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Rav Shlomó Aviner Amar y odiar
Rav Shlomó Aviner
(Beahava Ubeemuna No587)

Pregunta: Nos dicen que debemos amar a los malvados - pero el Ramja”l (Rabí Moshé Jaim Luzato) no dice así: “El tercer elemento, es el celo. El hombre debe celar Su sagrado Nombre, odiar a quien Lo odie y tratar de subyugarlo en lo posible, para realizar el servicio a D’s y glorificar Su Nombre. Y eso es lo que dijo David - bendita sea su memoria: ‘He aquí que a tus enemigos, Eterno, odiaré y aquellos que te enfrenten atacaré, con odio extremo los aborrezco’ (Tehilim 139:21-22)… También nuestros sabios dijeron que el que puede reprender al pecador y no lo hace, es incluido en el pecado como el mismo pecador (Shabat 54). Y en el midrash (Eija Rabah 1:34) dijeron: ‘Serán sus ministros como venados – así como los venados cuando hay sequía esconden sus caras unos tras otros, de la misma forma los ministros de Israel verán los pecados y se esconderán de Él. Les dice a ellos D’s; llegará el momento, y yo actuaré así también para con ellos’. Y es evidente, ya que quien aprecia a su compañero no puede soportar que lo agredan u ofendan en su presencia, seguramente acudirá en su ayuda. Así, quien ama a Su Nombre Bendito no podrá soportar ver cómo se lo profana y se transgreden Sus preceptos. Y dijo Shlomó: ‘Los que abandonan la Torá alaban al inicuo, pero los que la guardan se indignan contra él’ (Mishlei 28:4). Pues quienes elogian al malvado en su maldad y no lo reprenden abiertamente por su falta, ellos mismos abandonan la Torá y permiten que se la profane – D’s no lo permita!. Pero quienes la observan y se esfuerzan por cumplirla, definitivamente les reclamarán y no podrán ceder y callar. Y le dijo D’s a Iyov: ‘Derrama los furores de tu ira, mira a todo soberbio y abátelo, observa a todo soberbio, póstrale y aplasta a los malvados en su sitio. Entiérralos juntos bajo la tierra, su rostro hunde en la profundidad’ (Iyov 40:11-13). Así de intenso debe ser el amor que demostrará quien en realidad ame a Su Creador. Y dice el versículo: ‘Los que amáis al Eterno, aborreced el mal’ (Tehilim 97:10)” (Mesilat Iesharim, Cáp. 19, Pág. 99-100 en la edición Eshkol). De acuerdo a lo que dice el Ramja”l, no hay que amar a los malvados sino que odiarlos, y luchar contra ellos con todo el vigor!.
Respuesta:
1.     
Esa es una pregunta muy importante y un tema que debe ser bien aclarado, ya que de la misma forma que se puede odiar cuando no se debe, también se puede llegar a amar cuando no es correcto.
2.     
Por supuesto, todo eso no es un “invento” del Ramja”l, sino que versículos explícitos y palabras explícitas de nuestros sabios. De todas formas, de momento que el Ramja”l coloca ese tema en los capítulos que hablan de la Jasidut (Devoción), entendemos que no es para cualquiera, sino que para unos pocos elegidos (Mesilat Iesharim, Cáp. 13, Pág. 73).
3.     
Antes de llegar a la Jasidut, hay otros cinco niveles: Prudencia – es decir, distanciarse de todos los pecados. Agilidad – como un fuego interno, que lo impulsa a cumplir todas las mitzvot con diligencia. Limpieza – abstinencia completa de todo pecado o falta, incluso los que son desdeñados por la mayoría, y el mal instinto lo induce a pensar que no tienen nada de malo. Abstinencia – que comprende tres partes: Abstinencia de los placeres de la vida, cuando se utiliza sólo lo estrictamente necesario del mundo material. Abstinencia en la halajá, cuando en todo tema que haya diferencias de opinión se regirá por la opinión más rigurosa. Y por último, abstinencia en el plano de su forma de vida, cuando se aislará de la sociedad para dedicarse solamente al culto a D’s. Pureza – todas sus acciones tienen por objetivo solamente cumplir la Voluntad Divina, ya sean mitzvot o necesidades personales. Todos entendemos que este último nivel es muy alto, y sólo unos pocos elegidos logran llegar a él, y es una preparación necesaria para acceder al nivel de la Jasidut – como nos enseña el Ramja”l, cuando nos dice que no se deben “saltear” niveles.
4.     
Y no es por azar que no se debe elevar al nivel de la Jasidut sin la preparación correcta, porque en ese nivel – y también en el nivel de la Abstinencia – todo tema debe ser cuidadosamente sopesado, porque quizás en algún otro sentido está produciendo algún daño. Como es aclarado en extensión por el Ramja”l: “Y deberás saber que es el trabajo más complicado de la Jasidut, pues es muy sutil y tiene el instinto grandes posibilidades de infiltrarse - y por lo tanto su peligro es tremendo. Ya que muchas cosas buenas el instinto logrará alejar como si fueran malas, y muchos pecados nos atraerá aparentando ser grandes méritos” (Mesilat Iesharim, Cáp. 20, Pág. 103-104). Por ello, hay tres condiciones en el nivel de la Jasidut: Que su corazón sea lo más recto, todo él dispuesto a cumplir sólo la Voluntad de D’s. Que analice cuidadosamente si se trata realmente de Jasidut, y no del mal instinto. Y que confíe en D’s, que lo ayudará.
5.     
Eso es cierto respecto a todo inciso de la Jasidut – y también respecto al celo. No se le puede exigir al Ramja”l que explique en cada inciso cuales son los peligros que nos acechan, porque su estilo es presentar sólo las reglas, algunos ejemplos, y confiar en que nosotros haremos el resto. Como escribe él mismo: “Y esto queda librado al buen sentido y al entendimiento correcto, ya que es imposible enumerar los detalles, pues no tienen fin” (Mesilat Iesharim, Cáp. 20, Pág. 106). No es como la Prudencia, la Agilidad y la Limpieza – en las que todo puede ser definido en forma absoluta. En este nivel, todo depende de su compatibilidad con las demás cosas, “la Torá del Eterno es plena, conforta al alma” (Tehilim 19:8), “los juicios del Eterno son  verdad, y a una son justos” (Tehilim 19:10).
6.     
Por supuesto que se debe amonestar con firmeza a los pecadores (Mesilat Iesharim, Pág. 99) – pero hay que sopesar cuidadosamente también lo que escribió el Ramja”l: “Y aún en el cumplimiento de un precepto, nos dice el versículo ‘reprenderás a tu prójimo’ (Vaikrá 19:17) – es posible aunque se avergüence?. Está dicho; ‘para que no lleves pecado por su causa’ (Arajin 16)” (Mesilat Iesharim, Cáp. 11, Pág. 53). Es decir, no se lo debe avergonzar. Y también escribe: “Y nuestra Torá nos ordenó ‘reprenderás a tu prójimo’ (Vaikrá 19:17), y en cuantas ocasiones la persona reprende a los pecadores en el lugar o el momento menos propicio, cuando sus palabras no serán escuchadas, y los estimula a intensificar su maldad y profanar el Nombre de D’s agregando la maldad al pecado. En estos casos la verdadera Jasidut es callar. Y así dijeron nuestros sabios; ‘tal como es un precepto reprender cuando se nos escucha, así es un precepto no expresar lo que no se escuchará’ (Iebamot 65)” (Mesilat Iesharim, Cáp. 20, Pág. 105).
7.     
En efecto, reprender es una mitzva difícil y complicada. En efecto, la lucha contra la maldad es una mitzva dificultosa y compleja. También cuando se odia y se reprende y se lucha contra la maldad – no se debe olvidar que tenemos que amar a los malvados, purgar sus delitos, tener en cuenta sus méritos y no desear que mueran (Mesilat Iesharim, al final del Cáp. 19). No es una contradicción!. Debemos desear que desaparezcan los pecados – y no los pecadores. La lucha principal, es contra la maldad de los malvados.
8.     
Pero tampoco es cierto lo contrario: Cuando se ama a los malvados y se buscan sus méritos, también hay que odiar su maldad con todas las fuerzas y luchar contra ella. De lo contrario todo será confuso, y diciendo “desaparezcan los pecados, y no los pecadores”, llegaremos a decir también que los pecados no desaparezcan!. De tanto amor, se puede llegar a olvidar el odio por el mal que se esconde en los malvados – que debe ser fuerte y profundo. También el amor por los malvados necesita ser sopesado, también allí nos acecha el mal instinto - y por eso es tan importante la pregunta del principio.
9.     
Es más: El odio tiene que anteceder al amor. De la misma forma que el desprecio por este mundo figura en el libro Mesilat Iesharim (Cáp. 1, Pág. 9) antes de la posibilidad de elevarlo (allí, Pág. 10). Por ello, en el capítulo que habla de la Jasidut recalcó nuestro Rav, el Ramja”l enérgicamente la lucha contra los malvados (Pág. 99), y sólo al final del capítulo habla del amor por ellos (Pág. 108). A pesar que ya lo insinuó al principio de la Abstinencia: “Vendrán los unos, y expiarán a los otros” (Mesilat Iesharim, Cáp. 13, Pág. 73).
10. 
Y de acuerdo a ello, llegamos al final del capítulo 19, en el que el Ramja”l describe los pastores auténticos de la generación: “Y en segundo lugar, otro principio de la Jasidut es el bienestar de la generación, pues es digno que todo piadoso dedique sus acciones al beneficio de toda su generación, a justificarlos y protegerlos. Y a eso se refiere el versículo: ‘Reconoced que el tzadik (justo) es beneficioso, y el fruto de sus obras comerán’ (Ishaya 3:10), pues toda la generación come de sus frutos. Y así dijeron nuestros sabios: ‘Hay en ella árboles – hay quien protege a su generación como un leño’ (Baba Batra 15A). Y verás que esta es la voluntad del Eterno, que los devotos de Israel justifiquen y expíen a los espiritualmente inferiores a ellos. Y es lo que explicaron nuestros sabios sobre el Lulav y sus especies: ‘Que vengan unos, y expíen a los otros’ (Vaikrá Rabah 30), pues el Eterno, Bendito sea, no desea el exterminio de los malvados, sino que es correcto para los piadosos esforzarse en reivindicarlos y expiar por ellos… Y a Guidón le fue dicho: ‘Ve con esta, tu fuerza’ (Shoftim 6:14), por haber abogado por el pueblo de Israel. Porque el Eterno no ama sino a quien ama a Israel, y cuanto más aumente la persona su amor por Israel, más incrementará el Eterno su amor por él. Y estos son los verdaderos benefactores de Israel que el Eterno los ama intensamente, pues se entregan por Su rebaño, y reclaman y se esfuerzan por su paz y su beneficio de todas las formas, y se mantienen siempre en las calamidades para orar por ellos y anulas las malas sentencias, y abrir para ellos las puertas de la prosperidad. A qué se asemeja?. A un padre que no estima más que a las personas que aman a sus hijos un amor real…” (Mesilat Iesharim, Cáp. 19, Pág. 102-103).