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Ierushalaim
Rav
Shlomó Aviner
(LeMikdashej Tuv,
Pág. 219)
Ierushalaim
es el corazón de Am Israel (Tikunei
Zoar 21. HaGr”a 56). Es el centro de todas las fuerzas de vida de la
nación:
Espirituales, nacionales y humanas. Es nuestra capital espiritual,
gubernamental y moral.
Ierushalaim
es más kdoshá (santa) que todo Eretz Israel (Kelim 1:1), todos tienen
el derecho de ir a vivir a ella (Ktuvot 110B), lleva el nombre de D’s
(Baba
Batra 75B), y como dijo nuestro gran Rav, el Rambam, toda ella es
considerada Mikdash (El Templo). En estos días
en
que los gentiles la codician - “y sucederá que en aquel
día haré que sea
Ierushalaim una piedra pesada a todos los pueblos, todos los que
cargaren con
ella serán malamente lastimados, aunque se juntaren contra ella
todas las
naciones de la tierra” (Zjaria 12:3) - debemos recordarnos y hacer
recordar a
los demás que Ierushalaim en su totalidad es nuestra. Si bien es
cierto que no
penetramos en el lugar donde fue erigido nuestro Beit
HaMikdash (El Templo), no lo hacemos porque lo hemos olvidado,
D’s no lo permita, sino que por el contrario, por santo temor. Gracias
a la
bondad Divina nos elevamos, nos glorificamos y nos santificamos, “por
la causa
de Tzion no guardaré silencio, y por la causa de Ierushalaim no
descansaré,
hasta que surja como resplandor su salvación y su prosperidad
como antorcha
ardiente” (Ishayá 62:1).
El
28 de Iyar del 5727, gracias al valor y el sacrificio de toda la
generalidad de
Am Israel, fuimos meritorios de
volver a Ierushalaim, y en ese sublime episodio histórico, se
dieron tres
sucesos que en realidad son uno: La soberanía Israelí
sobre la mayoría de
nuestra tierra, la liberación de Ierushalaim y el renacimiento
del judaísmo en
Rusia y el anhelo de hacer aliá
(emigrar a Israel) de cien mil judíos de los abismos de esa galut (exilio). Para que todos sepan que
la plenitud del pueblo, de la tierra y de Ierushalaim son una sola
unidad, y en
nuestra generación debemos añadir valentía y vigor
en esos tres campos. Para
que todos sepan que no hay aquí “Barrio Musulmán”,
“Barrio Cristiano”, “Barrio
Armenio” o internacionalización, sino que hay aquí una
sola Ierushalaim, que
nos pertenece en su totalidad, que no fue dividida entre las tribus en
la época
de la conquista de Eretz Israel (Meguila
26A), y fue edificada con el aporte de todas las tribus (Midrash
Tehilim 122),
y en su reconstrucción se vuelven a reunir todos los exiliados
de Am Israel (Brajot 49A). Ella es la
ciudad que une a todo Am Israel
(Tehilim 122:3), que amiga a todo Am
Israel (Talmud Ierushalmi, Jaguiga 3:6). Y tras las piedras de
nuestro
muro, se esconden los tesoros de la vida de
Nuestro
derecho histórico-moral sobre Ierushalaim no fue abolido por el hecho que los extraños se hayan
apoderado de ella
durante generaciones, nunca cesamos de oponernos a esa cruel
usurpación y
permanecimos vinculados con ella. Por ello, todo el que apoya de alguna
forma
que manos ajenas se adueñen de alguna parte
de
Volvimos
a nuestra casa de acuerdo a la orden Divina, según “la promesa
Divina, escrita
con acero y sangre” (Orot, Israel Utjiato 20). Ese hecho
histórico no podrán
cambiarlo todos los reyes del Oriente o del Occidente: “La eternidad,
es
Ierushalaim” (Brajot 58A), ella está por encima de todos los
cambios y
complicaciones, su eternidad es “el Eterno de Israel no mentirá
ni mudará de
propósito” (Shmuel Alef 15:29). No abandonaremos a Ierushalaim y
continuaremos
construyéndola y construyéndonos en ella, gracias a las
maravillas que D’s hace
para con Su pueblo y Su herencia.
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