Un
alumno estúpido
Rav
Shlomó
Aviner (Beahava Ubeemuna No612)
"Cuando era un alumno de escuela
fracasé totalmente en las pruebas de IQ (coeficiente
intelectual). Le tenía
pánico a esos exámenes, y cuando veía al
psicólogo de la escuela entrar a la
clase para realizarlos, eso me producía inmediatamente un ataque
de pavor.
Cuando él decía: "Comiencen!" – yo ya era incapaz de
responder las
preguntas de la prueba. Yo todavía recuerdo que me encontraba
tratando de
resolver las primeras preguntas, cuando escuchaba a los demás
alumnos que
pasaban una hoja tras otra del examen. Para mí, el partido ya se
había
terminado antes de empezar – y el resultado, siempre era el mismo:
Perdí
rotundamente... Tú fracasas en la prueba, y pierdes el partido,
cuando la
consecuencia es que de ahora en más, te apodarán: "Estúpido".
No se necesita ser un genio para
comprender qué es lo que eso significa: No hay pretensiones de
un estúpido. Mis
maestros en los primeros años de escuela no esperaron que llegue
a ningún
logro, por supuesto. Como muchos alumnos, yo deseaba contentar a mis
maestros –
y traté de satisfacer sus expectativas. Fui un pésimo
alumno en los tres
primeros años de escuela, pero mis maestros no estaban
decepcionados: Estaban
contentos, de momento que cumplía con sus pretensiones. Y yo
estaba contento
que ellos también lo estaban. Todos estábamos contentos –
y yo, era otro más de
los que pierden en el partido de la vida...
Tuve suerte – más que muchos otros
alumnos. En cuarto año, cuando tenía nueve años,
llegué a la clase de la señora
Alexa. Mientras que los maestros en los primeros años de mis
estudios eran
mayores, y estaban bien atrincherados en los resultados de los
exámenes de IQ,
la señora Alexa acababa de terminar sus estudios no hace mucho,
y no conocía
los exámenes de IQ – o no le importaba demasiado sus resultados.
Ella creía que
yo era capaz de mucho más – y me lo exigió. Y
después, me exigió más aún – y lo
recibió!. Por qué?. Porque yo quería satisfacer
sus expectativas, más aún que
las de los maestros anteriores...
La señora Alexa no se extraño en lo más
mínimo - pero yo si me maravillé -
cuando mis logros sobrepasaron todas las expectativas. Me
convertí
rápidamente en un alumno sobresaliente, y así fue desde
ese entonces".
Así escribe el Profesor Robert
Sterenberg – uno de los psicólogos más famosos de
nuestros tiempos, y el
Presidente de la
Asociación
de los Psicólogos de EE.UU. (en su libro Inteligencia Exitosa –
más allá del
IQ).
También escribe: "En mi último año
de estudio en la academia, me aconsejé con el decano de la Universidad
de Yale en
cuanto a mis planes futuros. Le conté que estoy interesado en
continuar mis
estudios de sicología, pero él me insinuó que le
parece demasiado ambicioso, ya
que en principio soy un técnico, y debería buscar
algún programa de estudio
profesional que sea apto para una persona con capacidades mentales de
ese tipo.
Me ofendí, y le contesté: 'Gracias, pero no'.
Continué mis estudios de
sicología...
La señora Alexa produjo toda una
revolución en mi vida. Si hubiese tenido otra maestra en cuarto
de escuela,
seguramente estaría ahora trabajando como limpiador en mi
oficina en la
Universidad donde
enseño..." (allí).
"En cuarto año descubrieron que
soy disléxico, y desde ese entonces yo me convencí que
soy estúpido, y casi no
estudié nada hasta mi segundo año en la ieshiva. Entonces, decidí estudiar
toda la Masejet
(Tratado del Talmud) "Brajot", desde el principio hasta el final, y
resumirla. Para mi
sorpresa – lo logré!. Sólo entonces me di cuenta que por
lo visto, no soy un
estúpido. Y desde ese entonces, estudio Torá con alegría" (testimonio de una persona
que desea permanecer en
el anonimato).
Una vez, una persona fracasó en las
pruebas para ser oficial del ejército. Por lo general,
algo así es como un veredicto final – pero
él no se desalentó, trajo recomendaciones, nuevamente se
presentó – y volvió a
fracasar. A pesar de ello se empecinó, esperó un poco, y
nuevamente se presentó
– y volvió a fracasar por tercera vez. Pero la cuarta vez
triunfó, y con el
tiempo se transformó en el oficial más importante de Tzaha"l (Ejército de Defensa de
Israel) – el Comandante en Jefe Shaul Mofaz!.
Y salvando las grandes diferencias,
elevándonos más:
"Me acosté en mi cama, y mis
padres pensaron que me dormí. Escuché a mi padre que le
decía a mi madre: 'El
maestro nuevamente se quejó de nuestro hijo, que se
escapó del Talmud Torá (centro de estudio de la Torá
para niños
pequeños) para jugar a la pelota, en vez de estudiar. No
tendremos más remedio,
lo traeré conmigo al trabajo para que por lo menos haga algo
provechoso'. Salté
de mi cama, y le dije a mis padres: 'Acaso seré un ignorante
toda mi vida?!. De
ninguna forma!. Papá!. Mamá!. Yo quiero estudiar Torá!!. Yo les prometo que de ahora en
más estudiaré seriamente. Denme otra
oportunidad más!. Yo les demostraré que realmente soy
serio". Así contó
alegremente el Netzi"b (Rav Naftali Tzvi Iehudá
Berlín) de Voloshin sobre sí mismo, cuando
terminó su libro "Aamek Sheelá".
Respecto a Rabí
Iehudá Jasid – autor
del libro "Sefer
Jasidim" – contaron:
"Cuando nuestro Rav tenía 18 años, no sabía
nada, y sólo hacía tonterías de jóvenes.
Hasta que una vez su padre le estaba
enseñando halajot a sus discípulos, y su hijo – nuestro
Rav – entró tirando flechas al Beit HaMidrash (centro de estudio de la Torá)
de su padre. Los
discípulos se enojaron, y le dijeron: 'Tú, y tu padre, y
tus ancestros, todos
ustedes fueron grandes estudiosos de la Torá.
Cómo
puede ser que críes a tu hijo de esa forma, y lo dejes ser un
salvaje?'.
Entonces, Rabí Shmuel le dijo a su hijo: 'Mi hijo Iehudá,
quieres estudiar
conmigo?'. Y él contestó: 'Si'" (Toldot Rabeinu
Iehudá HaJasid, Pág. 2.
Sefer Jasidim, edición del Rav Margaliot). Y finalmente, se
convirtió en uno de
los más grandes sabios de todas las generaciones.