Alumbrar

basado en materiales de Majón Meir

Parashat Mishpatim     25 de Shvat 5775     Shabat Shkalim     No 1006

La grandeza de la pequeñez
Rav Eran Tamir

Parashat Mishpatim habla en su mayoría de los asuntos monetarios, y sobre todo los distintos pleitos entre la persona y su prójimo en ese tema, y se encuentra enseguida después de la maravillosa revelación Divina en el Monte de Sinai y el recibimiento de la Torá, como es descrito en Parashat Itro. A primera vista, nos extrañamos: ¿Cómo puede ser que después de la elevación espiritual, de la purificación y la kdushá (santidad) a la que llegamos en ese episodio la Torá “desciende” y se ocupa de asuntos materiales económicos, bajos y fastidiosos, y sobre todo de las peleas humanas que se encuentran en esos asuntos?
Explica el Rav Kuk (Orot 21) que esa es una de las diferencias básicas entre la Torá de Israel y las doctrinas de los demás pueblos. En los otros pueblos el vínculo con el dios es relevante sólo tratándose de elevadas ideas abstractas, sin ninguna relación con el corregimiento práctico material de los “pequeños” detalles de nuestro mundo. Según su concepción errónea el dios no tiene nada que ver con la justicia en el tribunal, con las cuentas, con el veredicto, con los límites exactos y bien determinados, ya que todo él es misericordia y bondad. Ellos no tienen un “Shuljan Aruj” (el libro de halajá por excelencia), sólo “tienen” el Tana”j (La Biblia)…
En contraste, nuestra verdad auténtica de la Torá, de Am Israel (el Pueblo de Israel) es que justamente el D’s absoluto y sin límites es capaz de revelarse también en los pequeños detalles de la vida, incluso los más bajos, alumbrarlos y elevarlos al tamaño infinito que se esconde en ellos. Para nosotros, la misericordia se expresa en el veredicto, y lo que está por encima del límite se revela en la justicia y las cuentas detalladas.
La auténtica grandeza Divina se expresa justamente en el descenso a la “pequeñez”, y en la revelación de la grandeza que existe en lo pequeño. Y como él dice: “Los juicios, juicios de la Torá Divina viva, nos distinguen de todo pueblo y lengua… hay gotas de kdushá en todo pueblo y lengua, pero todos los valores de vida no crecen de ello… toda aspiración de vida y todo anhelo de vida, en las adquisiciones y en los deseos, riqueza y honor, gobierno y expansión, en Am Israel emana de la fuente del kodesh (lo sagrado)… el cristianismo (como símbolo de las falsas doctrinas de los demás pueblos) abandonó el juicio, se enclavó en la Medida de la Misericordia y la Bondad imaginarias, lo que despoja al mundo de su base, y lo arruina”.
Ese importante principio básico no es pertinente sólo en cuanto a la vida pública israelí y la diferencia básica entre Am Israel  y los demás pueblos, sino que también debe ser tomado en cuenta en forma práctica en el estudio y cumplimiento de la Torá de cada persona particular. Y por ello cuando cada uno de nosotros desea desarrollarse auténticamente en el plano espiritual, no debe “escaparse” sólo al estudio de los valores e ideales abstractos – llamado “estudio de emuná (fe)” – y desconectarse del estudio y cumplimiento de la halajá en todos sus detalles, sino que justamente lo contrario. Como escribe el Rav Kuk (Orot HaTshuvá 13:5): “El camino de la tshuvá (arrepentimiento sincero) más original y bueno, que emana del resplandor de la Torá en el mundo, es el estudio y memorización de la parte de leyes del comercio y todas las leyes de la persona para con su prójimo, que son incluidas en nuestro caso en el estudio de ‘Joshen Mishpat’ (los temas jurídicos)… ella corrige todas los escollos del corazón de la vida, y coloca la justicia en su base fiel, y quita la herida de la duda y la confusión del alma a través del alumbramiento con el resplandor claro del camino de la vida práctica”.
Es cierto que no debemos olvidar que Parashat Itro antecedió a Parashat Mishpatim, para enseñarnos que los valores e ideales espirituales elevados anteceden a su expresión en la vida práctica (por supuesto que el cumplimiento de las mitzvot es obligación en toda situación), porque ellos son la esencia, el contenido y el sentido de todos los detalles prácticos. Y por ello continuó allí el Rav Kuk y escribió que “es cierto que siempre hay que preparar el corazón y el raciocinio a través de todas las otras partes de la Torá, y sobre todo a través de la poderosa influencia moral y el escrutinio amplio en el rocío de luz de las ideas internas de los conocimientos Divinos nobles, para que el alma se prepare para vincularse bien con la justicia Divina de la parte de los pleitos y sus juicios de la Torá de vida, y entonces ese tema llegará como aceite en los huesos, para elevarla y engrandecerla”. 

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El Rav Kuk y el Har HaBait
Rav Shlomó Aviner

Pregunta: “Y hasta que llegue el día de la gueulá (Redención),  ¿acaso el pueblo hebreo tiene permitido hacer algo en la práctica para la reconstrucción del Beit HaMikdash (El Templo)?”
Rav Kuk: “Según las mitzvot de la Torá nos está prohibido - hasta ese día - incluso entrar al lugar del Beit HaMikdash. En los días festivos, cuando muchos judíos llegan a visitar a Ierushalaim, yo acostumbro a publicar advertencias que no entren a ese lugar sagrado, D’s no lo permita, porque no somos merecedores de ello hasta que llegue el Redentor. Y entonces será una acción Divina sin participación activa nuestra, de ninguna forma, para acelerar ese momento y alcanzar esa meta” (repuesta del Rav Kuk a la Comisión Investigadora, año 5689).

“Lo que nosotros no entramos más allá del Kotel (el Muro de los Lamentos) no es porque tengamos pocos méritos o porque no estemos vinculados con ese santo lugar, sino que justamente por nuestro fuerte lazo a él y su elevada kdushá (santidad). Porque reconocemos que así como cuando el Beit HaMikdash se encontraba edificado, también ahora ese lugar está colmado de gloria Divina del D’s de Israel y Su kdushá, y no tenemos ahora los medios religiosos que nos permitan prepararnos, hasta que llegue el momento y nos sea proporcionado todo lo necesario para prepararnos y llegar a ese santo lugar, al que nos encontramos vinculados con todo nuestro ser y con toda la vida de nuestra alma.
El Kotel más que nada nos ha quedado como vestigio, señal de nuestra gueulá y nuestra convicción que regresaremos al nivel kadosh en el que estuvimos en tiempos antaño, cuando el resplandor Divino y la kdushá de la profecía y la inspiración Divina alumbraron a nuestro pueblo, y nosotros sentimos en este lugar un sentimiento muy santo y elevador. Y todo el aire sobre el Kotel hasta el cielo nos es conceptuado como elevado y kadosh.
Y nuestro derecho por ese lugar que nunca cesó, permanece para siempre en esa situación, cuando nosotros sabemos que tenemos el derecho de exigir que ninguna mano ajena no toque nada de lo que se encuentra enfrente al santo Kotel, que es el vestigio de lo que anhelamos” (Carta al ministro Bols, año 5680).

“Advertencia al público:
Queridos hermanos que llegan – de cerca y de lejos - a Ierushalaim, nuestra santa ciudad que será reconstruida, cuídense por favor de la severa prohibición del entrado al lugar donde estaba el  Beit HaMikdash y el Har HaBait (el Monte del Templo), que D’s lo reconstruya y lo alce, y el peñón de Israel nos mostrará Su salvación con la llegada del Redentor auténtico pronto, en nuestros días, amén”.

“Y yo acostumbro antes de toda festividad - cuando nuestros hermanos, los Hijos de Israel, llegan en gran cantidad a nuestra santa ciudad – a publicar advertencias en cuanto a la prohibición de entrar al Har HaBait” (Maameri HaReaya 458).

“Es muy bueno agregar en cuanto al viaje del Barón, a pesar que mi corazón se entristece mucho por la profanación del Nombre de D’s que produjo cuando estuvo en el lugar del Beit HaMikdash, y más aún porque nadie le hizo notar en cuanto a la prohibición.

Una sola lesión de la kdushá del lugar de nuestra Casa de Vida, es mucho más que todos los millones de asentamientos prácticos, y a pesar que no perdió su gran valor como fundador del asentamiento, y sin darse cuenta o como el que todo lo que hace es sin darse cuenta hizo esa acción, y el buen D’s purgará y tomará lo bueno” (Carta 677).

“Y se cuidaba de no introducir los dedos de la mano entre las piedras del Kotel” (LeShlosha BeElul 71).

“Y según lo acostumbrado en Am Israel (el Pueblo de Israel), cuando hay alguna diferencia de opinión que no fue resuelta, y según una de las opiniones se trata de una prohibición de la Torá escrita - y sobre todo si es una prohibición severa cuyo castigo es Karet - ninguna persona tiene derecho a permitírselo… y sobre todo en nuestro tema, que varias generaciones han pasado y nos han trasmitido la tradición fija que se debe hacer como los que lo prohíben, y toda la Congregación de Israel temen entrar al lugar del Beit HaMikdash por la impureza, entonces por supuesto que no es correcto en este momento resolver que se debe hacer como la opinión menos severa, y no podemos ni imaginarnos que alguna persona que estudia la Torá, sea quien sea, haga algo así” (Mishpat Cohen 96).

“Porque cuidando la kdushá y no entrando impuros es un gran recuerdo del respeto del Beit HaMikdash y gran resaltado de su kdushá…” (Mishpat Cohen 202).

“Porque la Torá alejó a la persona muchas veces del Beit HaMikdash, y justamente a través del distanciamiento introducirá en su corazón la grandeza y el temor… y a través de nuestro cuidado de no acercarnos cuando estamos impuros al santo lugar, cumplimos la mitzva de honrar al Beit HaMikdash, y es más apreciado que el temor a través del acercamiento cuando no estamos preparados para ello” (Mishpat Cohen 203).

“Y nos paramos con temor de lejos y anhelamos la bondad Divina que se apiade de nosotros, y nos alumbre con el resplandor de la gueulá plena, que seamos merecedores a través de ella de la pureza plena, de forma que podamos acercarnos a la Casa de Esplendor con toda la santidad adecuada” (Mishpat Cohen 204).

“Y en cuanto al honor de la nación para siempre, más será el honor del público notorio si nos esforzaremos por adquirir los patios que están al lado del santo Kotel aquí, en la santa ciudad. Y en su lugar construiremos bien cerca del Kotel un gran Beit Kneset (sinagoga) muy magnífico y esplendoroso, y todo lo que usted propone del canto y la santa música – sea en él. Y será dirigido según el acuerdo de la mayoría de los Rabanim (Rabinos) de Israel, en forma aceptada por la nación, por encima de toda discrepancia en cuanto al rito o costumbre de alguna fracción, y esa casa (el Beit Kneset al lado del Har HaBait) será testigo que tenemos un fuerte anhelo de la elevada salvación que llegará, y que será reconstruido pronto el  Beit HaMikdash, en nuestros días, a través de la revelación de la gloria Divina y el resplandor del Meshiaj” (Carta 994).

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