de las festividades, y su kdushá fue igualada a la kdushá del Shabat. Ello nos revela que nuestro carácter y esencia espiritual Divinos, son tan elevados hasta que pueden hacer recaer kdushá en el tiempo, a través de la determinación de cuándo serán los principios del mes, de los que se desprenden las fechas de las festividades, las festividades en las que habrá espiritualidad y kdushá elevadas Divinas en nuestro mundo, a través de nuestras acciones, “den potencia al Señor” (Tehilim 68:35).
Esa es la razón por la cual la primera mitzva que fuimos ordenados como pueblo es la mitzva de determinar los meses (en la Parashá Bo, Shmot 12:2), el modelo inicial de todas las mitzvot, ya que a través de ella se revela el elevado nivel de Am Israel y Eretz Israel, que sólo a través de ellos se puede santificar los meses, a través de ellos se revela la kdushá en nuestro mundo.
Y cuán maravillosas son las palabras del Ramba”m en cuanto a la mitzva de determinación de los meses (Sefer HaMitzvot, positivas 153) que resumen esa base espiritual: “Fuimos ordenados santificar meses y años… cuando dijo ‘este mes será para ustedes el inicio de los meses’ (Shmot 12:2)… es decir, esta mitzva no le es entregada a toda persona particular, como el Shabat desde el principio de la creación, cuando cada persona cuenta seis días y descansa en el séptimo (ya que es una mitzva que depende sólo de D’s, y no de Am Israel)… pero esta mitzva no puede cumplirla nadie salvo el Beit HaDin HaGadol (Suprema Corte de Justicia) sólo, y sólo en Eretz Israel… y esa es una gran base de las bases de la fe, no lo notará y no lo entenderá sólo el que tiene profundo conocimiento…”.

El hijo de la israelita
Rav Azriel Ariel
(reimpresión)

Dos personas se pelean en el campamento de Israel. Uno de ellos – es un “hombre de Israel”, un israelita, judío en todos sus 248 miembros y 665 tendones. Y frente a él – el “hijo de una mujer israelita” (Vaikra 24:10). También él es judío según la halajá, pero su padre es egipcio. A primera vista, deberíamos atribuir el hecho que él blasfemó el Nombre de D’s a su ascendencia biológica: Él es “hijo de un egipcio” (Vaikra 24:10). Pero no es así: La Torá lo apoda una y otra vez como “el hijo de la israelita”. No es su padre egipcio el origen de su problema. Justamente muchos de los grandes sabios de nuestra nación fueron descendientes de conversos: “De los descendientes de Sisra estudiaron Torá en Ierushalaim. De los descendientes de Aman estudiaron Torá en Bnei Brak”. ¿Y quién puede compararse con el pilar de toda la Torá oral, el Padre de todo Israel – Rabí Akiva, que era descendiente de conversos? Y hay quienes dicen que es él el descendiente de Aman del que estudiaron Torá en Bnei Brak. La persona que blasfema en nuestra Parashá no es presentada como el “hijo de un egipcio”, sino que como el “hijo de la israelita”, el hijo de una madre judía desde su vientre, cuyo nombre completo fue publicado: “Shlomit hija de Divri” (Vaikra 24:11).
El Rav Kuk (Shmona Kvatzim 5:238) entiende que ese episodio encierra la clave para comprender un combate titánico que habrá cientos de años después que los Hijos de Israel salgan de Egipto y concluyan su peregrinaje en el desierto. El “hombre de Israel” – insinúa a Rabí Akiva. Y el “hijo de la israelita” – insinúa a “esa persona”, el fundador del cristianismo.
Él identifica de esa forma a ese personaje en base a dos cualidades que son insinuadas en el nombre de la madre del “hijo de la israelita”: En primer lugar, el don de la palabra y la propaganda – “hija de Divri” [en hebreo, hablar es ledaver. El nombre de la mujer está insinuando que el don de la palabra es su “padre”. N. del T.]. La segunda cualidad, es el contenido de su propaganda: Habla de paz, para todos los seres humanos y todos los pueblos, los justos como los perversos, los derechos como los malvados, hasta tal punto que ofrece la otra mejilla. Su nombre, es “Shlomit” [en hebreo, paz es Shalom. N. del T.]. Según nuestra tradición, “esa persona” era un mamzer (hijo de relaciones adúlteras de una mujer casada con un extraño). Él pretende secar las lágrimas de los “oprimidos” – los mamzerim, que sufren por el pecado de sus padres. Pretende permitirles casarse con judíos de buen linaje - en contra de la halajá - y de esa forma crea una nueva religión, que pregonará por el amor y la bondad para con todos, anulando el compromiso de las leyes de la halajá (Midrash Rabah, al final de nuestra Parashá). Esa propaganda – que se desentiende de la singularidad del Pueblo Judío y pretende hacer las paces con todo malvado, provoca la asimilación entre los demás pueblos y de esa forma hace nacer un “hijo de un egipcio” – es la propaganda de “esa persona”, que es él mismo el “hijo de la israelita”. Su origen es de Israel, pero su identidad es distinta. Y en base a ello, él es capaz de blasfemar en contra del cielo, “el hijo de la israelita pronunció y blasfemó el Nombre de D’s, y prorrumpió en maldiciones” (Vaikra 24:11).
Frente al “hijo de la israelita” – el mamzer que blasfema – se encuentra una personalidad diametralmente opuesta: Rabí Akiva. Lo que lo caracteriza no es la misericordia hipócrita ni la debilidad interna, sino que el vigor y la valentía. “Como es el hombre, así es su valentía” (Shoftim 8:21). Él es un valiente combatiente – es el escudero de Bar Kojva. Y su vigor también es en el campo espiritual: Es el pilar de la halajá y de toda la Torá oral, hasta tal punto que es capaz de sacrificar su vida cumpliendo la halajá más sencilla, del lavado de las manos antes de comer el pan. “Y todo, lo aprendimos de Rabí Akiva”. Y en base a ello, él no borronea la identidad judía que es pisoteada bajo las botas del gobierno de Roma. Pleno de orgullo nacional y disposición a combatir por la gueulá (Redención) del pueblo, se une al ejército de Bar Kojva. Es apodado “el hombre de Israel”. Ese es Rabí Akiva. Él fue quien fortaleció y fundamentó el anhelo de la gueulá, él fue quien edificó toda la Torá oral, él fue quien entregó en manos de la Nación de Israel las armas espirituales para hacerle frente a la propaganda del cristianismo.
“En lo más profundo, él es ‘el hombre de Israel’, a pesar que por fuera se presenta como descendiente de conversos, y él es el escudo que protege de la blasfema del Nombre de D’s del hijo de la israelita... la que habla de paz para todos, y parlotea con todos... ‘Shlomit hija de Divri’... hasta que finalmente fue dictaminado su veredicto. ‘Y todo el falso orgullo de los impíos derrocaré, pero la honra de los justos será enaltecida’ (Tehilim 75:11)” (Shmona Kvatzim 5:238).

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