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Afuera, a la puerta de su casa
Rav Azriel Ariel (Beahavá Ubeemuná No545)

Fueron dichos tres niveles distintos del cumplimiento de la mitzva del encendido de las velas de Januca: "La vela de Januca - debe colocarla a la puerta de su casa, afuera. Si vive en un altillo - la debe colocar en la ventana que mira afuera. Y en momentos de peligro - la coloca sobre su mesa, y con eso alcanza" (Shabat 21B).
La vela de Januca - es el resplandor de la fe judía, cuyo objetivo es alumbrar al mundo, frente a la oscuridad en que fue sumergido por la cultura Griega. En la situación ideal, hay que encender la luz en la puerta de la casa, afuera, difundir el resplandor de la fe en todas las culturas y en todas las ciencias del mundo. Pero no es lo correcto en todo momento, y no se debe pagar cualquier precio. Hay quien "vive en un altillo", y hay quien se encuentra en "momentos de peligro". Y para comprenderlo en profundidad, citaremos al Rambam: "Fueron escritos muchos libros de culto por los idólatras… D's nos prohibió leer esos libros en absoluto, no pensar en esos cultos ni en nada que esté relacionado con ellos… Y no sólo es así con respecto al culto a otros dioses… sino que
todo pensamiento que induce a la persona a abandonar algún principio básico de la Torá tenemos prohibido pensar… para que no nos dejemos llevar por esos pensamientos. Porque el entendimiento de las personas es limitado, y no todos pueden comprender la verdad con certeza. Y si cada uno se dejará llevar por sus propios pensamientos, lo arruinará todo, dadas sus limitaciones… y no sabrá cómo deducir correctamente sus conclusiones hasta que logre concebir la verdad con certeza, y de esa forma llegará a rendirles culto a otros dioses. Y por ello nos lo prohibió la Torá, cuando nos dijo: 'Y no os dejaréis llevar por vuestros corazones' (Bamidvar 15:39)" (Hiljot Avoda Zara 2:2-3).
En opinión del Rambam está prohibido siquiera pensar ideas herejes y leer libros que inciten ese tipo de pensamientos. No se trata de una pauta educativa, sino que de una prohibición categórica de la Torá, como dice el versículo "y no os dejaréis llevar por vuestros corazones". Y de inmediato surge la pregunta: Cómo es, entonces, que el Rambam escribió su gran libro, "More Nebujim" (Guía de los Perplejos), donde cita y analiza todas las concepciones herejes que existían en su tiempo y sus argumentos, y las enfrenta una a una?.
Una de las respuestas acostumbradas, es que el Rambam lo hizo por la necesidad de guiar a los que se han extraviado - pero es un argumento débil, tratándose de una prohibición explícita de la Torá. Por lo visto, el Rambam se basa en una halajá determinada por nuestros sabios, que figura en varios lugares: "'No aprenderás a hacer según las abominaciones de aquellas naciones' (Dvarim 18:9) - pero las aprenderás para comprender y determinar la halajá cuando sea necesario" (Avoda Zara 18A). No está prohibido el estudio de "las abominaciones de esos pueblos" cuando el objetivo es determinar la halajá. Y también cuando es necesario para enfrentar esas concepciones desde el punto de vista espiritual, como dice la Mishná: "Estudia la Torá con aplicación, y aprende qué contestarle al apikores (hereje)" (Avot 2:17).
Debemos concluir que la prohibición del estudio de los libros de herejía depende en forma esencial de la intención: Si la intención es enfrentar en forma activa esas concepciones - de la forma adecuada - no está prohibido. Y es posible deducirlo de la exacta formulación del Rambam, que prohíbe "todo pensamiento que
induce a la persona a abandonar algún principio básico de la Torá", y no todo tipo de pensamiento. Y también nos advierte de una situación en la que "no sabrá cómo deducir correctamente sus conclusiones hasta que logre concebir la verdad con certeza". Pero si estudia esas concepciones herejes del libro "More Nebujim" - que lo dirige en su búsqueda de la verdad - no está prohibido. Y por el contrario, de esa forma cumple con la pauta que nos impusieron nuestros sabios, "aprende qué contestarle al apikores".
Esa orientación - estudiar las concepciones herejes para enfrentarlas - le fue dicha principalmente a los grandes pensadores de la nación que deben dirigir a su generación, cuando ese es su papel. Pero hay generaciones en las que también las personas comunes deben hacerlo. Y así escribe Rashi en su comentario a la Torá: "'No aprenderás a hacer las abominaciones de esos pueblos' - pero las aprenderás para comprender y determinar la halajá cuando sea necesario. Es decir, para comprender hasta qué punto la conducta de esos pueblos es corrupta, y enseñarle a tus hijos: No hagas así, porque así hacen los idólatras" (Rashi, Dvarim 18:9).
Un padre que debe criar a sus hijos entre los gentiles, se ve obligado a enseñarles a juzgar y diferenciar las distintas acciones de los vecinos: Parte de ellas son loables y se los debe imitar - y parte de ellas son costumbres idólatras. Por ello, él debe aprender un poco de sus costumbres, para saber indicarle el camino a seguir a sus hijos.
Ese padre - y toda persona en nuestra generación - es semejante a quien vive en planta baja, al lado de la vía pública. Él deberá encender el resplandor de su fe a la puerta de su casa, afuera. Debe salir a la oscuridad de la herejía, enfrentarla en forma activa, e incluso alumbrar las tinieblas con la pequeña vela de la Janukia (candelabro de Januca). Pero si desea cumplir la mitzva de esa forma, deberá resguardar cuidadosamente la vela dentro de una caja de cristal que pueda protegerla de los vientos que allí soplan.
En contraste, hay otro tipo de persona: Él vive en el altillo, no en el primer piso. Está alejado de la bulliciosa vía pública. No tiene la necesidad de descender para encender su vela de fe. A pesar de ello, él también debe hacerle frente a los vientos que se encuentran en lo alto. Pero para ello será suficiente que lo haga desde su alto y alejado lugar, desde la ventana del altillo. Si no tiene la obligación de "contestarle al apikores", no tiene ninguna necesidad de pastar en campos ajenos, alejándose del alumbrado y cálido hogar - y quizás incluso lo tendrá prohibido.
Y también hay situaciones difíciles, vientos tempestuosos silban afuera: Nos encontramos en "momentos de peligro", que amenazan a las pequeñas velas de la Janukia de la fe. En ese entonces, toda persona que pertenece a Am Israel tiene la obligación de encerrarse dentro de su casa, y hacer fulgurar la luz de la Janukia de la fe sobre su mesa - y con ello alcanza. No es una situación ideal, en esa situación el espíritu y la sabiduría se restringen dolorosamente - pero no hay más remedio.
Pero la situación a la que aspiramos, es encender las velas de Januca en la puerta, afuera, y alumbrar a todo el mundo: "Levántate, resplandece, oh Tzion, porque ha venido tu luz, y la gloria del Eterno ha aparecido sobre ti. Pues he aquí que oscuridad cubre la tierra, y tinieblas las naciones, mas sobre ti brillará el Eterno, y en ti será vista Su gloria. Y naciones andarán a tu luz, y reyes a tu brillo y resplandor" (Ishaya 60:1-3).

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