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Rav Shlomó Aviner Iniciativa y fe

Rav Shlomó Aviner
(Beahava Ubeemuna No628)

Ensimismados en las tareas del asentamiento y construcción de la tierra, se puede llegar a una situación de embriaguez y olvido: “No suceda nunca, cuando hayas comido y te hayas saciado, cuando hayas edificado para ti casas buenas y hayas habitado en ellas... de manera que te digas en tu corazón; mi poder y la fuerza de mi mano me ha procurado esta riqueza. Antes bien, te acordarás del Eterno, tu D’s, porque Él es quien te da fuerzas para hacer” (Dvarim 8:12-18). Esos versículos expresan tajantemente la problemática de la iniciativa y acción humanas. A primera vista, se está negando la iniciativa del hombre y la fomentación de la capacidad humana: Todo el éxito depende de D’s. Él tiene fuerza, Él hace, Él bendice con el éxito la realidad – y todo intento de hacer responsable de ello al hombre, no es más que una ilusión hereje. Así parece a primera vista. Por otro lado, una concepción como esa nos educa a ser holgazanes y dejar de lado las capacidades humanas: Si D’s lo hace todo, nosotros podemos descansar!. Es semejante a la concepción fatalista, según la cual todo está determinado desde un principio, y de esa forma se llega a una justificación filosófica de la holgazanería: Para qué esforzarse?: De todas formas, ya fue predestinado que las cosas serán de una forma u otra!. Y en efecto, una de las escorias del Temor a D’s que no fue elaborado es la holgazanería. La vinculación con D’s y la fe, son confundidas con la holgazanería (prólogo a Musar HaKodesh).
Pero no es así!. Por supuesto que se debe ser consciente que “mi poder y la fuerza de mi mano me ha procurado esta riqueza”!. De la misma forma que la edificación nacional, militar y económica debe ser realizada a alto nivel, lo más sofisticado posible, también es necesario que detrás de esa edificación se encuentre la certeza que somos capaces de hacerlo, que somos fuertes y tenemos una potencia civilizadora y tecnológica que nos permitirá alcanzar esos elevados logros, en todos los aspectos.
Por ello, no sólo que no está prohibido decir “mi poder y la fuerza de mi mano me ha procurado esta riqueza”: Por el contrario, es una mitzva decirlo! (Darshot HaRan, Drush 10). Debemos ser conscientes de nuestras capacidades. Esa conciencia es también parte de nuestra obligación en la guerra: El cobarde que atemoriza a sus hermanos, les hace sentir debilidad e inseguridad en la guerra – comete un pecado grave (Dvarim 20:8). El Cohen Mashuaj (sacerdote que sale al frente de las huestes), en contraste, le dice al pueblo: “Oye, oh Israel, vosotros os acercáis hoy para pelear contra vuestros enemigos. No desmaye vuestro corazón, no temáis ni os alarméis, ni os acobardéis a causa de ellos” (Dvarim 20:3).
Entonces, cuándo se vuelve negativa la sensación de fuerza y potencia?: Cuando surge de la arrogancia, que hace olvidar. Cuando “se ensalce tu corazón, y te olvides del Eterno, tu D’s” (Dvarim 8:14), y en base a ello “digas en tu corazón; mi poder y la fuerza de mi mano me ha procurado esta riqueza” – allí se encuentra el pecado.
De ese versículo aprendemos cuán severa es la arrogancia: Ella conduce al olvido de D’s. Rabí Moshé de Kutzi – autor del libro “Sefer Mitzvot Gadol” – cuenta que después de haber enumerado en su libro todas las 613 mitzvot, según sus criterios, le fue dicho en sueños que omitió lo principal: El olvido de D’s! (Al final de la introducción. Y también allí, preceptos negativos 64). La Gmará (Sota 5A) nos enseña que la prohibición de la arrogancia emana de la prohibición de olvidar a D’s: “Cómo sabemos que está prohibido enorgullecerse?. Porque el versículo dice ‘se ensalce tu corazón, y te olvides del Eterno, tu D’s’”. La arrogancia y el olvido de D’s – son una misma cosa.

Pregunta: Qué relación hay entre ellas?!. Cómo conduce la arrogancia al olvido de D’s?.
Respuesta: La humildad – la virtud opuesta a la arrogancia – es en dos campos. El primero, en el plano social, entre la persona y su prójimo: La persona humilde no se enorgullece frente al prójimo, sino que está dispuesta a descender a su altura y ayudarlo. Como el cuento de Einstein – el científico genio judío – que le ayudó a una niña pequeña a hacer sus deberes de matemáticas. El segundo plano, es frente a D’s. Ser humilde, es ser consciente que todo lo que tenemos dentro nuestro proviene de D’s, como dice Rabí Iehudá HaLevi: “Todo proviene de Él, y no de nosotros” (HaKuzari 2:50). Hay que ser consciente que D’s es el origen de todas las fuerzas y talentos que hay dentro nuestro: “Antes bien, te acordarás del Eterno, tu D’s, porque Él es quien te da fuerzas para hacer”.