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Confiar en D’s
Rav Shlomó Aviner
(Beahava Ubeemuna No593)

Hay quienes dicen: “Para qué ir al médico?. Si D’s decretó que yo viva, continuaré viviendo sin el médico. Y si D’s decretó que yo muera, moriré incluso yendo al médico!”. El Ramba”m explica que según ese razonamiento tampoco se debe comer: Para qué?. Si fue decretado que yo muera, moriré incluso comiendo. Y si fue decretado que yo viva, continuaré viviendo incluso sin comer! (Comentario a la Mishna, Psajim, al final del capítulo cuarto).
Por supuesto que todo lo que le ocurre a la persona – también los ínfimos detalles en su vida - están bajo control Divino. El mundo no está a la deriva, y D’s no abandonó la tierra. Él – bendito sea – ama a todas sus criaturas, se interesa por ellas y ordena todos sus asuntos de la mejor forma. Pero al mismo tiempo D’s hizo al hombre responsable de sus actos, y este tiene la obligación de esforzarse.
Si una persona roba y engaña, y a pesar de ello tiene éxito, eso no es una señal que D’s está satisfecho de su conducta y lo alienta a continuar comportándose de esa manera, ya que está escrito “no robarás” (Shmot 20:12). Lo que ocurre, es que D’s decidió no ponerle trabas en su mala conducta, como dijeron nuestros sabios: “El que pretende impurificarse, se lo permiten” (Avoda Zara 55A). En contraste, si se comportará con rectitud y honestidad, y a pesar de ello pierde dinero en sus negocios, no se le está insinuando que de ahora en más debe transformarse en un estafador, ya que está escrito: “Y harás lo que es recto y bueno a los ojos del Eterno” (Dvarim 6:18). La razón de su desgracia es que D’s decidió ponerlo a prueba, para permitirle purificarse más aún. Este mundo está lleno de pruebas de ese tipo, lo que es apodado “un tzadik (justo) que le va mal, y un malvado que le va bien”.
La compaginación del libre albedrío y el control Divino es compleja, pero el aspecto más sencillo es explicado por Rabí Iosef Albo en su libro “Sefer HaIkarim” (Parte 4, Cáp. 6): A veces D’s decide hacerle algún bien a alguna persona particular, o a toda una nación, sin tomar en cuenta sus méritos o su esfuerzo. Se trata de una decisión Divina, que se encuentra más allá de la lógica de la recompensa y el castigo, basada en la Bondad Divina. Nosotros vemos que muchas veces hay personas que se comportan con incompetencia e irresponsabilidad, y a pesar de ello tienen éxito. Por supuesto, ellos tendrán que rendir cuentas si su comportamiento estaba en contra de la voluntad de D’s, pero Su bondad los acompaña a pesar de ello. Hay una persona que conduce sin ningún cuidado, y a pesar de ello D’s decretó que él no morirá – según Su profunda sabiduría – pero por supuesto que rendirá cuentas. También cuando el comportamiento de la persona no podrá cambiar los resultados, deberá ser juzgada de acuerdo a la voluntad Divina. Hay también una situación contraria: D’s decretó que una persona muera, pero si él recurrirá al médico y hará todo lo que pueda para salvarse llegará al Gan Eden (Paraíso). Y si se deja estar, llegará al infierno!. También en este caso, puede que el esfuerzo humano no cambie nada en la práctica, pero determinará si la persona cumplió con la voluntad de D’s o no.
También hay una situación intermedia, cuando D’s decretó que una persona tenga éxito – a condición que se esfuerce. “‘Para que te bendiga el Eterno, tu D’s en toda obra de tu mano que hicieres’ (Dvarim 14:29). Entonces, puede quedarse sentado cruzado de brazos?. Dice el versículo; ‘en toda obra de tu mano que hicieres’ – si hace, será bendecido. Y si no hace, no será bendecido” (Midrash Shojer Tov, Tehilim 23). El hombre se hace partícipe junto con D’s en sus acciones.
Confiar en D’s es “esforzarse todo lo que sea capaz, y más allá, lo que no es capaz de hacer, debe confiar en D’s” (Ein Ayá, Brajot Bet, Cáp. 9, inciso 120) en base a la convicción que “no hay nada, por más pequeño o grandioso que ocurra en el camino o en la ciudad, en la casa o en el campo, que no este bajo el maravilloso control exacto de D’s. Y Él ‘mira por las ventanas, atisba por entre las rejas’ (Shir HaShirim 2:9) y los Portones del Cielo, supervisando todos los detalles, pequeños o grandes” (Sefer HaBrit, Maamar 12, Cáp. 3).

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