Ester
Rav
Shlomó
Aviner (Beahava Ubeemuna No606)
Se encontraban en una situación terrible: Fue decretado “destruir, matar y exterminar a todos los judíos,
mozos y viejos, niños
y mujeres en un mismo día” (Ester 3:13). A primera vista, una
tragedia de la
que no hay salvación. Y la salvación llegó gracias
a una mujer tzadika
(justa) y tímida – pero sabia y decidida. Ella era una persona
callada,
descendiente de personas calladas, que esa era su
característica: Descendiente
de Shaul – que se esconde entre los pertrechos (Shmuel Alef 10:22), que “del asunto del reino no dijo nada” (Shmuel
Alef
10:16) . Descendiente de Binyamin – que no contó de la venta de
Iosef. Y
descendiente de Rajel – que calló y le dio las señales a
su hermana, para que
Iaacov piense que ella es Rajel. Qué sublime fue la renuncia de
Rajel – que se
escondía en la sombra, y volvió a estar en la sombra!. El
primer encuentro con
Iaacov fue acompañado del llanto – porque en la relación
de Iaacov y Rajel hay
algo frágil y pasajero. Nuestros sabios dicen que Iaacov vio con
su inspiración
Divina que ella no será enterrada con él. Ya desde el
principio Rajel sintió lo
que sucederá al final, cuando será desplazada. Y por ello
dijo: “Dame hijos, de
lo contrario me muero” (Bereshit 30:1) – y en el midrash nos
cuentan que
vio que morirá pronto, y quería dar a luz antes de ello.
Ester fue una reina pasajera – como Iosef.
A primera vista, es una reina majestuosa – pero en realidad, ella
sacrificó su
vida, a pesar de que su posición le estaba asegurada: “Y si
perezco, que
perezca” (Ester 4:16), ella “hacía lo que Mordejai le
había mandado” (Ester
2:20), poniendo en peligro su vida. Puso en peligro su cuerpo y
también su alma
– cuando tuvo que sumergirse en la inmundicia del rey Ajashverosh,
dirigiéndose
a él por su propia iniciativa. Toda su vida estuvo presa en ese
palacio, lleno
de idolatría, adulterio y asesinato.
Pero también allí ella permaneció en su kdushá
(santidad) y con su inspiración Divina – semejante a Clal
Israel (la
totalidad genérica del Pueblo de Israel), que también si
pecamos y nos
adormecimos en el cumplimiento de las mitzvot, nos queda
aún nuestra
elevada esencia espiritual interna, “toda tú eres hermosa, mi
compañera, y no
hay en ti defecto alguno” (Shir HaShirim 4:7), “virgen, y no
había conocido
varón” (Bereshit 24:16). Ester, la huérfana, que se
encuentra apresada por las klipot
[Concepto esotérico, que simboliza la impureza que rodea a la
esencia pura. N.
del T.] – pero que permaneció en su elevada pureza, semejante a