Ensimismados en las tareas del
asentamiento y
construcción de la tierra, se puede llegar a una
situación de embriaguez y
olvido: “No suceda nunca, cuando hayas comido y te hayas saciado,
cuando hayas
edificado para ti casas buenas y hayas habitado en ellas... de manera
que te
digas en tu corazón; mi poder y la fuerza de mi mano me ha
procurado esta
riqueza. Antes bien, te acordarás del Eterno, tu D’s, porque
Él es quien te da
fuerzas para hacer” (Dvarim 8:12-18). Esos versículos expresan
tajantemente la
problemática de la iniciativa y acción humanas. A primera
vista, se está
negando la iniciativa del hombre y la fomentación de la
capacidad humana: Todo
el éxito depende de D’s. Él tiene fuerza, Él hace,
Él bendice con el éxito la
realidad – y todo intento de hacer responsable de ello al hombre, no es
más que
una ilusión hereje. Así parece a primera vista. Por otro
lado, una concepción
como esa nos educa a ser holgazanes y dejar de lado las capacidades
humanas: Si
D’s lo hace todo, nosotros podemos descansar!. Es semejante a la
concepción
fatalista, según la cual todo está determinado desde un
principio, y de esa
forma se llega a una justificación filosófica de la
holgazanería: Para qué
esforzarse?: De todas formas, ya fue predestinado que las cosas
serán de una
forma u otra!. Y en efecto, una de las escorias del Temor a D’s que no
fue
elaborado es la holgazanería. La vinculación con D’s y la
fe, son confundidas
con la holgazanería (prólogo a Musar HaKodesh).
Pero no es así!. Por supuesto que se debe ser
consciente que “mi poder y la fuerza de mi mano me ha procurado esta
riqueza”!.
De la misma forma que la edificación nacional, militar y
económica debe ser
realizada a alto nivel, lo más sofisticado posible,
también es necesario que
detrás de esa edificación se encuentre la certeza que
somos capaces de hacerlo,
que somos fuertes y tenemos una potencia civilizadora y
tecnológica que nos
permitirá alcanzar esos elevados logros, en todos los aspectos.
Por ello, no sólo que no está prohibido decir “mi
poder y la fuerza de mi mano me ha procurado esta riqueza”: Por el
contrario,
es una mitzva decirlo! (Darshot HaRan, Drush 10). Debemos ser
conscientes de nuestras capacidades. Esa conciencia es también
parte de nuestra
obligación en la guerra: El cobarde que atemoriza a sus
hermanos, les hace
sentir debilidad e inseguridad en la guerra – comete un pecado grave
(Dvarim
20:8). El Cohen Mashuaj (sacerdote que sale al frente
de las
huestes), en contraste, le dice al pueblo: “Oye, oh Israel, vosotros os
acercáis hoy para pelear contra vuestros enemigos. No desmaye
vuestro corazón,
no temáis ni os alarméis, ni os acobardéis a causa
de ellos” (Dvarim 20:3).
Entonces, cuándo se vuelve negativa la sensación de
fuerza y potencia?: Cuando surge de la arrogancia, que hace olvidar.
Cuando “se
ensalce tu corazón, y te olvides del Eterno, tu D’s” (Dvarim
8:14), y en base a
ello “digas en tu corazón; mi poder y la fuerza de mi mano me ha
procurado esta
riqueza” – allí se encuentra el pecado.
De ese versículo aprendemos cuán severa es la
arrogancia: Ella conduce al olvido de D’s. Rabí Moshé de
Kutzi – autor del
libro “Sefer Mitzvot Gadol” – cuenta que después de haber
enumerado en
su libro todas las 613 mitzvot, según sus criterios, le
fue dicho en
sueños que omitió lo principal: El olvido de D’s! (Al
final de la introducción.
Y también allí, preceptos negativos 64).
Pregunta: Qué relación hay
entre ellas?!. Cómo conduce la arrogancia al olvido de D’s?.
Respuesta: La
humildad – la virtud opuesta a
la arrogancia – es en dos campos. El primero, en el plano social, entre
la
persona y su prójimo: La persona humilde no se enorgullece
frente al prójimo,
sino que está dispuesta a descender a su altura y ayudarlo. Como
el cuento de
Einstein – el científico genio judío – que le
ayudó a una niña pequeña a hacer
sus deberes de matemáticas. El segundo plano, es frente a D’s.
Ser humilde, es
ser consciente que todo lo que tenemos dentro nuestro proviene de D’s,
como
dice Rabí Iehudá HaLevi: “Todo proviene de Él, y
no de nosotros” (HaKuzari
2:50). Hay que ser consciente que D’s es el origen de todas las fuerzas
y
talentos que hay dentro nuestro: “Antes
bien, te acordarás
del Eterno, tu D’s, porque Él es quien te da fuerzas para hacer”.