“Los
harás entrar”
Rav
Azriel
Ariel
En Shirat
HaIam (el canto después de haber cruzado Iam Suf) es
descrita la entrada a Eretz
Israel (
La primera
expresión es “los harás entrar” – la entrada en
sí. El segundo término expresa
la posesión y el arraigo en ella: “Los plantarás”. El
tercer término, ya habla
de la esencia del vínculo entre el pueblo y su tierra: “En el
Monte de Tu
herencia”. Los comentaristas discrepan a qué se refiere este
último término.
Algunos piensan que se está hablando del Beit HaMikdash (El
Templo) que
se encuentra en Har HaBait, como dice a continuación el
versículo:
“Lugar que preparaste para Tu misma habitación, oh Eterno, en el
santuario que
establecieron Tus manos”. Y algunos dicen que se está hablando
de todo Eretz
Israel: En su opinión, toda la tierra es llamada “Monte”,
porque “Eretz
Israel es considerada la tierra más alta”. Por supuesto, no
se habla desde
el punto de vista geográfico – ya que el Everest no se encuentra
en Eretz
Israel, y por el contrario, justamente en ella se encuentra el Iam
HaMelaj (Mar Muerto), que es el punto más bajo sobre la
tierra. La altura
espiritual del “Monte” es lo que transforma a Eretz Israel en
“una
herencia que no cesa”. Y así escribe el Mahara”l de
Praga (Gburot
Hashem, Cáp. 47): “La herencia no tiene fin, porque le llega a
la persona de
sus antepasados... y por ello el Beit HaMikdash es llamado
‘herencia’,
porque no cesa. Y por ello fue mencionado en relación a
él ‘plantado’. Porque
lo plantado también continúa existiendo... y permanece en
su lugar para
siempre”.
La herencia
es como un río, que fluye de las generaciones anteriores a la
generación
actual. Y de ella, continúa a las generaciones futuras, hacia la
eternidad. Y
el que hereda, es sólo como un intermediario entre ellos (Rav
Shimshon Refael
Hirsh).
Para
entenderlo a fondo, debemos leer lo que escribe el Ramba”m (Hiljot Beit
HaBejira 6:15-16): “Todos los sacrificios pueden ser ofrecidos
allí, a pesar
que el Beit HaMikdash no está construido. Y la carne
puede ser comida en
todo el área del patio, a pesar que está en ruinas...
porque
El “lugar que preparaste
para Tu misma habitación” y el “Monte de Tu
herencia” – la herencia de D’s – su kdushá es como una
herencia, que
nunca cesa. De la misma forma que “el Eterno reinará por
siempre” (Shmot
15:18), también su herencia es eterna. “Este será Mi
lugar de descanso para
siempre, aquí Me sentaré porque lo hice”.
La kdushá
de la tierra – en lo que respecta al cumplimiento de sus mitzvot
– es
distinta, y así escribe el Ramba”m: “Pero la obligación
de dejar descansar la
tierra cada siete años y los diezmos se debe a que fue
conquistada por el público.
Y de momento que la tierra les fue arrebatada, esa conquista fue
anulada, y ya
no hay obligación según
Debemos
acotar que no se refiere a la kdushá en sí de Eretz
Israel - que
existía también en la época de los patriarcas, y
no depende de la conquista.
Sólo se refiere a la kdushá agregada por la que
tenemos obligación de
cumplir en ella sus mitzvot particulares – que depende de la
conquista.
También debemos aclarar que el Ramba”m está hablando de
Una
conquista puede ser anulada por otra conquista. Pero el asentamiento –
a pesar
que puede ser desmantelado – no se puede borrar. La kdushá
de la tierra
tiene tres fuentes distintas: Conquista y asentamiento – en lo que
respecta a
las mitzvot propias de ella. Y Shjina – en lo que
respecta al
lugar del Beit HaMikdash. Según ello, podemos comprender
de otra forma
el versículo: “Los harás entrar” – insinúa la kdushá
originada por el
hecho que llegamos a ella y entramos en ella – es decir, “conquista”,
que es
Según los comentaristas que opinan que “Monte de Tu herencia” se
refiere a todo Eretz
Israel, esa
expresión puede ser demostrativa de la tercer entrada en la
tierra – en nuestra generación – que según la
tradición no cesará. La idea
sionista no comenzó con Hertzel – que pretendió
“conquistar” la tierra para convertirla en una
“tierra de refugio”. Ni tampoco comenzó con los que
pretendían regresar a la
herencia de sus padres – como los que llegaron de Babilonia en la
época del
segundo Beit
HaMikdash, y por ello
la vieron como una “tierra de destino”. La expresión
“Monte de Tu herencia” en cuanto a toda la tierra, debe ser
interpretada
entonces como escribió Rav Shimshon Refael Hirsh (que dicho sea
de paso, fue un
duro opositor del Rav Kalisher, precursor del Sionismo): “El pueblo no
se
dirige a su herencia, sino que a Tu herencia. Y por
ello el
pueblo debe asentarse y desarrollarse sólo para Ti”.
Porque la meta
final, es el versículo que culmina y resume todo el canto: “El
Eterno reinará
para siempre!” (Shmot 15:18).
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El
florecimiento
Rav
Shlomó
Aviner
El escritor de EE.UU. Mark Twain escribió hace ciento treinta
años, cuando estuvo en Eretz Israel (
Palestina se encuentra vestida de saco y cenizas. Se cierne sobre
ella el hechizo de una maldición que arrasó con sus
campos, y encadenó con
grilletes sus fuerzas. Palestina se encuentra desolada y sin encanto...
Palestina ya no pertenece al mundo de la realidad...
No encontrarás ni un solo poblado a todo lo largo y lo ancho en
un
radio de 30 millas... Tú puedes andar 10 millas en este lugar, y
no encontrarás
en el camino ni diez personas...”.
Ustedes han escuchado?: “Apenas hay un árbol o arbusto en
algún
lado. Incluso el olivo y el cacto, esos fieles amigos de los terrenos
yermos,
casi han abandonado esta tierra”!. Por eso, cuando yo veo un
árbol – estoy
viendo que Am Israel (el Pueblo de Israel) renace en su tierra.
Durante casi dos mil años esta tierra estaba enojada y no nos
sonrió.
Por supuesto, no fue por casualidad, “por nuestros pecados fuimos
exiliados de
nuestra tierra”.
Así escribió hace 170 años el escritor
francés Alfonso D’Lamartine:
“(fuera de los muros de Ierushalaim) en efecto, no vimos ningún
ser viviente,
no escuchamos ningún sonido, encontramos el mismo vacío,
el mismo silencio...
que hubiésemos esperado encontrar frente a los portones
enterrados de Pompeya o
Herculano... un silencio absoluto hay en la ciudad, en los caminos
principales,
en los poblados... la tumba de un pueblo entero”.
Como es sabido, nuestros sabios se opusieron al cálculo del
año de
la gueulá (Redención). Incluso llegaron a
maldecir al que así lo haga
(Sanhedrin 97B). Entonces, cómo sabremos que ha llegado el
momento de la gueulá?.
Contestaron: “La señal más clara, es ‘mas vosotras, oh
serranías de Israel,
daréis vuestro ramaje y llevaréis vuestro fruto para Mi
pueblo Israel, porque
un poco más y ellos volverán’ (Iejezkel 36:8)” (Sanhedrin
98A). Explica Rashi:
Si tú ves que Eretz Israel entrega sus frutos en
abundancia, ha llegado
el momento de la gueulá.
En efecto, hace 120 años la tierra comenzó a florecer. Y
desde ese
entonces esa señal no cesó, nuestra tierra se va
reconstruyendo, y a pesar de
todas las severas carencias que podemos notar en nuestra vida
pública, debemos
reconocer que renacemos!. Debemos alegrarnos, continuar luchando y
mirar
adelante.
El
árbol
(Reimpresión)
Este
shabat es Tu Bishvat, es decir el 15avo
día del mes de
Shvat, que es cuando comienza el año nuevo para los
árboles frutales (Rosh
HaShana 1:1). Hasta Tu Bishvat
cayeron la mayoría de las lluvias del año, y las
reservas de agua
llegaron al nivel requerido para brindarle al árbol ese precioso
elemento tan
necesario. El árbol en invierno pierde sus hojas, su verdor
desaparece, su
apariencia se deteriora, parece como si estuviese a punto de marchitar.
Pero en
el interior, en lo profundo, sucede justo lo contrario: En esa etapa de
recogimiento la savia se limita a circular en el tronco y algunas
ramas, y si
bien es cierto que eso coarta la expresión de vida exterior, en
el interior los
elementos necesarios para el crecimiento y nuevo renacimiento del
árbol en la
primavera son preparados y acumulados. Y es gracias a ellos que cuando
llega la
primavera, de pronto el árbol comienza a brotar, sus ramas
recobran su verdor y
se extienden, nuevas hojas frescas aparecen, el árbol florece y
de sus flores
surgirán preciados y dulces frutos. Todo eso, gracias al
período de
recogimiento invernal necesario, que en realidad, es el que prepara el
futuro
fruto, que será maduro y alimenticio.
También
la persona es así: "Porque el hombre es un árbol del
campo" (Dvarim
20:19). Hay etapas en la vida en que la persona se recoge, se cultiva,
se
concentra en sí misma. A primera vista, parece que pierde su
tiempo, "no
hace nada", invierte todo su tiempo y energía en conocerse a
sí mismo, en
elevarse paso a paso, colmar su espíritu con el estudio. Y
después, al término
de esa etapa de estudio y sondeo, de pronto comienza a brotar, comienza
a
brindar a su entorno, y los frutos serán maduros, dulces y
alimenticios para el
beneficio de él y de todo el pueblo. Cuánto debemos
aprender de los árboles,
que saben armarse de la paciencia y la perseverancia para esperar el
período de
tiempo necesario de recogimiento!. Cuando la persona es impaciente, y
pretende
acortar ese período, los frutos que podrá brindar no
serán maduros, le faltará
la preparación necesaria, y su capacidad de brindar será
limitada.
También
Am Israel (el Pueblo de Israel) es comparado con el
árbol: "Como
los días de un árbol, serán los días de Mi
pueblo" (Ishaya 65:22). En la galut
(exilio) nos recogimos en nosotros mismos, nos concentramos en la parte
más
espiritual, y las expresiones de vida eran casi inexistentes. Fuera de
nuestra
tierra, diezmados y perseguidos, no podíamos dar fruto. Incluso
hubo quienes
pensaron que ese pueblo marchitó, no volverá a cobrar
vida. Pero en el
interior, la vida espiritual de la nación continuó, sin
revelarse. Esperamos
durante 2000 largos años de invierno el momento en que podamos
volver a vivir
nuestra vida en forma plena. Y finalmente, D’s nos hace despertar del
letargo
invernal: "Habla mi amado, y me dice: Levántate, amiga
mía, hermosa mía, y
vente!. Porque ha pasado el invierno, la lluvia se ha acabado y se ha
ido, las
flores se ven en la tierra, el tiempo del cantar de las aves ha
llegado, y la
voz del ruiseñor se oye en nuestra tierra" (Shir HaShirim
2:10-12). Am
Israel vuelve a cobrar vida, se levanta de las cenizas del
Holocausto, las
ancianas ramas se cubren de verdor y nacen frescas hojas, y una
nación vigorosa
vuelve a palpitar en su tierra. Y no está lejano el día
en que veremos las
flores transformarse en dulces y maduros frutos, que perfumarán
y regocijarán a
toda la humanidad, cuando llegue el momento apropiado: "Yo
también los
traeré a ellos a Mi santo monte, y los haré gozosos en Mi
casa de oración, sus
holocaustos y sus sacrificios serán aceptados sobre Mi altar,
porque Mi casa
será llamada casa de oración para todos los pueblos”
(Ishaya 56:7).
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