El
plano exterior y el
plano interior
Rav
Shlomó Aviner (Beahavá Ubeemuná No573)
En toda labor constructiva seria – personal o nacional – hay que erigir
el
plano exterior y también del plano interior. Si sólo se
construye en el plano
exterior, es como un cuerpo sin alma – que finalmente se
desmoronará. Pero
ocuparse exclusivamente del plano interior tampoco es bueno, como si se
flotase
en el aire, como un demonio – que tiene alma y no tiene cuerpo.
También la
lucha por Iesh”a (Iehudá, Shomrón y Aza) que
arde en nuestros corazones
necesita que nos ocupemos del plano exterior y al mismo tiempo del
plano
interior.
Un ejemplo de lo que es
considerado plano exterior: Desarrollo de la
inteligencia, el conocimiento, el estudio de la Torá. El
plano interior,
será: Profundizar en el Temor a D’s, el rezo, el culto a D’s,
fortalecer el
deseo de hacer el bien (Orot HaKodesh Guimel 88). Incluso el estudio de
la Torá
en sí, es considerado parte del plano exterior si la persona
sólo adquiere
conocimientos que no penetran en lo profundo de su ser – como Doeg el
Edomita,
cuya Torá era “de la boca para afuera” (Sanhedrin 106B).
Debemos
esforzarnos para que el estudio de la Torá
también edifique la
personalidad por dentro, y eleve la voluntad.
Otro ejemplo de
construcción del plano exterior: Aliá (emigración
a
Israel), asentamiento de la tierra, edificación del Estado de
Israel, soberanía
sobre Eretz Israel (la
Tierra de Israel), formación de los asentamientos, actividades
por el bien de Iesh”a.
Construcción del plano interno: Profundizar nuestra humildad,
limpiarnos de
toda codicia y envidia, ser recatados.
Cuál es nuestra labor hoy en día
en el
plano externo, por el bien de Iesh”a y por nuestra tierra? –
eso lo
saben muchos. Es cierto que existen diferencias de opinión, pero
es como en
todo tema, es natural. Y en general, las diferencias de opinión
no son tan grandes.
Pero ahora, nuestro tema es la
edificación
del plano interno – y también a través de él
lograremos curar a nuestro pueblo
y a nuestra tierra.
Por lo tanto, debemos arrepentirnos
sinceramente – día a día, y hora a hora. Por supuesto, de
esa forma también
influiremos sobre los demás para que también ellos se
arrepientan sinceramente.
Pero en primer lugar, nosotros debemos hacerlo.
Debemos fortalecer nuestra fe en D’s,
debemos escapar del desaliento, de la tensión y de la
depresión. Debemos creer
que el mundo tiene un Dueño, y debemos tener fe en su Hashgajá
(providencia).
Agregaremos recato – tanto hombres como
mujeres – ya sea en las vestiduras como en nuestras obras, en nuestra
forma de
hablar y en nuestra forma de mirar, en nuestros pensamientos y
también en
nuestros deseos.
Seremos delicados, súper-delicados, sin
la
más mínima brutalidad, ni siquiera verbal, tanto para con
los lejanos como para
los cercanos.
No hablaremos durante el rezo ni durante
la lectura de la Torá – ni siquiera durante las pausas,
ni siquiera con
relación a la Torá misma. Desde el principio del
rezo hasta el final, no
diremos ni una sola palabra. El autor de “Tosfot Iom Tov”
llegó a decir
que es por esas conversaciones que ocurrieron las terribles tragedias
de los
años 5408-5409, e incluso escribió una bendición
específica para quienes no
hablan durante el rezo.
No diremos todo el día: “Malvados!”,
respecto a parte de nuestros hermanos, sino que lucharemos contra la
maldad
interna dentro nuestro. No hablaremos respecto a ellos calumnias ni
chismes.
Trataremos de encontrarles algún merito – ya que ellos son como
niños que
fueron educados sin tener conocimiento verdadero de los valores del
judaísmo,
ya sea en lo que respecta a la Torá, como en lo que
respecta a Eretz
Israel (la Tierra de Israel). Los amaremos. Amar en la
práctica – no es
fácil. Amar cuando se habla – es difícil. Amar en el
pensamiento – es más
difícil aún. Se necesita mucha fuerza de voluntad.
Purificarse del odio es una
gran proeza, algo heroico. También nos esforzaremos por
añadir comprensión
mutua.
Purificaremos nuestras bocas.
Purificaremos nuestros corazones. Juntos, nos cuidaremos de no hablar
calumnias
ni chismes. Hay, que terribles son las calumnias y los chismes!.
Todos sabemos: Lo que tú odias, no se
lo
hagas a tu prójimo. Y lo que no quieres que digan de ti, no lo
digas respecto a
tu prójimo. También eso es sabido - pero se lo debe
cumplir.
No robaremos. No engañaremos en el
comercio. No eludiremos impuestos, trabajaremos honestamente. No nos
ocuparemos
de nuestros asuntos personales en las horas de trabajo, ni siquiera de
nuestras
mitzvot: Las mitzvot las haremos en nuestro tiempo libre
– y no
robando.
No ofenderemos a nadie. También si nos
veremos obligados a cumplir la mitzva de reprender a nuestro
prójimo, lo
haremos con mucho cuidado, para no ofenderlo.
Respetaremos a nuestros padres y a
nuestros hijos. Respetaremos a los maestros y a los alumnos.
Respetaremos talmidei
jajamim (eruditos del estudio de la Torá), por
supuesto que de todas
las corrientes. Respetaremos a los ancianos, respetaremos a todas las
personas.
No odiaremos a nadie. No es fácil. A
los
ángeles les resulta muy sencillo, pero a nosotros nos es
difícil. En efecto, es
parte de la edificación del plano interno.
Nos purificaremos del orgullo, de la
búsqueda del honor, de la ira, de la envidia, de la codicia. Nos
purificaremos
y nos volveremos a purificar.
Si haremos así, salvaremos a Iesh”a
y también a la nación de la depravación, de la
brutalidad, de la Profanación
del Nombre de D’s y de la ruina de las familias.
Estudiaremos el libro “Mesilat Iesharim”
cien veces, y nos esforzaremos todo lo que podamos por conducirnos por
su
sendero.
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