La
herencia de la comunidad
Rav Itiel
Ariel (Beahava Ubeemuna No586)
El día de Simjat Torá - en el que se
culmina el ciclo anual de
la lectura de la Torá
– es también el día de “la Comunidad de
Iaacov” (Dvarim 33:4), y se caracteriza por la
alegría conjunta de la colectividad, cuando en el centro se encuentra la Torá. Por
parte
de la persona particular que tuvo el mérito de estudiar la Torá
con
perseverancia, y completa su estudio junto con el público – por
supuesto que es
una gran alegría, para él y para todo el público.
Pero tal parece que no hay
otra festividad como esta, en la que todo gira alrededor de la
congregación
como una unidad en sí: Ya sea en las ieshivot (centros
de estudio de la Torá)
- que son grupos
consistentes de personas que se dedican al estudio perpetuamente - o ya
sea en
las otras congregaciones de Israel - en las que se lee la Torá
a lo largo del
año, y también en ellas se fijan clases para el
público general.
En efecto, el término “Comunidad de Iaacov” no es común
en la Torá:
Por lo general,
estamos acostumbrados a encontrar términos como “la Casa de Iaacov”, o
“la
descendencia de Iaacov”. Y hay quienes propusieron interpretar ese
término como
insinuación de los muchos conversos que en el futuro se
congregarán y se unirán
a Am Israel (el Pueblo de Israel), como comenta el Ramba”n.
Pero
justamente la interpretación moderna del término
“comunidad” parece más afín al
versículo en su totalidad – “la Torá
que nos encargó Moshé, herencia será de la Comunidad de
Iaacov”: Es decir, la pertenencia de
la Torá
del judío, necesariamente surca a través de la
comunidad, y sólo en un
marco como ese la herencia de la Torá
y su patrimonio son trasmitidos de generación en
generación.
En ese día recalcamos el aspecto colectivo de todos los detalles
de la Torá
y sus mitzvot,
que estudiamos con esfuerzo diario a través de nuestros
maestros, trasmitidos
de generación en generación hasta nuestro Rav
Moshé. Y ello acentúa
necesariamente el lugar de la comunidad, en la que se determina la forma de ser
de la vida pública - alrededor de la Torá
y su estudio.
En esencia, el estudio de la
Torá pertenece al plano particular del
individuo: Es
él el que tiene que determinar su capacidad de estudio personal
y crear un
marco de tiempo y estudio adecuados. Pero esos logros personales – con
toda su
importancia – no pueden ser recibidos o trasmitidos por herencia. El
estudio y
conocimiento de la Torá
de nuestro Rav Moshé, no se puede comparar al estudio y
conocimiento de Rabí
Akiva – a pesar que “todo lo que algún discípulo
innovará en el futuro, ya le
fue dicho a Moshé en el Monte Sinai”. Y sólo en donde se consolida un grupo que
estudia y cumple la Torá
como comunidad, sólo allí puede surgir una profundo
sentido de pertenencia, que
continúa pasando a lo largo de las generaciones.
Y por ello – dicen en la
Jasidut (corrientes jasídicas) –
bailamos con los
libros de la Torá
cerrados y tapados con sus mejores vestiduras, para recalcar que
la Torá
le
pertenece a todo judío en forma genérica - por la esencia
colectiva común, de
la que él es parte - incluso antes de haber sido merecedor de
profundizar en el
contenido de las letras que en ella están escritas.