El
consuelo doble
Rav Eran
Tamir
(Beahava
Ubeemuna No627)
Los capítulos de consuelo
– que leeremos en los
próximos Shabatot – comienzan con el versículo
“consolad, consolad a Mi
pueblo, dice vuestro D’s” (Ishaya 40:1). Y hay que aclarar: Por
qué fue dicha
dos veces la palabra “consolad”?. Acaso no alcanza con consolar una
vez?.
La pregunta se agudiza cuando analizamos las citas
respecto al tema de la destrucción de Ierushalaim y el Beit
HaMikdash
(El Templo), el exilio y la miseria de Am Israel (el Pueblo de
Israel),
y el éxito de las otras naciones – lo que constituye el golpe
más duro de los
mencionados por la Gmará
(Macot 24A, 24B). Y allí, cuando Rabí Akiva sonríe
y alienta a los demás sabios
– que lloran, cuando ven esa terrible situación – ellos le
contestan con una
respuesta doble: “Akiva, nos has consolado. Akiva, nos has consolado”.
Cuál es
el sentido de ese doble consuelo?.
Aprendemos de
ello un principio básico importante, en lo que respecta a
nuestra concepción y
fe en la vida: La persona se encuentra sumergida en la vida del
presente. Él
está ocupado con sus necesidades y con sus asuntos. No
sólo en la vida del
particular, sino que también en la vida del pueblo es
así. Muchas veces la vida
presente es difícil, complicada, un problema tras otro, una
desgracia tras
otra. De esa forma la persona puede llegar a desalentarse, porque no le
ve un
futuro a su vida, y por supuesto que no ve cómo la
situación presente – tan
complicada, brumosa y confusa – es parte del futuro al que aspira
llegar. Por
ejemplo: Estamos sumergidos hasta el cuello ya hace muchos años
en dos temas
centrales, relacionados con nuestra subsistencia. El tema de la
seguridad
nacional – en relación con los enemigos por fuera – y el tema de
la economía –
en relación a la sociedad israelí por dentro. Ocupados en
esos temas, no
tenemos tiempo para pensar y actuar en los temas más
auténticos: Todo eso, para
qué?!. Cuál es la esencia, cuál es el significado
de todo eso?. En realidad,
sólo cuando esos problemas existenciales sean resueltos, y
comencemos a
aclararnos quiénes somos y cual es la meta de nuestra vida –
sólo entonces
llegaremos finalmente a nosotros mismos y a nuestra independencia.
Pero mientras tanto - cuando hay
tantos problemas,
y tal parece que sólo se multiplican y profundizan, hasta tal
punto que se
pierden todos los valores – muchos de nosotros pierden
la
esperanza del futuro que nos corresponde realmente. Y por supuesto que
no son
capaces de entender cómo este proceso presente – con todos sus
problemas – es
parte de la edificación del futuro que nos espera.
Y por ello, necesitamos un
consuelo doble: Se nos
dice que a pesar de todo, finalmente llegaremos al buen y pleno futuro.
Y
también se nos dice que todo eso, todos los acontecimientos
torcidos,
incorrectos e innecesarios – a primera vista – también ellos, y
justamente
ellos son los que nos conducirán al futuro. Y por supuesto, debemos corregir
todo lo que podamos.
Como Rabí Akiva - en el momento de la terrible
destrucción, del Beit
HaMikdash y de Eretz Israel (la Tierra de Israel),
y el terrible exilio - también
nosotros nos consolaremos hoy en día. Observaremos con una
mirada de fe todo lo
que fuimos merecedores de recibir en el proceso de nuestra gueulá
(Redención) en general, y a las complicaciones de ese proceso en
particular.
Como dijo el Rav Kuk (Ein Ayá, Shabat Alef, 133): “Todo lo que
está vinculado
con la vida, tenemos la certeza que se pueda extraer de él
mismo, o de sus
acciones, en algún momento, el bien y la rectitud que hay en
él, los
sentimientos buenos y elevados, los buenos placeres, que son buenos en
su
momento y también para siempre, buenos para el que
disfrutó de ellos y buenos
para todos. Y para ese elevado aspecto, que es la meta de la vida, que
todo el
mundo fue creado para ello, vale la pena sufrir y soportar
también las cosas
que se le adhieren. A pesar que muchas veces se apartan del camino
bueno y
correcto, y dificultan la meta de la vida, de todas formas a fin de
cuentas
debemos encontrar en todo el vínculo con el bien y la rectitud,
la sabiduría y
la justicia, en forma indirecta o más directa. Y por ello vale
la pena soportar
las escorias y lo superfluo. Y cuanto más sensible, sabia y
amante sea la
persona, encontrará con más facilidad el contenido bueno
que se esconde también
en la profundidad de los acontecimientos de la vida, que de por
sí no están
bien orientados en dirección al bien y a las aspiraciones
correctas de toda
persona con corazón puro...”.