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“No Me llamarás ‘Mi Marido’”
Rav Azriel Ariel
 (Beahava Ubeemuna No617)

En la Haftará de este Shabat el profeta nos comunica que la actitud de Kneset Israel (el alma genérica de Am Israel) frente a D’s cambiará totalmente: “Y sucederá que en aquel día, dice el Eterno, tú Me llamarás ‘Mi Esposo’, y no Me llamarás ‘Mi Marido’” (Hoshea 2:18). Debemos profundizar en los conceptos baal (marido, en hebreo) e ish (esposo, en hebreo) y comprender de acuerdo a ello el cambio en la posición de la “esposa” en la profecía de Hoshea. Y para ello, citaremos ejemplos del Tanaj (La Biblia):
El vínculo entre Avraham y Sara es un vínculo de “esposo” y “esposa”: “Y tomó Sarai, la esposa de Avram... y diósela a Avram, su esposo, por mujer” (Bereshit 16:3). También es así con respecto a Lea, que deseaba conquistar el amor de Iaacov: “Por tanto, ahora me amará mi esposo... Esta vez, me acompañará mi esposo... Es poco el haberte tú llevado mi esposo...?” (Bereshit 29:32-30:15). También la relación entre Jana y Elkana, su esposo que la ama: “Entonces le decía Elkana, su esposo... Y llegóse Elkana a Jana, su esposa...” (Shmuel Alef 1:8-19). También en el libro de Rut: “Y murió Elimelej, el esposo de Naomí... y la mujer quedó sin sus dos hijos, y sin su esposo... que halléis descanso cada cual en casa de su esposo... y tenía Naomí un pariente de su esposo...” (Rut 1:3-2:1). En todos esos casos, la relación de pareja es conceptuada como un vínculo de amor entre el esposo y la esposa.
En contraste, cuando D’s amonesta a Avimelej por haber robado a Sara no le habla del amor entre Avraham y Sara que él perjudicó, sino que justamente recalca el aspecto del robo: “He aquí que vas a morir por causa de la mujer que has tomado, porque ella tiene marido” (Bereshit 20:3). Es similar al término que utiliza la Torá tratándose de adulterio – cuando un hombre ajeno tiene relaciones con una mujer “que tiene marido” (Dvarim 22:22). Y es acorde al término utilizado por el versículo que habla de la indemnización que se le debe pagar al padre de una criatura que murió, “conforme a lo que impusiere el marido de la mujer” (Shmot 21:22). En todos esos casos la relación entre los cónyuges es conceptuada como un vínculo de pertenencia. Esa es también la concepción del consejero Memujan de Meguilat Ester: “Porque este hecho de la reina llegará a noticia de todas las mujeres, para hacer despreciables a sus maridos... y todas las mujeres honrarán a sus maridos...” (Ester 1:17-20). Y según su opinión, también una familia en donde las relaciones hasta ahora eran igualitarias, deberá cambiar y pasar a ser una relación jerárquica: “Que todo hombre sea señor en su propia casa...” (Ester 1:22).
La relación de matrimonio – es compleja. Comienza con un “esposo”, y termina con un “marido”: “Cuando un esposo tomare una esposa... y cuando saliere de su casa, ella podrá ser de otro esposo... su primer marido que la había despedido, no podrá volver a tomarla por mujer suya...” (Dvarim 24:1-4). Se trata de un vínculo de matrimonio sentimental, en el que el amor tomó el papel central en un principio, pero perdió su brillo y se convirtió en una relación formal, de pertenencia. Es posible también encontrar una complejidad interesante en el caso de Bat-Sheva: “Y al oír la esposa de Uria que había muerto Uria, su esposo, hizo duelo por su marido” (Shmuel Bet 11:26). Las personas – que no sabían de su relación con el rey David – le dijeron que su esposo murió. Pero ella – que ya había resuelto ser parte de la casa de David – se vistió
de luto sólo para cumplir su obligación formal, e hizo duelo por su marido.
Pero hay también otros casos en los que el uso de esos términos exige ser explicado. Por ejemplo, en el canto de alabanza a la mujer virtuosa – el cónyuge es apodado marido: “Confía en ella el corazón de su marido... es conocido en los portones de su ciudad su marido... sus hijos se levantan y la proclaman bendita, su marido también...” (Mishlei 31:11-28). La relación que es descrita en ese canto de alabanza, es unilateral, y no es notorio el plano de la reciprocidad. En contraste, en el caso de la mujer Sota (sospechosa de haber cometido adulterio) se habla de “su esposo”. A diferencia del hombre que cometió adulterio – que es castigado por su trasgresión en el plano formal, de haber tenido relaciones con una mujer que no le es propia – la mujer adúltera es castigada por el daño que produjo en el plano sentimental, para con su esposo. También en el caso de los juramentos se habla de “su esposo”: A primera vista no es el término correcto, porque el vínculo de pertenencia de la mujer llega a tal punto que su marido puede anular sus votos!. Pero el término “esposo” que se repite una y otra vez en ese caso, es quizás la fuente de inspiración de nuestros sabios, que determinaron que el esposo sólo puede anular los juramentos que afectan a la relación entre ellos, o juramentos que le causarán un gran sufrimiento a ella – dos campos que pueden ser expresión del amor entre los cónyuges. Pero no tratándose de juramentos relativos a otros campos de la vida, donde se preserva la independencia de la mujer.
De acuerdo a ello, podemos entonces caracterizar de esta forma los términos “esposo” y “marido”: “Esposo” expresa un vínculo más igualitario, a la misma altura – mientras que el término “marido” expresa una relación más jerárquica, autoritaria. La relación conyugal de “esposo” se caracteriza por el amor – mientras que una relación de “marido” inspira respeto, e incluso cierto tipo de veneración. Entre el “esposo” y la “esposa” hay una reciprocidad – mientras que en una relación de “marido” se habla de alguien que es activo, frente a alguien que es pasivo. Hablando de “esposo”, es notoria la participación mutua – mientras que en el caso del “marido” el vínculo es más adquisitivo, propietarista. La actitud del “esposo” es más sentimental, natural – mientras que la del “marido” es más legal, formal.
Podremos profundizar más a través de la primer pareja que figura en la Torá: En la creación del mundo, se habla de “esposo” y “esposa”. La mujer es llamada así porque “esta vez es hueso de mis huesos y carne de mi carne” (Bereshit 2:23) – una expresión del vínculo natural y profundo. Pero después del pecado en el Gan Eden (Paraíso) las relaciones cambiaron, y D’s maldice a la mujer diciéndole: “Desearás a tu esposo, y él regirá sobre ti” (Bereshit 3:16). En castigo por el mal uso de la fuerza de la tentación, el hombre es exigido desarrollar la fuerza del dominio – y el nombre de los cónyuges cambia de “esposo” y “esposa” (un vínculo de esencia, profundo) a Adam y Java (un vínculo funcional, relacionado con su papel) – hasta que llegue a su corrección.
Pero en el correr de la historia, esa relación será elevada. Desde el pecado en el Gan Eden, y desde el principio de la creación de Am Israel (el Pueblo de Israel), la relación entre D’s y el ser humano es autoritaria. D’s ordena - el hombre y el pueblo lo acatan con sumisión. Luego desobedecen, y es necesario volverlos a someter. “Mi pacto que ellos quebrantaron, aunque Yo me había adueñado de ellos” (Irmya 31:31). Pero en el futuro no será así: Am Israel será independiente y elaborará una elevada capacidad de autocontrol. En base a ello, desarrollará un vínculo de amor e identificación para con D’s, “pondré Mi ley en sus entrañas, y en su corazón la escribiré” (Irmya 31:32), y el vínculo será más recíproco, como dice el versículo “pues el Eterno va a crear algo nuevo en la tierra, la mujer cortejará al hombre” (Ishaya 31:21). Entonces, no habrá necesidad de una coerción autoritaria. Y por ello dice el profeta Hoshea: “Por tanto, Yo la atraeré y la llevaré al desierto, y le hablaré cariñosamente... Y sucederá que en aquel día, dice el Eterno, tú Me llamarás ‘Mi Esposo’ y no Me llamarás ‘Mi Marido’... Y te desposaré conmigo para siempre, y te desposaré conmigo en justicia y en derecho, en misericordia y en compasiones, y te desposaré conmigo en fidelidad - y tú conocerás al Eterno” (Hoshea 2:16-22).