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La partición del mar y del río
Rav Azriel Ariel
 (Beahava Ubeemuna No611)

La partición del Iam Suf – con toda su singular grandiosidad – no fue la única oportunidad en que las aguas fueron divididas. Así también ocurrió cuando fue cruzado el Yardén (Jordán) en la época de Ioshua, y también con Eliahu y Elisha. Hay un relato singular en la Gmará (Julin 7A), donde se habla de un río que se partió para que pueda surcarlo un tzadik (justo) – y nos enseña respecto a la partición del Iam Suf y su significado:
"Rabí Pinjas Ben Iair fue a liberar cautivos. Llegó hasta el río Guinai. Le dijo: Guinai, separa tus aguas para que pueda pasar!. Le contestó el río: Tú te diriges a cumplir con la voluntad de tu Creador, y yo también cumplo con la voluntad de mi Creador. Tú – quizás lograrás tu propósito, quizás no. Pero yo, cumplo con seguridad. Le dijo Rabí Pinjas: Si no separas tus aguas, yo decretaré que nunca más tengas aguas!. Entonces, el río se abrió".
Hay una dura confrontación entre Rabí Pinjas y el río. El río - simboliza la naturaleza, que cumple con la voluntad de su Creador, actuando en forma fija según las leyes que fueron determinadas en los seis días de la creación. El tzadik, simboliza lo que se encuentra por encima de la naturaleza - la fuerza del hombre que cumple con las mitzvot en base a su libre albedrío, y de esa forma se eleva por encima de la naturaleza, y pretende "liberar" al kodesh (lo santo), que se encuentra cautivo en las limitaciones de ella. La virtud de la naturaleza es su constancia: El río surca y surca, sin cesar. El ciclo natural del agua todo el tiempo lo provee de nuevas aguas. "Todos los ríos van al mar, y el mar no se llena, al lugar donde van los ríos, allí mismo vuelven a correr" (Kohelet 1:7). También la fuerza de crecimiento del jardín es estable. El hombre - en contraste - no es estable. No hay ninguna ley natural que lo obligue a cumplir las mitzvot - ni esforzarse por cruzar ríos para liberar cautivos. Por ello, el río le dice a Rabí Pinjas: "Tú – quizás lograrás tu propósito, quizás no. Pero yo, cumplo con seguridad". La respuesta de Rabí Pinjas es tajante: Justamente el libre albedrío humano – que le permite apartarse del marco esclavizante de la naturaleza y elevarse por encima de ella – es el que le confiere su superioridad. Un mundo estático, preso por leyes de acero, que no puede avanzar en ningún sentido, no tiene valor. El derecho de existencia del mundo, emana del ser humano - que fue creado a imagen y semejanza Divina, que es capaz de vivir la dimensión sobrenatural de su esencia y doblegar la naturaleza. Y así dicen en la Gmará (Shabat 88A): "D's estipuló con el cielo y la tierra, cuando los creó; si Am Israel (el Pueblo de Israel) recibirán la Torá – está bien. Pero si no la recibirán, los devolveré al caos inicial".
El hombre que vive la dimensión Divina sobrenatural, es capaz de vencer la naturaleza y obligar al río que corre a abrirse frente a él. Y no solamente eso, sino que también es capaz de elevar a los que lo acompañan y revelar en ellos la dimensión sobrenatural de su personalidad:
"Andaba con él una persona que llevaba trigo para que los pobres tengan alimento en Pesaj. Le dijo al río: Separa tus aguas también para él, porque se dirige a cumplir una mitzva. Y el río se partió. Andaba con él también un comerciante Ishmaelita. Le dijo: Separa tus aguas también para él, para que no digan; así se le hace a los acompañantes?!. Y el río se partió también para él".
Rabí Pinjas Ben Iair es semejante a nuestro Rav Moshé y Am Israel, frente a los cuales tampoco el mar fue capaz de oponerse. "Cuando salió Israel de Egipto... la mar lo vio, y huyó, el Yardén se volvió atrás" (Tehilim 114:1-3). Y por qué?. Por la dimensión de la kdushá (santidad) sobrenatural que se reveló en ellos, que subyuga la naturaleza material de ellos mismos y del mundo: "Iehudá vino a ser Su santuario, e Israel Su dominio" (Tehilim 114:2).
Pero el cuento de Rabí Pinjas Ben Iair continúa:
"Llegó a un hospedaje. Pusieron cebada frente a su burro – y él no comió. La trillaron – y no comió. Les dijo Rabí Pinjas: Quizás no habéis donado los diezmos de ella?. Tomaron los diezmos – y comió. Les dijo: Este pobre animal se dirige a cumplir con la voluntad de su Creador, y ustedes pretenden alimentarlo con cebada de la que no separaron los diezmos?!".
El burro simboliza el mundo material. Y también el burro se eleva por encima de su naturaleza, y se niega a comer cebada mientras no han sido tomados los diezmos de ella. Los diezmos no simbolizan la kdushá sobrenatural, sino que la kdushá que se encuentra oculta en la naturaleza misma. La producción agrícola de Eretz Israel (la Tierra de Israel) es santa, y esa kdushá tiene su expresión en los diezmos que son separados de ella.
Esa parte del cuento, nivela la primera parte. El objetivo de los tzadikim no es quebrantar la naturaleza, sino que revelar la dimensión de la kdushá que se encuentra dentro de ella. No hay una oposición total entre la naturaleza y lo que se encuentra por encima de ella, sino que se trata de distintos niveles y nada más. Y la naturaleza, que se encuentra en un nivel inferior, puede elevarse al nivel más alto. Ese es el título de todo ese cuento en la Gmará: "D's no permite que ocurra alguna adversidad a través de los animales de los tzadikim".
La partición del Iam Suf es similar al relato de Rabí Pinjas Ben Iair: Expresa el quebrantamiento total de la naturaleza, que huye frente al milagro. Pero en el fondo no es así: Después de la partición, dice el versículo "volvióse el mar a su estado de fuerza" (Shmot 14:27) – a su estado inicial. Después de haber terminado ese episodio, la naturaleza volvió a la situación anterior exactamente. El milagro no quebrantó la naturaleza totalmente, sino que reveló la condición inicial que D's estipuló desde un principio, que se encontraba escondida desde los seis días de la creación.
"Cuando se llega a ese elevado conocimiento – que la kdushá de la naturaleza, plena, incluye en ella también la kdushá que se encuentra por encima de la naturaleza, que es contraria a ella – la lucha cesa totalmente. La Medida de la Justicia se endulza, y todo se inclina hacia la Bondad. Todas las fuerzas de la persona particular se revelan en toda su magnífica delicadeza, como son en forma natural, y al mismo tiempo son kdoshot y son propicias para la máxima elevación. Y la luz que se encuentra por encima de la naturaleza se encuentra atesorado en ellas para cuando sea necesaria, y la persona siente en su interior una libertad de armonía kdosha, y se ve a sí mismo como si lo santo se encontrase en sus entrañas mismas, como dice el versículo; 'kadosh, dentro tuyo' (Ishaya 12:6)" (Orot HaTjia, Cáp. 28).