La
adquisición
Rav
Mordejai
Hershkop (Beahava
Ubeemuna No591)
La clara, precisa y detallada
descripción de la
adquisición de Mearat HaMajpela (Cueva de Majpela, en
Jevrón) en la Torá
constituyó
en el pasado y también constituye en el presente un testimonio
histórico muy
significativo para los pueblos del mundo – y también para
nosotros mismos.
Pero si sólo se limita a ser un testimonio, no
queda claro cuál es el objetivo de la Torá
cuando detalla todos los acontecimientos que anteceden
a la compra – como la proposición de Efron y la negativa de
Avraham. Qué nos
faltaría si la Torá
se limitase a los dos versículos finales que resumen ese
episodio, describiendo
la gran suma de dinero que Avraham le entregó a Efron y el
traspaso de la
propiedad a sus manos?.
Tal parece que a través de la detallada descripción
de la negociación que antecedió a la adquisición, la Torá nos hereda una de las enseñanzas de Avraham – no menos
importante
que la herencia de la Mearat HaMajpela misma:
En la descripción de esas negociaciones descubrimos
que Avraham – el hombre de la bondad que siempre brinda (Mija 7:20) –
es una
persona que se comporta en forma sistemática y sin concesiones
tratándose de
recibir de los demás. A diferencia de la proposición del
rey de Sdom que
Avraham no aceptó (Bereshit 14:21) – negándose a recibir
alguna riqueza que no
le pertenece desde un principio – en este caso su negativa es mucho
más
valiosa, y le cuesta una gran suma de dinero – un dinero que él
adquirió con su
esfuerzo. La
Torá
nos describe la generosa proposición de Efron y el educado
rechazo de Avraham –
acompañados de todas las ceremonias acostumbradas en aquel
entonces (Bereshit
23:10-16). La profunda diferencia entre un regalo y una
adquisición de la que
se adueña pagando todo su precio, le era sabida y le estaba muy
clara a
Avraham: Un regalo es entregado en forma unidireccional, del que
entrega al que
recibe – y por ello, el que lo recibe no logra un vínculo de
pertenencia
auténtico, a pesar que se le dio permiso para
utilizarlo. Si Avraham hubiese recibido un regalo, todo el
vínculo con Mearat
HaMajpela de Avraham se habría reducido a “entierra tu
muerto” (Bereshit
23:11). En contraste, tratándose de una compra, el comprador
forja un vínculo
de pertenencia con el objeto adquirido cuando no sólo recibe,
sino que también
entrega algo suyo a cambio del traspaso de
propiedad:
Su dinero, que adquirió con su esfuerzo. Por ello, cuando se
trata de la compra
de la cueva, no se habla sólo del entierro, sino que de
“posesión de sepultura”
(Bereshit 23:20) – una posesión auténtica. En la firme
actitud del “Padre
Vigoroso” – adquirir, y no recibir un regalo – nuestro patriarca
Avraham nos
hereda el secreto de la existencia del Pueblo Judío: El lazo
de pertenencia,
que es también un compromiso.
La compra como generadora de un lazo de pertenencia
enhebra toda la vida de la kdushá (santidad)
judía. El profundo vínculo
entre D’s y Su mundo es descrito con el término de
“adquisición”: Ya
encontramos esa idea en la creación del mundo, con respecto a la
cual fue dicho
que D’s “adquirió el cielo y la tierra” (rezo de Shabat) – que
creó a nuestro
mundo y se nos revela en él. Esa misma idea nos es trasmitida en
la descripción
del vínculo singular de D’s con Su pueblo – “Él es tu
padre, que te adquirió”
(Dvarim 32:6), nos eligió de entre todos los pueblos como el
pueblo que Le
pertenece. Y continúa en el vínculo con la Torá,
que le pertenece a D’s – “el Eterno
me adquirió desde el principio” (Mishlei 8:22). Y nosotros
también la
adquirimos a través de las 48 formas de “adquisición de la Torá”
(Avot 6:6). Y
también así es respecto a Eretz Israel (la Tierra de Israel),
que es
apodada “adquisición” (Ialkut Shimoni, Beshalaj). Y finalmente
esa idea también
tiene su expresión en la descripción de la Torá
del casamiento – lo que
demuestra cuál es la intención desde un principio: “Si un
hombre adquiere una
mujer…” (Dvarim 22:13). No nos sorprende que la Gmará
deduzca que una
de las formas de casarse es “adquiriendo” la esposa con dinero,
justamente en
base a la compra de Mearat HaMajpela: El denominador
común, es el deseo
de forjar un lazo de pertenencia que compromete, edificar algo que
continúe
para toda la eternidad.
No hay dudas que esa enseñanza de nuestro padre
Avraham es muy relevante en nuestra época, cuando se intentan y
se prueban todo
tipo de cambios que alteran el equilibrio de adquisiciones que nos
pertenecen
por un lazo de compromiso, en cuanto a Eretz Israel y la
célula
familiar. A veces parece evidente que el punto de partida del “desfile
de la
desconexión” y el “Desfile del Orgullo” es un mismo error moral
en el plano de
los valores. Frente a ello, despierta dentro nuestro la exigencia de
dirigirnos
por el camino de nuestros patriarcas, enseñar y educar con
más claridad el
importante significado de una compra que une, que hace pertenecer el
uno al
otro, que forja un vínculo de compromiso con todo lo que nos es
preciado
realmente.