El
florecimiento
Rav
Shlomó
Aviner (Beahava Ubeemuna No602)
Cuando
tú andas por el camino, y delante tuyo encuentras un
árbol
– qué estás viendo?. Por supuesto, un árbol – eso
es cierto. Pero estas viendo
algo más, mucho más que un árbol.
El escritor de EE.UU. Mark Twain escribió hace ciento treinta
años, cuando estuvo en Eretz Israel (la Tierra de Israel):
“Hemos
atravesado algunas millas de este desolado lugar cuyo suelo es muy
fértil, pero
se encuentra cubierto de cardos y espinos - un páramo mudo de
luto... Hay aquí
una desolación, que incluso la imaginación no es capaz de
conferirle la gloria
de la vida en acción. Llegamos sanos y salvos al monte Tabor...
En todo el
camino no vimos ni un ser humano. Apenas hay un árbol o arbusto
en algún lado.
Incluso el olivo y el cacto, esos fieles amigos de los terrenos yermos,
casi
han abandonado esta tierra...
Palestina se encuentra vestida de saco y cenizas. Se cierne sobre
ella el hechizo de una maldición que arrasó con sus
campos, y encadenó con
grilletes sus fuerzas. Palestina se encuentra desolada y sin encanto...
Palestina ya no pertenece al mundo de la realidad...
No encontrarás ni un solo poblado a todo lo largo y lo ancho en
un
radio de 30 millas... Tú puedes andar 10 millas en este lugar, y
no encontrarás
en el camino ni diez personas...”.
Ustedes han escuchado?: “Apenas hay un árbol o arbusto en
algún
lado. Incluso el olivo y el cacto, esos fieles amigos de los terrenos
yermos,
casi han abandonado esta tierra”!. Por eso, cuando yo veo un
árbol – estoy
viendo que Am Israel (el Pueblo de Israel) renace en su tierra.
Durante casi dos mil años esta tierra estaba enojada y no nos
sonrió.
Por supuesto, no fue por casualidad, “por nuestros pecados fuimos
exiliados de
nuestra tierra”.
Así escribió hace 170 años el escritor
francés Alfonso D’Lamartine:
“(fuera de los muros de Ierushalaim) en efecto, no vimos ningún
ser viviente,
no escuchamos ningún sonido, encontramos el mismo vacío,
el mismo silencio...
que hubiésemos esperado encontrar frente a los portones
enterrados de Pompeya o
Herculano... un silencio absoluto hay en la ciudad, en los caminos
principales,
en los poblados... la tumba de un pueblo entero”.
Como es sabido, nuestros sabios se opusieron al cálculo del
año de
la gueulá (Redención). Incluso llegaron a
maldecir al que así lo haga
(Sanhedrin 97B). Entonces, cómo sabremos que ha llegado el
momento de la gueulá?.
Contestaron: “La señal más clara, es ‘mas vosotras, oh
serranías de Israel,
daréis vuestro ramaje y llevaréis vuestro fruto para Mi
pueblo Israel, porque
un poco más y ellos volverán’ (Iejezkel 36:8)” (Sanhedrin
98A). Explica Rashi:
Si tú ves que Eretz Israel entrega sus frutos en
abundancia, ha llegado
el momento de la gueulá.
En efecto, hace 120 años la tierra comenzó a florecer. Y
desde ese
entonces esa señal no cesó, nuestra tierra se va
reconstruyendo, y a pesar de
todas las severas carencias que podemos notar en nuestra vida
pública, debemos
reconocer que renacemos!. Debemos alegrarnos, continuar luchando y
mirar
adelante.