Parashat Lej Leja 8 de
Jeshvan 5772 No
841
Andando
Rav Eial
Vered
Por
debajo de la ventana de mi casa
pasan todos los días muchas personas que andan. Con
energía, vestidos con ropas
cómodas. Parte de ellos incluso andan según las
instrucciones de los letreros:
Con los codos doblados, la espalda derecha y las moviendo los brazos
según el
ritmo. Y hay quienes andan a un ritmo normal, con las manos al costado
del
cuerpo, disfrutando de la marcha misma, con tranquilidad y comodidad.
Hay algo especial en el andar.
Quizás eso tan sencillo lo hemos olvidado, y por ello es bueno
recordarlo.
Según los médicos vivimos en una época de
“sentado”, una época en que las
personas están sentadas la mayoría del día. Hay
que inventar senderos de marcha
y dedicar tiempo a eso, de lo contrario esa tan trivial actividad no se
hará.
De todas formas, hay algo que causa
adicción en el andar. Por un lado el ritmo es lento, pero en
forma
sorprendente, ¡cuánto se puede andar en una hora!
Lentamente el alma se limpia,
los pensamientos comienzan a surcar y aflorar. En contraste con el
correr, el
andar es algo natural para el cuerpo. Cuando se corre hay cierto
aspecto
traumático: El cuerpo es golpeado, los huesos se sacuden. Por lo
visto, al que
D’s quiso que corra le hizo cuatro patas, y no dos. Pero el andar es un
movimiento natural para el cuerpo.
Avraham anda. Ya sea por un mandato,
ya sea de por sí mismo. A veces incluso corre, “corrió al
encuentro de ellos”
(Bereshit 18:2). Pero por lo general, él anda: “Y ambos
marcharon juntos”
(Bereshit 22:6). Avraham avanza todo el tiempo, el hace una
revolución
gigantesca lentamente. Un paso y otro paso, se va abriendo su camino, y
no cesa
de andar.
En el andar hay un secreto milagro,
que es bueno prestarle atención. El pasaje del peso de un pie al
otro, es
decir, dar un paso, es algo formidable. Para avanzar otro paso, hay que
“renunciar”
al paso anterior, abandonarlo, y tener plena confianza en el paso
futuro.
Traten de recordar alguna vez en que andaban, y pensaron que el suelo
continuaba,
y de pronto perdieron el equilibrio cuando se dieron cuenta que el
suelo
terminó, y hay un escalón o alguna otra cosa. El
caído o la pérdida de
equilibrio son acompañados siempre de cierta sorpresa, porque
teníamos fe en el
próximo paso, y de pronto fuimos “defraudados”.
El andar es una acción de fe. Cuando
un animal anda, siempre quedarán dos de sus pies en tierra,
cuando los otros dos
andan. La persona, cuando marcha, se ve obligada a renunciar a su
posición
anterior, al peso que fue depositado en la tierra estable bajo sus
pies, para
el próximo paso. Quizás esa es la razón por la
cual no enseguida después de
haber nacido el bebe puede caminar, sólo casi un año y
medio más tarde. El
estar dispuesto a renunciar el paso actual para alcanzar el
próximo paso, es
fe. Es cierto que la rutina del andado nos lo hace olvidar, y por ello
es bueno
prestar atención, analizarlo en segmentos, prestar
atención que lo primero que
toca tierra es el talón, luego toda la planta del pie, y
más tarde ese punto de
apoyo del cuerpo es abandonado, para alcanzar un próximo paso.
Avraham es el primero de los
creyentes, y el primero de los andantes. El primer verbo que es
mencionado en
relación con Avraham es “Avram se fue” (12:4). Esa es su
esencia: Andar.
Y desde siempre Am Israel (el
Pueblo de Israel) va andando. Todo el tiempo. No descansa y no se
detiene.
Tiene fe en el próximo paso, y está dispuesto a renunciar
al paso anterior y
entregarse totalmente, con toda la fe, al próximo
desafío. También la
declamación “haremos y escucharemos” (Shmot 24:7) es cierto tipo
de andado,
abandono de todas las concepciones anteriores, todos los conocimientos,
los
pensamientos, para el próximo paso que en este momento no es
conocido. Y no es
por azar que el andado en el desierto está relacionado con la
entrega total, la
profunda y clara certeza: “Fuiste tras Mí en el desierto, en una
tierra que no
fue sembrada” (Irmya 2:2).
En la era del sentado, intentamos
andar. Andar según la interpretación más sencilla,
y cuidar de un estado físico
decente. Y andar también en plano interno, en el rezo y en el
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Después
de Migrón
Rav
Shlomó Aviner
Respuesta: Mi amado amigo, escuchando lo que
dices yo lloro. Ya sea con lágrimas,
ya sea sin ellas – dentro de mí yo lloro. ¡Es realmente
espantoso!
Pero, ¿qué haremos? ¿Qué propones? En
nuestro país
somos distintos y tiramos en distintas direcciones.
Me temo que Gush Katif y Migrón no son el
último incidente de ese tipo. Espero que no vuelva a suceder,
rezo por ello,
trato de hacer lo que puedo para que no se repita – pero no puedo
prometer que
no volverá a ocurrir. Puede que haya otros duros enfrentamientos
como esos.
Pero, ¿qué haremos? ¿Acaso edificarás un
país particular tuyo, según tu
concepción? ¿Acaso cada fracción de la sociedad
formará un estado? No. Estamos
juntos, para bien y para mal.
En su último año de vida, nuestro Rav, el Rav Tzvi
Iehudá Kuk repitió a cada término del Shabat
la misma expresión:
“Nervios de acero”. Por lo visto, él entendió que
necesitaremos nervios de
acero.
Dicho sea de paso, hubo un incidente peor aún que la
expulsión de Gush Katif y Migrón: El hundimiento
del barco Altalena.
Judíos dispararon a judíos. Dispararon en medio de
Y antes que ello, el Rav Kuk escribió su artículo “Al
Jilul HaKodesh”, donde dice que lo peor es el odio dentro nuestro
(Maamarei
HaReaya).
Eso ya lo sabemos desde hace tiempo, el peor enemigo
es el odio dentro nuestro, el odio gratuito que destruyó nuestra
casa, nuestra
tierra.
Lee Tehilim (Salmos) una y otra vez. Recuerda
cuánto odio y maldad recibió nuestro rey David de sus
hermanos, los Hijos de
Israel – y él nunca les devolvió con odio. También
él fue expulsado de su casa
y de su trono real. ¿Quién lo expulsó? ¡Su
propio hijo Avshalom! Y a pesar de
ello, ordenó que no sea dañado en absoluto.
Mi amado y dolido amigo, te contaré un ejemplo. Un
padre golpeó a su hijo duros golpes. Le dijo el hijo: Has pasado
todos los
límites, todas las líneas rojas, yo ya no soy tu hijo,
hasta luego. Pero él
también puede decir: Mi padre, yo estoy enojado, estoy herido,
pero a pesar de
ello tú eres mi padre, te debo mucho, yo me quedo en casa.
¿Cuál de esas dos
posibilidades hay que elegir? No se. El hijo debe elegir de por
sí mismo.
Otro ejemplo. Un hijo golpeó a su padre duros golpes.
Le dijo el padre: ¡Basta! ¡Has pasado todos los
límites! Tú no eres más mi
hijo, no te conozco. Te borro de mi cabeza. Sal de mi casa y no vuelvas
nunca.
Para mí, tú no existes. O otra posibilidad: Hijo
mío, yo estoy herido y dolido,
enojado y triste, pero tú eres mi hijo, tengo fe en ti. La
puerta siempre
estará abierta para ti, estoy seguro que te arrepentirás
y siempre te estaré
esperando. ¿Cuál de esas dos posibilidades hay que
elegir? Aquí hay sólo una
elección posible: La segunda. Si el padre cerrará su
puerta, ese hijo se
desbarrancará y nunca regresará. Será un hijo
perdido.
Ahora, pensemos juntos: ¿Quién es el hijo y quién
es
el padre? Quizás el gobierno, el país, el ejército
son el gran padre que te ha
golpeado en forma terrible. Él determina, él dirige, y
tú eres un pequeño hijo
que naufraga entre furiosas olas. Y quizás al revés, quizás
tú eres el padre,
tú eres el pensador, la persona de fe, la persona con
visión, que mira a lo
lejos en base a su elevado ideal, y el gobierno es el niño
pequeño, que está
confundido y tropieza, que está apresado en concepciones bajas.
¿Quién es el padre, y quién es el hijo? Depende de
la
discusión entre el materialismo histórico y el idealismo
histórico.
El materialismo histórico de Marx y Engels arguyó que
las instituciones estatales son las que influyen en la historia, y el
espíritu
es sólo un pálido producto secundario. Entonces, el
gobierno es el padre, y tú
eres el hijo.
Pero el idealismo histórico de Hegel arguye que los
que determinan la historia son las ideas y los pensamientos, los
ideales y las
creencias. Y todas las formas de organización de la sociedad son
sólo la
traducción práctica de ello. Y entonces, tú eres
el padre. Las personas de fe y
los pensadores son los padres, y el país sólo es
alimentado – en forma evidente
y en forma oculta – de esa alma. Por supuesto,
O quizás no decidiremos quién es el padre y quién
es
el hijo. Quizás somos sólo hermanos. Si, hermanos.
Hermanos con incidentes
duros a veces, como Iosef y sus hermanos, pero finalmente hermanos.
Porque el
enemigo verdadero no se encuentra dentro nuestro sino que "en cada
generación intentan exterminarnos" (Hagada de Pesaj).
Por ello, continuaremos todos juntos, con nervios de
acero, construyendo con amor y hermandad, con paz y fraternidad, porque
somos
hermanos, a veces con una hermandad evidente, a veces con una hermandad
oculta.
Refuérzate, y nos vigorizaremos.
Departamento
ibero-americano
Majón Meir
abrió sus
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judía por medio
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Director del
Departamento ibero-americano
Rav Rafael
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Tel.: 972-8-9285216
Cel: 972-52-4501467
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