El hijo de
la israelita
Rav
Azriel Ariel
Dos personas se pelean en el campamento
de Israel. Uno de ellos – es un “hombre de Israel”, un israelita,
judío en
todos sus 248 miembros y 665 tendones. Y frente a él – el “hijo
de una mujer
israelita” (Vaikra 24:10). También él es judío
según la halajá, pero su
padre es egipcio. A primera vista, deberíamos atribuir el hecho
que él blasfemó
el Nombre de D’s a su ascendencia biológica: Él es “hijo
de un egipcio” (Vaikra
24:10). Pero no es así:
El Rav Kuk (Shmona Kvatzim 5:238)
entiende que ese episodio encierra la clave para entender un combate
titánico
que habrá cientos de años después que los Hijos de
Israel salgan de Egipto y concluya
su peregrinaje en el desierto. El “hombre de Israel” – insinúa a
Rabí Akiva. Y
el “hijo de la israelita” – insinúa a “esa persona”, el fundador
del
cristianismo.
Él identifica de esa forma a ese
personaje en base a dos cualidades que son insinuadas en el nombre de
la madre
del “hijo de la israelita”: En primer lugar, el don de la palabra y la
propaganda – “hija de Divri” [en hebreo, hablar es ledaver. El
nombre de
la mujer está insinuando que el don de la palabra es su “padre”.
N. del T.]. La
segunda cualidad, es el contenido de su propaganda: Habla de paz, para
todos
los seres humanos y todos los pueblos, los justos como los perversos,
los
derechos como los malvados, hasta tal punto que ofrece la otra mejilla.
Su
nombre, es “Shlomit” [en hebreo, paz es shalom. N. del T.].
Según
nuestra tradición, “esa persona” era un mamzer (hijo de
relaciones
adúlteras de una mujer casada con un extraño). Él
pretende secar las lágrimas
de los “oprimidos” – los mamzerim, que sufren por el pecado de
sus
padres. Pretende permitirles casarse con judíos de buen linaje -
en contra de
la halajá - y de esa forma crea una nueva
religión, que pregonará por el
amor y la bondad para con todos, anulando el compromiso de las leyes de
la halajá
(Midrash Rabah, al final de nuestra Parashá). Esa propaganda –
que se
desentiende de la singularidad del Pueblo Judío y pretende hacer
las paces con
todo malvado, provoca la asimilación entre los demás
pueblos y de esa forma hace
nacer un “hijo de un egipcio” – es la propaganda de “esa persona”, que
es él
mismo el “hijo de la israelita”. Su origen es de Israel, pero su
identidad es
otra. Y en base a ello, él es capaz de blasfemar en contra del
cielo, “el hijo
de la israelita pronunció y blasfemó el Nombre de D’s, y
prorrumpió en
maldiciones” (Vaikra 24:11).
Frente al “hijo de la israelita” – el mamzer
que blasfema – se encuentra una personalidad diametralmente opuesta:
Rabí
Akiva. Lo que lo caracteriza no es la misericordia hipócrita ni
la debilidad
interna, sino que el vigor y la valentía. “Como es el hombre,
así es su
valentía” (Shoftim 8:21). Él es un valiente combatiente –
es el escudero de Bar
Kojva. Y su vigor también es en el campo espiritual: Es el pilar
de la halajá
y de toda
“En lo más profundo, él es ‘el hombre de
Israel’, a pesar que por fuera se presenta como descendiente de
conversos, y él
es el escudo que protege de la blasfema del Nombre de D’s del hijo de
la
israelita... la que habla de paz para todos, y parlotea con todos...
‘Shlomit
hija de Divri’... hasta que finalmente fue dictaminado su veredicto. ‘Y
todo el
falso orgullo de los impíos derrocaré, pero la honra de
los justos será
enaltecida’ (Tehilim 75:11)” (Shmona Kvatzim 5:238).
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Contar los
días
Rav Zeev
Karov
En nuestra Parashá figura la mitzva
de Sfirat HaOmer (contar los
días, a partir del sacrificio de la cebada que se ofrenda en el
segundo día de Pesaj,
hasta la fiesta de Shavuot). Pero no está claro
cuál es el objetivo de
ello. Por lo general, cuando una persona anhela algo especial que
ocurrirá,
cuenta los días que van pasando: Lo importante no son los
días que se cuentan,
sino que su finalización. Pero
Es más, el nombre que le da
Por lo visto, los días de la
cuenta son la meta en sí. La importancia de esos
días, se debe al proceso
por el que pasa Am Israel (el Pueblo de Israel) en ellos. Am
Israel
sale de Egipto – no por su propio merito, sino que por
Cuando la nación o una persona todavía no
han llegado a su meta, cuando se encuentran en medio de un proceso –
están
expuestos a muchos peligros. De la misma forma que en los días
que cuenta la
mujer para purificarse puede ocurrir algo que la impurifique, y
tendrá que
volver a contar desde un principio, así también en Sfirat
HaOmer por un
lado son días de kdushá (santidad) y
elevación, y por otro lado son días
en los que hay peligro de "tropezar". "Proceso", quiere
decir una situación en la que hay subidas y bajadas. El camino
está lleno de
aclaraciones, que llegan acompañadas de equivocaciones y
caídas. Pero un
proceso es una situación en la que la persona o la nación
construyen su propio
camino, y sacan a flote su propia esencia.
Se puede comparar esos días con la
juventud. D's apodó la época en que Am Israel
marchaba por el desierto
con el nombre de "juventud": "Me acuerdo a favor tuyo de la
ternura de tu juventud… cuando fuiste tras Mí en el
desierto, en una
tierra que no fue sembrada" (Irmya 2:2). Vemos al adolescente falto de
estabilidad en su comportamiento: A veces es un "niño bueno", y
a
veces se rebela, y hace justo lo contrario de lo que le dicen. El
adolescente
busca su camino, y va construyendo su propia vida como adulto. Esa
rebelión
tiene cierto encanto y belleza por un lado, acompañado de
dificultad y
complicación por otro lado. El padre que pretenda que su hijo
saltee esa etapa,
debe saber que le está robando su vida propia. Esos son los
días en los que el
joven aprende a vincularse con la vida según su propia fuerza en
toda su
pureza, y no como un robot.
Puede ser que por ello nuestros sabios
formularon la bendición antes de la cuenta de los días de
esa forma:
"Bendito eres… que nos ordenó contar…". No es el final
lo
principal, sino que el proceso en sí. Nuestra atención
debe enfocarse en el
proceso en sí, y no en su finalización.
También en la gueulá (Redención)
de Am Israel existen esas dos dimensiones: Se aspira llegar al
final, al
término de la gueulá plena. Pero también
es importante el proceso que
nos lleva a ella, un proceso con "Dolores del Meshiaj
(Mesías)",
un proceso que es doloroso pero que construye y purifica.
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