La Luna
y el Sol
Rav Lior
Engelmann (Beahava
Ubeemuna No610)
La
Luna se
quejó, diciendo "no puede ser que hayan
dos reyes que utilicen una misma corona". Fue decretado entonces su
destino: "Por ello, ve y empequeñécete" (Bereshit Rabah
6). El Sol –
la fuerza que imparte al mundo, que no cambia y alumbra en forma fija –
y la Luna
– que recibe su luz del
Sol, que cambia constantemente – son la expresión de dos fuerzas
titánicas que
existen en la realidad. "El rostro de Moshé es como el Sol, y el
rostro de
Ioshua es como la Luna"
(Baba Batra 75A): Moshé es la expresión del nivel de la Torá
escrita,
mientras que Ioshua es la expresión del nivel de la Torá
oral. Am
Israel (el Pueblo de Israel) fue comparado con la Luna: "Y a la Luna le
ordenó que se renueve
cada mes… que habrán de renovarse como ella, para gloria de su
Creador"
(oración de Birkat HaLevana). Y D's es asemejado al Sol.
También en
la persona encontramos al Sol y a la Luna: El Sol, "el gran astro" (Bereshit
1:16) – es
el raciocinio. El raciocinio siempre alumbra, no es influido por los
cambios sentimentales
y las distintas situaciones. La Luna, "el pequeño astro"
(Bereshit 1:16), es el
mundo de los sentimientos, que recibe las sensaciones de afuera,
está sujeto a
grandes cambios, y siempre se encuentra en movimiento perpetuo. Ambos
astros
fueron creados grandes, "los dos grandes astros" (Bereshit 1:16): En
un principio, lo correcto sería que se encontrasen en el hombre
ambas fuerzas
en todo su apogeo – el raciocinio y el sentimiento – pero el choque
entre ambos
no lo permitió. Por ello, el raciocinio recibió su
gobierno en el mundo de la
Torá, la sabiduría y
el cultivo de las virtudes, mientras que el sentimiento nos sirve en
los
aspectos más prácticos de la vida, de la familia, la
sociedad y otros (Orot HaKodesh
Alef 253).
En efecto, la
brecha entre el raciocinio y el sentimiento de la persona muchas veces
produce
un distanciamiento entre lo que abarca su sabiduría y lo que
vive en sí mismo y
siente. A veces, la persona se encuentra colmada de conocimientos
correctos
pero no los vive en todo su vigor, su cerebro lo dirige pero su
corazón no
colabora con él. Esa tensión es lo que motiva nuestra
esperanza que llegarán
días en los que el raciocinio y el sentimiento volverán a
actuar en armonía,
"y será la luz de la
Luna
como la luz del Sol… como lo era antes de haber sido
empequeñecida"
(oración de Birkat HaLevana).
La relación
entre el Sol y la Luna,
entre el raciocinio y el sentimiento – tiene su expresión en las
festividades
de Am Israel. Rosh HaShaná (Comienzo del
Año) cae en el primer
día del mes de Tishrei, "en el novilunio, el día de
nuestra fiesta"
(Tehilim 81:4) – el día en que la Luna se oculta.
Cuando la persona se deja gobernar por los
sentimientos, puede ser llevada por mal camino. El sentimiento como
director
del hombre puede dirigirlo hacia duros pecados. En Rosh
HaShaná, el
sentimiento es desplazado, la Luna es ocultada y sólo el Sol
brilla: El raciocinio vuelve a
gobernar, y la persona anhela coronar sobre él a D's. En el
correr de los Aseret
Iemei Tshuvá (Diez días de Arrepentimiento, desde
Rosh HaShaná hasta Iom
Kipur) la Luna
se renueva paulatinamente, se abre para el Sol, hasta que en el 15avo
día del
mes de Tishrei se encuentra en su apogeo, la armonía es plena –
"el
momento de nuestra alegría" (la festividad de Sucot). La
alegría de la
armonía plena entre ambas fuerzas, entre el Sol y la Luna.
En Rosh
Jodesh (comienzo del mes) de Adar: La Luna se oculta. El
raciocinio aprende que
"cuando comienza el mes de Adar, se aumenta la alegría". Poco a
poco,
el sentimiento marcha en dirección a la gran alegría,
hasta que el 14 y el 15
de ese mes – cuando la
Luna
está llena – confiamos totalmente en el sentimiento, y no nos
preocupa perder
el raciocinio (la festividad de Purim): "La persona debe embriagarse
hasta
que no sepa..." (Meguila 7B). La Luna llena es totalmente afín al
Sol, e incluso el que se
embriagará y se dejará llevar por sus sentimientos
será fiel a la profunda
sabiduría.
Algo
parecido ocurre en el mes de Av: "Cuando comienza el mes de Av, se
disminuye la alegría". La Luna no se encuentra, y el Sol – con la
fuerza del raciocinio
– nos enseña respecto a la destrucción, Sinat Jinam
(el odio gratuito) y
la terrible pérdida [la destrucción del Templo. N. del
T.]. Un paso tras otro, la
Luna se va revelando – sentimos
el dolor de la Shjina
(manifestación de la Presencia Divina).
En el noveno día del mes, el ayuno nos hace sentir una profunda
pena. En el día
15 – cuando la Luna
está llena – el raciocinio y el sentimiento han llegado a su
plena armonía. Sinat
Jinam, la razón de la destrucción, será
corregida con sentimientos de amor,
serán construidos nuevos hogares en Am Israel llenos de
amor, se casarán
hombres y mujeres – se unen el Sol y la Luna.
Rosh Jodesh Nisan – la Luna se oculta.
"Este
mes os será el principio de los meses, os será el primero
de los meses del
año" (Shmot 22:2). Am Israel escucha por primera vez la
orden de
prepararse para Pesaj, todavía no se siente nada,
sólo el raciocinio
entiende. El décimo día, toman un cordero, comienzan a
sentir, a prepararse. El
14 del mes, ya sienten lo que está a punto de ocurrir, comen la
ofrenda de Pesaj
apresuradamente, ceñidos, calzados, con el bastón en la
mano: Todo ya se
siente, vive y es una realidad!.
La salida de
Egipto ocurrió la noche del día 15 del mes, a
medianoche!. La Luna
mira con todo su rostro
al Sol, recibe de él toda la luz. El sentimiento le responde
totalmente a la
gran sabiduría, la persona siente y sabe que llegó el
momento de la gueulá
(Redención).
"Incluso
si todos fuésemos sabios, si todos fuésemos inteligentes,
si todos fuésemos
ancianos, si todos fuésemos completamente versados en la Torá,
tenemos la
obligación de relatar la salida de Egipto. Y todo el que relate
ampliamente,
será meritorio" (Hagada de Pesaj). La noche del Seder es
el 15 de
Nisan – una noche en que la
Luna
llena se encuentra en el firmamento, en armonía con el Sol. En
esa noche,
incluso si todos somos sabios, si nos encontramos en el nivel semejante
al Sol
que es fijo y alumbra – no alcanza con ello. Anhelamos descubrir dentro
nuestro
también la Luna
en su plenitud. No nos alcanza con el raciocinio, con la
sabiduría, con el
entendimiento. Queremos que también el sentimiento sea
partícipe, sentir
la vivencia. No nos contentamos sólo con el conocimiento de la
salida de
Egipto, queremos sentir como si nosotros mismos salimos de allí.
Y por ello,
debemos contarlo. El cuento no es sólo un relato de
acontecimientos: Todo buen
cuento logra introducir en él al oyente y al que cuenta, juntos
los dos. Nos
emociona, nos hace vivir todo lo que le ocurrió a nuestro pueblo
en ese preciso
momento. El que lo cuenta, siente que él mismo salió de
Egipto!. Incluso si
sabemos toda la Torá,
ha llegado el momento de relatar, de vivir y sentir la
grandeza
del momento. No es por azar que en esa noche tenemos la mitzva
de contarle
al hijo. El tierno niño es todo él Luna, colmado del
sentimiento infantil,
recibe todo de sus padres – como la Luna frente al Sol. Para llegar al
corazón de él, los padres
le cuentan, se emocionan y le hacen sentir. Reviven ellos mismos - con
la ayuda
del curioso niño - la profundidad de esa vivencia. Una noche de
raciocinio y
sentimiento - de Sol y Luna.