Edición semanal
Basada en materiales de Majón Meir

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Parashat Bejukotai     27 de Iyar 5775     No 1018


Rav Dov Bigún

48 años de la liberación de Ierushalaim – la luz del mundo
En la actualidad

Todo novio bajo la jupa declama frente a todos “si te olvidare, oh Ierushalaim, que se seque mi diestra, que se adhiera mi lengua a mi paladar, si no te recordare, si no pusiere a Ierushalaim por encima de mi mayor alegría” (Tehilim 137:5-6). Esa palabras fueron dichas por los exiliados a Babilonia, contestando a los carceleros que les exigieron que se alegren a su pesar en el lugar de su exilio, “porque allí los que nos tenían cautivos nos exigían que cantáramos y nuestros atormentadores nos exigían alegría; cantadnos uno de los cantos de Tzion” (Tehilim 137:3). Eso nos recuerda lo que nos hicieron los nazis, maldito sea su recuerdo, que obligaron a los judíos marchar a los crematorios acompañados de música.
Sólo en Ierushalaim nos alegramos. En la galut (exilio), a la orilla de los ríos de Babilonia, “nos sentábamos y llorábamos recordando a Tzion” (Tehilim 137:1). Por ello, nuestros sabios determinaron que la persona tiene prohibido colmar su boca de risa en este mundo, porque el versículo dice “entonces se llenará nuestra boca con risas y nuestra lengua con cánticos” (Tehilim 126:2) - ¿Cuándo? – cuando los gentiles digan “el Eterno ha hecho grandezas para con ellos” (Brajot 31A). ¿Y cuándo hace D’s grandezas con nosotros? “Cuando devolvió el Eterno el cautiverio de Tzion” (Tehilim 126:1).

En la actualidad, bienaventurados somos que vemos con nuestros propios ojos el regreso a Tzion, el retorno de los exilios, la reconstrucción de Ierushalaim, y de esa forma nuestra boca se colma de risa más y más, viendo la clara señal exactamente como fue escrita en el versículo: “Y vosotras, serranías de Israel, vuestras ramas deis y vuestros frutos entregaréis, para Mi pueblo Israel porque están por llegar” (Iejezkel 36:8, Sanhedrin 98A). Y como explica Rashi allí: Cuando Eretz Israel (la Tierra de Israel) entregue sus frutos en abundancia, se acerca el término de la galut, y no hay una señal más clara que ella.
Pero todavía no hemos llegado a la meta final. Debemos recordar la intención de los gentiles en el pasado y en el presente, que dicen respecto a Ierushalaim “arrasadla, arrasadla hasta sus cimientos” (Tehilim 137:7): Destruir Ierushalaim hasta los cimientos, D’s no lo permita (véase el comentario de Metzudat David y Metzudat Tzion allí). Aún nos encontramos en medio de una lucha y una pugna por Ierushalaim, las naciones del mundo todavía no aceptaron totalmente la reconstrucción de Ierushalaim, ellos todavía no fueron merecedores de aprender y reconocer que Ierushalim bajo gobierno de Israel les hará llegar a la bendición y el bien, y sólo entonces “Mi casa será llamada una casa de rezo para todos los pueblos” (Ishaya 56:7), sólo entonces Ierushalaim será la luz del mundo.

 Del que se alegra con la alegría de Ierushalaim
y anhela la salvación plena

Dov Bigún


El tercer Beit HaMikdash
Dr. Mijael Abulafia

Ierushalaim hace despertar nuestros anhelos por el Beit HaMikdash (El Templo). Muchos son los que estudian las halajot relacionadas con él, en cada una de las tres fiestas llegan al Kotel (el Muro de los Lamentos) decenas de miles de personas para expresar su anhelo, todo turista visita el Kotel - vestigio de nuestro Beit HaMikdash - e incluso entre las naciones del mundo muchos se interesan por el tema…
Pero debemos recordar: En el Beit HaMikdash no hay un Beit Kneset (Sinagoga) donde se reza, no hay un Beit HaMidrash (centro de estudio de la Torá) o ieshivá ordenados donde hay tres horarios de estudio diarios, y casi no se cumple ninguna mitzva de las que estamos acostumbrados. Todo lo que se hace allí es vincular cada fuerza del ser del individuo particular y del público general a la concepción unificadora.
El Beit HaMikdash es el lugar donde la vida sentimental – como la culpa, el entusiasmo, el agradecimiento, etc. – se convierte en una vivencia de acercamiento a D’s. Así también es el lugar donde se encuentra el Sanhedrin (Suprema Corte), es decir, también el raciocinio es santificado en ese lugar, hasta tal punto que se encuentra con la elevada sabiduría Divina.
Esas dos fuerzas – el sentimiento y el raciocinio – en la realidad del Beit HaMikdash son capaces de revelar lo que es toda su meta: Vinculación con la esencia misma. El Beit HaMikdash es el que corrige el pensamiento, el sentimiento, la conciencia, la imaginación y todas las fuerzas del ser. Él nos encuentra con la capacidad de unificar, por ejemplo, el aspecto impulsivo de nuestra personalidad con el aspecto de la elevada intención, hasta el encuentro con la armonía que se encuentra detrás de toda la creación.
En la conducción de nuestros días – la conducción de recompensa y castigo – la persona se queda en el exilio de su mundo del alma. Es gobernado por la confusión de lo secular, del trajín mono tónico vacío, el mundo de las caídas. En el mundo del Beit HaMikdash – el mundo de la conducción de la unificación – se acerca a su meta. El kodesh (lo santo) es el lugar que unifica, corrige, donde gobierna la conducción que unifica todo con su raíz.
Entonces, nuestra tarea particular de edificar un pequeño Beit HaMikdash dentro de cada uno, es la labor que nos hace pasar de una forma de pensar relacionada con el Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal a una forma de pensar relacionada con el Árbol de la Vida. Como en la realidad del Gan Eden (paraíso) antes del pecado. El Beit HaMikdash simboliza la posibilidad de cada uno de volver a una vida en la que el pensamiento está vinculado sólo a su elevada raíz. 

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 Dov Bigún
Director de Majón Meir
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Rav Shlomó Aviner

Los Diez Mandamientos para el público durante Jazarat HaShat”z
Rav Shlomó Aviner

1. Jazarat HaShat”z (repetición en voz alta del rezo, por parte del oficiante) es una mitzva muy grande, que tiene su efecto en lo alto, más alto aún que el rezo en silencio - y ambos son obligación. También permite decir la Kdushá (parte del rezo que el público dice junto con el oficiante) y cumplir la mitzva de “y Me santificaré dentro de los Hijos de Israel” (Vaikra 22:32), y también la mitzva de recitar Modim (parte del rezo de agradecimiento). Y también permite a los Cohanim (Sacerdotes) bendecir al público. También ocurre a veces que la persona cuando rezó en silencio no logró concentrarse, y entonces puede corregirlo cuando escuche y ponga su atención a lo que dice el oficiante en Jazarat HaShat”z. Y por ello, hay que elegir un oficiante temeroso de D’s que presta atención a su rezo (Piskei Tshuvot 124:1. Allí hay detallado de las fuentes).
2. Escribe el Shuljan Aruj: “Cuando el oficiante repite el rezo, hay que callar y prestar atención a sus bendiciones y contestar amén… y no charlará banalidades, y si lo hizo, es un pecador, y su pecado es tan grande que es difícil de ser sobrellevado, y se lo amonesta” (Shuljan Aruj, Orej Jaim 124 4-7). Es la única ocasión en el Shuljan Aruj que figura la expresión “su pecado es tan grande que es difícil de ser sobrellevado”, lo que es dicho en los versículos respecto a Kain que asesinó a su hermano. Y también hace que los rezos de los demás no sean recibidos en lo alto. Por ello, el que sabe que no podrá aguantarse y hablará durante el rezo, es mejor que no venga al Beit HaKneset (Sinagoga), porque peca y hace pecar a los demás, y hace que la Shjina (manifestación de la Presencia Divina) no se revele en Am Israel (el Pueblo de Israel), y cuántos Beit Kneset fueron destruidos por ello, y por supuesto que eso es válido si habla Lashon HaRra (calumnias) o payasadas (Piskei Tshuvot 124:7).
3. Está escrito en el Shuljan Aruj que “se lo amonesta”. Es decir, si alguna persona habla sin darse cuenta de lo que hace, pero no apropósito, y si se lo amonestará con delicadeza y honrosamente enseguida callará - hay que hacerlo. Pero si esa persona no está dispuesta a escuchar y continúa hablando, al principio se lo debe amonestar en privado, con delicadeza, con amabilidad, y así también la segunda y la tercera vez. Si no cesa de su mala costumbre, hay que hacer como dice el Ramba”m: “Se lo avergüenza en público, y se publica su pecado, y se lo oprobia y se lo maldice, hasta que se arrepienta” (Ramba”m, Hiljot Deot 6:7). Y si tampoco así cesa, hay que prohibirle entrar al Beit HaKneset a rezar, y hay que encomendar alguna persona fuerte y temeroso de D’s que se lo autorizará a amonestar y echar, y todas las personas temerosas de D’s del Beit HaKneset lo ayudarán en su tarea (Piskei Tshuvot 124:7).
4. Está escrito en el Shuljan Aruj: “Hay que callar y prestar atención a las bendiciones del oficiante, y contestar amén” (Shuljan Aruj, Orej Jaim 124 4). Y comenta Mishná Brurá: “Por ello hay que cuidarse mucho de no rezar o estudiar durante la repetición del rezo del oficiante” (Inciso 17). Y D’s no se reconforta de esos rezos o ese estudio. “Bienaventurado sea el que se esfuerza en la Torá y reconforta a D’s” (Brajot 17A) - y eso no lo reconforta. Tampoco hay que ocuparse de otras cosas, como sacarse los tfilin (filactelias), sino que hay que escuchar palabra por palabra. Y eso es válido incluso si hay otras 9 personas que prestan atención, porque es una obligación del público para cada uno (Piskei Tshuvot allí, 9). Y por supuesto que no hay que hablar incluso de temas de la Torá. El momento del estudio de la Torá por separado, y el momento del rezo por separado. Tampoco se debe leer los folletos semanales del Beit Kneset, que realmente en su mayoría no son folletos de  Beit Kneset sino que folletos de propagandas y asuntos seculares. Tampoco se debe estudiar Torá, sólo antes o después del rezo.
5. Hay quienes acostumbran a pararse, y hay quienes acostumbran a sentarse (Piskei Tshuvot allí, 10).
6. Hay quienes acostumbran a decir “baruj hu ubaruj shemo” (bendito sea Él y bendito sea Su nombre), y hay quienes no acostumbran (Piskei Tshuvot allí, 11). Pero según todas las opiniones el oficiante debe esperar hasta que el público termine de decir para continuar con la bendición, porque de lo contrario el público no podrá escucharlo. Y por ello el público no debe demorarse demasiado diciéndolo. Y tampoco se lo debe decir gritando, no se debe elevar la voz más que el oficiante, como dijeron respecto al amén (véase a continuación).
7. Hay que contestar amén después de cada bendición, incluso “hamajzir shjinato letzion”, “upros sucat shalom… veal Ierushalaim”, y es muy severo no contestar (allí 12).
8. “Le enseñará a sus hijos pequeños a contestar amén, porque enseguida que el niño contesta amén tiene parte en el Mundo Venidero” (Shuljan Aruj, Orej Jaim 124:6 y en la acotación). Incluso antes que llegue a la edad en que es obligación educarlo (Piskei Tshuvot allí, 13).
9. Está escrito en el Shuljan Aruj: “Si no hay nueve personas que prestan atención a las bendiciones, es casi seguro que las bendiciones son en vano. Por ello, cada persona hará como si no hubiese nueve aparte de él, y prestará atención a las bendiciones del oficiante” (allí 4). Y si no hay seis que prestan atención, las bendiciones son en vano con certeza (Piskei Tshuvot allí 9).
10. “No contestará amén antes de tiempo” (Shuljan Aruj, Orej Jaim 124 8), como el que contesta antes que el oficiante termine la bendición. “Ni amén cortado” (allí), como por ejemplo si no pronuncia correctamente la palabra amén, sino que “se come” letras (Piskei Tshuvot allí 14). Y el oficiante debe esperar que todo el público termine de decir amén, y no se apresurará a comenzar la bendición siguiente porque entonces no lo escucharán (Shuljan Aruj allí 9. Piskei Tshuvot allí 15). Y el que contesta amén no elevará su voz más que el oficiante (Shuljan Aruj allí 12).
Además no se debe pasear por el Beit Kneset durante la repetición del rezo, no se debe dar vuelta para mirar al público, no hay que amonestar al oficiante diciéndole por ejemplo “más rápido”, “más lento”. No se debe gritar “¡muy bien!”, sino que se debe permanecer con temor y reverencia, con temblor y sudor. Y lo más severo es charlar, “todo el que charla en el Beit Kneset cuando el público se ocupa del alabado de D’s, demuestra que no tiene fe en el D’s de Israel” (Shuljan Aruj HaRav allí 10, citando al Zohar en Truma 131:2). Y bienaventurado sea el que presta oídos y atención y contesta amén.