El
profeta Irmyau
Rav
Azriel
Ariel (Beahava
Ubeemuna No624)
El profeta Irmyau es una figura muy
trágica. Él no
eligió “hacer carrera” como profeta: Su papel le fue impuesto
por orden Divina.
No le resultaba agradable ser portavoz de la furia Divina, criticar y
reprobar,
amenazar y advertir, vaticinar las tinieblas y ver el mal. Como uno de
los
descendientes del Cohen (sacerdote) Aharon – que amaba y
perseguía la
paz – seguramente quería acariciar y alentar, mirar desde un
punto de vista de
bondad a la realidad y decir que “un poco de luz rechaza mucha
oscuridad”
(Maamarei HaReaya Alef, Pág. 99). Seguramente hubiese preferido
vaticinar
profecías de consuelo, de reconstrucción, de bondad, de gueulá
(Redención).
Y la verdad, es que él no quería hablar en absoluto: “Ah,
Señor Eterno, he aquí
que no se hablar, porque soy niño” (Irmya 1:6). Pero D’s lo
obligó. A
diferencia de Moshé – que durante una semana entera D’s trata de
convencerlo
para que acepte su misión – el profeta Irmyau recibe de
inmediato una orden
Divina: “No digas soy niño, sino anda a dondequiera que te
envíe, y habla todo
cuanto Yo te ordene” (Irmya 1:7).
Y todavía late en el corazón del profeta Irmyau la
esperanza que será merecedor de vaticinar el bien para su
pueblo. Su misión, es
para con Am Israel y también para con las demás
naciones, “para
desarraigar y para derribar, para arruinar y para destruir” (Irmya
1:10) y
también “Para edificar y plantar” (Irmya 1:10). Quizás
las profecías de
destrucción serán sólo para las demás
naciones, y las profecías de construcción
para su pueblo?. Pero no fue así. Nuestros sabios nos cuentan:
“Es como una
mujer Sota (sospechosa de haber cometido adulterio) que fue
traída para
tomar de las aguas amargas [que producirán su muerte si
realmente ha cometido
adulterio. N. del T.]. El Cohen se acerca para darle de beber,
y cuando
la mira se da cuenta que es su madre!... Así le pasó al
profeta Irmyau cuando
D’s le dijo que le de de beber las aguas amargas a Ierushalaim. Dijo
Irmyau:
D’s, acaso no me habías dicho ‘te puse por profeta para las
naciones’ (Irmya
1:5)?. Y ahora, debo comenzar por mi propia nación?!..” (Midrash
Zuta, Eija
1:7).
Tampoco es fácil andar contra la corriente,
vaticinar profecías que nadie está dispuesto a escuchar,
pelearse con toda la
familia, con los vecinos y los amigos, ser el “enemigo del pueblo”, ser
tirado
al pozo como un traidor, estar preso en el patio de la cárcel
por sospechoso de
colaboración con el enemigo, y salvarse por milagro de un
intento de asesinato
de sus vecinos, los habitantes de Anatot. Su vida es tan
difícil, hasta el
punto que él se hastía de ella y grita: “Ay de mí,
madre mía!. Pues me pariste,
hombre de contención y discordia para toda la tierra. No he dado
ni tomado en
préstamo, y sin embargo cada uno de ellos me maldice” (Irmya
15:10). Y luego le
dice a D’s: “No me he sentado para gozarme, en el círculo de los
que pasan
alegre vida, a causa de Tu mano me he sentado solo, pues que me has
llenado de
indignación. Por qué es perpetuo mi dolor, y mi herida
desahuciada rehúsa ser
curada?” (Irmya 15:17-18). Pero la respuesta de D’s le produce
más dolor aún:
“No tomes para ti mujer, ni tengas hijos ni hijas en este lugar”(Irmya
16:2).
No tienes futuro como individuo particular!. Y no sólo eso, sino
que tampoco
tendrás un continuador espiritual!. Baruj Ben Neria - tu fiel
discípulo - no
será merecedor de la profecía, y no continuará tus
obras!.
La realidad – personal y nacional – era más dura
aún que la profecía. Para su gran pesar, ninguna de sus
profecías dejó de
cumplirse. Todas las profecías de destrucción, de ruina y
matanza, se
cumplieron en su totalidad. Y todavía latía en su
corazón la esperanza que los
pocos sobrevivientes se quedasen en la tierra – hasta que fue asesinado
Guedalia. A pesar de sus enérgicas protestas, los que quedaron
escaparon a
Egipto y lo llevaron con ellos a la galut (el
exilio). Y todavía había esperanzas que la
destrucción y la galut tengan
su efecto positivo y haya un arrepentimiento – pero tampoco eso
sucedió, y el
pueblo se afianza más aún en el culto a otros dioses.
Irmyau muere solo, en el
exilio, en la galut, con la destrucción. Un final
trágico de una vida
trágica.
Pero en
Justamente la profundidad del dolor de la destrucción, es el que
permite
mirar la gueulá (Redención) con una mirada clara:
“Y sucederá que de la
manera que Yo velaba sobre ellos para arrancar, y derribar, y para
demoler, y
para destruir, y para afligir - así velaré sobre ellos
para edificar y para
plantar, dice el Eterno” (Irmya 31:27).