“Los
harás entrar”
Rav
Azriel
Ariel (Beahava
Ubeemuna No602)
En Shirat
HaIam (el canto después de haber cruzado Iam Suf) es
descrita la entrada a Eretz
Israel (la Tierra
de Israel) con tres expresiones distintas en un mismo versículo:
“Los harás
entrar y los plantarás en el Monte de Tu herencia” (Shmot
15:17). Y cada una
eleva el vínculo con la tierra a un nivel más alto.
La primera
expresión es “los harás entrar” – la entrada en
sí. El segundo término expresa
la posesión y el arraigo en ella: “Los plantarás”. El
tercer término, ya habla
de la esencia del vínculo entre el pueblo y su tierra: “En el
Monte de Tu
herencia”. Los comentaristas discrepan a qué se refiere este
último término.
Algunos piensan que se está hablando del Beit HaMikdash (El
Templo) que
se encuentra en Har HaBait, como dice a continuación el
versículo:
“Lugar que preparaste para Tu misma habitación, oh Eterno, en el
santuario que
establecieron Tus manos”. Y algunos dicen que se está hablando
de todo Eretz
Israel: En su opinión, toda la tierra es llamada “Monte”,
porque “Eretz
Israel es considerada la tierra más alta”. Por supuesto, no
se habla desde
el punto de vista geográfico – ya que el Everest no se encuentra
en Eretz
Israel, y por el contrario, justamente en ella se encuentra el Iam
HaMelaj (Mar Muerto), que es el punto más bajo sobre la
tierra. La altura
espiritual del “Monte” es lo que transforma a Eretz Israel en
“una
herencia que no cesa”. Y así escribe el Mahara”l de
Praga (Gburot
Hashem, Cáp. 47): “La herencia no tiene fin, porque le llega a
la persona de
sus antepasados... y por ello el Beit HaMikdash es llamado
‘herencia’,
porque no cesa. Y por ello fue mencionado en relación a
él ‘plantado’. Porque
lo plantado también continúa existiendo... y permanece en
su lugar para
siempre”.
La herencia
es como un río, que fluye de las generaciones anteriores a la
generación
actual. Y de ella, continúa a las generaciones futuras, hacia la
eternidad. Y
el que hereda, es sólo como un intermediario entre ellos (Rav
Shimshon Refael
Hirsh).
Para
entenderlo a fondo, debemos leer lo que escribe el Ramba”m (Hiljot Beit
HaBejira 6:15-16): “Todos los sacrificios pueden ser ofrecidos
allí, a pesar
que el Beit HaMikdash no está construido. Y la carne
puede ser comida en
todo el área del patio, a pesar que está en ruinas...
porque la Primera
kdushá
(santidad) con que fue santificado, fue valedera en su momento y
también para
toda la eternidad... Y por qué digo yo que en el Beit
HaMikdash y en
Ierushalaim la Primera
kdushá con que fueron
santificados es válida también para toda la
eternidad...?. Porque esa kdushá depende de la
Shjina
(manifestación de la Presencia Divina),
y ella no es anulada...”.
El “lugar que preparaste
para Tu misma habitación” y el “Monte de Tu
herencia” – la herencia de D’s – su kdushá es como una
herencia, que
nunca cesa. De la misma forma que “el Eterno reinará por
siempre” (Shmot
15:18), también su herencia es eterna. “Este será Mi
lugar de descanso para
siempre, aquí Me sentaré porque lo hice”.
La kdushá
de la tierra – en lo que respecta al cumplimiento de sus mitzvot
– es
distinta, y así escribe el Ramba”m: “Pero la obligación
de dejar descansar la
tierra cada siete años y los diezmos se debe a que fue
conquistada por el público.
Y de momento que la tierra les fue arrebatada, esa conquista fue
anulada, y ya
no hay obligación según la Torá
de entregar los diezmos y dejarla descansar”.
Debemos
acotar que no se refiere a la kdushá en sí de Eretz
Israel - que
existía también en la época de los patriarcas, y
no depende de la conquista.
Sólo se refiere a la kdushá agregada por la que
tenemos obligación de
cumplir en ella sus mitzvot particulares – que depende de la
conquista.
También debemos aclarar que el Ramba”m está hablando de la Primera kdushá
-
cuando la tierra fue santificada por Ioshua Bin Nun - y respecto a ella
fue
determinado que “la
Primera
kdushá fue valedera en su momento, pero no para el
futuro”. Mientras que
respecto a la Segunda
kdushá - en la época de Ezra - la halajá
es que “la Segunda
kdushá fue
valedera en su momento, y también para siempre”. Y así
escribe el Ramba”m: “Y
de momento que llegó Ezra y la santificó – no la
santificó a través de la
conquista, sino que a través de su posesión
[asentándola]. Y por ello, todo
lugar que poseyeron los que llegaron de Babilonia [que construyeron el
segundo Beit
HaMikdash] y fue santificado por Ezra por segunda vez, su kdushá
continúa hasta hoy en día, a pesar que la tierra nos fue
arrebatada. Y es
obligación dejarla descansar y tomar los diezmos...”.
Una
conquista puede ser anulada por otra conquista. Pero el asentamiento –
a pesar
que puede ser desmantelado – no se puede borrar. La kdushá
de la tierra
tiene tres fuentes distintas: Conquista y asentamiento – en lo que
respecta a
las mitzvot propias de ella. Y Shjina – en lo que
respecta al
lugar del Beit HaMikdash. Según ello, podemos comprender
de otra forma
el versículo: “Los harás entrar” – insinúa la kdushá
originada por el
hecho que llegamos a ella y entramos en ella – es decir, “conquista”,
que es la Primera
kdushá, sólo en su
momento. “Los plantarás” – insinúa la kdushá producto de la plantación y el asentamiento en la
tierra, “posesión”,
que es la Segunda
kdushá, para toda la
eternidad. “Monte de Tu herencia” – insinúa la kdushá de la Shjina,
la kdushá del Beit HaMikdash.
Según los comentaristas que opinan que “Monte de Tu herencia” se
refiere a todo Eretz
Israel, esa
expresión puede ser demostrativa de la tercer entrada en la
tierra – en nuestra generación – que según la
tradición no cesará. La idea
sionista no comenzó con Hertzel – que pretendió
“conquistar” la tierra para convertirla en una
“tierra de refugio”. Ni tampoco comenzó con los que
pretendían regresar a la
herencia de sus padres – como los que llegaron de Babilonia en la
época del
segundo Beit
HaMikdash, y por ello
la vieron como una “tierra de destino”. La expresión
“Monte de Tu herencia” en cuanto a toda la tierra, debe ser
interpretada
entonces como escribió Rav Shimshon Refael Hirsh (que dicho sea
de paso, fue un
duro opositor del Rav Kalisher, precursor del Sionismo): “El pueblo no
se
dirige a su herencia, sino que a Tu herencia. Y por
ello el
pueblo debe asentarse y desarrollarse sólo para Ti”.
Porque la meta
final, es el versículo que culmina y resume todo el canto: “El
Eterno reinará
para siempre!” (Shmot 15:18).