En Januca divulgamos dos
milagros: El
milagro natural de la victoria bélica de Matitiau y sus hijos
frente a los
griegos, y el milagro de la vasija de aceite, cuando un poco de aceite
que
tendría que haber durado sólo un día duró
ocho.
Ambos milagros
están relacionados: El milagro natural - la victoria frente a
los griegos - fue
logrado gracias al sacrificio, el valor y la determinación de
Matitiau y sus hijos,
que no vacilaron en atacar un enemigo más fuerte y numeroso que
ellos. Y en
base a ello, fueron merecedores de la gran ayuda Divina y lograron
vencer. Esa
gran victoria aparejó el milagro sobrenatural de la vasija de
aceite, en el que
fuimos merecedores de presenciar la conducción sobrenatural
cuando las velas
alumbraron por encima de su capacidad natural.
En la actualidad, Am Israel (el Pueblo de
Israel) enciende ya hace miles de años las velas de Januca,
en recuerdo
del milagro sobrenatural. Esas velas nos insinúan las victorias
y la capacidad
de supervivencia de Am Israel en todos los tiempos y en todos
los
lugares. También cuando se encontraron en las peores situaciones
los judíos no
dejaron de encender las velas de Januca, que nos recuerdan la
capacidad
de supervivencia sobrenatural de Am Israel, el Pueblo Eterno. Si bien el milagro natural
– la victoria de los Macabim frente a los griegos – no fue recalcado
por
nuestros sabios en la oscuridad de la galut (exilio), hoy en
día, cuando
Am Israel vuelve a renacer y libra batallas en las que – gracias
a D’s –
vence a sus enemigos, no es por azar que fue elegido como
símbolo oficial del
Estado de Israel el candelabro de siete velas que se encontraba en el Beit
HaMikdash (El Templo). Y no está tan lejano el día en
que seremos
merecedores de la reconstrucción del Beit HaMikdash, y
el candelabro no
sólo será un símbolo sino que un candelabro real,
con velas encendidas, esas
velas que “son los testigos frente a todo el mundo que
con bendiciones de Januca Sameaj
(feliz fiesta de Januca)
anhelando la salvación plena
Dov
Bigún