Parashat
Jukat 5 de Tamuz 5783 1414
Una
dimensión oculta
Rav
Jagai Londin
La
Parashá Jukat comienza con la mitzva de la Vaca
Roja. Hay muchas
interpretaciones profundas en cuanto a la Vaca Roja, pero es una mitzva
misteriosa.
Nuestros sabios la conceptúan como el modelo de las leyes que no
pueden ser entendidas
por el raciocinio humano, “una ley he legislado, un decreto he
decretado, y no
tienes permitido discutirlo”. En otros lados nuestros sabios apodan la
Vaca
Roja como “un decreto del Rey”.
La idea no es crear un
sentimiento de distanciamiento o falta de identificación con la Torá
de
nuestro mundo humano, sino que abrir nuestras vidas a una
dimensión que se
encuentra por encima nuestro. Hay leyes decretadas por el Rey del
Mundo, por un
reinado profundo que se eleva por encima de todo lo que podremos
entender en algún
momento. Justamente reconociendo que hay amplios mundos más
allá del mundo que
conocemos es lo que le permite expresarse a la alegría y la
vitalidad en los
sistemas de la vida que nos son conocidos. En todo sistema de
relaciones –
entre la persona y su prójimo, entre los cónyuges, entre
la persona y su mundo
interno – debe haber una dimensión oculta, una dimensión
que aún no fue agotada,
y justamente es ella la que le confiere energía y
satisfacción a la vida
actual.
También en cuanto al futuro hay una dimensión similar,
es llamada por nuestros sabios “Olam HaBa” (Mundo Venidero), es
decir,
un mundo que va llegando, una dimensión futura que nunca es
agotada, siempre se
la anhela, y es ella la que nos confiere la posibilidad de aprovechar
hasta el
final este mundo.
No
hay “nosotros” y “ellos”
Rav
Shlomó Aviner
Incluso el
filósofo Kant negó la
concepción que divide la sociedad humana en dos grupos,
separados por un
precipicio: ¡Nosotros y ellos! Es decir, nosotros – los buenos,
los rectos,
importantes, reales, que tenemos razón – y ellos – resaca
humana, que se merece
todo repudio, todo desprecio, toda discriminación.
Salvando
las diferencias, también el Rav
Kuk escribió al respecto en su artículo “Masa HaMajanot”
(Maamarei
HaReaya).
Y antes
que eso, ya escribió nuestro Rav Moshé
dictado por D’s: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”,
sin mencionar
diferencias de grupos. Y también el Ramja”l (Rabí
Moshe Jaim Luzato) con
su lengua de oro: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo,
como a ti mismo sin
ninguna diferencia, sin artimañas, como a ti mismo realmente”
(Mesilat Iesharim
11).
Todo el
que analiza la historia mundial se
espanta de la formulación “nosotros y ellos”.
Citaremos
sólo un ejemplo: En el gran hambre
de papas en Irlanda hace 180 años, los ingleses no vieron
necesario invertir
demasiado dinero en ayudar a los irlandeses, que en ese entonces eran
considerados ingleses de segunda clase, y así murieron un
millón de pobladores,
aparte de los millones que emigraron. No nos sorprende tanto, porque en
los
otros pueblos la unión nacional es practica - de provecho -
económica - de
seguridad, y por ello esa unión es medida según esos
parámetros. Pero no es así
en nuestro pueblo, Am Israel (el Pueblo de Israel), que es una
unidad
nacional, también en el exilio, y por supuesto en el
renacimiento en nuestra
tierra, que recibe su vitalidad de raíces mucho más
profundas, como la maravillosa
y singular historia nuestra que envía sus rayos de luz hasta hoy
en día. En
palabras sencillas: Alma. Esa es la fuente del amor entre nosotros.
En efecto,
amar al que es similar no es
muy difícil, no es un gran mérito. Todo es agradable y
placentero. El desafío
surge cuando se debe amar al que es distinto, cuando hay diferencias de
voluntades, de comprensiones, de pensamientos. Y entonces el remedio
maravilloso es recordar para siempre que el común denominador es
mucho más grande
que las diferencias. Una frase sencilla, que esconde grandes
profundidades de sabiduría
y alma.
Todos
somos hermanos.
Meorot
HaShabat
El cometido
de esta sección es familiarizar a los lectores con las pautas
básicas
del Shabat. Cada uno debe aconsejarse con la autoridad rabínica
en su comunidad
en cuanto a los detalles de las numerosas y a veces complejas halajot
del Shabat,
y no limitarse a lo escrito en esta sección.
Orden a un
gentil en Shabat Para un enfermo
Está
permitido ordenarle a un gentil que haga alguna Melaja prohibida
según
la Torá escrita para un “enfermo que no está en
peligro” – es decir, una
persona que necesita recostarse o todo su cuerpo está enfermo, y
también cuando
hay peligro para alguno de sus miembros del cuerpo. Porque nuestros
sabios no
prohibieron ordenarle a un gentil para un “enfermo que no está
en peligro”, e
incluso alguna Melaja que un judío tiene prohibida
según la Torá escrita
está permitido decirle al gentil que la haga en ese caso[1].
Por lo
tanto, una persona que tiene fiebre y por ello necesita recostarse, y
también
una persona que tiene fuertes dolores de cabeza y por ello siente
debilidad en todo
su cuerpo [incluso si no está recostado], que son considerados
“enfermo que no
está en peligro”, si necesitan que les hagan alguna Melaja
que está
prohibida en Shabat, por ejemplo sienten frio y se necesita
prenderles
una estufa, o se necesita cocinarles comida caliente, o encender luz
para ver
cómo tratarlos, está permitido ordenarle a un gentil
encender la estufa o la
luz[2].
Para
un niño pequeño
Niños
pequeños, incluso cuando son sanos, son considerados “enfermo
que no está en
peligro”[3]. Por lo tanto,
está permitido ordenarle a un gentil
encender la luz para un niño pequeño, cuando es muy
necesario. Por ejemplo, si
en la casa acostumbran a dejar alguna luz encendida en la noche, y
ahora en Shabat
esa luz no fue encendida, y los niños pequeños se
apenarán mucho y llorarán,
está permitido ordenarle a un gentil encender la luz para ellos[4].
Así
también, en los países fríos está permitido
ordenarle a un gentil encender la
calefacción para calentar la casa donde hay niños
pequeños[5]. Y si hay mucho frio,
está permitido ordenarle al
gentil encender la calefacción incluso para personas mayores que
no están enfermas
ya que “todos son considerados enfermos en cuanto al frio”[6].
En esos
casos que el gentil encendió la luz o la
calefacción para un “enfermo que no está en peligro” o
para niños pequeños,
toda persona tiene permitido tener provecho de esa Melaja,
según la
pauta de “una vela para uno es como una vela para cien”[7].
Pero si el gentil hirvió agua para el enfermo, una persona sana
tiene prohibido
hacer uso del agua, porque se teme que el gentil añada agua para
el sano[8].
[1](Shuljan Aruj, Orej Jaim 328 inciso 17.
Mishná Brurá inciso 47). Y véase Mishná
Brurá (allí, inciso 46) y Kaf HaJaim (inciso
97) que justamente cuando se necesita curarlos en Shabat. Pero si no es
necesario
hacerlo en Shabat, se debe esperar hasta la salida del Shabat. Pero
cuando hay
peligro, está prohibido demorarse y se debe ordenarle enseguida
al gentil.
Y véase más en Shuljan
Aruj HaRav (allí, inciso 23) que escribió: “No
permitieron ordenarle al gentil
para un enfermo, sólo cuando lo necesita en Shabat, pero no para
la salida del Shabat”.
[2](Allí, y también 276 inciso 1).
[3](328 inciso 17, Ram”a. 276 inciso 1,
Ram”a).
[4](276 allí. Mishná Brurá
inciso 6.
Kaf HaJaim inciso 14 citando Mate Iehudá).
[5](Allí, inciso 5).
[6](Allí).
[7](Allí, inciso 1 y 5. Mishná
Brurá
inciso 9 y 39. Kaf HaJaim inciso 15 y 16).
Y véase Shuljan Aruj
(allí, inciso 1) en cuanto a un gentil que encendió una
fogata para sí mismo
para calentar el lugar, que hay quienes permiten tener provecho del
calor de la
fogata según “vela para uno es como vela para cien”, porque
también una fogata
pequeña puede calentar muchas personas. Y hay quienes lo
prohíben porque la
fogata no es similar a la vela, porque en la fogata se debe agregar de
vez en
cuando madera y agrandar de acuerdo con el número de personas
alrededor que
quieren calentarse (allí, Mishná Brurá inciso 9.
Kaf HaJaim inciso 15 y 18). Y
en Kaf HaJaim (allí, inciso 18) escribió que la primera
opinión del Shuljan
Aruj está permitido tratándose de fogata, y se puede ser
menos estricto cuando
es necesario [y si le parece que el gentil desea agregar para
él, se debe
prohibir y debe levantarse enseguida del lugar calentado por la fogata].
Pero escribieron los
Ajaronim que si el gentil calentó la casa o el cuarto para
él [o para un
enfermo], según todas las opiniones el judío puede entrar
al cuarto a
calentarse, porque “calor para uno es como calor para cien”, y es como
el caso
de la vela y no se teme que añada para el judío
(allí, Mishná Brurá y Kaf
HaJaim inciso 15).
[8](318 inciso 2).