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"A mis hermanos estoy buscando"
Rav Azriel Ariel
 (Beahava Ubeemuna No489)

La contienda entre la cultura de Am Israel y la cultura griega no terminó con la victoria de los Macabim (Macabeos). Ella continúa a lo largo de muchas generaciones, cambiando de apariencia. Uno de esos encuentros culturales es descrito en el relato estremecedor que figura en la Gmará (Baba Kama 82A, y con pequeñas variaciones en Menajot 64B). El cuento habla justamente del fin del reinado de los Jashmonaim (Jasmoneos):
"Cuando los Jashmonaim sitiaron los unos a los otros, Orkenus se encontraba dentro de Ierushalaim y Aristobulus fuera. Cada día los sitiados les bajaban una caja con monedas, y los sitiadores les subían ovejas para que puedan seguir ofreciendo el holocausto diario. Había allí un anciano que era versado en la sabiduría griega. Les dijo: “Mientras ellos sigan sacrificando holocaustos, no podrán vencerlos”. Al día siguiente bajaron monedas en la caja, y les subieron un cerdo. Cuando el cerdo llegó a la altura de la mitad de la muralla, pateó con sus pezuñas y se estremeció Eretz Israel cuatrocientos Parsot (medida que es aproximadamente 4 Km) por cuatrocientos Parsot".
La conclusión de los sabios de esa época, es sorprendente:
"En ese momento decretaron: Maldita sea la persona que críe cerdos, y maldito sea el que le enseñe a su hijo la sabiduría de los griegos".
A primera vista, nos es difícil comprender semejante conclusión. Es cierto que el consejo de ese anciano fue muy dañino, y también la forma en que fue practicado. Pero acaso a raíz de un incidente aislado - por más severo que sea - debemos instituir un decreto tan general, para todas las generaciones?. Es más: El punto álgido de la situación, no era ese!. Acaso el hecho que los Jashmonaim - siendo hermanos - luchan entre ellos no nos debería haber enseñado alguna lección?. Acaso el haber entregado a Ierushalaim en manos de Pompeyo - el general romano - no nos debería hacer concluir algo más significativo?. Por qué se desentendieron de lo principal - el terrible pecado nacional de la guerra entre los hermanos y la entrega de todo Eretz Israel en manos del enemigo - y formularon un decreto en relación a lo secundario, un incidente aislado en el que una persona propuso subirles un cerdo para el Beit HaMikdash (El Templo)?.
En su libro "Divrei Sofrim" Rav Tzadok HaCohen de Lublin contesta esas preguntas. No es dejado de lado lo principal y tomado en cuenta lo secundario, sino que el relato del cerdo que fue subido es justamente representativo y simboliza el punto principal. Ya nuestros sabios (Vaikrá Raba 13) nos dijeron que el cerdo - no es sólo un animal, sino que representa también el Imperio Romano y su maldad. "'Y el cerdo' (Vaikrá 11:7) - ese es Edom [Edom, es Esav (Bereshit 25:30). Y los romanos son sus descendientes (Rashi, Bereshit 36:43). N. del T.], como fue dicho 'y el cerdo de la selva la roe...' (Tehilim 80:14)". Esa era la cuestión que preocupaba a los sabios de esa época: Cómo ocurrió semejante tragedia nacional, cuando nuestros propios hermanos, que pertenecían a nuestro propio pueblo prefirieron entregar la tierra y el pueblo, el reinado y el Beit HaMikdash en manos de ese "cerdo" - Pompeyo, el general romano?. Cuando ese anciano fue culpado que "era versado en la sabiduría griega", no se trata de una acusación personal contra él en forma específica, sino que se está inculpando a gran parte del pueblo, que se dejó llevar por la cultura griega. Esa era la raíz de la herejía. Eso fue lo que produjo ese desprecio de la kdushá (santidad) del Beit HaMikdash. Eso fue lo que generó la perdida de la conciencia de la kdushá del pueblo y la tierra. Eso fue lo que preparó los corazones para una guerra fratricida. Eso fue lo que les hizo preferir el águila romana a la existencia del Reinado de Israel.
Por ello, dijeron nuestros sabios: "Maldito sea el que le enseñe a su hijo sabiduría griega". Es cierto que a veces hay que conocer la cultura de pueblos vecinos, pero eso deben hacerlo personas mayores y bien consolidadas, desde el punto de vista espiritual. Los tiernos niños hay que educarlos a la luz de la sabiduría santa, para que no asimilen conceptos ajenos mientras aún no son capaces de discernir entre lo bueno y lo malo y rechazar lo pernicioso que encuentren. Y también dijeron: "Maldita sea la persona que críe cerdos". Es cierto que a veces es necesario negociar con los romanos que gobiernan en Eretz Israel, pero no debemos ampliar y fortificar su gobierno con nuestras propias manos.
Es fácil encontrar en ese relato analogías con nuestra época. Se puede intentar identificar los "Orkenusitas" o los "Aristobulusitas", a quién representa ese "anciano que era versado en la sabiduría griega" y quién es el "cerdo" de nuestra generación. Pero debemos evitar un análisis simplista: Hubo muchas razones distintas que fomentaron las luchas entre los hermanos, que finalmente produjeron la destrucción y el exilio; desde el odio de los hermanos a Iosef - que pretendieron matarlo, y finalmente lo vendieron como esclavo a los Ishmaelitas - hasta el odio de los hermanos que destruyó el segundo Beit HaMikdash. Y para completar el panorama, volveremos a analizar la Parashá de nuestra semana, Parashat Vaieshev. Cuál fue la raíz de ese odio entre los hermanos, antes que existiesen los griegos?. Podremos hacer notar varios puntos: En primer lugar, la preferencia entre hermanos. "Y amaba Israel a Iosef más que a todos sus hijos, por ser él hijo de su vejez, y le hizo una túnica de diversos colores" (Bereshit 27:3). Y la consecuencia, no tardó en llegar: "Viendo, pues, sus hermanos que lo amaba su padre más que a todos ellos, lo odiaban" (Ídem., 4). En segundo lugar, Lashón HaRrá (calumnia): "Y llevó Iosef noticia de la mala conducta de ellos a su padre" (Ídem., 2). En tercer lugar, los sueños y las aspiraciones de uno de los hermanos (y para colmo, casi el más chico de ellos!) de ser el jefe de toda la familia: "Y Iosef soñó un sueño... mientras que vuestras gravillas poniéndosele alrededor se inclinaban a mi gravilla... he soñado otro sueño más, y he aquí que el Sol y la Luna y once estrellas se inclinaban a mí" (Ídem., 5-9). Y también en este caso, la consecuencia: "Y ellos por esto lo odiaron más todavía" (Ídem., 5). Y no sólo eso, sino que el que sueña esos sueños los cuenta frente a todos!. Y también aquí, la consecuencia es doble: "Y lo aborrecieron todavía más, a causa de sus sueños y sus palabras" (Ídem., 8).
Y a pesar de ello, hay una esperanza para Am Israel. Iosef, el hijo odiado "a causa de sus sueños y sus palabras" no se deja llevar por el círculo vicioso del odio, y declama en alta voz: "A mis hermanos estoy buscando..." (Bereshit 37:16).

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