Majón Meir
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Por favor, escúchame!
Rav Shlomó Aviner
(Beahavá Ubeemuná No535)

Tú no me escuchas cuando hablo. También si intentas negarlo diciendo: "No es cierto, te estaba escuchando, has dicho tal y cual cosa", sólo tus oídos escuchan, pero no tus ojos, tu semblante, tu postura, tu atención. Yo siento de inmediato cuando no me escuchas. Yo soy tu esposa, y tengo algo importante que decirte - pero tú no me escuchas, y eso me hace sentir mal. A veces tú me escuchas, y entonces es maravilloso, yo me siento dichosa y agradecida, pero es tan poco frecuente…
Tú no escuchas, tú miras por la ventana, juegas con tu bolígrafo, oprimes tus manos y las liberas, te mueves constantemente. O te encuentras hundido en el sofá con los brazos cruzados. A veces te vuelves a un lado, balanceas tus pies, suspiras y miras el reloj, cuando llama el teléfono te tranquilizas. Y yo me siento frustrada, enojada, silenciada y bloqueada. Se me ha terminado la facultad del habla. Me siento nula, triste y solitaria. Me siento insegura y nerviosa. A veces mi corazón palpita: De pronto me percato que todo lo que digo no tiene sentido, todo es falso. Me siento tonta, cansada, apática. Todo se cierra delante de mí. Todo es ajeno. A veces siento incluso odio y desprecio por mi misma, sentimientos de culpa y venganza.
Sería tan maravilloso si me escuchases!. Si te sentarás frente a mí, cómodamente, y me mirarás a los ojos. Y yo también te miraré a los ojos. Tú te expresarás abiertamente, positivamente, irradiando cariño. Tú te sentirás bien, y te dirigirás a mí. Tú asentirás con tu cabeza, reaccionarás. Tú te encontrarás aquí presente, no me interrumpirás, sólo preguntarás lo necesario para asegurarte que me entiendes correctamente.
Entonces, yo sentiré seguridad y paz interior. Entregaré con abundancia cariño, amistad, alegría, potencia. Yo crearé. Yo me sentiré inteligente. La seguridad en mí misma aumentará. Yo me sentiré abierta, y confiaré - como un niño, sentiré esperanzas y agradecimiento. Sentiré que te amo.
Así desearía sentir cada vez que te hablo.
Pero cuando comienzo a expresar todo lo que siento, tú me haces entender que te inundo con palabras, que soy una charlatana, que "diez medidas de habla descendieron al mundo" pero yo adquirí once. Pero eso se debe a que tú nunca me has escuchado. Nunca!. Y por ello me siento "hambrienta" por que me escuchen. Y cuando encuentro una oportunidad para hablar, me abalanzo. Pero tú no escuchas.
Yo noto de inmediato en tus ojos que no me escuchas. Tú me obsequias muchos regalos - y te lo agradezco. Pero el obsequio que yo te pido, son tus atentos ojos.

Cuando te pido que me escuches
y tú comienzas a impartirme buenos consejos
no haces lo que te he pedido.
Cuando te pido que me escuches
y tú comienzas a explicarme
por qué no puedo sentirme de esa forma
tú estas aplastando mis sentimientos.

Cuando te pido que me escuches
y tú piensas que debes hacer algo
para solucionar mis problemas
entonces tú me descorazonas
por más extraño que parezca.

Quizás por ello también el rezo ayuda
porque a veces D's calla
no imparte consejos
no intenta "arreglar los asuntos"
sino que escucha
y confía que nosotros mismos los solucionaremos.

Entonces, por favor, sólo escúchame
y si quieres decir algo
por favor, se paciente
luego - te lo prometo - yo te escucharé a ti.

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