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En nuestra patria
Rav Iaacov Filver
 (Beahava Ubeemuna No613)

Los tres componentes de la esencia judía son Am Israel (el Pueblo de Israel), la Torá de Israel, y Eretz Israel (la Tierra de Israel). El pueblo, es el componente humano de Am Israel, la Torá es el contenido espiritual y moral del pueblo, y Eretz Israel es el territorio en el que sólo en él puede plasmar su destino plenamente el Pueblo Judío.
Desde la destrucción del Beit HaMikdash (El Templo) hasta hoy en día, aún no fuimos merecedores de la unión plena de esos tres componentes, y cuando se unan plenamente entonces llegará la gueulá (Redención) plena del Pueblo Judío. En nuestros días nos encontramos en un proceso que aproxima el encuentro de esos tres componentes, y a ese proceso lo llamamos “Atjalta DeGueula” (el comienzo de la Redención) – un punto al que llegó Am Israel después de muchos años de sufrimiento, en nuestro largo peregrinaje en la galut (exilio).
Desde que Am Israel surgió en el escenario histórico, los demás pueblos intentaron atacar alguno de esos tres componentes, intuyendo que ellos constituyen el secreto de la subsistencia del Pueblo Judío. El intento de la destrucción del cuerpo judío comenzó desde que nuestro patriarca Avraham fue tirado a la hoguera por el maldito Nimrod, después con Esav que pretendió atacar a Iaacov y sus hijos arrancando todo de cuajo, y continuando con Paró (el Faraón) que ordenó matar a los niños varones, y Amalek que atacó a los débiles rezagados cuando salimos de Egipto
. Y desde ese entonces hasta hoy en día continua, como decimos en la Hagadá de Pesaj: “Que en cada generación nos intentan exterminar”. Otra forma de dañar a Am Israel y exterminarlo es atacando su fortaleza espiritual, obligándolo a convertirse a otra religión bajo amenazas. Respecto a esas dos formas de ataque dijo el profeta (Ishaya 54:17): “Ninguna arma forjada contra ti [=exterminación física] tendrá éxito, y toda lengua que en juicio se levantare contra ti [=exterminación espiritual] condenarás”. Así comentó el Ramba”m ese versículo en su carta, “Igueret Teiman”.
Nuestro pueblo sufrió los intentos de exterminación física y también espiritual en la galut, y desde que regresó a su tierra hace unos cien años, el odio de los pueblos inició otro frente de batalla:
Ellos se enfocan sobre todo en la oposición a reconocer el derecho del Pueblo Judío a Eretz Israel – la patria de sus antepasados. Hubo dos rayos de luz que alumbraron a nuestro pueblo en ese tema: La “Declaración de Balfour” que reconoció el derecho del Pueblo Judío a ambas márgenes del Yardén – una declaración que con el tiempo no quedó de ella ni el recuerdo. Y la resolución de la Asamblea de las Naciones Unidas de dividir la mitad que quedaba de Eretz Israel – que a pesar de estrechar los límites de nuestra parte, todos los estados árabes la negaron y comenzaron una lucha por despojarnos de nuestra patria. Y también en esta ocasión D’s no abandonó a Su pueblo, y nos hizo vencer a nuestros enemigos y edificar – con Su gran Bondad – el Estado de Israel, en una pequeña parte de nuestra tierra. No debemos despreciar nuestros esfuerzos y colaboración en la obtención de esa victoria, como también en la Guerra de los Seis Días: El Rav Avramski dijo después de esa última guerra, que fuimos merecedores de la victoria gracias al sacrificio de los soldados (Ayelet HaShajar 231). La fe integra en la justicia de nuestra causa que latía en el corazón del pueblo y la profunda convicción de nuestro derecho a esta tierra fueron los que le dieron a la sociedad israelí – que era muy pequeña – la fortaleza y el espíritu de sacrificio necesarios para que unos pocos lograran hacerle frente a numerosos enemigos que pretendían aniquilarnos.
Pero nuestra memoria nacional se debilitó, y justamente ahora – después de la consolidación del país, y quizás justamente por la mejora del nivel de vida de la población – disminuyó el vínculo con las fuentes del judaísmo, y la convicción en la justicia de nuestra causa fue desgastada. Y los más débiles dentro nuestro, no reconocen nuestro derecho a la tierra de nuestros antepasados. Y es interesante notar que esas personas no se limitan a atacar alguno de los componentes de la plenitud de la nación judía, sino que intentan herir a todos y cada uno de ellos: Intentan empequeñecer la Torá de Israel, intentan debilitar al pueblo deformando el concepto de quién es judío, y pugnan por la desconexión de partes de nuestra patria que logramos liberar, por el desmantelamiento de los asentamientos en ellas, y por su entrega a manos ajenas. Am Israel lucha a dos frentes, un combate contra los Ishmaelitas por fuera, y una lucha contra nuestros propios hermanos que niegan nuestra esencia por dentro. Y realmente, la corrosión interna es el peligro mayor, es la auténtica amenaza a nuestra capacidad de subsistencia - mucho más que las amenazas de nuestros enemigos por fuera, semejante a lo que dice el versículo “tus asoladores y los que te saquean, saldrán de ti” (Ishaya 49:17).
Debemos utilizar todos los medios y todas las herramientas a nuestra disposición para influir en la opinión pública, colocar en la cima de la escala de prioridades públicas la legitimidad de nuestros derechos. Debemos hacer que toda la generación – y sobre todo los jóvenes – se encuentre con las fuentes que hablan del pacto histórico eterno del Pueblo Judío con Eretz Israel, a través de las sagradas escrituras, pasando por las fuentes históricas, literarias, el arte e incluso el deporte, cantos de Eretz Israel y similares. Debemos utilizar todos los medios de estudio y educación para hacerles adquirir a los ciudadanos de Israel el elevado valor de Eretz Israel para Am Israel.

El artículo es dedicado a la recuperación plena del Profesor Iosef Ben Shlomó.

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