La Torá
y el mundo
Rav
Shlomó
Aviner (Tal Jermón - Moadim,
pág. 279)
En
la práctica, la Torá fue
entregada al mundo mucho tiempo
después de su creación. Podríamos pensar entonces
que luego de la creación,
surgieron carencias espirituales y por ello fue necesario entregar la Torá,
para completar esas carencias.
Pero
no es así: “La Torá antecedió al
mundo” (Psajim 54A. Bereshit Rabah 1:5), “D’s contemplaba la Torá
(en forma figurada), y creaba al mundo” (Bereshit Rabah 1:1). La Torá
es el plan, el modelo ideal, según el cual fue creado el mundo.
Es la
orientación, el contenido, la esencia y el alma del mundo. Es el
orden
superior, la ley íntima de él: El mundo como
debería de ser, y como será al
final. Nuestra tarea es adecuar al mundo al ideal de la Torá.
Para
comprender ese concepto, podemos valernos de una idea contraria: El
pensamiento
existencialista sostiene que el mundo no tiene esencia alguna o sentido
propio,
sólo existe la realidad, los hechos. Tú existes, yo
existo. Y si yo existo, con
mi libre albedrío y mi responsabilidad intentaré darle
algún contenido y
sentido a mi vida, porque la vida en sí carece de sentido propio.
Es
cierto que en cuanto a objetos que el hombre ha creado, como una mesa,
todos
coincidimos que existe una idea y una esencia que antecede su
creación. Es
decir; el carpintero que construyó la mesa tenía una idea
en cuanto a un objeto
sobre el que es posible apoyar otros objetos, luego ideó un
proyecto de la
mesa, y según ese proyecto la construyó. La esencia de la
mesa, antecedió a su
existencia física. Pero en cuanto al hombre y el mundo -
sostienen los
existencialistas - no hubo un “carpintero” que lo ideó con
anterioridad y los
creó según algún plan. En su opinión, no
existe un Creador del Mundo, e incluso
si existe alguna entidad que creó el mundo - no está
interesado en él, y no
tiene conocimiento de lo que ocurre en él. Por lo tanto, no hay
un plan, una
orientación del mundo, ni tampoco de la vida. El hombre
está por ahí “tirado”
en el mundo, a nadie le interesa su destino. Y él, el hombre, se
pregunta qué
hará de sí mismo?, qué contenido y sentido puede
verter en su vida - que carece
de contenido y sentido de por sí?. Y con su libre
albedrío y con sus acciones,
le da sentido a su vida. Así sostienen los existencialistas,
sobre todo los
ateístas.
Pero
nosotros decimos: “La Torá antecedió al
mundo”. La esencia, el sentido de la vida, antecedieron a su existencia
física.
El hombre no “inventa” los valores, y no le da el sentido a las cosas.
El
sentido existió antes que el hombre fuese creado, y sólo
fue revelado más
tarde. “El final de la acción, fue planeada con anterioridad”
(Leja Dodi, de
Rabí Shlomó Elkavetz): Lo que se encuentra en el
principio, antes que nada fuese
creado, en el pensamiento Divino, se revelará al final, al final
de los días.
Es semejante a un niño que acaba de nacer: Cuales son sus
actividades? - come y
bebe, sólo actividades físicas. Más tarde, cuando
crece, comienzan a aparecer
elementos espirituales: Estudia, y reza. Eso quiere decir que su alma
fue
creada sólo ahora?. Por supuesto que no!. Su alma existía
en el cielo incluso
antes de su nacimiento, y fue depositada en el cuerpo, pero al
principio se
revelan sólo los aspectos físicos de la existencia, y
más tarde los aspectos
espirituales. El alma antecede a la existencia física, pero el
aspecto corporal
la antecede en su revelación.
Y en
forma similar al hombre, que posee un alma antes de nacer, el mundo
tiene un
alma anterior a su creación: La Torá es el alma
del
mundo, es la fuerza interior que le da vida, es su orientación y
su contenido.
Es cierto que no se reveló de inmediato en el momento que fue
creado, de la
misma forma que en el niño se revela su alma sólo en
etapas más tardías de su desarrollo
- se revela paulatinamente en el correr de la historia.
Cuando
estudiamos Torá, nos encontramos con
nosotros mismos, con nuestra esencia y nuestra alma. Nuestros sabios
dijeron
respecto al feto en el útero materno: “Y una vela se encuentra
encendida sobre
su cabeza, y observa al mundo desde un extremo al otro... y no hay
ninguna
etapa en la vida en que la persona se encuentra mejor... y le
enseñan toda la
Torá...
y cuando sale al mundo, llega un ángel que le da un golpe en su
cara, y le hace
olvidar toda la Torá... y no sale
hasta que le hacen jurar... que sea tzadik
(justo) y no malvado... y debes saber que D’s es puro... y el alma que
te
entregó, es pura” (Nida 30B). Toda la Torá
se encuentra
en la persona antes que nazca. Pero de momento que llega al mundo, la
“olvida”.
Para qué le enseñan la Torá en el
vientre
materno, si luego se la hacen olvidar?!. La idea, es que la Torá
pertenece a la esencia de la persona, antes que nazca. Se encuentra
escrita
dentro del hombre, en las letras de su alma, antes de ser escrita con
letras de
tinta sobre el libro y letras de palabras y pensamientos en su lengua y
su
cerebro. Por ello, cuando estudiamos Torá,
no estudiamos algo que nos es nuevo o ajeno: Sólo “recordamos”
lo que estudió
nuestra alma en el cielo.
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