Majón
Meir |
Teléfono: 972-2-6511906 fax: 972-2-6514820 |
"Con
dolor parirás"
Rav
Elishá
Aviner (Beahavá Ubeemuná
No536)
Hay quienes se preguntan: Por
qué D's decidió apenar a Java con un
castigo que dificulta el nacimiento y la educación de los
hijos?. Para qué lesionar
algo tan crítico, del que depende la continuación de las
generaciones de la
humanidad?. Sabemos que las penitencias Divinas son castigos
educativos: Pero qué
aporte educativo tiene "multiplicaré en gran manera tus
preocupaciones
[='los sufrimientos del criado de los hijos', Rashi] y los dolores de
tu preñez
[='los dolores del embarazo', Rashi], con dolor parirás hijos
[='dolores de
parto', Rashi]" (Bereshit 3:16)?.
La verdad debe ser dicha, también nos resulta difícil
comprender qué
dimensión educativa tiene el castigo de Adam: "Con el sudor de
tu rostro
comerás el pan" (Bereshit 3:19). En cuanto al versículo
que dice
"maldita sea la tierra por tu causa" (Bereshit 3:17), comenta el Netzi"b
(Rav Naftali Tzvi Iehudá Berlín): La tierra
será maldecida para tu bien.
Él explica que de momento que el Primer Hombre se aparto del
amor por D's, es
bueno para él que la tierra sea maldecida y se vea obligado a
obtener su
sustento esforzándose mucho y trabajando. "Y todo eso, es para
el bien del
hombre, para que no se aparte de los senderos de D's. Como dijeron
nuestros
sabios (Avot 2:2):'Es bueno el estudio de
El Netzi"b señala también a su comentario en
Luego de haber aclarado el valor educativo de la maldición del
hombre,
nos ocuparemos de la maldición de Java, "con dolor
parirás". Qué
provecho tiene ella?. El Rav Kuk (Ein Ayá, Shabat pág.
163) explica que el
pecado de Adam y Java menoscabó su nivel espiritual y el de sus
descendientes. Su
sentido natural de la moral fue dañado, y su lugar lo
heredó las malas virtudes
y las malas tendencias - "yo soy, y fuera de mí no hay otra!"
(Ishaya
47:10), egoísmo, envidia, descuido y odio. Esas malas virtudes
que nos son tan
conocidas en las relaciones entre las personas, podrían haberse
propagado
incluso para con los descendientes naturales. La enajenación
parcial - y a
veces total - de los padres para con sus hijos, tiene su raíz en
la pérdida del
sentido de la moral y el amor naturales.
Los fuertes dolores del embarazo y el parto, y el sacrificio de los
padres - que a veces llegan hasta el punto de hacer peligrar su propia
vida -
garantizan en gran manera el amor de la madre por sus hijos. El dolor
del parto
y el sufrimiento del criado de los hijos profundizan el sentimiento de
pertenencia y el vínculo con los hijos, la responsabilidad y el
compromiso para
con ellos. El dolor en el embarazo hace germinar el amor de la madre
para con
su simiente, y el esfuerzo en su criado fortalece ese amor. "El dolor y
el
peligro que están ligados con el nacimiento, son los que le
permiten expresarse
en la práctica al amor que se encuentra en lo profundo de la
justicia, hasta
que se difunde como es correcto - por lo menos para con los seres
humanos más
cercanos, los hijos que nacen con dolor, a causa del pecado. El
cometido de los
dolores de parto es restringir la maldad que se esconde en la
naturaleza de la
persona que dice 'yo soy, y fuera de mí no hay otra!' (Ishaya
47:10), y no es
capaz de sentir amor y aprecio sino de lo que llega a través del
dolor y el
sacrificio". Una madre que posea un sentido de la moral correctamente
desarrollado seguramente se revelará ante semejante idea, y
argumentará que su
amor por su descendencia emana de la bondad que mora de su
corazón, del amor
por la "imagen y semejanza Divina", del amor por todo lo que tiene
vida!. En efecto, el Rav Kuk recalca al final de su comentario que todo
ello es
necesario para " la persona que dice 'yo soy, y fuera de mí no
hay otra!'
(Ishaya 47:10), y no es capaz de sentir amor y aprecio sino de lo que
llega a
través del dolor y el sacrificio".
Quizás el avance tecnológico moderno que nos permite
aliviar el dolor
del parto insinúa que la humanidad ha llegado a un punto que se
merece la
confianza Divina, ya que ha comenzado a superar su maldad - se le ha
sumado
sensibilidad, es una humanidad que ama, parte de su sentido moral ha
sido recuperado,
y es posible confiar que el amor natural de la descendencia surja
también sin
los fuertes "dolores". La disminución de la maldición es
testigo no
sólo de un cambio de la actitud Divina para con nosotros, sino
que también de
la confianza que Él deposita en nosotros. Pero no debemos perder
las proporciones:
La maldición no ha desaparecido, de la misma forma que la maldad
humana no lo
ha hecho. Es cierto que el dolor del parto ha sido disminuido, pero el
sacrificio
del criado de los hijos, no!. Todavía le queda un gran trecho a
la humanidad
para purificarse de sus escorias, y entonces será merecedora
solamente de la
bendición de D's.
Es posible leer
la publicación de esta semana y las anteriores en www.alumbrar.org. Para recibirla
directamente a
su casilla
de correo electrónico, escríbanos a suscribame@alumbrar.org